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❈•≪10. Escapadas furtivas≫•❈

Y la aclamada fiesta de Halloween, finalmente llegó a la universidad de Seúl. Tiñendo el gimnasio con luces violetas y naranjas en un espectáculo cegador. La jovialidad y la euforia pura enmarcando los rostros sonrientes de los estudiantes. Las responsabilidades olvidadas por esa noche y ahogadas por la música que resonaba en la amplia acústica del lugar.

Las puertas de la entrada se encontraban abiertas de par en par, decoradas con telarañas falsa, que en realidad, eran espuma seca que, si no eras cuidadoso, se quedaba estancada en tu pelo u orejas. Incluso habían algunas arañas de plástico pegadas para darle mayor realismo. Era pequeñas pero perceptibles.

En el interior, la iluminación tenue, hacía de los estudiantes siluetas abstractas difuminadas en el calor de sus movimientos. Sombras imperfectas que se perdían en el inicio de unas y en final de otras. Despojadas de los cuestionamientos morales y de la ética elevada que reprimía los deseos y los transformaba en fantasías.

Eran espíritus libres de cualquier presión exterior.

Y era agradable de ver a comparación de la monotonía que solía reinar el campus.

A medida que te adentrabas al gimnasio, podías percatarte de otros detalles que denotaban el esfuerzo de los estudiantes de último año por hacer de la celebración algo memorable. Como por ejemplo, un sector decorado para tomarte fotos: habían fantasmas iluminados en un costado y calabazas, junto con algunos murciélagos. Los cuales no se distinguían demasiado al ser de color negro, pero al fin de cuentas, era un toque lindo. Había también una zona para los comestibles, desde chucherías que iban de la mano con la temática, a snacks y frituras. Las bebidas se hallaban en una mesa adyacente. Habían diferentes tipos de cervezas, algunas con una graduación considerable de alcohol y otra con uno nulo.

En cuanto a los disfraces, iban desde los más típicos y de esperar, a unos más complejos y originales.

San, sin ir más lejos, realmente se había esmerado en su atuendo este año. Era en su mayoría blanco: compuesto por un pantalón y un saco de vestir; ambos ajustados a su silueta atlética. Los bordes enmarcados por hilo negro y grueso. Detallando el corte de la prenda. Guantes blancos en las manos. Mientras que en la cara llevaba maquillaje: labios pintados de negro, lentes de contacto dorados y garabatos que simulaban ser jeroglíficos egipcios en el área de las mejillas, mentón y frente. Seis trenzas en el pelo para cerrar la personificación de la momia.

Era impresionante y no dejaba de verse atractivo. Al igual que era gracioso como su cola y orejas iban a juego con el conjunto.

Wooyoung por su parte, había desistido de la idea de ser un zombie. Yendo por un atuendo más simple en comparación con el de su amante. Había optado por lucir una camiseta blanca y negra, clavículas y parte parcial de su pecho al descubierto. Brazos al aire, expuestos hasta los codos. En una apariencia fresca y juvenil. Su cabellera roja se encontraba hecha hacia atrás, afirmada con gel mientras que tres mechones colgaban libres encima de su frente. Pantalones negros como cierre del atuendo. Según él, personificaba a un apostador.

En opinión de Hongjoong, sólo iba como él mismo.

Pasándose una mano por el flequillo, lo apartó de la frente. El gimnasio era un espacio ventilado, sin embargo, habían caminado por el campus para llegar, por lo que algo del clima relente se le había pegado. Esponjando principalmente su cabellera. Y era una lástima, porque sus ondas se vieron arruinadas.

Y su mejor amigo se había esforzado para que salieran bien.

—¡Deja tu pelo en paz, haces que empeore! —farfulló Wooyoung, el ceño fruncido mientras lo miraba—. ¡Ten! —le dijo, entregándole una boina—. Úsala.

Tomándola en su poder, se la puso de regreso en la cabeza. Teniendo cuidado con las orejas. El talle era el correcto, ni muy ajustada ni demasiado suelta como para que se le caiga o roce sus orejas. No era necesario decir que sería incómodo.

—¡Gracias!

Bajando la vista, pasó las manos por sus prendas y quitó los restos de espuma en ellas. Aprovechando la ocasión, para acomodarlas.

Desde que había ingresado, atrajo la atención de varios híbridos. Y entendía porqué. Algunas eran miradas curiosas, otras lujuriosas y un par, por no mencionar que varias, eran de censura.

