Titulo de propiedad
Luego de que la cena llegó a su fin, finalmente había llegado el momento de hablar de temas más importantes.
Frente a cada rey se pusieron varios documentos, los cuales fueron leídos por cada uno de los respectivos.
Tomo un tiempo hasta que todos terminaron de leer, dejando la habitación en solo silencio.
Fue el rey de los gigantes, Legia, quien tomó la primera palabra.
-¡Esto es un atentado! ¡No hay forma de que aceptemos esto!
Legia se levantó de su sitio con furia, no destruyendo todo gracias a que estaba con un tamaño humanoide.
El rey estaba descontento con los términos que se tocaban en aquellos documentos.
Pues estos eran un resumen del cómo ahora todos los seres del planeta debían forma parte de la brigada, eliminando toda monarquía autodidacta.
Claramente había desconforme en el aire.
-¡No pueden obligarnos a formar parte de...!
De repente Legia dejó de hablar, pues sus piernas habían sido congeladas en el acto.
Cuando se vio el rastro, se supo que fue Wiz la responsable de esto.
—Que nadie más se atreva a juntar mana y sed de sangre en presencia de mi señor.
Wiz miró con unos ojos fríos a Legia, quien se dio cuenta que ya había perdido la pierna.
No pudo gritar del dolor de haber perdido su extremidad por el frío extremo, Wiz impregnaba tal miedo que no era capaz.
Los reyes cerraron sus posibles quejas y solamente podían mirar hacia las hojas.
Pero Atlea, reina del mar, quien dudo una duda sobre todo esto.
-Si entonces todos los seres deberán seguir a la brigada. ¿No deberían también los seres del cielo estar presentes?
—Hmm... Tienes razón.
Valac le dio la razón a Atlea, pues se le había olvidado aquel detalle en la reunión.
Mientras que Valac pensaba en ello, Kazuma se levantó sin decir nada y abrió una "Puerta" a su lado.
Kazuma cruzó la puerta para desaparecer en ella.
—Veo que quiere encargarse el mismo.
Valac volvió a mirar a los reyes mientras tomaba una hoja en blanco, pasando a escribir varias cosas en ella.
—Bueno, entonces con esto ya se agregan a los seres del cielo y demás...
-Pero... Dirigente de la brigada, Valac.
—... ¿?
-¿No debería estar Kamish aquí?
—De hecho si debería, ahora mismo llega.
-... ¿?
Los reyes se confundieron ante la mención del temido Kamish, quien una vez fue tomado como el cataclismo del mundo entero.
Pero sin que sus dudas pudieras aumentar, Kazuma volvió de la "Puerta" mientras jalaba a rastras un cuerpo con el.
Viéndolo bien, se logró notar como el cuerpo era un hombre de edad robusto con cabellos y barba rojas como el rubí.
Solo aquellos reyes originales desde las eran más antiguas lo reconocieron.
-¡El es...!
-¡Kamish esta aquí!
Ante sus ojos, el desaparecido rey de los dragones había vuelto a emerger.
Pero ahora este mostraba una apariencia alejada a lo que alguna vez fue, viéndose acabado.
Todos pudieron ver el estado del anterior rey de reyes en silencio, incluso sintiendo pena por el.
—Hace años te busque durante mucho tiempo, pensar que te escondidas en las minas de los enanos.
'¿¡Nuestras minas!?'
Luego de que Kazuma mencionara el paradero del rey de los dragones, varios sintieron una gran comisión.
Pues la principal fuente de mithril en el mundo eran las minas de los enanos, un lugar muy concurrido.
El sólo pensar que el rey de los dragones, Kamish, se había estado escondiendo ahí sin llamar la atención era asombroso.
Pero aún más asombroso era que Kazuma lo había encontrado y traído en no más de un par de minutos.
Aquellos que no conocían el posible alcance de sus poderes, ahora finalmente se hacían una idea de aquellos.
-Debí matarte... Ese día cuando pude... Eso debí...
Kamish comenzó a murmurar en voz baja, pero aún así sus palabras fueron claras como el agua pura de un estanque.
Kazuma se acercó a Kamish, sujetándolo por el cabello para ponerlo a su altura.
—¿Matarme?
-¡Argh!
—Si, eso debiste haber hecho. Es una pena que ya no tengas esa oportunidad.
-¡Espera con atención, maldito! ¡El padre de los dragones vendrá a acabar contigo!
—¿El padre de los dragones?
Kazuma sonrió burlón luego de escuchar aquella afirmación de Kamish.
Estaba seguro que hubiera sentido un poco de pena en el pasado, pero eso ya no afectaba al actual presente.
—Si quieres te puedo mandar con el.
-... ¿?
Kamish no entendía las palabras de Kazuma, pero el lo haría entender.
