❈•≪01. Percepciones≫•❈
La universidad se encontraba en ese período del año donde todos estaban al límite del colapso emocional y físico. Donde la preocupación se manifestaba en forma de relieves y la fatiga era una mueca perpetua en los rostros ajenos. Donde los hombros lucían tensos como cuerdas y los ánimos tocaban los suelos.
Una imagen desalentadora y bañada de gris. Donde las quejas tenían lugar como ruido de fondo y las presiones académicas se hacían visibles en un aura de negatividad que no parecía ser aplacable.
Bajo ese contexto manchado por la incertidumbre y los exámenes constantes, es que se hallaba situado el híbrido de cabellera gris. Pero más específicamente, en la cafetería de la universidad.
—¿Por qué refunfuñas tanto?
Levantando la cabeza de la superficie de la mesa, Hongjoong miró a su mejor amigo unos segundos antes de volver a su decaída posición anterior. Los brazos que le rodeaban, servían de muralla para ocultarlo con mayor efectividad.
—Porque odio la época de los exámenes.
—¿Sacaste una mala calificación? —preguntó el híbrido de zorro rojo. Muy a su pesar, el felino asintió—. ¿Qué tan baja?
—Era un cuestionario —informó en un mohín, para enseguida de ello agregar:—. Doce sobre veinte.
Realizando un sonido entre dientes, Wooyoung no disimuló su sorpresa—. Rayos, Hongjoong, eso es bajo.
—Podría haber sido peor —murmuró el híbrido de gato. Las orejas aplastadas contra su cabellera gris. En una evidente señal de inconformidad.
—¿Ese es tu mejor consuelo?
Enderezándose, el mayor de los dos, cogió su leche de fresa con rudeza y le dio un sorbo prolongado—. No ayudas —terminó diciendo a modo de reclamo.
—Lo siento —pronunció el pelirrojo, mostrándose genuinamente apenado—. ¿Fuiste la peor calificación?
—No...
—Entonces cambia esa cara —animó enseguida el más joven con un entusiasmo característico—. Y deja de golpear la mesa con tu cola, llenas la comida de pelos.
Abriendo los ojos y la boca a la par, Hongjoong no tuvo tiempo de sentirse ofendido, cuando lo vio. Su mente y persona entera, se distrajeron por completo de su entorno. Sus orejas rectas se irguieron en alto, atentas, y su cola dejó de moverse en su totalidad. Manteniéndose estática.
Lo primero que notó, fueron aquellas orejas puntiagudas y oscuras, seguidas de una cabellera del mismo tono, rozando el negro y considerablemente larga. Ojos rasgados y filosos que destacaron en una seriedad mortal. Hombros anchos que bajaban en unos brazos largos y grandes. En buena forma. Tenía un pecho amplio que marcaba un contraste significativo con su cintura estrecha, y a su vez, esto lo hacía con sus muslos gruesos y piernas sin fin. Una complexión delgada pero bien proporcionada. Sin relieves exagerados. Y como cierre estaba su piel dorada, una que parecía haber sido otorgada por el mismo sol. Como obsequio.
Lo que él calificaría como una figura atlética. Trabajada con dedicación y de manera natural.
—Lo estás haciendo de nuevo —avisó su mejor amigo, colocándole una mano por delante y bloqueando su vista—. ¿Siquiera me estás escuchando?
—Sí, sí, lo estoy —murmuró de forma distraída, pasando rápidamente a espabilar. No necesitaba que señalaran su comportamiento. No cuando era demasiado obvio. Sin embargo, y sin él darse cuenta, su cola volvió a moverse, blandiéndose en el aire con suavidad—. Es sólo que me da pena. ¿No piensas que sea triste que se siempre lo veamos solo?
—Tú lo dijiste, nosotros lo vemos sin compañía. Puede que la tenga —respondió el contrario con un encogimiento de hombros, indiferente—. Y por otra parte, no me importa —agregó con una franqueza que lo conmocionó—. Quiero decir, así son los de su especie.
—Woo —llamó con seriedad. La ideología de especies no era su tema favorito por varias razones—. Aunque sea un zorro, eso no significa que no sea capaz de sentir emociones.
—Es un zorro negro, de hecho. No cualquier tipo de vulpino.
Rodando los ojos, Hongjoong regresó su atención a dónde estaba anteriormente, sólo para notar que el chico en cuestión ya no se encontraba parado en la entrada de la cafetería, sino que ahora, ocupaba una mesa al fondo de otras. Comiendo su almuerzo en silencio, ajeno a los demás.
