La Batalla y la Propuesta
2 meses después.
Luego de un riguroso e infernal entrenamiento, el cuerpo de Mitsurugi había cambiado.
Pero no sólo era un cambio corporal, sino que también mental.
Cada fibra de su cuerpo había sido puesta bajo tanto estrés, que estas se acostumbraron a sufrir dicho castigo una y otra ves.
Logró sentir cada parte de su ser, obteniendo algo que le daba pleno poder de su mente sobre el cuerpo.
Algo similar a un mega sentido, uno que le permitía anular ese corto lapso entre el pensamiento y la acción.
Ahora estaba respirando de forma tranquila, parado en un arroyo en caída, con aguas bastante turbulentas.
Mitsurugi respiro profundamente, sin moverse un solo milímetro.
El mana en el aire se estaba comenzando a conectar con el de su ser, creando una nueva red en todo su ser.
'Escenario blanco, uno en donde sólo este yo.'
En su mente, el lugar donde estaba había cambiado.
A su alrededor solo había una habitación complemente blanca, y lo único ahí era el mismo.
El mana antes trasparente que solo se podía sentir, ahora era capas de verse en una visión mental.
Aquel mana comenzó a fluir como la corriente turbulenta, tomando ahora su lugar.
'Yo soy agua, no tengo cuerpo fijo. Todo mi ser... todo de el puede fluir.'
De repente el mana con forma de corriente empezó a cambiar, bajando la velocidad y el ruido que provocaba al chocar entre si.
Y cuando la bulla cesó, Mitsurugi abrió los ojos.
-...
Su entorno ya no era el mismo, ya que ahora había paz.
Las aguas turbulentas habían pasado a ser una corriente calmada, resonando en sonido de la naturaleza en silencio.
Logró sentir una mirada clavada en su posición, mirando hacia la orilla del río en el que estaba.
Ahí estaba parado Puo, quien comía una manzana mientras mantenía su vista en Mitsurugi.
Puo dio un último mordisco a la manzana, para luego poner los restos en el suelo.
Indirectamente, había iniciado un nuevo siclo en la naturaleza, permitiendo el nacimiento de un árbol.
-Me has dejado sorprendido, muchacho.
Puo entrecerró su mirada hacia Mitsurugi, podía sentir el mana rodeando todo su ser en calma.
'Esto vas más allá de lo que había pensando, el fue más lejos.'
Toda la naturaleza estaba silbando el nombre de Mitsurugi, rodeando se ante su presencia.
'El no se hizo uno con la naturaleza, sino que, la naturaleza se volvió uno con el.'
Las artes marciales eran la calma absoluta, un dominio del cuerpo sobre los instintos y el entorno.
Pero Mitsurugi no había seguido ese patrón, creando algo nuevo.
Mitsurugi cerró la brecha entre su mente y cuerpo, logrando alcanzar un estado antes imposible en las artes marciales.
-¿Qué dices?
Puo apuntó hacia una roca de gran tamaño, la cual estaba enterrada en la tierra, resaltando gran parte por fuera de esta.
-... Bien.
Mitsurugi se levantó, deteniendo su meditación, caminando hacia aquella roca.
Reposo su palma sobre la roca, cerrando sus ojos durante unos segundos.
Un profundo y sereno respiro inicio, para abrir sus ojos lentamente.
-... ¡!
Una onda de mana salió desde las yemas de los dedos de Mitsurugi, introduciéndose directamente en la roca.
Fush
Una concentrada onda de aire fue disparada rectamente, llegando a pulverizar la roca complemente.
Aunque la fuerza se concentró en un solo punto, esta se había logrado dispersar hasta el último rincón de la roca.
Como consecuencia de aquello, la roca terminó partida en simple grafito de lo que alguna ves fue.
-Veo que si valió la pena el tiempo.
Puo se acercó a Mitsurugi, golpeando levemente su bastón sobre su cabeza.
-¡Ouch!
-¡Pero hubiera sido mejor si no comieras tanto! ¡Y yo soy el animal!
-Pero, Puo-sensei...
Mitsurugi se acarició el golpe, aunque había sido más una acción natural.
-Usted cocina bastante bien. Tiene un sazón bastante asiático.
-¡Y ya estás con tus asiamitos, chinolos, kireanos! ¡O lo que sea!
-...Perdón.
-Ya deja de disculparte tanto, si lo sigues haciendo, solo parecerás un idiota.
-S-si.
-... Santa diosa.
Puo se sentó sobre una roca, dándole una rápida mirada a Mitsurugi.
Su cuerpo se miraba mucho más delgado, diferente al de hace 2 meses.
Un precio que tuvo que pagar Mitsurugi por dedicarse al entrenamiento mental, fue sacrificar parte de su musculatura.
Si antes gozaba con un físico digno de un guerrero, ahora tenía un cuerpo atlético y algo grueso.
