❈•≪06. Acercamientos≫•❈
En vez de irse a su dormitorio de inmediato, Hongjoong se quedó observando el paraguas con atención. Era transparente, como el que encontrarías en una tienda cualquiera. Pero eso sí, tenía las iniciales del híbrido grabadas en el plástico del mango.
De ahí en fuera, no había más qué destacar.
Todavía conmocionado por la acción del moreno, se dispuso a sacar el celular del bolsillo y de forma automática presionó marcado rápido. Como era de esperar, el contacto de Wooyoung iluminó la pantalla. Y luego de dos tonos, es que le atendió.
—¿Sucedió algo?
Antes de atreverse a responder, el de cabellera gris reparó en algunos detalles que le llamaron la atención. En primer lugar, la respiración de su mejor amigo era agitada, un poco entrecortada. En segundo lugar, se oía un ruido de fondo extraño, similar a un chasquido repetitivo. Y en tercer lugar, estaba seguro de haber percibido un cuelga de alguien más.
Atando los cabos sueltos, llegó a una sola conclusión: el desgraciado le aceptó la llamada mientras se revolcaba con alguien.
—¿Estás con San? —preguntó con los ojos entrecerrados. Sospechando con quién se encontraba su amigo.
Al segundo de confirmarlo, el híbrido más joven, se rió—. Déjame —dijo entre dientes—. ¡No me muerdas! —agregó en un chillido agudo.
—¡Maldito asqueroso, estás teniendo sexo mientras hablas conmigo!
—¡¿Qué?! ¡No! —exclamó el pelirrojo, de fondo escuchándose una risa que lo contradecía—. Para nada, sólo pasábamos el rato en mi dormitorio. Es todo.
—Mentiroso —murmuró en un tono acusatorio—. Es más probable que estén a medio desnudar, que conversando.
—¿Para qué llamaste? —cuestionó el híbrido de zorro rojo, eludiendo su acusación—. ¿Te sucedió algo?
Decidiéndose por zanjar el tema, fue a lo relevante. Al fin y al cabo, no le interesaba saber si su amigo estaba teniendo sexo o no.
—La lluvia me atrapó en la biblioteca.
—¿No llevaste paraguas? Estaba anunciado.
—¿Te habría llamado para contártelo de haber traído uno? —repreguntó con una ceja enarcada de la que sólo él fue consciente.
—No —murmuró Wooyoung, para acto seguido, agregar:—. Así como tampoco me habrías llamado sólo por eso. ¿Qué ocurrió?
—Mingi me prestó su paraguas.
Al otro lado, la línea se mantuvo en silencio por unos segundos—. ¿Quién rayos es Mingi?
—El zorro negro.
—Oh, así que ese es su nombre —comentó de forma apreciativa—. ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó con una curiosidad palpable—. Aún más importante, ¿cómo hiciste que te prestara su paraguas?
—Nos topamos en la puerta y comenzamos a hablar de casualidad. Él lo inició, de hecho —destacó en un susurro, pateando una pequeña piedra de forma distraída—. Me preguntó por tu fiesta de cumpleaños y otras cosas. Eso me dio ánimos para pedir su nombre. Fue tan fácil hablar con él.
—¿En serio? —cuestionó el pelirrojo, para segundos después, escucharlo quejarse—. Apártate, no me dejas oír bien. Luego seguimos...
«Definitivamente, estaban teniendo sexo», pensó al rodar los ojos.
—¿Quieres que cuelgue?
—No, no, no —dijo a las prisas. Se lo podía imaginar sacudiendo la cabeza—. Me interesa saber de esto.
—Él me lo ofreció.
—¿Así, sin más?
—No, en realidad vino un híbrido de oso que parecía conocerlo y luego de meterse bajo su paraguas, es que me ofreció el suyo. Fue tan gentil —resaltó con una sonrisa—. No tienes idea.
—Así que, ¿gentil?
—Sí, ¿no es loco? —preguntó para sí mismo—. Es decir, parece más frívolo y serio, pero tiene un lado educado. Es increíble.
—Eso parece —murmuró el pelirrojo—. Tienes su nombre, su paraguas, lo que sirve de excusa para volver a conversar con él, y su atención, seguramente. Te dije que sólo tenías que ser tú mismo. Las cosas te van saliendo bien.