O eso pensó él hasta que sus miradas se cruzaron. Fue algo tan simple y fugaz, como un relámpago asomándose por entre las nubes. Aún así, impactó profundo en su sistema. Como si de repente hiciera cortocircuito.
—Tu cola —murmuró el pelirrojo.
Tomando control de sus sentidos, el híbrido de gato se obligó a bajar la cola y desviar la mirada, percatándose de cómo sus mejillas comenzaban a adquirir color. Un tono elegante de rosa. Nada impactante, pero sí revelador.
Lo cierto es que, llevaba un rato actuando de esa forma. Distraída e incontrolable.
Un día como hoy, tiempo atrás, a inicios de semestre para ser específicos, es que comenzó todo. Él y Wooyoung se encontraban en la azotea del edificio de conferencias. Sus horarios habían coincidido en un receso y decidieron pasarlo juntos. En ese entonces, no hacía el mismo nivel de calor, era agradable y recuerda incluso que había una leve brisa. Ambos se hallaban sentados, conversando de banalidades sinsentido, cuando sucedió.
En el momento que giró la cabeza hacia donde los otros estudiantes, con intenciones de dar un vistazo pasajero como tendía a hacer, sus ojos quedaron fijos en la silueta de un híbrido en particular. Uno que descansaba bajo la sombra de un gran árbol: ojos cerrados, brazos cruzados y piernas estiradas en la plenitud de su longitud.
Fue extrañamente hipnotizante que él no pudo evitar cortar su conversación y preguntar por la procedencia de ese híbrido. Porque desde esa distancia, era complejo distinguir. ¿Era un cánido o un vulpino? No sabría decir. No obstante, su mejor amigo no dudó en aclarar su pequeña interrogante.
—Un zorro negro —éste contestó—. Las orejas puntiagudas y la cola tupida, lo hacen obvio. Aparte del color del pelo. ¿Por qué?
—¿Lo habías visto antes? —recuerda haber preguntado. A lo que el pelirrojo asintió.
—Me lo he topado por el campus un par de veces. Pero no tengo idea de quién es. Creo que es nuevo aquí.
Y mientras lo seguía observando, se puso a pensar en si lo había visto con anterioridad, sólo para terminar con las mejillas coloradas y una postura encorvada.
—Está mirando.
¿Cómo finalizó ese día? Él había sido atrapado en el acto. Observando con demasiado interés y por un lapso considerable. A Wooyoung le había dado igual su advertencia y se enderezó, sólo para confirmarle, que en efecto, habían sido sorprendidos viendo. La risa del más joven ese día, se le quedó grabada a fuego en la memoria. Fue estridente y burlona.
—¿No crees que sea hora? —preguntó Wooyoung, trayéndole a la realidad—. De que te le acerques —aclaró ante su evidente confusión—. Llevas espiándolo un tiempo.
—No lo espío —replicó él, en una inflexión aguda. Avergonzado.
—¿A quién espías?
Girándose de una manera sobrenatural, el de cabellera gris se topó con un felino de cabellera café, sonrisa cortés y ojos analíticos. Park Seonghwa. Un híbrido un año mayor que ellos. Bueno, y dos más que el pelirrojo.
—A nadie —contestó casi enseguida de procesar la pregunta.
No era por ser grosero ni nada parecido, pero sabía qué pensaba el otro felino de la mezcla de especies, y por ese mismo motivo, prefería mantener el tema lejos. Después de todo, no quería empezar ninguna discusión o conflicto.
Estaba cansado de esos tipos de debates. Siempre lo dejaban de mal humor. Y eso se debía a que en el fondo sabía que su postura era la correcta, muy a pesar de la subjetividad general.
—Seguro —murmuró el mayor, escéptico. Sin embargo, no lo presionó para obtener información. En su lugar, cambió de tema—. ¿Cómo les fue hoy?
—Pésimo —contestó Hongjoong—. Saqué otra mala calificación.
—Creí que habías estudiado sin descanso en la biblioteca.
Sí, con respecto a eso, el joven felino no tuvo otra alternativa más que sonreír. Un ápice de culpa y otro de vergüenza, mezclándose en sus ojos. Si bien había estudiado duro, los conceptos y definiciones se fueron volando de su cabeza en el instante que detectó la figura del moreno unas mesas por delante de la suya. Prácticamente, se la pasó observando su espalda y, muy seguramente, dejando agujeros imaginarios en la misma.