'Ya llegó la hora.'
Puo se levantó de su lugar, empezando a caminar hacia dentro del bosque.
Mitsurugi se levantó igualmente, siguiendo a Puo.
***
El sol apenas lograba salir por el horizonte, dando inicio a la mañana.
En la cima de la colina más grande de aquel valle, había una despedida.
Mitsurugi estaba cargando consigo una ligera mochila, teniendo delante a su maestro y corcel.
-¿Seguro que no te lo vas a llevar?
-No, podría ser peligroso que fuera conmigo. Estoy seguro que estará en buenas manos con usted, Puo-sensei.
Mitsurugi se acercó a su corcel, acariciando un poco su rostro.
El caballo blanco, haciendo una demostración de su inteligencia, puso unos ojos caídos.
Esto fue por la despedida entre el y su amo, cosa que hasta un animal puede sentir.
-Entonces, ya me tengo que ir.
Mitsurugi se paro frente a Puo, inclinándose por el respeto y agradecimiento que sentía.
-¡Muchísimas gracias por haberme educado, Puo-sensei!
-Que va, me vas a hacer llorar. Y solo las mujeres hacen eso.
Puo posó su mano en el hombro de Mitsurugi, dando una sonrisa de lado.
-Suerte en tu viaje, muchacho.
-¡Gracias!
Y luego de una corta despedida, Mitsurugi pudo agradecer todo el tiempo que había pasado en esta colina.
Quedarse más tiempo era algo que quería, pero no algo que debía hacer.
Tenía una meta que seguir, y si quería seguirla, entonces debería ser firme ante sus decisiones.
Después de todo...
'No me quiero quedar atrás. No si posiblemente tu hayas avanzado hasta un punto más alto.'
La imagen de su rival apareció en su mente, Kazuma, aquel a quien quería por lo menos igualar.
'¡No me rendiré!'
Con nuevos ánimos, Mitsurugi avanzó para seguir con su camino.
***
Luego de caminar por varios días.
Mitsurugi finalmente llegaba a la cordillera de las escamas, territorio principal de los dragones.
Luego de informarse en un pueblo cercano, se entero de algunas cosas en estas tierras.
Lo más importante era la muerte de 3 de los reyes dragón anciano, hijos de Kamish.
Con sólo la mención de un tsunami de oscuridad que devoraba todo, Mitsurugi supo quién había sido el asesino de aquellos dragones.
'Entonces sólo queda 1.'
Aunque los reyes dragones eran un problema menos, eso no quitaba el peligro de la zona.
Mitsurugi sabía que todavía existía un dragón rey que seguía en pie, y aunque ahora era fuerte.
Una batalla entre el y un rey no sería sencilla, o al menos eso es lo que Mitsurugi pensaba.
-Al diablo, solo voy a confiar en mi suerte.
Mitsurugi camino un poco más, siguiendo el sendero hacia la cima de la montaña.
'¿Esa fue una bandera, no?'
De repente toda la montaña comenzó a temblar bruscamente, generando declinaciones rocosas en los acantilados.
Entre las rocas pareció verse un movimiento, el cual estaba arrastrándose a través de toda la cordillera.
Mitsurugi desenfundo se espada, ya habiendo percibido y captado a la entidad que tenía por delante.
Como si fuera una serpiente, arrastrándose por el fango de manera sigilosa, un gran monstruo apareció.
Su tamaño cubría gran parte de la montaña, casi camuflándose en ella por el color tan parecido que tenía sus escamas.
Un gran dragón hizo acto de presencia, mirando con sus ojos afilados a Mitsurugi.
El dragón abrió la boca.
-Humano, eres bastante valiente para venir a mis dominios.
El tono de voz tan pesado que tenía el dragón, fue suficiente para que Mitsurugi reconsiderara una nueva ruta.
Pero ya no podría volver hacia atrás.
-¡Entonces yo, Lafcer, valorare esa valentía! ¡Déjame poner a prueba ese poder que siento dentro de ti, humano!
El dragón dejó escapar un fuerte rugido, logrando mover todas las rocas que había en la montaña.
¡Roaaaaar!
Mitsurugi se dio unos segundos para pensar en sus posibilidades, aunque sin conseguir un buen resultado.
Ya sin nada más que poder hacer, Mitsurugi dejó escapar un suspiro cansando.
-¿Por qué todo esto me pasa solo a mi?
Con su mirada cansada, dio un paso al frente para avanzar.
Camino de manera tranquila hacia el dragón, el cual se veía magnificente junto a la cordillera de la montaña.
-... ¡!
Mitsurugi flexiono los músculos de sus piernas, usando gran parte de su fuerza física para dar un salto hacia el Lafcer.
Fush
Esta acción dio inicio a la batalla, haciendo que Lafcer también se pusiera en modo ofensivo.
