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❈•≪05. Revelaciones≫•❈

Al la mañana siguiente, Hongjoong despertó con un dolor de cabeza insoportable y de malhumor. Decir el motivo, era innecesario. Asearse no sirvió de mucho. Tomar una aspirina, tampoco.

Desplomándose sobre su cama, el híbrido tomó su celular y revisó las notificaciones pendientes. Sólo para dar con quién no quería ver en su vida. Seonghwa.

Seonghwa
¿Podemos hablar?

Recibido, 03:43.

Seonghwa
Lamento las cosas qué dije.
Estaba demasiado borracho.

Recibido, 03:55.

Seonghwa
En serio no pienso nada de eso.
Sería genial si pudiéramos hablar en persona.

Recibido, 06:15.

Seonghwa
En serio lo siento.

Recibido, 06:35.

Junto a la avalancha de mensajes, habían varias llamadas perdidas del híbrido mayor. Lo que denotaba una preocupación real. Sin embargo, el de cabellera gris tenía un pensamiento respecto a los borrachos o cualquiera en general: si decían algo hiriente, es porque lo pensaban. No era un impulso ni palabras producto del calor del momento. Esas eran tonterías que se inventaban para aplacar la sensación de culpa o arrepentimiento tardío.

Hongjoong
Púdrete, idiota.

Enviado, 10:30.

Luego de enviar el mensaje, se decidió por bloquear a Seonghwa. Definitivamente no era una persona que quisiera en su vida. Demasiado crítico, racista y conservador para su gusto. Aparte de resentido.

Y siendo francos, ¿qué más daba si se vestía para impresionar a alguien? No era un delito ni estaba prohibido. Muchos lo hacían. Era algo natural.

Que se arreglara demás, no significaba que era una perra ni que estaba necesitado, como Seonghwa había insinuado. Sólo aludía a que quería verse bonito para alguien, y a su vez, que buscaba valoración positiva. Lo que era bastante común.

Que deseara a alguien tampoco era motivo de críticas.

Resoplando, se pasó una mano por la cara, frustrado. Jamás se imaginó que Seonghwa tuviera un lado tan agresivo como ese. Contrastaba tanto con la amabilidad que le había mostrado, que en algún punto, resultaba espeluznante.

Enderezándose de golpe, Hongjoong se llevó el susto de su vida cuando la puerta de su habitación fue abierta de imprevisto, chocando contra la pared y produciendo un sonido molesto.

—¡Wooyoung, la puerta! —regañó casi al instante. Frunciendo el ceño de manera automática.

El susodicho se mostró apenado rápidamente—. Lo siento —susurró—. No medí mi fuerza.

—Me di cuenta de eso —replicó de brazos cruzados.

—Perdónalo, estaba ansioso por llegar. Tu mensaje lo dejó muy preocupado.

Enarcando ambas cejas, el híbrido de gato gris desplazó su mirada hacia el invitado inesperado: San. Un híbrido de gato blanco. Éste se encontraba detrás de su mejor amigo. Expresión relajada y postura erguida. Hombros anchos y brazos definidos. Cintura estrecha y piernas fuertes. Sin dudas, un sujeto atractivo.

—Vaya, hace tiempo no te veía —comentó con simpleza. Viéndolos entrar.

Como una vez dijo, él y San no tenían una relación como tal. Eran más conocidos que amigos. Y el único punto en común que tenían hasta el momento, era Wooyoung. Se habían saludado un par de veces, pero nada trascendental.

—Sí, lo mismo digo. Lo siento por aparecer de sorpresa.

Agitando una mano en el aire, Hongjoong le restó importancia—. Está bien. No me molesta.

Lo que era cierto. San era carismático y un híbrido agradable. Habían interactuado poco, pero el chico no le disgustaba. Siempre y cuando su mejor amigo estuviera feliz a su lado, él no tenía quejas ni reproches que hacerle.

—Así que, ¿Seonghwa te causó problemas? —preguntó el pelirrojo.

—Sí, puedes ponerlo de esa forma. El idiota me trató de perra y de actuar desesperado por sexo.

—Dios mío, ¿es en serio?

—Si hubieras estado presente, habrías querido golpearlo también.

