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❈•≪09. Anticipación≫•❈

Las preparaciones para la fiesta de Halloween habían comenzado hacía unos días. No sólo podía olerse en el aire el alcohol y las chucherías, sino que podían verse a los estudiantes de último grado pasar con los objetos decorativos hacia el gimnasio. Día con día se los podía observar ir y venir con diferentes adornos en las manos. Conversando entre ellos o con expresiones entusiastas, algunos parecían consumidos por la responsabilidad.

Pero suponía él que era normal.

En esas ocasiones que había topado a los de último año por el campus, también notó a Seonghwa siendo parte de las preparaciones. Siempre lo encontraba rodeado por otros híbridos de gato. Al parecer había aceptado su verdad. Lo que era una pena. Sin embargo, no es como que a él le importe. No más. Hace tiempo habían dejado de ser amigos y ahora, no eran más que un recuerdo gastado del otro.

Sintiendo un tirón en la mano, Hongjoong espabiló y miró hacia la derecha, encontrándose con Wooyoung que continuaba arrastrándolo hacia la salida del campus.

—Realmente no tengo un disfraz en mente, ¿sabes?

El pelirrojo le sonrió—. No importa, podemos conseguir algo sobre la marcha —le dijo con entusiasmo—. Que sea mejor que tu anterior disfraz —agregó con cierta malicia.

—¿Qué tuvo de malo? —preguntó, confundido.

—No es por ofender, y aunque estuvo genial en gran medida, Jack Sparrow, no es atractivo.

—Claro que sí —objetó en un declive agudo—. Es muy atractivo. Después de William, quizás.

—Un pirata de dudosa higiene personal y alcohólico, ¿en serio, atractivo?

—Tiene un encanto especial y es carismático.

—Wow, eso lo explica todo —replicó con sarcasmo.

—Lo elegí más por el nivel de caracterización que requería, es todo. Deja de juzgarme.

—Si mi opinión influye en algo, yo creo que te veías genial —comentó San con una sonrisa—. La peluca parecía real. Casi no se notaban tus orejas.

—Gracias —dijo de manera honesta—. Pero la peluca fue la peor parte. Me dio comezón.

—Me sorprende que no hayas tenido una reacción alérgica. Quién sabe cuántas personas la usaron antes que tú.

Frunciendo el ceño, Hongjoong apretó su agarre en la mano impropia, provocando una mueca en el más joven.

—¡Oye! ¿Qué...?

—No me gusta tu actitud hoy —se adelantó a decir, interrumpiendo la futura queja del pelirrojo—. ¿Qué te sucede?

Soltándose, Wooyoung se detuvo para poder abrazarlo por el cuello.

—Lo siento, sólo estaba bromeando. No era serio.

—¿San no te invitó a la fiesta como siempre? —preguntó con los ojos entrecerrados, mirando al susodicho a un metro. No había nada raro en su lenguaje corporal. Como era usual, orejas y cola relajadas.

—¿Qué? ¡No! Me invitó, sí. Ya te lo dije, sólo bromeaba. Lo siento si lo llevé muy lejos.

—Está bien, sólo vayamos por esos trajes de una vez —murmuró al rodar los ojos, deshaciendo el abrazo—. ¿De qué dijiste que te disfrazarías tú, San?

—Ahmanet. Una antigua diosa egipcia —respondió con una sonrisa—. Es más una momia —procedió a aclarar—. El maquillaje es genial. Ya tengo el atuendo en mi dormitorio. Mi primo va a darme una mano con lo demás.

—¿Nada de empresario adinerado, esta vez?

—No en esta ocasión.

—Ya veo. ¿Tu primo asistirá a la fiesta?

—Seguro. A Jongho le gusta el alcohol gratis. Es un híbrido de oso con problemas.

Hongjoong se detuvo de golpe, su mirada fija en el sonriente e inmutable de San. Jongho era un nombre que ya había escuchado con anterioridad, de parte de Mingi. Y no sólo eso, concordaba con las características físicas: era un híbrido de oso.

Podía ser una casualidad, pero la sonrisa cada vez más grande del otro felino, le decía lo contrario.

Y si tenía en cuenta que, un supuesto informante secreto había compartido un detalle relevante con ellos sobre el híbrido de zorro negro, la ecuación cerraba por sí sola.

—¿Conoces a Mingi?

—¿Qué te hace creer eso?

Entrecerrando los ojos con censura, Hongjoong lo apuntó con un dedo—. No paras de sonreír, eres el informante de Woo, obviamente, y tu primo tiene el mismo nombre que el amigo de Mingi. Aunque admito que puede ser casualidad, tú cara me dice que no.

—Felicidades, Hong, adivinaste la incógnita.

Cubriéndose la boca con exageración, el pelirrojo pasó a golpear a su amante en el brazo—. ¿Por qué no nos dijiste...? —y al instante de expresarse, se interrumpió. Desarmando su teatro—. Olvídalo —murmuró con un ademán—. Es agotador fingir que no lo sabía.

—¿Por qué no me lo dijeron?