Lafcer dejó escapar un fuerte aliento que tenía rocas en el, disparando varios proyectiles hechos de roca hacia Mitsurugi.
Sin embargo ninguno fue capaz de impactar, siendo detenidos por un tajo de energía por parte de la espada de Mitsurugi.
Y justo después de hacer eso, un nuevo tajo se dirijo hacia la cabeza del dragón.
'Es un dragón de tierra. Así que en vez de ir a por las alas, deberé apuntar a su punto ciego.'
Mitsurugi tenía un bastó conocimiento de las bestias mágicas, ya que antes se daba un tiempo para estudiar el bestiario por las noches.
El libro que más le ayudó fue : "Guía de monstruos para tontos, de Barton".
*Referencia al spin off de Megumin.*
Lafcer apenas se pudo dar cuenta del momento en el que Mitsurugi desapareció, viéndolo por última ves cuando dio un tajo de su espada.
Pero para su mala suerte, Mitsurugi ya estaba por encima de su cabeza.
El dragón no era capas de sentirlo, ya que Mitsurugi estaba parado encima de una roca en su cabeza, la cual no formaba parte de su cuerpo.
En ese momento Lafcer comenzó a escuchar un fuerte zumbido, semejante al canto de mil pájaros.
¡Ahhjjjjjkkkk!
-... ¿¡!?
Lafcer finalmente pido localizar a Mitsurugi, sintiendo la energía que se reunía en su cabeza.
Usando su percepción del entorno, Lafcer, pudo darse cuenta del siguiente movimiento de Mitsurugi.
Pero este ya había reunido la energía suficiente en su espada, bajándola para calvarla en la cabeza del dragón.
-¡No menosprecies a los humanos!
Mitsurugi clavo la hoja de su espada con fuerza, incrustándose en la cabeza de Lafcer.
El dragón rugió con un fuerte dolor, sintiendo el ardor de aquella reliquia sagrada en su carne.
¡¡Kahoooooo!!
Lafcer se deslizó bruscamente por toda la montaña, intentando sacarse de encima de Mitsurugi.
Pero el fuerte agarre que tenía en su espada no le dejó soltarse, atacando con aún más energía al dragón.
-¡¡Bájate de encima!! ¡¡Maldito humano prepotente!!
Lafcer dio un gran salto hacia arriba, alcanzando fácilmente la distancia de las nubes.
-¡Woah!
Por el impulso, Mitsurugi se soltó del agarre con su espada, quedando por encima del hocico del dragón.
'¡Mierda!'
Lafcer tenía a Mitsurugi donde lo quería, abriendo sus fauces para decorarlo.
Pero este no sería el final para Mitsurugi, preparando para recibir al dragón de lleno.
'Concéntrate... '
Mitsurugi comenzó a calmarse, llevando todo el mana que pudo recolectar en el momento hacia su puño.
Empezó a bajar hacia las fauces del dragón con sus ojos cerrados, aunque soltando una especie de estela celeste.
Parecía la corriente del agua, bajando desde los cielos hacia la tierra.
El puño de Mitsurugi brillo al igual que una luz fluorescente en el mar, bajando hacia su objetivo.
Un golpe impacto directamente en la nariz del dragón, provocando una onda de choque que envió a Lafcer hacia el suelo.
¡¡¡Blaaaam!!!
Una fuerza inconmensurable había sido ejecutada en el hocico del dragón, haciendo gala de las artes marciales.
Luego de la onda, ambos cayeron hacia el suelo.
***
Luego de un estruendo por haber caído, Mitsurugi se empezó a levantar entre algunas rocas.
Se trono un brazo, el cual había sido medianamente golpeado por la onda de choque y por el golpe.
'Debo tener más cuidado, casi aplastó mis hueso con mi propia fuerza.'
Mitsurugi camino unos pasos, recogiendo su espada del suelo.
-¿Dónde...?
De dio cuenta que no veía al dragón, buscándolo con la mirada.
Pero en ese momento, un fuerte sonido se escucho a su lado.
¡Kuarrm!
Mitsurugi se puso alerta, manteniendo una pose defensiva hacia el lugar del sonido.
De entre uno de los picos rocosos ya casi destruidos, apareció la cabeza del inmenso dragón.
Lafcer miró fijamente a Mitsurugi, teniendo un duelo de miradas entre ambos.
Pero luego de unos segundos, el dragón sólo empezó a reír.
-¡Kuhahaha! ¡Eres increíble, humano!
-... ¿?
Mitsurugi se confundió por la repentina aptitud, bajando inconcinamente su guardia.
Pero las siguientes palabras del dragón lo dejarían helado.
-¡Lo he decidido! ¡Eres digno de ser mi esposa!
-...
En un solo segundo, la mandíbula de Mitsurugi pareció abrirse tanto que hasta podría tocar el suelo.
-¿¡EHHHHHHH!?
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