Ya que esa noche, Hongjoong había optado por algo más osado y revelador. Idea que nació de la espontaneidad misma.

Para esta ocasión, decidió portar una remera gris con cuello de tortuga, era fino y delgado con cuatro estrellas bordadas al frente, mientras que para crear capas, llevaba una remera crop-top con líneas tribales, a su vez que por debajo de esto, para no ir tan expuesto, poseía una remera holgada con letras grandes. Para la parte inferior de su cuerpo, no sólo había optado por ponerse unos pantalones cortos y ajustados, sino que también, los terminó combinando con una falda abierta por delante y larga. Casi le llegaba hasta los tobillos. Y unas botas para finalizar. Las cuales eran de cuero sintético y le alcanzaban unos centímetros debajo de las rodillas.

Más que un disfraz, parecía un atuendo nocturno. Con el cual, tal vez, se iría a un club. Pero el bastón negro con forma de calavera, le daba un toque diferente, creía él. En lo personal, era un intento a medias por ser Cruella de Vil.

Pero repetía, Halloween era la excusa perfecta para vestir lo que uno quisiera.

—¡Te ves alucinante! —comentó Choi con los pulgares alzados—. ¡Realmente todo te queda bien!

Agarrando la mano de Wooyoung, quien a su vez, iba firmemente sujeto al brazo de San, Hongjoong mostró una sonrisa complacida.

—¡Muchas gracias! —dijo por encima de la música—. ¡Tu disfraz es mejor que el nuestro! —agregó, haciendo un gesto con las manos. Señalándose a él y al pelirrojo—. ¡Se nota el trabajo duro!

—¡Gracias, aunque Jongho me ayudó con la mayoría de detalles!

—¡No sabía que era tan talentoso con las manualidades! —comentó el híbrido de zorro, genuinamente asombrado—. ¡¿Crees que venga?! —procedió a preguntar. La cabeza inclinada y las orejas paradas.

—¡Supongo que sí! —contestó el de cabellera blanca, encogiéndose de hombros—. ¡No sé si cambiaron de planes!

—¡¿Oíste?! —dijo Wooyoung, mirándolo—. ¡Hay posibilidades de que lo veas!

Él no se encontraba tan seguro de que eso pasara, con Mingi no se habían visto en días y a pesar de que coquetearan, lo suyo era tan esporádico como superficial. Por otra parte, podría haber invitado a alguien más.

Estaba en su derecho, después de todo.

—¡Cambia la cara! —le pidió San con una sonrisa, acercándose a darle un apretón en el hombro—. ¡Y vayamos a buscar qué comer!

Riéndose del entusiasmo del contrario, Hongjoong asintió y se dejó arrastrar por el dúo. Llegando hasta la otra punta del gimnasio, donde las mesas de comida y bebidas. Observando las cosas a disposición con atención, notó galletas en forma de claveras, dulces que simulaban ser ojos de colores, arañas de chocolates y dedos crujientes. Era todo una colección.

Luego habían snacks comunes, los típicos que encontrarías en una tienda de conveniencia. Papas, nachos, todo tipo de frituras. Exceso en grasas y cero saludables.

Fascinado, su mano fue de lleno a los dulces con forma de ojos, dándose cuenta que estaban rellenos. La textura era suave, pero el gusto en extremo azucarado, lo hicieron poner algunas muecas. Aún así, eso no lo detuvo de seguir comiendo.

Mientras buscaba qué beber, su cabeza se movía sin parar, al ritmo de la música a reventar. Sonaba familiar en sus orejas, de principios de los dos mil, una composición sensual y energética que invitaba a bailar.

Cogiendo una cerveza con sabor a fresa, le dio un trago prolongado mientras observaba a San llevarse a Wooyoung de su lado. Lo que no le preocupó, podía estar sin él a la perfección. Tenía como alternativa quedarse en ese rincón o elegir a alguien para divertirse. Las opciones eran algo limitadas, pero le funcionaban. De momento, al menos.

Y en lo que marcaba el ritmo con el bastón, sintió su nombre ser pronunciado por encima de la música. Girando, se encontró con el híbrido de perro de la otra vez. Ahora, disfrazado como un vampiro. Su cabellera rubia, hecha en pequeñas ondas que le daban un encanto diferente a su apariencia falsamente pálida. Ojos oscurecidos por sombras y labios pintados de morado. Lucía una gargantilla de color negro, mientras que en torso llevaba una camiseta blanca con volados en la zona del cuello, el cual tenía un corte en V notorio. Un cinturón de cuero grueso en la cintura, un guante del mismo material en la mano derecha, y como cierre, unos pantalones ajustados en las piernas. Negros.