Pero es que no podía evitarlo, como ya bien dijo, desde que el híbrido de zorro apareció en su radar a inicios del nuevo semestre, toda su atención iba a parar a éste. Casi como un imán o semejante a luciérnagas volando alrededor de la luz. Era algo superior a él e incontrolable.
Una fuerza gravitatoria que no podía ignorar.
Una a la que él etiquetaba como simple curiosidad por ver a alguien tan solitario. Y era irónico, ya que Hongjoong tampoco era el híbrido más sociable de todos.
—Supongo que no me esforcé lo suficiente —comentó de forma casual, rozando lo desinteresada.
—No digas eso, la siguiente vez te irá mejor —animó el otro felino—. No te preocupes, me tienes a mí.
El más bajo asintió y sonrió con educación, ganándose una mirada deliberada por parte del pelirrojo. Sabía qué algo de su relato era mentira, aún así, no lo entregó. Razón por la cual, lo ignoró de manera olímpica. No tenía tiempo para pensar en sus teorías descabelladas o hechos comprobables.
Se suponía que su vida era más ajetreada que eso.
Y para cuando terminaron de almorzar, se pusieron de pie. Cada uno con su respectiva bandeja en mano. Seonghwa iba por delante, guiándolos. Aprovechando esa distancia segura, Wooyoung se le arrimó lo necesario y más, con tal de hacer su voz un susurro perdido en el viento.
—Tienes mi apoyo en esto. Estoy contigo, sin importar lo qué decidas.
Sonriendo en grande, él asintió—. Gracias —dijo con honestidad.
Wooyoung meneó la cabeza con suavidad, pero aún así, estiró su puño, y como era costumbre entre ellos, Hongjoong lo chocó. Cerrando su pacto en secreto. Lo hiciera o no, sabía que tendría a su amigo de su lado en todo momento.
Soltando una risa tonta, el híbrido de gato, miró hacia las mesas del fondo y visualizó al moreno comiendo sin prisas. La vista fija en su bandeja. Encapsulado en su propia burbuja, como si nada ni nadie más le importaran.
Lo que tal vez, fuera así.
Bajando las orejas inconscientemente, volvió su atención al frente y depositó los desechos donde debía antes de pasar a despedirse del híbrido mayor con la mano.
Si quería hacer eso: acercarse al híbrido de zorro negro; necesitaba más confianza de la que en realidad tenía.
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—Entonces, ¿qué piensas hacer? —preguntó Wooyoung, abanicándose el rostro con una mano.
Arriba del salón de conferencias, en la azotea más específicamente, el calor era palpable y difícil de evadir. La humedad esponjaba sus cabelleras y se materializaba en forma de sudor en sus palmas. Era asqueroso. Aún así, eso no los detenía de hacer sus escapadas a dicho lugar.
Era relajante y podían contemplar casi todo el campus desde esa posición. Como si fueran dioses y los demás hormigas, siguiendo distintos senderos. Una comparación egocéntrica pero acertada. Aunque debía de admitir que la malla de hierro que los rodeaba, dificultaba la vista un poco. Pero al fin y al cabo, estaba allí por cuestiones de seguridad, no estéticas.
—No lo sé —murmuró contra la puerta, su espalda sintiendo el calor que irradiaba el metal que la componía—. Todavía no me decido.
A ver, en teoría, Hongjoong había hecho un juicio al respecto de la situación con el híbrido de zorro negro y su aparente interés por éste: actuar; lo que no sabía, es cómo. Lo cierto, es que no tenía la menor idea de cómo afrontarlo.
Enarcando una ceja, el pelirrojo dijo—. Pensé que obrarías con casualidad.
—¿Obrar? —repitió el mayor—. ¿Quién habla así hoy en día?
—Los que estamos bien educados —replicó el híbrido de zorro rojo, levantando el mentón, para a continuación decir—. No te hagas el tonto y quieras cambiar de tema.
El felino quiso reírse, sin embargo, optó por cubrirse la cara con las palmas sudadas. Ambos sabían que él no tenía ni un gramo de espontaneidad en su cuerpo. Era analítico y práctico. No sabía si se debía a su genética o a los rasgos propios de su personalidad.
—¿Quieres un consejo? —preguntó pasado unos segundos—. Sólo sé tú —murmuró su mejor amigo, haciéndolo regresar al presente—. A Seonghwa le gustas porque eres tú mismo. No te esfuerces demás y todo saldrá bien.
Empujándolo por el hombro, el híbrido mayor, quiso restarle importancia a lo que había dicho el más joven por unos meses.
