Kazuma, Aqua, Megumin y Darkness se encontraban nuevamente en una de sus típicas discusiones en la taberna de Axel. La última misión había sido un desastre, como de costumbre, y ahora estaban tratando de averiguar cómo pagarían por los daños causados por la explosión de Megumin.

"¡Fue un hechizo de nivel superior! ¡No podía resistirlo!", exclamó Megumin, tratando de justificar su poderosa explosión.

Kazuma suspiró y se frotó las sienes, agotado por las constantes situaciones problemáticas en las que su grupo parecía involucrarse. "No importa cómo lo mires, seguimos sin dinero. No podemos seguir viviendo así."

Aqua, la diosa inútil, no hizo más que reírse de la situación. "Oh, Kazuma, siempre te preocupas demasiado. No necesitamos dinero. La gente nos ama."

Darkness, la noble masoquista, asintió. "Sí, Kazuma, tienes razón. La gente nos respeta por nuestras hazañas heroicas. Seguro encontraremos una manera de resolver esto."

Mientras discutían, una figura misteriosa se deslizó por la puerta de la taberna. Era un fauno con cuernos retorcidos, pelaje marrón y ojos brillantes. Llevaba una túnica verde y una mirada de asombro en su rostro.

"¡Por Aslan!", exclamó el fauno. "¡Nunca he visto seres como ustedes antes!"

Los cuatro aventureros de Konosuba se volvieron hacia el fauno, sorprendidos por su aparición. "¿Quién eres tú?" preguntó Kazuma, con cautela.

El fauno se inclinó con una sonrisa amable. "Mi nombre es Tumnus, y soy un habitante de Narnia, el país detrás del armario."

Aqua levantó una ceja. "¿Un país detrás de un armario? Eso suena absurdo."

Megumin, siempre dispuesta a enfrentar lo desconocido, se acercó al fauno. "Narnia, dices... Eso suena... interesante. ¿Qué tipo de magia usas aquí?"

Tumnus rió suavemente. "Oh, tenemos una magia diferente, sin duda. Pero eso no es lo más importante en este momento. Estoy buscando a alguien que pueda ayudarnos."

Darkness, emocionada por la perspectiva de una nueva aventura, dio un paso adelante. "¿En qué necesitas ayuda, buen fauno?"

Tumnus miró al grupo con urgencia. "Narnia está en peligro. Un invierno eterno lo cubre todo debido a una maldición de la Bruja Blanca. Necesitamos héroes valientes que nos ayuden a derrotarla y restaurar la paz en nuestra tierra."

Kazuma suspiró y se pasó una mano por el cabello. "Siempre nos involucramos en cosas extrañas, ¿verdad? Pero bueno, ¿qué podemos perder?"

Los cuatro aventureros de Konosuba intercambiaron miradas y asintieron en acuerdo. Estaban acostumbrados a enfrentar situaciones extrañas y peligrosas, y esta no parecía ser diferente.

Tumnus sonrió, agradecido. "Entonces, por favor, síganme al mundo de Narnia y únanse a nuestra lucha. Con su ayuda, podemos romper la maldición y restaurar la belleza de nuestro país."

Sin más preámbulos, el grupo de Konosuba siguió a Tumnus hacia el desconocido mundo de Narnia, listo para enfrentar una nueva aventura y quizás, en el proceso, encontrar una solución para sus problemas financieros.