—¡Hola! ¡¿Yunho, cierto?!

—¡Sí, así es! ¡¿Cómo estás?! —preguntó, para enseguida de ello, levantar los pulgares—. ¡Gran atuendo!

—¡Gracias, el tuyo es genial también! —contestó de regreso con una sonrisa. Inconscientemente, miró alrededor—. ¡¿Dónde está Jongho?!

—¡Aquí!

Llevándose las manos al pecho, Hongjoong brincó en su sitio en el instante que el susodicho apareció. Justo detrás de su persona. El chico lucía casi igual que Yunho, sólo que con algunas diferencias. Pero sin dudas, iban en un conjunto de pareja. El maquillaje y el atuendo, se parecían bastante.

Lo que podía concluir, es que ambos lucían arrebatadores.

—Odio tener que gritar —masculló el más joven una vez pasó por su lado, colocándose al costado del rubio—. ¡¿Qué se supone qué eres?!

Mirándose un segundo, él pasó a sonreír—. ¡Supongamos que Cruella de Vil!

—¡Oh! —exclamó Yunho—. ¡Gran caracterización!

—¡Si fuera así, Jongho no habría preguntado quién soy! —replicó con afabilidad, riéndose entre dientes.

—¡Te ves genial, es lo qué importa! —dijo el híbrido de oso, levantando un pulgar de forma aprobatoria.

Hongjoong sonrió en grande, era increíble lo fácil de tratar que eran ese par. Es decir, apenas lo conocían y se habían visto una vez por casualidad, eso hablaba de su gran capacidad para relacionarse con otros. O quizás, estaban siendo generosos con él porque sabían que le interesaba su amigo.

No descartaba ninguna de las posibilidades, a decir verdad.

Y mientras continuaba conversando con la pareja de banalidades, lo vio. Entre la multitud, destacó el híbrido de zorro negro. Song Mingi. No sólo por su altura imponente y su porte intimidante, sino por su atuendo. Hongjoong quedó perplejo.

Llevaba botas, mientras que en las piernas unos pantalones de cuero negro, un tanto ajustados cabía señalar. En el torso, lucía un chaleco también de cuero, ceñido a su silueta y que no sólo exponía piel de cuello, sino que también dejaba a la vista un poco de la extensión dorada de su abdomen. Era glorioso. Por encima de eso, y para no ir tan al descubierto, traía una gabardina marrón y larga hasta los tobillos. Se percibía pesada y de un material grueso. Por otra parte, traía maquillaje, tinte en los labios y sombras cafés en los ojos, destacando su mirada aguda. Era simplemente impactante.

Observando en la misma dirección que él, Yunho soltó una risa por lo bajo y tomó a Jongho de la mano.

—¡Suerte! —fue todo lo que dijo antes de integrarse en la multitud. Desapareciendo de su vista.

Sacudiendo la cabeza con suavidad, el de cabellera gris, le dio un trago a su bebida alcohólica, antes de tomar una decisión. El moreno no parecía estar acompañado por nadie, es más, se veía cómo si buscara a alguien. Por ende, creía inofensivo, cruzarse en su camino.

Su resolución tenía dos posibles finales: uno alentador y uno decepcionante; estaba en sus manos descubrir cuál le tocaría.

Y con eso en mente, se puso en marcha. Alejándose de la mesa de snacks, tuvo que esquivar a varios cuerpos en movimiento, susurrar disculpas y solicitar permiso en más de una ocasión, siendo ignorado o recibiendo miradas críticas, no obstante, logró encontrarse con el pelinegro a la mitad. Cejas en alto y una exclamación silenciosa, fue su recibimiento.

Y en una lucha personal por ser casual, lo apuntó con un dedo.

—¡Hola, te falta el sombrero!

No fue su mejor inicio, pero a modo de consuelo, se dijo que pudo haber salido peor. Ya que después de todo, el moreno había reído.

—¡Hola, lo sé! —dijo por encima de la música, casi sin esfuerzo. Sonriendo—. ¡Pero el que venía con el disfraz me resultaba incómodo! ¡Demasiado ajustado!