Sentándose en la cama a su lado, el joven híbrido se llevó las manos a la cara.

—No debí invitarlo —murmuró con una inflexión marcada de culpa—. Sabía que se distanciaron y que era probable que esto pasara...

—No tenías cómo saberlo —interrumpió en un tono suave—. A menos que conocieras ese lado agresivo de él. Lo cual dudo mucho.

—Aún así debí preverlo. Era mi fiesta de cumpleaños y tú mi amigo, eres más importante que él. Tuve que pensar mejor las cosas.

—No digas tonterías —le pidió luego de aplastar su puño en el hombro ajeno. Fue apenas un toque inofensivo, pero eso bastó para hacerlo descubrir el rostro—. No eres adivino como para saber que esto pasaría, así que, deja de culparte.

—Pero...

—No hay peros. Sólo hazme caso. No fue tu culpa —insistió con una sonrisa, pero al verlo escéptico, se acercó hasta que sus brazos lograron rodearlo—. Vamos, Woo. Cambia esa cara. Ya lo mandé a la mierda. Olvídalo.

—Se supone que yo sería el que te consuele, no al revés.

Notando como el humor ajeno se estabilizaba, expandió la sonrisa—. ¿Por qué deberías consolarme? Estoy bien.

—¿No estás mintiendo, cierto?

—Por supuesto que no. Seonghwa no vale el tiempo, créeme.

Mostrándose más aliviado, el pelirrojo asintió—. De acuerdo. Aunque siendo sincero, me sorprendí bastante cuando leí el mensaje. Nunca imaginé que alguien como él fuera capaz de tratarte de esa forma.

—Yo tampoco, pero el resentimiento puede convertirte en tu peor versión si no sabes cómo gestionarlo.

—Yo creo que sólo era un imbécil fingiendo ser amable —expresó San de la nada, aún parado cerca de la puerta. Dándoles espacio—. Por lo qué sé, el sujeto era racista y selectivo. Con esas cualidades, nada bueno podía salir de él.

—Podrías tener razón —dijo Wooyoung—, pero eso no quita que sea impactante. Es decir, alguien te rechazó, ¿y qué? Eso no te da el derecho de menospreciar a la otra parte de esa manera.

—Por algo son idiotas —dijo San, encogiéndose de hombros—. No lo pienses demasiado. No merece la pena.

—Cierto —murmuró el pelirrojo, arrastrando la palabra—. Así que, cambiando de tema, ¿lograste acercarte a él o no?

Hongjoong meneó la cabeza—. Cuando quise intentarlo, ya no estaba. Creo que se fue antes. No tengo la menor idea, la verdad.

—Yo tampoco lo vi el resto de la noche. ¿Tú? —preguntó el zorro hacia el de pelo blanco.

—Ni un rastro de él —aseguró con una sonrisa—. Quizás le pareció aburrida tu fiesta.

—Púdrete. Mi fiesta fue genial, él no tiene sentido del gusto —replicó el más joven de brazos cruzados—. Sin ofender —agregó poco después. Mirándolo.

Riéndose, Hongjoong realizó un ademán indiferente—. Está bien. ¿Cómo se la pasaron ustedes? —y al instante de hacer la pregunta, se halló sacudiendo las manos—. Olviden eso. No quiero saber.

Tirándose en su dirección, Wooyoung le rodeó el cuello con los brazos—. Fantástico —expresó con una sonrisa maliciosa—. Fue la mejor noche de mi vida. Y el mejor sexo de cumpleaños que tuve.

Colocándole una mano en el rostro, el mayor empujó a su amigo lejos—. Eres asqueroso. Apártate.

—Vamos, tú preguntaste —replicó el travieso zorro, tomando distancia.

Rodando los ojos de forma exagerada, el felino se hizo para atrás en su cama. Fingiendo estar agotado. Lo que sólo ocasionó la risa de los presentes.

—¿Tienes algo qué hacer en la tarde? —preguntó San, haciendo que su mirada vaya parar a él—. Nosotros planeamos ir al cine. ¿Quieres venir?