—Tarde o temprano te darías cuenta, no vimos porqué arruinarte la sorpresa.

Estirándose, el más bajo intentó tomar a San de algún lado, pero éste fue más rápido a la hora de marcar distancia entre ellos—. Maldita bola de pelos —farfulló con falso resentimiento—. No iba a enloquecer. Pudieron sólo decirme. 

—Díselo a San, él tiene un raro criterio sobre no revelar información vital. Yo me enteré de casualidad.

—Seguro que sí.

—Olvídalo —sugirió el híbrido de zorro rojo, tomándolo por el brazo y haciéndolo retomar su caminata—. Nos quedaremos sin disfraz si continuamos discutiendo esto aquí parados. Hay un tren que tomar.

—Es sábado, no entiendo el apuro —comentó el de cabellera blanca. Situándose a su izquierda.

El más joven resopló—. Lo saben, los disfraces siempre se agotan en los primeros días. No sólo la universidad celebra Halloween. Medio Seúl también.

—Cierto.

Para cuando llegaron a la estación, la multitud de estudiantes era considerable. Era tanta, que el grupo debió apretarse a la hora de subir al tren. Allí la situación no fue muy diferente. Los asientos los ocupaban trabajadores de oficina, cansados o adultos mayores. Razón por la cual debieron de permanecer parados.

Y mientras Wooyoung y San iban en un rincón, cómodamente apretados entre sí. Hongjoong hacía lo imposible para sostenerse. No fue hasta que el tren se detuvo en otra estación, que casi se va de lado, de no ser por los reflejos de alguien que lo sostuvo del brazo con fuerza. Demasiada fuerza.

—¿Estás bien? —preguntó un híbrido de oso. Dios. Era el amigo de Mingi.

Lo había visto un par de veces a lo lejos, pero se encontraba totalmente seguro de que era él.

Y no podía creer que se cruzaran en esa situación.

O había manifestado de forma inconsciente o el destino lo odiaba. Era más probable la segunda opción, a decir verdad.

—Gracias —susurró cuando logró estabilizarse. A lo lejos podía percibir la risa de su mejor amigo—. Soy Hongjoong —dijo al estirar la mano.

—Lo sé, soy Jongho. Pero apuesto que ya lo sabías —murmuró con seriedad, aceptando su mano. El apretón fue firme.

—Oye, creo que con sólo presentarte bastaba —expresó otra voz. Más suave y cándida. Mirando hacia arriba, se topó con un híbrido de perro. Cabellera rubia al igual que sus orejas y cola—. Soy Jeong Yunho, un gusto.

Aceptando la otra mano, volvió a sonreír de forma educada—. Un placer, Yunho.

—Soy su novio —explicó entre risas, al verlo confundido.

—Oh, ya veo. Genial. ¿También van a buscar disfraces para la fiesta?

—Ya los tenemos —respondió el más joven, levantando su bolsa. El papel de regalo crujiendo sutilmente.

—Disfraz de pareja. Ambos seremos vampiros.

—Eso es sensacional.

Volteando, Hongjoong no se sorprendió al tener el rostro de Wooyoung sobre su hombro. El vulpino era sigiloso cuando lo pretendía.

—Yo probablemente sea un zombie, todavía no me decido.

Y tan pronto el tren se detuvo, de nuevo, San les avisó que era hora de bajar. Por lo que ellos se despidieron de la pareja. Fue el encuentro más aleatorio que tuvo hasta el momento. Sin embargo, tampoco fue tan raro. Un poco incómodo, pero nada serio.

Lo peor, eso sí, fue recorrer las tiendas en busca de un disfraz que le convenciera. Lo que no pasó en las siguientes dos horas. No fue hasta que entraron a un centro de ropa de segunda mano, que a Hongjoong se le ocurrió una idea.

—¿En serio vas a llevar eso? —preguntó San, claramente impresionado.

—¿Por qué no? —musitó con un encogimiento de hombros—. Es lindo.

—Sin dudas esto supera tu disfraz de Jack Sparrow —comentó Wooyoung con una sonrisa. Viéndolo complacido—. Es precioso —halagó con sinceridad.

—Gracias —susurró con las mejillas sonrosadas.

Por dentro, sólo esperaba no estar siendo demasiado osado. No era la primera vez que usaba prendas similares, no obstante, sabía que esto le haría ganar un par de miradas negativas. Un país conservador como Corea del Sur, no permitía que nadie se saliera con la suya.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—Vimos a tu gatito en el tren rumbo al centro. Es lindo.

Girando en la silla de su escritorio, Mingi miró hacia la puerta, allí se encontraban ingresando Jongho seguido de Yunho, quien le tiró una bolsa al regazo. El material crujiendo ante su agarre.

—Ahí tienes tu atuendo —informó el más alto—. Espero que sea de tu talle.

—Gracias, pero, por favor, no vuelvas a llamarlo de esa forma, da grima. Y en segundo lugar, no es mío.

Rodando los ojos, Jongho se cruzó de brazos—. Es una forma de expresarse. Sabemos que no es tuyo.

