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❈•≪08. Indecisión≫•❈

Corriendo por el campus, Hongjoong logró localizar la silueta de su mejor amigo. Iba saliendo de su edificio a unos metros por delante, la mochila colgada en los hombros. Apresurándose, gritó su nombre, atrayendo la atención de otros estudiantes a los cuales ignoró. Pero también logró que Wooyoung se detuviera y volteara, viéndolo al instante. Una sonrisa de bienvenida, se plasmó en sus labios. Era simple pero contagiosa.

Y realizando una mueca parecida, el híbrido de gato gris, colisionó con el híbrido de zorro rojo. Enredando sus brazos en el cuello impropio y una pierna sobre su cintura. Y fue gracias al más joven y sus reflejos, que no terminaron en el suelo.

—Mingi me dio su número de contacto —anunció con entusiasmo, separándose ligeramente del otro individuo.

—Vaya —exclamó el pelirrojo en un susurro, mirándolo a los ojos—, felicidades, Hong. ¿Cuándo?

—Hoy —contestó con una sonrisa más grande, imborrable—. En la cafetería.

—¿Te lo dio de manera espontánea?

—¡Sí! Bueno, no —se corrigió al pensar mejor en la pregunta—, estuvimos hablando antes.

—¿En serio? —a lo que él asintió—. Eso es fantástico. ¿De qué conversaron? —preguntó con evidente curiosidad, sus orejas puntiagudas moviéndose en diferentes direcciones.

—Coqueteamos un poco al principio —respondió con las mejillas coloradas, distanciándose del contrario. Estaba tan encima de él, que dudaba que pudiera respirar con propiedad—. Pero fue correspondido, lo hubieras visto. Él es tan bueno para decir lo que uno quiere oír. No tienes idea —agregó con un tono soñador—. Luego hablamos de su amigo.

—¿El híbrido de oso?

—Sí. Son compañeros de dormitorio. Se llama Jongho, creo —enseguida de compartir la información, sus labios realizaron una mueca. No estaba seguro de que ese fuera el nombre—. Es menor que nosotros, tiene veintitrés años.

—Diría que es verdaderamente joven, pero nosotros sólo tenemos un año más. Así que la diferencia no es tan notoria.

—Eso ni siquiera es lo importante —dijo al cogerlo por los hombros, sacudiéndolo—. Entiendes lo grande que es esto, él tomó la iniciativa de darme su número. Ni siquiera insistió. Fue tan casual al respecto.

Riéndose, Wooyoung también colocó las manos encima de sus hombros—. Deberías tranquilizarte un poco —le aconsejó con diversión—. Comprendo qué significa esto, pero comienzas a llamar la atención.

Y Hongjoong observó a su alrededor, en efecto, otros híbridos se habían detenido para verlos. Su comportamiento entusiasta y ruidoso, atrajo miradas curiosas a la par de críticas. Bajando las orejas, avergonzado, el híbrido de gato le mostró una sonrisa apenada a su mejor amigo, quien sólo palmeó su espalda un par de veces. A modo de consuelo.

—¿Vas a escribirle?

Volteando por encima de su hombro izquierdo, Hongjoong se topó con San. Quien caminaba de manera serena hacia ellos.

—¿De qué podría hablarle? —repreguntó, y de repente, su cola dejó de menearse y cayó a un costado, abatida.

—Invítalo a la celebración de Halloween.

La fecha de los exámenes habían pasado, algunos seguían atascados con sus malas calificaciones, otros se estaban recomponiendo y los restantes: que eran minorías; lo surcaron con éxito. Ahora, como era tradición, los que se encontraban por graduarse, o una parte de ellos, realizarían una fiesta en el gimnasio de baloncesto. Era amplio y un espacio cerrado, que sin las gradas, tenía capacidad para bastantes estudiantes.

Como bien dijo, era una costumbre arraigada en su universidad que había empezado hacía apenas tres años. Impuesta por quienes se estaban por graduar mismo. De una tontería que buscaba aliviar el estrés de los grados inferiores, pasó a tratarse con seriedad los años posteriores.

Con el pasar del tiempo, eran más los estudiantes que se sumaban a la celebración. Dejando atrás lo ancestral y tradicional de la época, para sumergirse en la música extranjera y el alcohol.

En el plazo de esos tres años, Hongjoong y Wooyoung, habían participado sin pena alguna. Era la excusa perfecta para vestir de la manera que quisieran, y sobre todo, ideal para encontrar un amante ocasional. De hecho, así se habían conocido el pelirrojo y San. Fue en el año anterior. Al principio conectaron como simples amigos y luego, de una forma que sigue sin comprender, se enrollaron en un amorío casual.

—¿No sería mucha presión de mi parte?