—No digas esas cosas, por favor.
—Es la verdad —musitó el otro con un encogimiento de hombros, apuntando con su mentón hacia abajo—. Objetivo a las nueve.
Asomándose hacia la malla de hierro, Hongjoong vio al pelinegro hacer acto de presencia entre los demás estudiantes. Caminaba con calma, la mochila colgada en un hombro y la mirada fija en lo que tenía por delante. Dirigiéndose hacia el edificio de ciencias.
Porque la única certeza que tenía del híbrido de zorro negro, era que estudiaba física. Un informante que Wooyoung se negaba a revelar su identidad: aunque él sospechaba de quién se trataba; había compartido el dato. Que por más diminuto, significaba mucho para él.
Y no se atrevía a reconocer porqué.
Suspirando con pesadez, observó cómo el moreno se detenía. Ladeando la cabeza y moviendo las orejas, captando distintos sonidos. Los colores le subieron a la cara de golpe en el instante que el pelinegro se volteó y miró en su dirección. Haciendo contacto visual. Su alma abandonó su cuerpo y sus facciones se desfiguraron en algo abstracto y desagradable.
Había sido atrapado. Otra vez.
Ocultándose de golpe, dejó salir una maldición. Lo que, como era de esperar, provocó la risa de Wooyoung. Pero el comentario no salió de la boca de éste, sino de alguien inesperado. O quizás, no tanto.
—¿Por qué tan interesado en ese zorro negro?
Mirando hacia la entrada, el felino se encontró con la figura de Seonghwa. Quien lucía consternado. Inmediatamente, su atención fue a parar a su mejor amigo. Su mirada intensiva, lo decía todo. Sin embargo, el pelirrojo sacudió la cabeza. Negando su pregunta no dicha: no había contado nada.
—¿Por qué...?
—En la cafetería siempre te le quedas viendo —argumentó el híbrido mayor, cruzándose de brazos. En una postura terca.
—Te lo dije. Eres muy obvio —susurró Wooyoung, llevándose su bebida a la boca.
Tirando de una de sus orejas, Hongjoong se puso de pie con calma. Ignorando el quejido lastimero del zorro rojo. El otro híbrido frente a él era un gato también, por lo que, sabía cuáles podían ser sus posibles reacciones.
—¿Es acaso ilegal que sienta interés por alguien?
Porque siendo sinceros, ¿de qué otra manera podía describirlo? ¿Curiosidad? La palabra se quedaba corta y la definición no abarcaba lo suficiente como para usarla.
—Es un zorro negro.
—¿Y? —replicó con una ceja en alto, pasando a señalar a su mejor amigo—. Él es uno rojo y no lo discriminas.
—Wooyoung es inofensivo. Los zorros negros son peligrosos. Lo dicen...
—Sí, sí, está en los libros —masculló con indiferencia—. Hyung, no puedes tomar cada cosa que dicen al pie de la letra. Eso está mal. Es prejuicioso y grosero.
—¿Por qué interesarte por alguien cómo él?
—¿Por qué no? —preguntó en lugar de responder, el ceño arrugado y la frustración bordeando su voz.
Pasándose una mano por la cabellera café, el otro híbrido no dijo más y sólo se marchó. Cerrando la puerta con una fuerza innecesaria que le hizo parar las orejas y esponjar la cola a causa de la impresión.
—¿Es tan malo lo qué estoy haciendo? —cuestionó en un murmullo hacia Wooyoung—. No es cómo si pueda controlarlo.
Éste lo miró en silencio, antes de suspirar—. Claro que no lo es —aseguró el pelirrojo, poniéndose de pie y colocando una mano en su hombro—. Ahora dejemos esto de lado y vayamos a comer. Muero de hambre.
El híbrido de cabellera gris, sonrió en grande. Satisfecho con lo expresado por su mejor amigo.
En el fondo sabía que era cuestión de perspectiva, pero él estaba totalmente seguro de que los libros, no podían ser tomados de forma literal. Habían sido escrito hace años, por personas ahora fallecidas. Algunos conceptos sobre las distintas especies, eran erróneas. Que la sociedad los tratara como si fueran la Biblia, era absurdo. Pero más ridículo era que sus percepciones sobre la discriminación, se mantuvieran fuertemente arraigadas con los años.
Es decir, era el siglo XXI, por todos los cielos. Si lograron evolucionar a lo qué eran hoy en día, ¿por qué no hacerlo con sus mentalidades cerradas también?
¿Qué era tan difícil?
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