Asintiendo en comprensión, levantó un pulgar—. ¡Aún así te ves fantástico!

Y "fantástico" se quedaba corto. Mingi se veía deslumbrante y seductor.

Era impresionante lo atractivo que lucía.

Y sus pensamientos se enredador dentro de su cabeza, en el instante que el más alto procedió a recorrerlo con la mirada. Ojos atentos e intensos, fundiéndose en la superficie de su piel. Sus vellos se erizaron y su cola dejó de moverse. Fue casi inmediato.

—¡Tú luces magnífico! —expresó al señalarlo con las manos—. ¡Hermoso, incluso!

Llevando la cerveza a los labios, Hongjoong ocultó una sonrisa de manera efectiva. Sin embargo, el movimiento sutil de sus orejas y cola, lo delataron. No estaba sólo satisfecho, sino que feliz también.

—¡Gracias! ¡Hice lo mejor que pude!

—¡No seas modesto! —le pidió con un ademán—. ¡Yo diría que hiciste bastante!

—¡¿Eso crees?!

—¡Absolutamente!

Sin saber qué más decir, observó a su alrededor con tal de distraerse o de que una idea surja para continuar interactuando, pero nada llegó. Sólo consiguió percatarse de un elemento que le llamó la atención. El puesto para tomarse fotos, estaba a un metro, tal vez dos, de distancia. Y ahora mismo, se encontraba desocupado.

—¡¿Quieres ir?! —preguntó de repente, señalando el puesto en cuestión—. ¡Puede ser divertido!

Y tras una evaluación breve, el moreno asintió—. ¡Seguro! ¡Hagamos el intento!

Y una vez llegaron a ese pequeño rincón decorado por esqueletos, calabazas y telarañas falsas, Hongjoong palideció. Seonghwa se encontraba al otro lado de la cámara profesional. Disfrazado como un vampiro.

Habían muchos de estos, siendo honestos. Casi parecían un aquelarre.

Remera blanca con volados, del lado derecho tenía una manga y del lado izquierdo, le faltaba una, descubriendo su brazo hasta el hombro. En esa misma extremidad, portaba un guante de seda negro que le iba hasta el codo. Un corset de confección masculina, en la zona de la cintura. Acentuando lo estrecha que esta era. Y unos pantalones entallados, grises oscuro, en las piernas.

Ese era el atuendo del mayor.

Y no es que el más bajo le tuviera miedo a Seonghwa, para nada. Simplemente quería evitar una posible confrontación entre ellos. La última vez, las cosas habían terminado fatal, por lo que no quería repetir la situación.

—¡Luces bien! —comentó Park con casualidad, ajustando la configuración de la cámara. O eso parecía.

Desviando la mirada, él asintió—. ¡Gracias! ¡Tú igual!

Sintiendo la mirada penetrante de Mingi en el costado de su rostro, Hongjoong pasó a ignorarla. Haciéndose el tonto y fingiendo que había pelusa en su atuendo.

—¡Colóquense cerca! —les pidió el mayor.

Levantando la cabeza, miró hacia el más alto, indeciso de qué hacer a continuación. Éste por otra parte, traía una sonrisa en los labios. Una proyección suave y de bordes amables.

—¡Actúen cómodamente, no es cómo si no tengan experiencia!

Cerrando los ojos momentáneamente, el de cabellera gris, maldijo al otro híbrido para sus adentros. Eso había sido innecesario e incómodo.

—¿Qué sucede con él? —preguntó el híbrido de zorro negro, mientras se colocaba a su lado.

—Sólo ignóralo —le dijo con los dientes apretados. Buscando confidencialidad.

Asintiendo, el moreno no presionó más allá y se dedicó a posar.

Una vez sus hombros se chocaron y sus cabezas se inclinaron ligeramente en la dirección del otro, la foto fue tomada sin previo aviso. La segunda fue más casual, realizando un signo de paz con los dedos. La última de la colección, fue construida de manera espontánea: sus brazos se entrelazaron, sus cabezas se presionaron entre sí y sus labios delinearon sonrisas deslumbrantes.

Fue la mejor de todas. Y por lejos, la favorita del más bajo. El contacto fue natural y no planeado. Lo que estuvo bien.

—¡Pueden recoger las fotos en la zona de impresión! —explicó mientras veía la cámara con seriedad—. ¡Es el puesto oscuro! ¡Aquel de allí!