—¿De qué estás hablando? —preguntó San, acercándose finalmente—. Ten un poco más de fe en ti. Además, no creo que le desagrade la invitación.

Convocar a alguien a la fiesta, no necesariamente significaba algo trascendental o de índole romántico. Después de todo, se podía ser casual al respecto. La cuestión era, que Hongjoong estaba interesado en Mingi, y a su vez, éste tenía conocimientos de ello. No eran un secreto, vaya. Habían coqueteado en más de una ocasión.

—Creo que sería arriesgar demasiado —concluyó en un tono bajo. Indeciso.

—Yo considero que es la cantidad correcta —replicó Wooyoung, cruzándose de brazos.

—En ese caso, nuestras opiniones difieren.

—No sería novedad —murmuró el pelirrojo, chasqueando la lengua—. ¿Sabes que alguien se te podría adelantar, cierto?

—No es una piedra, Woo. No me pertenece. Es libre de hacer lo qué quiera. Si alguien más lo invita y acepta, bien. De la misma manera que si me rechaza, estará bien.

—Los tres aquí sabemos que eso último no es verdad.

—Bueno, puede que me duela el ego un poco, pero eso es todo.

—Todavía sigues engañándote a ti mismo, es bueno ver que algunos hábitos no cambian.

Tomándolo por el cuello, Hongjoong realizó una lleve en Wooyoung. Quien, inmediatamente, estuvo pidiendo por la ayuda de San.

—Déjate de decir tonterías y cierra la boca.

—Cobarde —farfulló entre dientes el pelirrojo. Una sonrisa curvando sus labios.

Rodando los ojos, pasó a soltarlo, no sin antes intentar morder su mejilla. Su comportamiento, ciertamente, infantil, provocó la risa del otro híbrido de gato. Quien no intervino en ningún momento de su supuesta disputa.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

—¿A quién piensas invitar a la fiesta de Halloween?

Dejando su tarea a un lado, Mingi levantó la vista de su escritorio y dirigió su atención a Jongho. Sentado en la cama con una historieta en las manos. No sabía si era de héroes o villanos, pero el más joven lucía entretenido. Las orejas en paralelo y levantadas. Ojos pegados a las páginas que pasaba con lentitud.

—Ni siquiera tengo idea de si iré.

—¿Sabes que media universidad asistirá, no? —cuestionó con una ceja enarcada.

—¿Y qué tiene que ver eso conmigo?

—Que no deberías de perder la oportunidad.

Girando la dirección de su cabeza, el híbrido de zorro negro, pasó a mirar a la puerta de su habitación. En ella se encontraba Choi San, el primo de Jongho. Recargado en el marco de madera con naturalidad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el híbrido de oso. Curioso.

—Simplemente vine después de leer tu mensaje. Wooyoung fue a ver una película con su mejor amigo y no tenía nada mejor para hacer.

—¿Así que decidiste escuchar detrás de la puerta? —preguntó él, brazos cruzados.

San no le caía mal, por el contrario, aquella vez que lo conoció, el híbrido de gato blanco le cayó bien. Era simpático, un poco directo y sonriente. Extrañamente sonriente. Lo que, de nuevo, no era un aspecto negativo, sólo que por su apariencia robusta, esperaría otra cosa.

—Es cuestión de perspectiva. Para ti hacía eso, para mí no.

Ah, también era algo socarrón y escurridizo. El malnacido tenía sus formas de tergiversar los hechos. Incluso si no hacían sentido.

Ignorando su comentario, pasó a enfocarse en su pregunta anteriormente hecha—. ¿Qué oportunidad no debería desaprovechar?

—La de invitar a Hongjoong, por supuesto. Sé que le diste tu número.

—¿No te aburres de hacer de doble espía? —preguntó en un resoplido.

—¿Le diste tu número? —cuestionó Jongho, dejando su historieta a un lado.

—Sí, me pareció buena idea.

El más joven asintió—. Casual, lo apruebo. Aunque, ¿no deberías de darle tiempo a que tome la iniciativa también?

—Ya lo ha hecho, hoy se acercó a mi mesa y se sentó a mi lado. Pese a que se encontraba nervioso, conversó conmigo sin ningún problema. Fue lindo.

—Todo lo que haga te parece lindo.

—Es que si hubieras visto como movía sus orejas, no pensarías diferente de mí. ¿Y tú? —dijo hacia San—. ¿No piensas contestar?

—Ambos salen beneficiados al tenerme en común. Tú sabes quién soy, Hongjoong no tiene idea de que soy el primo de tu amigo. Pero no es tonto, sabe que soy quien le pasó la información a Wooyoung tiempo atrás sobre ti. Es cuestión de que ate cabos o de que a alguno se le escape un detalle importante.