—¿Bien? —repitió en un murmullo—. Balbuceé y me puse en ridículo. Mingi sabe que lo observo, ¿qué rayos hago ahora?
—Bueno, no es por ofender, pero eres estúpidamente obvio, querido. Era de esperar que lo supiera o que atara los cabos pronto.
—Eso fue ofensivo —replicó con el entrecejo fruncido.
—La verdad a veces es ofensiva —musitó su amigo, indiferente—. Y lo que harás a continuación, será devolver ese paraguas y buscar la excusa perfecta para obtener su número de contacto.
—Apenas pude hablarle, Woo. Dudo que sea capaz de más.
—¡Oh vamos! —exclamó el híbrido de zorro rojo al otro lado de la línea—. Si podías saltarte las clases para acostarte con tu anterior novio, puedes con esto.
—¡Wooyoung!—masculló, alarmado. Su comportamiento de la secundaria no le enorgullecía. Había sido todo menos memorable. Por esa misma razón, prefería mantenerlo en el pasado.
—¡Es cierto!
—Me da igual, no digas esas cosas enfrente de San.
—No te preocupes —dijo el susodicho, sorprendiéndolo—, todos tuvimos una etapa parecida. El amor y las hormonas juntas, son una mala combinación.
—¿Estoy en altavoz?
—Sí, ¿por qué? —preguntó Wooyoung, genuinamente confundido.
Hongjoong cerró los ojos—. En cuanto estemos juntos, voy a matarte, pequeña criatura lujuriosa.
—¡Hey!
—¿Nos vemos después? —preguntó tras suspirar y pasando una mano por su pelo. Ya había tomado bastante del tiempo de esos dos.
—Estaré en tu dormitorio en la noche. Escríbeme cuando llegues.
—Cuídate. Nos estamos viendo, San.
—Seguro —dijo éste—, y suerte.
Agradeciendo, colgó la llamada. Había durado más de lo que anticipó. Exhalando con fuerza, abrió el paraguas y finalmente se encaminó hacia su dormitorio. Cabe señalar que en ningún momento, la lluvia disminuyó su intensidad. Los truenos continuaban zumbando en el cielo y las gotas caían como balas.
Dudaba que fuera a detenerse pronto.
✦• ───── ⸙ ───── •✧
Y Hongjoong acertó, el temporal no se detuvo ni al día siguiente. Por el contrario, los vientos fuertes parecieron empeorar. Sin embargo, habían existido tormentas más destructivas que esa en la historia. Motivo por el cual no le dio importancia. Seguro, le molestaba a la hora de tener que ir de clase en clase, caminando bajo esas condiciones, pero no había mucho qué hacer.
O de eso intentó convencerse.
Ya que el clima era igual de problemático a la hora de andar por el campus.
Pasándose una mano por la cara, recogió sus cosas de la superficie de la mesa y tras mirar hacia la ventana, parcialmente, cerrada una última vez. Tomó rumbo hacia la cafetería cómo había planeado desde un inicio. Después de todo, había acordado con Wooyoung reunirse allí.
Ya que la noche anterior, no pudieron verse. Al final, su amigo se había dormido y para cuando despertó, eran más de las once. Por lo que dejaron su reunión, por así llamarla, para esta mañana.
Y hablando del pelirrojo, Hongjoong sonrió en grande cuando lo vio. Ocupando la mesa de siempre. San se encontraba allí también. Sentado al lado del híbrido de zorro, ambos le daban la espalda y comían plácidamente. Sus colas se meneaban con suavidad y sus hombros se rozaban con ligereza. Cómodos con la presencia del otro.
Sacudiendo la cabeza a los lados, se encaminó hacia ellos una vez compró su almuerzo. Pedazos de conversaciones y rastros de risas efímeras, llegando a sus orejas a medida que pasaba por las distintas mesas.
—Hasta que llegas —dijo Wooyoung, girando sobre su hombro izquierdo y haciendo contacto visual—. ¿Qué te entretuvo tanto?
—La clase se estiró cinco minutos, ahora deja de exagerar —replicó en un tono de cansancio fingido, pasando a poner una mano en el rostro ajeno. Empujándolo con suavidad—. Hola, San.