Virando en la dirección señalada, notaron un puesto cubierto por tela negra, totalmente cerrado. No era muy grande, aparte de que apenas se distinguía de los demás que lo rodeaba.

Dándole las gracias por cuestiones de educación, se apresuró por alejarse de Seonghwa. Es claro que la tensión negativa entre ellos no había disminuido, razón por la cual, prefería no estar en contacto con ella.

—¿Se conocen? —preguntó el moreno, aprovechando que iban lado a lado para no tener que gritar.

—Sí, algo parecido. Es el sujeto que me arruinó el cumpleaños de Wooyoung.

—¿Algún motivo en especial o sólo es un imbécil de turno?

—No quieres saber —concluyó con desinterés.

Una vez en el puesto de impresiones, ambos recibieron un sobre con las tres fotografías respectivas. Observando las suyas, Hongjoong no pudo evitar sonrojarse. Eran lindas. Y acompañando el pensamiento, hubo una sensación burbujeante en el fondo de su estómago.

La expectativa de algo próximo yendo al encuentro de lo inevitable.

Era tan abstracto que no sabía cómo describirlo.

—¿Quieres salir a tomar algo de aire? —preguntó el pelinegro de repente, agachándose para dar con su mirada perdida.

—Claro.

Y en su caminata hacia la salida, Hongjoong se deshizo de su cerveza vacía, cambió el bastón de mano y realizó un intento infructuoso para dar con Wooyoung en la pista. No obstante, la visibilidad era baja y los cuerpos amontonados, alta. Por lo que, le costó. O no estaba allí o se había marchado.

Y sólo para estar seguro de esto último, sacó su móvil y notó que, en efecto, tenía un mensaje del pelirrojo.

Woonie ♡^▽^♡
¡¡¡Hong!!! \(^ヮ^)/
En caso de que no me encuentres en la fiesta, con San decidimos irnos a su dormitorio. No te preocupes. Estamos bien. Escríbeme si necesita algo
(づ ̄ ³ ̄)づ

Recibido, 00:15.

En lugar de asombrarse con el mensaje de su mejor amigo, Hongjoong soltó una pequeña risa y meneó la cabeza con levedad. Atrayendo la mirada de Mingi. Pero es que en el fondo anticipaba que esto pasaría: que el par de amantes acabaría escapándose; siempre que tenían oportunidad, lo hacían. Era un patrón marcado en su conducta.

Las hormonas, el alcohol y la tensión constante, eran una combinación peligrosa para esos dos que vivían enredados en el otro.

Hongjoong
Asegúrate de cuidarte.
Usa protección y llámame si pasa algo.
Por las dudas, estoy con Mingi dando una vuelta.

Enviado, 00:28.

A él no le gustaba dar nada por sentado, por lo que siempre repetía las mismas líneas, incluso si se trataba de San. Aunque el chico se había convertido en un amigo inesperado y bueno. Wooyoung seguía siendo su mayor prioridad. Y eso no cambiaría nunca.

Una vez en el exterior, el más bajo se percató de dos cosas: el clima relente se había vuelto más fresco y casi no se veían estudiantes por el alrededor. De no ser por algunas luces prendidas en los edificios, el campus se vería aún más desolado.

—Parece de película de terror —comentó el pelinegro, riéndose de manera corta.

—Sí, lo sé. Lo bueno de estar afuera es que ya no necesitamos gritar.

—Mi garganta necesitaba este descanso. Comenzaba a doler —dijo mientras se acariciaba el cuello de forma teatral.

Sonriendo, Hongjoong dejó de arrastrar su bastón y miró hacia arriba, al cielo cubierto. Una combinación de azul marino y rojo, mezclado en las nubes.

—No tenía idea de qué vendrías —susurró luego de un rato.

—Yo tampoco —confesó—. Fue inesperado, pero Jongho me convenció de que lo hiciera. Tenía que vivir la experiencia, según él.

—¿Tantas eran tus ganas de no asistir?

—La idea de buscar un disfraz y la música reventando mis orejas, no me parece atractiva. Es todo.

—Sí, a mucha gente no le gusta. Está bien.

—Se lo hubieras dicho a Jongho.

—No pienso que escuche a un extraño.

—Te sorprendería lo abierto que puede llegar a ser con respecto a las opiniones ajenas —comentó con simpleza, mirando hacia un costado y guardando silencio unos segundos—. En serio te ves fascinante hoy.