—Lo haces sonar como si compartieras todo de él —señaló Jongho—, y apenas nos dices lo básico.

—Lo siento, pero tengo códigos y respeto las circunstancias. A él lo conozco por más tiempo, no es nada personal. Aparte de eso, no soy chismoso. Y considero que la naturalidad es importante a la hora de relacionarte con alguien.

—Bueno, si lo pones así, hace sentido que no compartas nada de él —replicó el más joven, aún en un tono acusatorio.

Riéndose, San ingresó a la habitación y palmeó la cabellera de su primo, siendo cuidadoso con sus orejas.

—Les dije los lugares que visita con frecuencia, es suficiente información, si me lo preguntan a mí. Tampoco puedo dar detalles de su rutina, sin su consentimiento previo. Está mal.

—Sí, sí, lo sabemos señor de la moral, ahora deja mi pelo en paz. Lo desordenas.

—Para eso tienes a tu cachorro gigante, ¿no? —murmuró el híbrido de gato—. Que él se encargue de ordenarlo por ti.

—Es mi novio, no mi asistente personal.

—¿Sabes? —murmuró el de pelo blanco—. Seonghwa enloquecería al saber que un híbrido de oso se tira a un híbrido de perro.

Tomando una almohada, Jongho la lanzó directo a la cara de su primo—. ¿Y qué me dices de un híbrido de gato comiéndose a un híbrido de zorro? —preguntó, una mueca maliciosa en los labios—. ¿No es más antinatural?

Saltando encima del más joven con una velocidad incalculable, San fue capaz de someter a Jongho contra la cama, usando sus hombros de ayuda. Presionándolo contra el colchón con la fuerza de mil hombres. Sin embargo, y en un descuido, el más bajo tomó a su primo de la muñeca y le realizó una llave, torciendo su brazo y haciendo que se desplome a un costado suyo.

Suspirando con cansancio, Mingi se puso de pie y con absoluta normalidad, agarró a San por el cuello de su camisa y tiró de él lejos de Jongho. Quien seguía intentando de sujetarlo.

Tuvo que poner más fuerza de la necesaria, pero al final, consiguió que se separaran.

Lo peor de todo, es que ni siquiera estaban peleando de verdad. Sólo era una tontería en la que se sumergían de vez en cuando. Como niños, básicamente. No habían agresiones reales ni dolor auténtico, sólo era una puesta en escena. Sin propósito alguno.

Y en sus primeros años, criado bajo un techo conservador y en un sistema homogéneo, jamás creyó que se llevaría bien con alguien que no fuera de su familia: compuesta enteramente por zorros negros; o que se relacionaría con especies ajenas a éstos. Al fin y al cabo, los libros decían que los zorros negros escaseaban en compatibilidad con otros.

Lo que comenzaba a poner en duda.

—Ya, ya, niños. Se están alejando del punto principal. Concéntrense.

—Vamos, todos aquí sabemos que la situación predador-presa, es superior a la especie de uno.

—No lo pondría de esa manera, pero es verdad que es más atractiva que el orden natural.

—Es lo mismo —replicó San en un resoplido, cruzándose de brazos—. ¿Tú sí sabes que Hongjoong es bastante solicitado, no?

—Puedo suponerlo, es atractivo y lindo —contestó como si nada, encogiéndose de hombros—. Aún así, ¿no veo por qué presionarme a hacer algo de lo que no estoy seguro? —agregó—. No soy fanático de las fiestas, ¿recuerdan? Espacios cerrados con muchos estudiantes hormonales, no suena agradable.

—Eso ni siquiera es lo interesante —objetó Jongho, pasándose una mano por el pelo—. Sino disfrazarse, pasar un rato entretenido con tu cita, ya sea dentro del gimnasio o por el campus. Siempre puedes invitarlo a un lugar más privado, genio.

—Pero si no quieres asistir, bien. Lo respetamos —murmuró San en un tono sereno—. Puedes quedarte aquí y ver una película, adelantar tarea o yo qué sé. Pongo en duda que consigas dormir con todo el ruido que habrá.

—No sólo ruido —susurró el más joven entre dientes—. No te sorprendas si escuchas a alguien tener sexo. O varios. Es la excusa perfecta para liberar estrés de esa forma.

—¿Hablas por experiencia? —preguntó con la ceja enarcada.

—Eso no te incumbe.

—Tómalo como un sí —aconsejó el híbrido de gato blanco. Sonriendo. Gesto que se borró en el instante que lo golpeó un almohadón en la cara—. Deja de hacer eso.

—Deja de decir mierda, gracias.

Esa tarde fue, por lejos, caótica. Mingi ni siquiera pudo volver la atención a su tarea a causa de esos dos. Y en la noche, la incertidumbre arañaba la parte posterior de su cuello, privándolo del sueño.


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