—Hola, Hongjoong. Nos volvemos a ver.
—¿Gran coincidencia, no crees? —murmuró con una sonrisa, tomando asiento frente al par.
Y en un reflejo inconsciente, sus ojos se dirigieron hacia el cuello de su mejor amigo, el cual estaba descubierto gracias a una camiseta. Las marcas rojizas de un encuentro apasionado, brillaban como perlas a lo largo de su clavícula.
—Algo parecido —respondió el otro híbrido de gato.
Asintiendo, le dio un trago a su botella de agua—. Así que, ¿sólo lo intercepto y le devuelvo su paraguas?
—Puedes coquetear con él en el proceso —aconsejó Wooyoung con seriedad, llevándose un mandu a la boca como si nada. Frunciendo los labios, el mayor le golpeó los palillos con los suyos, modales, le susurró entremedio—. Como si tú comieras mejor —farfulló con la boca llena, teniendo la decencia, de al menos cubrirla con una mano—. Pero en serio, coquetea con él. Sabes cómo hacerlo. Sólo pestañea un poco y muestra esa linda sonrisa.
—Lo dices como si fuera tan fácil.
El híbrido de zorro rojo, lo apuntó con sus palillos—. Te atrae —comenzó diciendo—, o quieres acostarte con él, claro que no será sencillo. Si quieres que algo suceda, te debe costar.
Hongjoong asintió, pese a no tener idea de qué le sucedía, realmente con Mingi. A ver, es obvio que lo encontraba atractivo. Desde el momento en el que lo había visto, quedó anonadado. Sin embargo, estaba también esa curiosidad que ardía en su pecho. Era una combinación extraña de intriga y lujuria que lo mantenían al filo de la incertidumbre.
Había pasado un tiempo desde la última vez que experimentó algo parecido. Tal vez, desde su relación pasada. No estaba seguro.
—Sólo recen para que no haga el ridículo.
—Deberías tenerte más fe —replicó San, afable.
—Tal vez —fue lo único que dijo antes de levantarse—. No los oí desearme suerte.
—¡Suerte! —exclamó el par al unísono, haciéndolo reír.
—Regreso en unos minutos.
Tomando el paraguas, se dirigió hacia donde el híbrido de zorro negro estaba con una determinación intermitente. El moreno se hallaba cerca de la entrada, hablando con el mismo chico de la otra vez. No parecía que fuera a comer allí. Y por un instante, se replanteó dar marcha atrás, no obstante, ambos lo miraron casi en simultáneo. Lo que le puso nervioso. Aún así, continuó andando.
Era ahora o nunca.
—Hola —dijo cuando se acercó por completo. Un tono claro y estable. Felicitándose internamente, se dio una palmada en el hombro de forma imaginaria.
—Hola —saludó de regreso el pelinegro. Un atisbo de sonrisa en los labios—. ¿Nos vemos después?
—Cuéntame cómo te fue —es todo lo qué dijo el híbrido de oso antes de marcharse. Saliendo de la cafetería sin dirigirle una segunda mirada.
—¿Qué te trae hacia mí?
—Esto —contestó, extendiendo la mano y revelando el paraguas—. Fue de gran ayuda. Gracias.
El pelinegro asintió, pese a ello, se detuvo a la hora de agarrarlo—. ¿Cómo piensas salir de aquí? —preguntó con la cabeza ladeada.
—Mi amigo tiene un paraguas extra.
—Ya veo —susurró el otro híbrido, aceptando lo qué le pertenecía. De forma sutil, sus dedos se rozaron. Fue algo esporádico, pero que ocasionó un gran impacto en el de cabellera gris—. ¿Tu amigo de la otra vez? —preguntó.
—Se llama Wooyoung —informó con una sonrisa—. Es mi mejor amigo. El chico del cumpleaños, ¿recuerdas?
—Sí, lo hago —bajando la mirada, el moreno sacudió el objeto portátil un par de veces—. Gracias por devolverlo —dijo en una voz serena—. Nos vemos.
Y en un principio, Hongjoong asintió. No obstante, luego de pensarlo detenidamente, se atrapó deteniendo a Mingi. Llamándolo por su nombre. Quien volteó a verlo con extrañeza.
—Sólo quería hacerte saber que en serio me ayudaste mucho la última vez.