Una idea tentadora, a decir verdad. A Hongjoong le encantaban las películas. Pero lastimosamente, habían dos problemas: el primero, es que tenía tarea atrasada; el segundo, es que no quería hacer de tercera rueda en lo que, probablemente, sería una cita.

Él adoraba a su mejor amigo y le encantaba complacerlo en lo qué podía, sin embargo, nunca pero nunca, salía con él cuando estaba con San. La única vez que lo hizo, el par se olvidó de que estaba con ellos y actuaron como una pareja acaramelada, dejándolo de lado. Fue lindo y desagradable al mismo tiempo.

Por lo que ahora, estando en el presente, prefería evitar a toda costa que eso se volviera a repetir.

Y haciendo uso de la verdad, a medias, rechazó la oferta.

—Tengo tarea pendiente y una cita con la biblioteca, lo siento.

—¿Seguro que no quieres venir? —preguntó el otro felino. A lo que él, negó.

—Tengo que concentrarme en esto. Aunque gracias por considerarme. Espero que se la pasen genial.

—Sería más divertido si fuéramos los tres —farfulló Wooyoung en un mohín, lo que le dio risa.

—En la siguiente ocasión —prometió.

El resto del día, se la pasó haciendo los quehaceres que tenía pendiente con ayuda del par. Fue un proceso tardío pero divertido. Y en la marcha, conoció otra faceta del felino más joven. Era un mal comediante. Por alguna extraña razón, eso le sumó un extra a su encanto natural.

✦• ───── ⸙ ───── •✧

Hongjoong había dicho que tenía que poner todo su esfuerzo en estudiar, no obstante, le estaba siendo imposible. Y eso era gracias a Seonghwa. El sujeto lo había interceptado mientras se encontraba en una mesa, repasando algunas notas. Y con la confianza de mil soldados, tomó asiento a su lado. A pesar de la mirada mortal que le había dado.

—Necesitamos hablar —declaró de forma tajante. Viéndolo con seriedad.

—No pienso igual, creo que todo quedó claro entre nosotros.

—Por favor, en serio...

—Sólo déjame en paz, ¿quieres? —interrumpió con seques, comenzando a guardar sus cosas. Su humor, yendo en declive—. Fuiste bastante expresivo anoche. Con eso tuve suficiente.

—Tienes que entender que estaba borracho, no sabía lo qué hacía.

Colocándose la mochila al hombro, Hongjoong se levantó—. En mi opinión, sabías muy qué estabas diciendo. Después de todo, te encontrabas lo bastante lúcido como para llamarme perra y tratarme de necesitado.

—Por eso creo que debemos hablar. Mira...

—No me interesa —expresó de manera contundente. Por fuera del edificio, se escuchó un trueno azotar el cielo—. Guárdate las disculpas para alguien más, yo no las quiero.

Y cuando se puso en marcha, hubo un agarre firme en su codo que lo hizo detenerse y virar de repente.

—Las cosas entre nosotros no pueden quedar así.

Empujándolo, el más bajo consiguió liberarse de su agarre con efectividad.

—Yo pienso que sí pueden. Me faltaste el respeto y me denigraste, sólo porque estás resentido. ¿Crees que eso se olvida fácilmente? Pues te equivocas. Llámame rencoroso si quieres, pero no voy a perdonarte. Los tipos como tú, no valen la pena.

Y una vez realizó su descargo, se giró y empezó a tomar distancia del otro híbrido. El cual lucía pasmado. Imagen a la que no le dio importancia. El sujeto podía largarse a llorar si quería que a él no le afectaría en lo más mínimo.

Podía sonar cruel o injusto, pero habían situaciones que no merecían el tiempo ni ser explicadas. Por sí solas, ya decían suficiente. Lo que era el caso de Seonghwa. Estando bajo los efectos de alcohol, había mostrado un comportamiento rudo e inaceptable. Que intentara excusar su conducta con el argumento de que se hallaba borracho, era mediocre. Y delataba su falta de integridad.

Sacudiendo la cabeza, el híbrido de gato, se dijo que terminaría de estudiar en su dormitorio. Si es que antes conseguía sacarse esa espinilla de malhumor.

