16
Chaeyoung observaba a Sana de reojo sin apartar la mirada del frente ni las manos del volante. Ella se ofreció para manejar de regreso, porque la mayor no estaba en condiciones de hacerlo.
──Unnie...
──¿A dónde va uno cuando no quiere estar en ninguna parte?
──Unnie, ¿que pasa?, no me gusta verte llorar, tú siempre eres muy alegre y nunca lloras...
──Solo déjame ser débil y llorar hoy, mañana volveré a ser fuerte ──murmuró Sana limpiando las lágrimas con ayuda de su manga-. Estoy así porque el amor duele.
──Te lo dije unnie, yo sabía que esa escritora solo te iba a hacer sufrir ──dijo Chaeyoung con resentimiento. Le dolía ver a su mejor amiga mal. De esa mujer que se fue llena de ilusión por entregarle una carta, ya no quedaba ni la sombra──. ¿Qué fue lo que te hizo?
──Estos días que pasé al lado de Tzuyu fueron inolvidables. Ella me hizo saber lo que se siente tener el corazón roto, pero también lleno de amor ──respondió Sana con la mirada perdida──. Me rompió... y los pedazos aún la aman. Lo di todo y al parecer no fue suficiente. Ella no puede superar a su antiguo amor, solo me hice falsas ilusiones. Soy una tonta.
──Tu soledad es mejor que ser la segunda opción de alguien, ¿Chou no vió lo hermosa que eres? Podrías tener a cualquiera comiendo de tu mano unnie. No llores por alguien que no supo valorar todo eso de ti ──espetó Chaeyoung haciendo un mohín. Estaba enojada, demasiado enojada con aquella escritora──. A veces la persona que quieres no es la que te merece.
──Gracias pequeña Chae, tus palabras me reconfortan y me suben el ánimo. Jamás me habías dicho que soy hermosa.
──Mentí, solo lo hice para que dejes de llorar ──bromeó logrando que Sana riera ligeramente──. Esa es la Sana unnie que todos conocemos. La chica risueña que se la pasa escribiendo poemas de amor.
──Poemas de amor... ──murmuró Sana recordando que había dejado su cuaderno en la cabaña de Tzuyu──. No creo que vaya a poder escribir pronto, además no me siento con ánimos de hacerlo.
──Es entendible, le escribiste a la persona equivocada.
Sana no dijo nada más. Permaneció en silencio y a los pocos minutos se quedó dormida por el resto del camino. Cuando por fin llegaron a casa, Chaeyoung pasó la noche con su unnie abrazándola mientras ella sollozaba contándole de principio a fin toda la historia.
A la mañana siguiente la coreana se despertó muy temprano para prepararle el desayuno a Sana antes de irse a la universidad. Ella no solía hacer esas cosas, pero se sentía tan mal por su unnie, por no saber de qué manera ayudar.
──¿Chae? ──Sana apareció en la cocina mirando todo lo que su amiga había cocinado──. ¿Y esto?
──Sana unnie, ¿qué haces despierta tan temprano? Anoche no dormiste casi nada, deberías volver a la cama ──dijo Chaeyoung sirviéndose fruta en un plato──. Preparé el desayuno, los huevos fritos con verdura que tanto te gustan y también te hice jugo de naranja.
──Iré a trabajar, espero aún conservar mi empleo después de haberme ausentado tanto tiempo ──mencionó Sana tomando un plato para servirse la comida de la menor──. Todo se ve delicioso, muchas gracias Chaeyoung.
──No pueden correr a la hija del dueño de la biblioteca. Les dije a todos que cogiste un resfriado y que por eso estarías ausente un rato──espetó la coreana cruzándose de brazos──. ¿Cómo te sientes unnie?, ¿Ya estás mejor?
──Sigo con el corazón roto, probablemente llore todas las noches en mi habitación hasta quedarme dormida, pero voy a sanar, la vida tiene que continuar. Estando en casa solo me pondría más triste, tengo que despejar mi mente y no hay mejor lugar que en la biblioteca ──contestó Sana sonriendo levemente──. Desayunemos juntas y después te llevo a la universidad en mi auto, ¿te parece?
──Está bien unnie.
Ambas desayunaron lo que Chaeyoung preparó en el comedor y Sana se la pasó elogiando el buen sazón de su amiga. En todo ese lapso la mayor trató de verse bien y sonreír para no dejarle ver a la coreana su tristeza.
Pero la verdad es que estaba con el ánimo por los suelos, muy triste y desolada. Con ganas de dormir, algo demacrada y con unas ojeras enormes que tuvo que cubrir con maquillaje. Tampoco tenía apetito, pero no fue capaz de rechazar la comida que Chaeyoung preparó para ella.
