capítulo 10: Ángel caído
Era una mañana nublada, típica del ambiente melancólico que Komi-san parecía disfrutar más desde que adoptó su estilo gótico. Las sombras que proyectaban las nubes eran reconfortantes, como si envolvieran su alma en una manta de anonimato, permitiéndole esconderse del mundo y de sus interminables expectativas.
Sin embargo, aquel día trajo consigo una energía extraña, algo diferente. El ambiente en la clase se sentía inusualmente animado, y todos murmuraban sobre el nuevo estudiante que se iba a integrar al salón. Komi, como siempre, observaba en silencio desde su lugar junto a la ventana, con su habitual expresión distante. Aunque en su interior, su curiosidad comenzaba a encenderse.
La puerta del aula se abrió y el profesor hizo una pequeña presentación:
—Clase, hoy se nos une un nuevo compañero. Su nombre es Hiro, por favor, denle la bienvenida.
Cuando Hiro entró, Komi-san no pudo evitar mirarlo con ojos un poco más abiertos de lo normal. Él era completamente diferente a cualquier persona que había conocido. Su apariencia era peculiar: un chico delgado, con ojos grandes y brillantes, y una expresión que denotaba una especie de alegría infantil. Lo que más destacaba era su mirada, llena de vida, como si viera el mundo con asombro en cada pequeño detalle. Llevaba una banda de muñeca de Kuromi en la cabeza, una pequeña contradicción entre lo adorable y lo oscuro, algo que parecía ir en contra de las normas sociales.
Hiro no era normal, pensó Komi mientras lo observaba desde su lugar.
El chico se dirigió al frente del salón, con una enorme sonrisa. Parecía nervioso pero emocionado. Su energía casi desbordaba el espacio.
—¡Hola a todos! —dijo Hiro con entusiasmo, saludando de manera exagerada y haciendo una pequeña reverencia cómica—. ¡Me llamo Hiro y soy… bueno, algo especial! —soltó una pequeña risa, la cual dejó a muchos de sus compañeros desconcertados. Pero también hubo quienes no pudieron evitar reírse con él.
Komi observaba cada movimiento, fascinada y a la vez confundida. Hiro era como una anomalía en su entorno gris y silencioso. Mientras el resto de la clase murmuraba entre risitas, Komi sintió que su corazón latía un poco más rápido.
En medio de su análisis, Hiro la notó y sus ojos brillaron más al verla.
—¡Oh! Tú debes ser Komi-san, ¿verdad? —exclamó Hiro mientras se acercaba sin ninguna duda. La clase entera se quedó en silencio, esperando la reacción de Komi.
Komi, que normalmente no sabía cómo lidiar con situaciones sociales, se quedó completamente inmóvil. Su corazón palpitaba con fuerza al ver cómo Hiro se acercaba con su energía desbordante. Y entonces, algo que nunca esperaba ocurrió.
—¡Tienes una vibra tan genial! —dijo Hiro, inclinándose un poco más cerca de Komi, admirando su estilo gótico con ojos brillantes—. ¡Es como si fueras un ángel oscuro!
Komi se sonrojó, completamente desconcertada por la comparación. ¿Un ángel? Nadie jamás la había llamado así, mucho menos con tanto entusiasmo. Ella, que siempre se sentía como una sombra en el fondo, invisible ante los demás, ahora era vista como algo brillante y atractivo por alguien tan peculiar como Hiro.
—Me gustaría ser tu amigo, si está bien contigo —añadió Hiro sin ninguna timidez—. ¡Podemos hablar de todo tipo de cosas! Soy un gran fan de todo lo oscuro y lo lindo, ¿y sabes qué? También me encantan las películas de terror. ¿Ya viste la nueva de Chucky?
Komi no podía procesar la velocidad a la que Hiro hablaba. Era como una ráfaga de energía que la dejaba sin palabras, literalmente. En su mente, solo repetía: "¿Un ángel? ¿Yo?"
Hiro sonrió al ver la expresión confundida y sonrojada de Komi, y sin esperar respuesta, dijo alegremente:
—¡Lo tomaré como un sí! —y se sentó en el escritorio frente a ella, dándole la espalda al resto de la clase mientras sacaba un pequeño cuaderno lleno de garabatos de su mochila.
Hiro, el chico de la energía inagotable, pensó Komi. Y aunque no lo entendía del todo, había algo en él que la intrigaba. Algo en su vibrante personalidad que contrastaba de manera tan fuerte con su propia oscuridad. Era como si estuviera viendo un ángel, tal como él había dicho, pero uno caído, alguien que traía luz a su mundo sombrío.
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Con el paso de los días, Komi comenzó a notar algo: cada vez que Hiro se acercaba a ella, su mundo, que solía estar teñido de tonos grises y negros, se iluminaba ligeramente. Y aunque al principio era incómodo y difícil de entender, poco a poco se daba cuenta de que su presencia no era tan mala. Hiro traía consigo una perspectiva nueva, una especie de inocencia mezclada con una curiosidad pervertida, pero también con una alegría genuina que contrastaba tanto con el peso que Komi cargaba dentro de sí misma.
Komi-san no pudo evitar preguntarse: ¿Era Hiro la luz que necesitaba en su vida oscura?
Pero al mismo tiempo, sentía miedo de esa luz, de lo que podría significar dejar que alguien tan diferente se acercara a ella. Mientras Hiro la miraba con sus grandes ojos brillantes y le hacía preguntas interminables sobre sus gustos, sus películas favoritas, y sus tatuajes, Komi comenzó a darse cuenta de algo más: la vida podría ser una mezcla de luz y oscuridad, y quizás ella estaba lista para explorar ese contraste.
La adicción de Komi por los tatuajes seguía creciendo, pero ahora había algo más en su vida que la mantenía intrigada. Hiro, el chico que parecía un ángel caído, era, para Komi, un misterio aún mayor que el arte grabado en su piel.
Y así, el capítulo en la vida de Komi-san se volvía más interesante, con la llegada de un nuevo compañero que la haría replantearse lo que realmente significaba vivir entre la oscuridad y la luz.
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