Y tan ensimismado se encontró en su enojo latente, que no se dio cuenta de un detalle hasta que alguien se lo hizo saber. Provocando que se detenga y mire hacia la izquierda. En el exterior de la biblioteca y recostado contra la pared, estaba el híbrido de zorro negro.

—Yo no saldría si fuera tú.

Es lo que le había dicho. Un tono casual y una tesitura rasposa. Y al principio no comprendió a qué se refería, hasta que levantó la vista y miró hacia delante, se encontraba lloviendo. Sus orejas se movieron en varias direcciones, asimilando el sonido de las gotas cayendo en el suelo.

Mirando hacia el cielo, el más bajo notó lo cerradas que estaban las nubes y contempló cómo los relámpagos se asomaban con vigor. En destellos que enmarcaban las sombras. Un escenario lúgubre que rememoraba a la melancolía.

Cerrando la puerta tras su espalda, el felino de pelo gris se mantuvo debajo de la marquesina y se abrazó a sí mismo, observando de soslayo al moreno. Lucía apacible, el semblante relajado y la vista en el horizonte. Cabellera revuelta por el viento y manos en los bolsillos de su pantalón.

Tornándose pensativo, evaluó si iniciar una conversación casual con él o no. Las ganas por querer estar en su dormitorio y fundirse en su cama, eran inmensas. Y todo por culpa de Seonghwa. El único problema que tenía, es que no traía un paraguas consigo como para irse. Y correr desprotegido de esa lluvia por veinte minutos o más, no le parecía una buena opción. Estaba el riesgo de que enfermara.

Al mismo tiempo, ¿de qué podían conversar ellos dos?

No tenían nada en común, hasta dónde sabía, y en la fiesta de cumpleaños de su mejor amigo no habían hecho más que cruzar miradas y un saludo distante. Por lo que tampoco tenía material de ese día que traer a colación.

Suspirando con profundidad, se convenció de que no era tan mala idea sólo marcharse. Aunque las probabilidades de empaparse eran altas, las de arruinar sus materiales igual y las de coger un resfriado, rondaban la esquina.

La suerte nunca había sido un gran fanático de Hongjoong.

—¿Cómo acabó la fiesta?

Volteando hacia la izquierda, sus orejas se alzaron de golpe. Nunca se dio cuenta de que las había bajado.

—No me quedé demasiado —continuó diciendo el pelinegro. Mirándolo.

—No lo sé —murmuró el más bajo luego de espabilar—. Tampoco me quedé por mucho tiempo.

—¿Por qué no? —preguntó con la cabeza ladeada, aparentemente curioso—. Cuando te vi, parecía que la estabas pasando bien.

—Bueno, hasta ese entonces, sí. Todo iba en orden. Pero después un idiota me arruinó la noche.

—¿El chico con el que bailabas o alguien más?

—Ese era mi mejor amigo —se halló explicando con una sonrisa cortés. Muchos tendían a malinterpretar su relación. Y él no era ingenuo, sabía porqué. Para algunos eran innecesariamente cercanos—. Me refería a alguien más. No vale la pena mencionarlo —aseguró con un ademán indiferente—. ¿Qué hay de ti? ¿Por qué te fuiste temprano?

Mostrando una media sonrisa, el más alto giró el cuerpo en su dirección—. No encontré lo qué estaba buscando.

—¿Y qué buscabas?

Ensanchando su mueca, el híbrido de zorro negro, se llevó el índice a los labios. Realizando un gesto de silencio.

—Es un secreto, Hongjoong —declaró en un susurro.

Y la manera en la que pronunció su nombre, como si fuera seda, le provocó un escalofrío que viajó desde su espina dorsal hasta su nuca. Haciendo vibrar sus terminaciones y poniendo tenso sus nervios. Sus orejas se irguieron y su cola se balanceó en el aire de forma automática. Delatando su interés.

Porque esa era la cosa con los híbridos, era fácil leer el lenguaje corporal de cualquiera. Sólo bastaba con observarlos a detalle.

Y ahora mismo, él estaba siendo evidente. Sus intenciones, reflejándose en sus pupilas dilatadas. El fuego del deseo, quemando sus entrañas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Hongjoong con la garganta seca y la respiración entrecortada. El corazón desbocado adentro de su pecho.