—Sólo no lo pongas así, suena feo.

Desplomándose sobre su cama, Yunho soltó una pequeña risa sarcástica. No obstante, se mantuvo en silencio. Reteniendo las palabras para sí en un acto de egoísmo bien portado.

El híbrido de perro, que más bien tenía personalidad de cachorro, le caía bien. No lo conocía hacía mucho pero podía decir cosas positivas de él. Era afable y bondadoso. Aparte de gracioso. Sin embargo, se juntaba demasiado con Jongho al ser su novio. Lo que pervertía su naturaleza amable.

O esa era su percepción.

—Deja de burlarte —le advirtió al rubio, pasando a observar la bolsa en su regazo—. ¿Quién les dijo que compraran esto?

—Aún si no tienes en mente invitarlo, sal con nosotros. De seguro te la pasas bien.

—¿Y hacer de tercera rueda? —preguntó con una ceja enarcada.

—Déjate de tonterías —murmuró Jongho, golpeándolo con un almohadón en el brazo. Fue apenas un toque, que le hizo dudar de su existencia—. Nosotros no somos así.

Lo que era cierto, por alguna razón y a pesar de llevar saliendo un tiempo, Yunho y Jongho actuaban tímidos alrededor del otro cuando se encontraban en una cita. Era un poco penoso de ver, pero a su vez, evocaba una sensación de ternura que no se podía explicar.

Eran raros.

—Incluso si es verdad, ¿qué podría hacer yo en esa fiesta?

—Disfrutar de la comida gratis, del alcohol y de una noche sin ataduras con la responsabilidad —dijo Yunho, claramente entusiasmado.

—O puedes revolcarte con alguien también. En lo que nosotros sí hacemos el esfuerzo por socializar.

—Tu traje es bueno, conseguirás algo.

Y el más joven pasó a suspirar—. Nadie te está forzando a nada. Está bien si al final decides no asistir.

—Gracias, sé que es así. Aprecio el intento —y dubitativo, se mordió el labio inferior—. Así que, ¿lo vieron en el tren?

—El tren frenó súbitamente y él casi cae. Le di una mano con su problema de equilibrio. No parece ser bueno —comentó Jongho con simpleza—. San y su novio lo acompañaban.

—No son novios —objetó Yunho, el ceño fruncido con ligereza.

—Se comportan como si lo fueran. Tienen citas, se besan en público, se dicen te quiero y tienen demasiado sexo.

Riéndose entre dientes, Mingi le dio la razón a Jongho. Ese par actuaba como si fueran pareja, aunque en realidad, y según las palabras de San, no fueran nada serio. Resultaba un poco divertido verlos contradecirse con sus acciones inconscientes.

—Esa es tú lógica —le dijo el gigante de algodón—. No la puedes comparar con la de ellos.

—No están presentes, así que puedo hacerlo.

Pasándose una mano por el pelo, el rubio resopló—. Lo qué sea —farfulló por lo bajo—. Pero en serio, lucía agradable ese chico, ¿cómo dijiste que se llama?

—Kim Hongjoong.

—Tiene un gran nombre —destacó Yunho—. Con un gran significado. ¿Por qué no lo has invitado a salir todavía?

—No se ha presentado la oportunidad —respondió a la curiosidad del contrario con tranquilidad—. Además, le di mi número...

—Sé eso. Jongho me lo contó.

—Como decía —murmuró él, cruzándose de brazos—. Le di mi número esperando que me contacte primero. No quiero ser demasiado intenso. Considero que está bien darle su espacio.

Y es lo que pensaba de manera genuina, si bien no habían hablado por celular aún ni compartido mensajes sobre nada, pensaba que era lo correcto no ser el primero en entrar en contacto. Todo con la intención de que Hongjoong tome la iniciativa. Al fin y al cabo, Mingi sabía que era capaz de hacerlo.

—Suena bien para mí. Sin presiones de ambas partes —señaló Jongho, asintiendo con suavidad—. Ahora, dejando el tema de lado, ¿quieres probarte tu disfraz al menos? —preguntó con una sonrisa que aludía a la indulgencia—. Sólo para ver si no nos hemos equivocado en el talle.

Suspirando con pesadez, se paró de su silla y tomó el conjunto para observarlo mejor. El cuero sintético, sintiéndose agradable bajo su tacto.

—¿No es algo revelador? —cuestionó al notar algunos detalles llamativos—. ¿Y ajustado?

—No puedes saberlo si no te lo pruebas —recordó Yunho con una sonrisa pícara—. Además, si no te gusta podemos cambiarlo por otra cosa. Pero en nuestra opinión, te verás genial.

—Todavía no dije que iría.

Tanto Jongho como Yunho, cruzaron miradas al mismo tiempo. El conocimiento brillando en ellas como dos estrellas. Estaba claro que, desde el momento que accedió a probarse el atuendo, había accedido indirectamente.

Después de todos, los tres sabían que tenía una debilidad especial por el más joven del grupo. Y cumplir con sus caprichos, era casi un hábito mal arraigado, el cual no se esforzaba en corregir.


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