Y qué sonrisa, pensó el más bajo al ver el gesto del pelinegro. Era amplia y deslumbrante. Sus dientes disparejos, quedando expuesto en una abertura con forma de corazón que no tenía igual. Fascinado, su cola empezó a balancearse en el aire con suavidad. De un lado al otro.
Y de pronto, la sonrisa de Mingi se torció en una mueca abstracta y difícil de interpretar. Y con sólo dar un paso, el moreno redujo la distancia entre ellos de manera casual. Confundido, Hongjoong lo vio estirar una mano y llevarla a su cabellera. En lugar de retirar algo de ella, le barrió el flequillo con los dedos. Fue suave y fugaz. Un gesto que revolucionó su corazón. Inmediatamente, sus orejas bajaron y su cola se volvió loca al no entender qué estaba pasando.
—¿Sabes? —dijo el pelinegro con calma, una voz susurrada que se perdía en el bullicio general de la cafetería—. Eres demasiado expresivo para tu propio bien.
Sintiendo las palpitaciones aceleradas de su corazón, el más bajo no pudo evitar pensar en si el alto le estaba coqueteando o no. Es decir, lucía como si lo estuviera haciendo. El lenguaje corporal y la mirada profunda, indicaban algo. Sin embargo, sus palabras, lo exponían a lo grande.
Como si un predador estuviera cazando.
Parpadeando repetidas veces, el híbrido de gato se relamió los labios secos—. ¿Es así? —preguntó en un murmullo. Eco de su necesidad.
De repente, todo se sentía demasiado íntimo.
El más alto asintió—. Deberías ser más precavido —le dijo—, o podrías ser malinterpretado.
—¿De qué manera?
—Como si siempre estuvieras dispuesto para ser devorado.
Y esas palabras, eran una carta abierta a la seducción. No cabían dudas.
Por lo que, impresionado, el más bajo separó los labios. Como si una exclamación dejara su boca, pero el silencio la gobernara.
Nunca creyó que su primer acercamiento se daría en la cafetería. De todos los lugares.
Y siguiendo el consejo de Wooyoung, Hongjoong sonrió. Fue suave, un gesto apenas notorio que trascendió por la implicación del conocimiento y la socarronería.
—Tal vez sea el caso —admitió—. O quizás sólo te estés proyectando y tú quieras devorarme.
—Puede ser —concedió el moreno con relativa facilidad, mirando su boca un segundo. Fue tan breve que él se cuestionó si en realidad pasó—. Aún así, no te veo huyendo.
—No me preguntaste si quiero.
Mordiéndose el labio inferior, Mingi intentó ocultar una sonrisa—. Eres increíble.
—¿Tú crees? —preguntó con la cabeza ladeada y las orejas hacia atrás—. Intenta conocerme, te podría parecer encantador.
—¿Qué tanto?
—Como para decir tu nombre.
—Qué dulce —expresó en medio de una risa corta—. Nos estamos viendo, Hongjoong.
Y de forma causal, Mingi se despidió de él. Sacudiendo una mano en el aire y mostrándole una media sonrisa antes de cruzar las puertas metálicas en retirada de la cafetería. Girando sobre su eje, el híbrido de gato se encaminó hacia donde su amigo. La respiración acelerada y las manos temblando a causa del golpe de adrenalina que había sido el intercambio.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Wooyoung tan pronto estuvo cerca. Emocionado, colocó las palmas en la mesa y se impulsó hacia arriba—. Parecía que se iban a besar allí mismo.
—Me pediste que coqueteara, y eso hice.
—Oh vamos, puedo pedirte muchas cosas, y aún así no harías ninguna.
—No sé qué fue, para ser sincero —comentó al desplomarse en la mesa—. Pero se sintió tan fascinante.
—¿Conseguiste su contacto?
Él sacudió la cabeza—. No, se fue al instante. Al parecer tenía prisa.
—La siguiente vez será —alentó Wooyoung con su típica sonrisa, pasando a sentarse—. Olvídalo por ahora.
Si bien, Hongjoong asintió, en el fondo no estaba seguro de querer saber qué podría pasar la siguiente vez que se viera con Mingi.
Podría ser algo positivo o negativo. La verdad de cómo resultaría, le era algo aterradora.
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