De repente, unos zarcillos negros rodearon a Kamish tal y como una manta líquida.
Sus ojos se perdieron en la oscuridad del abismo durante un poco de tiempo.
Luego de unos segundos, Kamish volvió en si mismo...
Pero su mirada ya no transmitía lo que alguna vez se conoció como Kamish.
-...
—Ahora... ¿Qué harás?
Kazuma soltó a Kamish, quien sin decir ninguna sola palabra, se postró ante Kazuma.
Esta acción comisionó a todos los presentes sin excepción alguna.
En el mundo, no debería existir un ser más poderoso que el mismo Kamish.
Pero pocos eran los que sabían que Kamish ya no era nada, comparándolo con los seres que ahora caminaban en el mundo.
El silencio reino.
***
Kazuma se dirigió hacia su lugar, ignorando completamente a Kamish.
El volvió a tomar varios papeles para terminar con lo que había iniciado.
—En sí deberían sentirse agradecidos de que siquiera se les dé la oportunidad de estar enterados. Ustedes ahora no son más que simples marionetas en mi gran juego.
Kazuma tomó las hojas de la mesa para posteriormente quemarlas, usando magia en ello.
Bursh*
Embrrr*
*Calcinar*
—Ya me aburrí de todo esto. Solo quiero escuchar un si o un no, referente a su próximo destino.
-...
Luego de las palabras de Kazuma, los reyes no pudieron evitar pensar bien en ello.
Varios incluso consultaron con sus acompañantes para poder llegar a una conclusión.
En medio de todo, Kamish fue el primero que levantó su mano para llamar la atención.
-Yo... Rey de los dragones, Kamish. Y todos los dragones, junto a las bestias que gobiernan los cielos. Todos ellos, incluyéndome, ahora nos unimos a la "Brigada de la Resurrección".
Luego de que Kamish dijera su actual posición y por ende su decisión en este banquete, varios reyes le siguieron.
-Yo, rey de los espectros demoníacos, Yogumunt. Junto a todos los que estén bajo mi mando, ahora formamos parte de la "Brigada de la Resurrección".
-Yo, rey de las bestias y representante de los elfos, Kurst. Ahora me uno a la "Brigada de la Resurrección" junto a toda mi gente.
-Yo, reina del mar, Atlea. Declaró que todos los seres del mar ahora siguen a la "Brigada de la Resurrección".
-Dunkana, reina de los humanoides monstruosos y bajo representación de la caída Queresha reina de los insectos. Me uno a la "Brigada de la Resurrección".
-...
Luego de que varios reyes hablaron, aún habían un par que seguían sin poder proseguir con sus declaraciones.
Legia se dirigió hacia Kazuma con la mirada para preguntarle algo.
-Me prometes que no morirá más gente de mi reino, ¿puedes hacerlo?
—No.
-... Entiendo.
—Pero puedo decirte que la muerte ya no será un final, al igual que tu hijo.
Una sombra se extendió de Kazuma, apareciendo frente a Legia mientras igualaba su tamaño.
El era Goliat, general de los gigantes y en vida hijo de Legia.
Legia vio claramente a su hijo, reconociéndolo.
-Si es así... Entonces yo, Legia, rey de los gigantes. Ahora me uno junto a mi gente a la "Brigada de la Resurrección".
Luego de la declaración de Legia, los últimos finalmente hablaron.
-Puede que mi gente ya no signifique nada, ya no queda una gente en primer lugar. Pero si aun así me reconocen, en ese caso...
En una esquina estaba Cleo, hija de Hockwan y actual representante de los elfos de hielo.
Ella se levantó mirando a la cara al hombre que la había liberado.
-Yo, Cleo, reina de los elfos de hielo y última sobreviviente de mi raza. Ahora me uno a la "Brigada de la Resurrección".
Junto a Cleo se levantó Abrahel y Kouichi.
-Yo ya obedezco a Kazuma, así que sólo reafirmó mi posición como vasallo.
-El reino demoníaco ya había sido sometido, ahora es una forma política de llamar lo que éramos.
El rey demonio trataba de ocultar una mala cara hacia Kazuma, pues de los presentes, este era el que más daño había recibido por su parte.
Una vez que todos los reyes acabaron con la jactación, la reunión estaba por concluir de una ves por todas.
***
-No me jodas...
Al menos, esa hubiera sido una forma de terminar la reunión de la mejor manera.
Pero Iris no podía aceptar eso, sin importar que tanto intentará mentirse a sí misma.
Ella miraba con odio a Kazuma, sin creer lo que este había hecho.
-Me prometiste que si volverías a irte me llevarías lejos... Tan lejos como para que no me hiciera mierda por todo lo que pasaría.