Tomado con la guardia baja, Hongjoong abrió grande los ojos y sintió como sus mejillas se encendían. No esperaba volver a escuchar un cumplido en lo que restaba la noche, debido al tono amistoso de su interacción.

—Gracias —murmuró, la timidez reflejándose en su cadencia baja—. Realmente fue una elección de último momento. No estaba del todo seguro de usarlo.

—¿Por qué? —preguntó con la cabeza ladeada y las orejas atentas—. Luces increíble.

Avergonzado, empujó al alto con suavidad—. Basta con los cumplidos —le pidió sonrojado—. Y no lo sé. El qué pensarían los demás me alcanzó a intimidar un poco.

—Yo pienso que te ves atractivo.

Enarcando una ceja, pasó a mirarlo—. ¿Estás coqueteando conmigo indirectamente?

Riéndose, el moreno se detuvo—. Yo diría que lo estoy haciendo de manera muy directa.

—¿Ah, sí?

—Y en serio quiero besarte, ¿sabes?

Abriendo la boca, Hongjoong la volvió a cerrar de golpe al instante de comprender las palabras de Mingi. Besarle. Él quería besarle.

Envuelto por la adrenalina, su corazón empezó a bombear sangre como loco. Ensordeciendo sus orejas y tapando sus venas.

—No juegues conmigo —es todo lo que alcanzó a decir.

—Es verdad —fue la respuesta del más alto. Y ante su mudez repentina, continuó hablando—. No es una imposición ni nada parecido, en serio llevo un tiempo queriendo hacerlo. Pienso que eres lindo y me atraes con locura que...

Verlo nervioso, hizo que algo en los bordes de su alma se ablandara. Fue inesperadamente, encantador. Un lado de él que no había anticipado con anterioridad.

Y esa ternura nacida de la trivialidad, lo llevó a reír, cortando la verborragia impropia.

—Está bien si me besas. Llevo deseándolo un tiempo también.

Y las palabras se vieron absorbidas por la  cercanía de sus cuerpos. El calor que irradiaban sus siluetas eran como cuerdas de fuego que pesaban toneladas, atándolos al otro por una fuerza superior. Respiraciones mezcladas y miradas cargadas, acompañadas de una tensión innegable.

Sus labios se rozaron y llegados a ese punto, no hubo marcha atrás. El beso sucedió. Sus bocas se abrieron a la otra y se acoplaron en un ángulo experto que los tuvo suspirando. No fue apresurado ni desorganizado, por el contrario, fue lánguido y acompasado.

Ambos manejaron un mismo ritmo, no hubieron exigencias ni luchas por el poder. Sólo la esencia de algo burbujeante y nuevo.

Al separarse, Hongjoong se atrapó riendo, pero fue apenas un segundo antes de que Mingi lo besara otra vez. Una de aquellas grandes manos fue a parar a su mejilla mientras que la otra, lo sostenía por la cintura. Manteniéndolo imposiblemente cerca. Sus manos, en cambio, se apoyaron en el pecho ajeno. Buscando balance.

No sabe cuántos minutos pasaron, de lo único que se encontraba seguro, es que la intensidad comenzaba a ser incontrolable y él empezaba a sentirse mareado. Para cuando creyó que el más alto se alejaría, terminó recibiendo un beso en la mejilla. Fue suave y una presión ligera que lo tomó por sorpresa.

—Bueno, creo que al final valió la pena asistir a la fiesta.

Sonriendo, lo empujó por el hombro y se apartó—. Seguro que sí —le dijo, retomando su caminata.

Rodeando sus hombros, el moreno le mostró una enorme sonrisa—. ¿Qué quieres hacer ahora?

—Podemos buscar algo para comer. No lo sé.

Y pese a la vacilación de sus palabras, los dos terminaron sentados en un tienda de conveniencia, comiendo fideos. Hablando de nada y riéndose de todo.

Y es cerca de la madrugada que regresó a su dormitorio, Mingi tuvo la amabilidad suficiente para acompañarlo sin que tuviera que decir algo. A la hora de la despedida, Hongjoong estuvo con el corazón acelerado y el estómago dado vuelta.

Esa noche, recibió un tercer beso. Igual de tierno que el anterior.

Y mientras se metía debajo de las sábanas, Hongjoong lo supo. Fue una sensación difícil de ignorar. Algo que sacudió su cabeza y removió su corazón.


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