Incluso durante el trayecto del viaje, la coreana intentó animar a Sana contándole cualquier cosa para que pudiera dejar a un lado la tristeza. Lástima que no logró conseguir nada.
──Si no te vuelvo a ver, no entenderé porqué la vida me enseñó que tú existías ──murmuró Sana para sí misma mientras se liberaba del cinturón de seguridad──. Esto está yendo peor de lo que suponía. Te hecho de menos todo el tiempo. Y me odio por eso...
Cuando Sana ingresó a la biblioteca, fue recibida por la recepcionista. Una alegre señora de al menos unos cincuenta años que siempre la recibía con una sonrisa cálida.
──Niña, ha vuelto, todos la extrañamos mucho.
──Buenos días señora Park, ¿Cómo se encuentra? ──la saludó agitando su mano suavemente──. Me ausenté unos días, pero ya estoy aquí, lista para trabajar duro, ¿hay alguna novedad?
──Sí niña, hay una ──respondió la señora Park entregándole un documento a Sana──. Su padre habló esta mañana muy temprano, al parecer firmó un convenio exprés con una escritora de renombre para que presente su libro nuevo aquí en la biblioteca pasado mañana.
──¿Cómo?, ¿así tan deprisa? ──preguntó Sana haciendo un mohín al leer el nombre de la dichosa escritora──. Chou Tzuyu...
──Estoy igual de impresionada que usted mi niña, el correo me llegó esta mañana y hay mucho que hacer. El personal de la escritora comenzará a venir desde mañana para preparar su equipo, van a dar una pequeña conferencia y habrá firma de autógrafos. Los días estarán muy movidos hasta pasado mañana ──comentó la señora Park──. Creí que su padre le avisaría sobre eso.
──Seguramente lo hará más tarde, debe tener mil pendientes ──contestó Sana cerrando los ojos con frustración, ¿por qué justamente tenía que ser en ésta biblioteca? La vida no podría ensañarse más con ella─. Bueno, ya me voy a trabajar.
──Oh, casi lo olvido ──la señora sacó un cuaderno entre sus cosas. Sana abrió los ojos enseguida de verlo, era su cuaderno de frases y poemas, el mismo que había olvidado en la cabaña de Tzuyu──. Una mujer muy amable lo trajo, se fue quizás cinco minutos antes de que usted llegara, me dijo que esto le pertenecía.
──Sí... es mío ──Sana tomó el cuaderno con lentitud e intentó con todas sus fuerzas retener sus lágrimas──. Gracias señora Park, me voy a mi puesto de trabajo ahora.
──Que tenga un bonito día señorita Minatozaki.
Sana asintió antes de echarse a caminar con los ojos fijos sobre su cuaderno. Tzuyu sabía perfectamente dónde encontrarla, pero al parecer en sus planes no estaba buscarla.
──Soy una idiota al esperarte, porque sé que no vendrás...
En un momento de debilidad tuvo deseos de escribir una nueva frase, así que abrió su cuaderno y justo en la última página había algo que no recordaba haber escrito.
Bastaron diez días para que me enseñaras a querer bonito, a querer sin conocer, a soñar despierta, a vivir con el corazón acelerado, a dormir con el corazón vuelto loco. Tú me recordaste que todavía seguía viva y que podía volver a amar, me has enseñado a cerrar los ojos y respirar tu ausencia, a besarte sin tocar tu boca, a tocarte con mis suspiros, a acariciarte con mi amor, me tocaste sin ponerme un dedo encima, me hiciste el amor sin caricias, solo con tu voz, esa voz que tanto amo y que me dolería mucho no volver a escuchar.
Estoy jodida porque me he enamorado de tu alma, de tu personalidad. No de tu físico, (aunque eres preciosa). Es muy difícil soltar a alguien cuando es su alma lo que te ha enamorado.
Fuiste tú quien me enseñó a usar este corazón; quien me hizo ver que nada estaba perdido y que todo en mi era una obra de arte. Fuiste tú quien se atrevió a elegirme sin importar mis imperfecciones. Tú me das paz... el mar y tú me dan la misma calma.
Llegaste y me enseñaste que estar rota no era una debilidad y que tener cicatrices no significaba que fuéramos irreparables. Gracias por amarme, cuando ni yo misma lo hacía. Ojalá que seas tú, mi último intento, mi persona favorita, el hogar de mis miedos y mi más bonita casualidad.
Eres la única protagonista de mi historia y la cual amo que esté en el libro de mi vida.
Tú y yo somos un 'nosotros', y aún estando separadas no lo dejamos de ser.
Atte: Chou Tzuyu.
Sana tomó su bolígrafo y escribió algo en la página siguiente.
"Me podré despedir de ti una y mil veces más, pero seamos realistas, no sé cómo irme. Ni siquiera quiero hacerlo..."
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