Iría se levantó de su lugar, caminando hasta estar frente a Kazuma.
-Hazlo, cumple tu maldita promesa.
—¿Segura que no quieres hablar por los humanos de este mundo? Si te vas, tomare eso como que niegas el pacto de paz.
-Me importa un carajo...
—Iris... No podrás volver a dormir bien, sabes lo que haré.
-Al menos...
Iris finalmente se quebró, ya sin poder tolerar más el dolor y la angustia que su corazón había tendió que soportar desde que era una niña.
Iría comenzó a llorar en silencio, dejando de sus lágrimas broten sin parar.
-Al menos voy a poder dormir.
—... Bien.
En un parpadeo, Iris desapareció luego de que Kazuma apuntará su palma hacia ella.
Slooh*
Luego de que Iris desapareciera tal vez para siempre de la vista de Kazuma, el se dirigió hacia Jatice.
—Ahora tu eliges.
-...
Jatice, quien estuvo a punto de ir a atacar a quien sea luego de ver a su hermana desaparecer, bajo sus hombros.
Su cuerpo se relajo, sabiendo que no había otra forma de solucionar todo esto.
Claire también se quedó en silencio, entendiendo que la rendición era la única forma de mantener seguro a sus aliados.
-Yo, Jatice, príncipe de Belzerg y actual representante de la humanidad... Ahora nos unimos a la "Brigada de la Resurrección".
Con todos los reyes proclamando su nueva alianza, Kazuma sintió una sensación nostálgica.
'Con este ya son dos mundos que están bajo mi control.'
Tanto la Tierra como el planeta Ultímate ahora estaban bajo el mando de Kazuma o Ashborn.
Valac aplaudió esto, pues elogiaba la forma en la que Kazuma se desempeño.
Clap*
Clap*
Clap*
—¡Maravilloso! ¡Sin duda algo que elogiar!
—Bien hecho, mi señor. Ahora... ¿Qué sigue?
Con la pregunta de Wiz en el aire, Kazuma se retorno hacia su silla para poder pensar en ello.
Luego de unos segundos, Kazuma finalmente tuvo una respuesta clara en sus objetivos.
—Preparen cada raza, cada suministro, cada material, cada cosa que pueda ser útil...
Kazuma toco por unos segundos el collar donde yacía Aqua en su cuello.
—Pronto daremos continuación a la más grande de las batallas...
—... ¡!
Valac miró sorprendido a Kazuma, pues incluso prediciendo todo...
El jamás espero que Kazuma tuviera en mente hacer una locura tan grande.
'¡Sin duda este chico...!'
En un instante, todos vieron algo nacer dentro de Kazuma...
La imagen de un rey bañado en pura muerte y oscuridad.
—La "Gran Guerra" nuevamente dará inicio.
***
En un lugar donde sólo se podía sentir la forma más pura de la luz.
Uriel, serafín y fragmento de la luz brillante. Se postró ante un ser bañado en dorado y con una infinidad de alas en su espalda.
—Gobernante de la Luz, Miguel. Hemos recibido la última información del fragmento en el universo donde yace el Monarca.
—Lo sé.
—Hermano, iniciaré con el ataque cuando tu des luz verde.
—No iniciaras nada.
—... ¿?
Uriel levantó su mirada atónito, no podía creer lo que había escuchado de Miguel.
—¡Pero hermano...!
—Te quedaras en el borde de la frontera, permanece con tus seguidores en la brecha dimensional. Solo evitarás algún daño externo o la pérdida de alguna vida.
—¡No podemos confiar en lo que sucederá! ¡Tenemos que tomar esta oportunidad y acabar con su vida ahora que están...!
—¡¡YA BASTA!!
La simple voz del Gobernante de la Luz fue suficiente para que todos perdieran sus fuerzas para luchar.
Pero eso fue gracias a la paz infinita que transmitía las palabras del gobernante.
-Todas las vidas son valiosas... Todas ellas.
El gobernante miró a Uriel a la cara, haciendo a entender una orden neutral para el.
En un instante, el gobernante desapareció en unas brasas de luz brillante.
*¡Irradiar!*
Uriel se quedó callado, mientras que uno de sus comandantes se acercaba a él.
—Serafín... ¿Qué haremos ahora?
—...
Uriel se dio la media vuelta, caminando hacia la dirección de sus seguidores.
—Nos moveremos a la brecha dimensional... Pero apenas pase algo fuera de normal y entonces...
Uriel miró a su comandante mientras fruncía el ceño, cosa que dio más respuestas que un millón de palabras.
—Entendido, oh gran Serafín.
Uriel camino con su lanza en mano, sonriendo mientras su cuerpo irradiaba luz por la emoción.
'¡Este será tu fin, Monarca!'
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