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capítulo 2: refugio en la oscuridad

El ambiente en casa de Komi se había vuelto insoportable. Las peleas entre sus padres eran cada vez más frecuentes y fuertes, con gritos resonando en cada rincón de la casa. Los portazos y los reproches constantes la habían hecho sentir pequeña, como si cada discusión quebrara un poco más su frágil mundo interior.

Esa noche en particular, las cosas habían llegado al límite. Komi estaba sentada en la esquina de su habitación, rodeada de las luces tenues de velas y una lista de reproducción de música gótica que intentaba apagar los gritos que venían del piso inferior. Apoyó la cabeza en las rodillas, abrazándose a sí misma, intentando protegerse del caos que había invadido su hogar.

Había intentado refugiarse en sus libros y en las películas que siempre le habían dado consuelo, pero hoy, ni *The Crow* ni *Drácula* lograban distraerla del dolor que sentía en el pecho. Las palabras se mezclaban en su mente, las páginas pasaban frente a sus ojos sin que pudiera concentrarse en ninguna de ellas.

*Komi, ¿qué te pasa?* se repetía a sí misma una y otra vez. *¿Por qué no puedes salir de esto?* Era como si el refugio que siempre había encontrado en las sombras, en lo gótico, comenzara a desmoronarse también. Todo lo que alguna vez le había dado sentido se estaba volviendo insuficiente.

Desesperada, encendió su consola, buscando perderse en los videojuegos, pero ni eso funcionó. No importaba cuántos enemigos derrotara ni cuántas misiones completara, la sensación de vacío no desaparecía. Todo a su alrededor se sentía inútil. Estaba atrapada, y no sabía cómo escapar de ese sentimiento.

Se levantó de golpe, empujando su silla y tirando un libro al suelo. Se sentía frustrada, agotada. Su respiración era rápida, su mente corría en círculos. *¡Es suficiente!*, pensó mientras miraba a su alrededor, buscando algo, cualquier cosa que pudiera romper el ciclo.

Y entonces, su teléfono sonó.

Komi miró la pantalla, su corazón saltando un poco al ver el nombre de Tadano. Durante unos segundos, dudó. *¿Por qué estaría llamando ahora?* No quería que nadie la viera en este estado, y mucho menos Tadano. Él siempre la veía como alguien fuerte, aunque intimidante, y ella no quería mostrarle que esa fachada estaba a punto de romperse.

Pero una parte de ella, la parte que había empezado a abrirse lentamente gracias a Tadano, le decía que contestara. Su dedo tembloroso deslizó la pantalla y respondió.

"¿Komi-san?" La voz de Tadano sonaba tan tranquila, como si fuera una pequeña luz en medio de la tormenta. "¿Estás bien? No te he visto en unos días, y me preocupaba..."

Komi, con el teléfono en mano, se quedó en silencio. Sus labios temblaban, pero las palabras no salían. Intentó decir algo, cualquier cosa, pero sentía un nudo en la garganta. El silencio del otro lado de la línea se alargó, pero Tadano no colgó.

“Komi-san, no tienes que hablar si no quieres. Solo quería saber si estás bien... Y, si no lo estás, está bien también. Estoy aquí, ¿sabes?"

Esas simples palabras derritieron algo dentro de ella. Las lágrimas que había estado conteniendo durante horas finalmente comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Se cubrió el rostro con una mano, sintiéndose vulnerable y rota, pero al mismo tiempo, un peso comenzaba a aliviarse.

“Lo siento,” dijo en un susurro, su voz apenas audible. “Es solo que... no sé qué hacer. Todo se siente... mal.”

Tadano escuchaba en silencio. Podía sentir el dolor en su voz, y aunque sabía que no podía solucionar sus problemas, al menos quería estar allí para ella. “No tienes que disculparte, Komi-san. Todos pasamos por cosas difíciles. Si quieres hablar de eso, estoy aquí para escucharte. Y si no... podemos simplemente estar en silencio juntos.”

Ese gesto, esa oferta de simplemente estar, sin forzarla a hablar, sin esperar nada a cambio, fue exactamente lo que Komi necesitaba. Nadie en su vida le había ofrecido algo tan simple y, a la vez, tan reconfortante.

“Gracias, Tadano,” logró decir entre sollozos. No podía creer que hubiera alguien dispuesto a estar con ella, incluso en su momento más oscuro.

“¿Te gustaría que... que te pasara a buscar? No sé si querrás estar sola ahora,” dijo Tadano, un poco nervioso, pero sincero.

Komi dudó. La idea de salir de su habitación, de enfrentarse al mundo exterior, la asustaba. Pero, al mismo tiempo, la idea de seguir allí, atrapada en esa casa llena de gritos y tensión, parecía aún peor. No quería estar sola. No esta noche.

“Sí,” murmuró al final, apenas lo suficiente para que Tadano lo escuchara.

“Voy de inmediato,” respondió él, con una calidez en su voz que hizo que Komi se sintiera un poco menos perdida.

Después de colgar, Komi se quedó sentada en su cama, mirando el teléfono en su mano. Había tantas emociones en su interior: tristeza, alivio, miedo... pero sobre todo, una sensación de que tal vez, solo tal vez, no estaba tan sola como pensaba.

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El Refugio de la Amistad

Poco después, Tadano llegó a la casa de Komi. Estaba nervioso, no porque le tuviera miedo a ella como los demás, sino porque quería ayudarla y no sabía exactamente cómo hacerlo. Tocó el timbre y esperó.

Komi salió rápidamente, con el cabello revuelto y sus ojos aún un poco hinchados por el llanto. A pesar de su maquillaje oscuro y su ropa gótica, Tadano notó lo frágil que parecía en ese momento, como si toda su coraza estuviera a punto de desmoronarse.

"Gracias," fue lo único que dijo Komi mientras se subía al asiento del pasajero. Tadano no preguntó más. Encendió el motor y comenzó a conducir por la ciudad, sin un rumbo fijo. A veces, el simple acto de moverse, de cambiar de escenario, ayudaba a despejar la mente.

Durante un rato, el silencio llenó el coche, pero no era incómodo. Komi miraba por la ventana, mientras Tadano se concentraba en la carretera. No necesitaban palabras. Estar juntos, en ese momento, era suficiente.

Finalmente, Tadano habló. "¿Te gustaría que te lleve a algún lugar? Un parque, o quizás por un café... No tiene que ser nada especial. Solo pensé que podría ayudarte a despejarte."

Komi lo miró, y por primera vez en lo que parecía una eternidad, sintió un pequeño destello de esperanza. Quizás, después de todo, no estaba tan sola como había pensado.

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Tags: #goth