Todo comenzó en un lunes particularmente nublado, como si el clima se sincronizara con el alma de Komi. Ella caminaba por los pasillos del instituto con su habitual aire de indiferencia. Sus botas hacían eco, resonando como un tambor en la silenciosa tensión de los estudiantes que apartaban la mirada para evitar cruzarse con sus ojos. Las chicas cuchicheaban mientras ella pasaba, y los chicos fingían no notarla, pero en el fondo todos sentían una mezcla de fascinación y miedo.

"¿Qué les pasa a estos idiotas?" murmuró para sí misma mientras sacaba su libro de *Drácula*, buscando algún refugio en su lectura antes de que comenzaran las clases.

Pero entonces llegó él, Tadano Hitohito, el chico promedio que nunca llama la atención. Él había escuchado los rumores sobre Komi, pero no podía creer que detrás de esa apariencia intimidante no hubiera algo más. *"Seguro que esta chica está cabreada por algo, pero no puede ser tan mala..."* pensaba.

El profesor, cansado de la actitud rebelde de Komi, decidió asignarle a Tadano una tarea: ayudarla a cambiar su comportamiento y mejorar su relación con los compañeros. "Tadano, creo que puedes lograr que Komi vuelva a ser... normal."

Tadano lo aceptó a regañadientes, aunque no sabía lo que le esperaba.

Durante su primer intento, Tadano se acercó a Komi en el aula de literatura gótica, donde ella estaba leyendo en silencio. El ambiente era denso, las paredes parecían cerrarse a su alrededor, mientras la mirada fija de Komi lo atravesaba como cuchillos.

"Eh... ¿Komi-san? ¿Te gusta *The Crow*?" dijo con un tono nervioso, tratando de romper el hielo con lo poco que conocía sobre los gustos góticos.

Komi levantó la vista, arqueó una ceja y dejó escapar una sonrisa sarcástica. "Tadano, ¿no tienes nada mejor que hacer que meterte en la vida de los demás? Déjame sola."

Tadano, sin inmutarse, trató de insistir. "Es solo que... parece que estás muy sola, y... bueno, la gente podría entenderte mejor si no los asustaras tanto."

Komi lo miró fijamente, sus ojos entrecerrados como si quisiera que se callara. "¿Me entiendes? ¿Qué sabes tú de estar sola? Mi casa es un puto desastre, Tadano. No necesito tu compasión." Su tono era duro, pero en el fondo, una pequeña parte de ella deseaba que alguien rompiera esa barrera.

Sin rendirse, Tadano decidió seguir intentándolo, cada día un poco más. Sabía que detrás de ese comportamiento desafiante había alguien con un corazón más grande de lo que dejaba ver. Los días pasaban, y mientras él seguía mostrándole pequeños actos de bondad, Komi comenzaba a bajar sus defensas poco a poco. A veces, incluso reía, aunque rápidamente volvía a su actitud fría, no queriendo mostrarse vulnerable.

Un día, Tadano se atrevió a invitarla a ver una película de Tim Burton en su casa. "Tengo *Edward Scissorhands*, creo que te gustará."

Komi lo miró con suspicacia. "No creo que quieras pasar tiempo conmigo, Tadano. La última vez que alguien lo hizo, terminé asustando a todos."

"No me asustas," dijo Tadano, serio por primera vez. "Y si quieres, podemos quedarnos en silencio, no me importa."

Esa fue la primera vez que Komi se sintió vista, no por la fachada gótica que había construido, sino por la persona que era en realidad.

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### Reflexión

A lo largo de la historia, Tadano descubre que la fachada de Komi no es más que una armadura contra el caos en su vida personal. La presión familiar y la falta de afecto en su hogar la llevaron a adoptar ese comportamiento rebelde, pero en el fondo, sigue siendo una chica que solo busca conectarse con el mundo de una manera diferente.

Con el tiempo, Komi comenzará a confiar más en Tadano, permitiendo que su verdadera personalidad, una más vulnerable y dulce, salga a la superficie. Pero será un proceso lleno de humor, sarcasmo y, a veces, momentos difíciles donde su carácter rebelde y la obstinación de Tadano chocarán.

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Con este comienzo de la historia, demuestra drama de la frustración de Komi se mezcla con momentos humorísticos y referencias a la cultura gótica. Es una exploración de cómo una apariencia fuerte y dura puede esconder un corazón lleno de sensibilidad.