—Song Mingi —dijo con la mano estirada.

El apretón se sintió más como una caricia fugaz, que como un saludo. Fue un roce gentil y breve. Uno que le puso los pelos de punta.

—Un gusto —logró decir después de recomponerse. Su sonrisa tambaleando entre el nerviosismo y la timidez. Finalmente podía ponerle un nombre a ese rostro, es todo lo que pensó—. A mí ya me conoces, bueno, en realidad no me topas de nada pero, sabes a lo qué me refiero.

Ahogado por la pena, el más bajo decidió que era buen momento para callarse. Y sin Hongjoong anticiparlo, su verborragia desencadenó dos hechos inesperados. La risa ronca de Mingi y una revelación impactante que le puso la cara de colores.

—Claro que te topo, después de todo, siempre me estás viendo.

Totalmente avergonzado, el de cabellera gris boqueó de manera torpe, modulando palabras sinsentido y una disculpa sin estructura. Sus manos se sacudieron en el aire, en ademanes desorganizados. En un intento infructuoso por negar la realidad.

—Está bien, muchos me miran —tranquilizó el alto. La sonrisa permanente en los labios—. Estoy acostumbrado. Sólo quería saber, ¿por qué?

Procesando las palabras, dijo lo primero que se le vino a la mente—. Bueno, eres nuevo.

—Pasaron meses desde el intercambio, ¿no crees que "nuevo" sea una etiqueta gastada?

Rascándose detrás de la oreja, el más bajo se encogió de hombros y decidió expresar lo que había notado. Procurando ser cuidadoso.

Sin embargo, su intento fue un fallo más. Su nerviosismo le jugó una mala pasada.

—Siempre estás por tu cuenta y serio, esa conducta sigue manteniendo la expectativa encendida. ¿Qué dirás? ¿Qué harás? ¿Con quién te juntarás? Son preguntas que se hacen. Y bueno, eres el único de tu especie, y por lo que oído, hay algunos que te consideran atractivo pero la expresión hermética que llevas, hace que no se te acerquen.

—¿Y qué hay de ti?

Sin detenerse a preguntar a qué se refería, Hongjoong contestó a las prisas—. Claro, objetivamente hablando, eres guapo. Quiero decir, tienes cualidades que destacan tus facciones, sin dudas y... Sólo, no lo sé, eres atlético también.

Cubriéndose el rostro con la mano, Mingi sacudió la cabeza, genuinamente divertido—. Siento el malentendido —dijo—, pero quería saber porqué tú me mirabas tanto.

Queriendo que la tierra se abra y lo trague, el joven híbrido apretó la mandíbula, reteniendo una maldición.

Si ya no se había dejado al descubierto por completo, estaba a una metida de pata de hacerlo.

Pero siendo justos, ¿qué podía responder a eso? Una mentira se sostenía por un tiempo y la verdad a veces era innecesaria. Un punto medio entre ambas cosas, parecía la mejor alternativa.

No obstante, el universo pareció apiadarse de su situación, cuando una tercera voz se pronunció. Mirando hacia el frente, Hongjoong se encontró con un híbrido joven y casi de la misma estatura que él. Cabellera café y orejas redondas. Era un oso.

—Hyung —llamó en un tono neutral—. Ya estoy aquí.

Asintiendo, Mingi se enderezó en su totalidad y aceptó el paraguas que se le tendió. Sin embargo, no lo usó. Prefirió colocarse debajo del otro ya abierto, aunque su hombro se mojara visiblemente.

Y muy para su sorpresa, el moreno le tendió el paraguas que se le había traído. Y el más bajo no fue el único confundido, ya que el otro híbrido arrugó el ceño también.

—La lluvia no se detendrá pronto. Úsalo. Luego puedes devolvérmelo.

Sin tiempo a reaccionar, el pelinegro colocó el paraguas en su mano abierta y le indicó al otro que se marcharan. Dejándolo solo y un tanto desorientado.

Porque era increíble lo mucho que la apariencia de Mingi contrastaba con su personalidad.

El híbrido de zorro negro no sólo era fácil de tratar, o fluido al hablar, sino que también era generoso.

Hongjoong se hallaba incrédulo ante la realidad.


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