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☆Capítulo XVIII☆

(Narra Mason)

Eran cerca de las 9 de la noche, la tienda había cerrado y Stan pidió una pizza para cenar, el día de mañana no habría clases, así que solo me dispuse a leer un poco para distraerme...

Mierda... Quiero ayudar a Robbie, pero por donde es que debo empezar.

Ni siquiera podía leer un párrafo de la historia ya que solo me confundía y volvía al principio de esta, avente el libro lejos solo para terminar recargado en la silla donde estaba.

No podía dejar de pensar en los rostros de todos alrededor de la ambulancia, parecía que estaban preocupado por el peli-negro... Pero, entre todo el alboroto, no había visto a Gleeful. ¿Será acaso una coincidencia?

Lo estaba acusando debido a que Roobie me contó su historia casualmente antes de su secuestro, pero no tenía las pruebas suficientes.

Suspire, "Muchos lo han usado como caja fuerte, el conoce los secretos de varios aquí".

Tenía que empezar a investigar, el fue mi primer amigo, lo mínimo que puedo hacer es regresarle el favor.

Camine hasta mi cama, dejándome caer en ella, estaba agotado, solo quería dormir y no despertar, pero ahora tenía una misión que cumplir: Ayudar a Roobie.

(...)
Era de mañana, el sol apenas entraba por la ventana, me tenía que levantar para ayudar en la tienda, bueno, es solo mientras el peli-negro sale del hospital.

Una ducha rápida y un cambio fue todo lo que necesite, pero al abrir la puerta de la tienda me lleve una gran sorpresa.

—¡Amigo, buen día!— Gritó el rubio al verme, estaba recargado en el mostrador.

—¿Qué haces aquí?— Pregunté.

—Woah, parece que siempre estás de mal humor.— Se puso de pie y camino a mi lado. —Seremos compañeros.— Dijo al pasar su mano por mi hombro, pero lo quité de inmediato. —Será solo mientras Roobie sale del hospital.— Agregó alegre volviendo a su lugar.

—Trata de ayudarlo en lo que puedas Mason.— Habló mi tío Stan detrás de mi.

Miré al anciano, y le ayudé con una caja que cargaba.

—Sí necesitas algo no dudes en pedirlo.— Le dije a Bill mientras caminada con la caja hasta el mostrador.

(...)
El día estaba haciéndose cada vez más largo, los clientes eran pocos y el calor del verano solo nos hacía tener flojera, claro que el rubio no sería una persona que tolerará esto.

—¡¿Cuándo podré irme?!— Gritó al recostarse en la silla.

—Tu turno termina a las 3:00, apenas son las 11:00 así que no te desesperes.— Yo estaba terminando de ordenar en el mostrador. —Además de que para ser tu primer día no has hecho nada de provecho.— Agregué.

—Sería otra cosa sí tan solo hubieran clientes.— Reprocho.

Al decir aquello, la campanilla de la puerta sonó, dando a entender que vendrían los anhelados "clientes".

—Buenos días.— Hablo una chica. Al estar agachado, no sabría quién era, pero no era como si me importara.

—Hola, ¿Qué tal?— Dijo Bill, le había pedido que sonara lo más formal con las chicas mientras trabajase y dejara su lado galán por ahora.

—Estoy buscando a Mason, ¿Esta aquí?— "¿A mi?, ¿Quién será?"

Me levanté, mirando ahí a la chica del otro día.
—Candy, ¿Qué haces aquí?— Pregunté.

Ella se sonrojo. —E-Es un lindo día y creí que podríamos salir un rato, digo, ¿Aún no almuerzas? P-Podría invitarte sí gustas.—

—Mmm...— Estaba dispuesto a decir que no, pero buscaba las palabras correctas para hablar debido a que se que las chicas son sensibles al rechazo.

—¡Claro que irá!— Me interrumpió el rubio, al ver que le reprocharia, me agacho junto a el. —Amigo, es una de las chicas del club de porristas, no puedes dejarla ir.— Susurró.

—No me interesa estar con ella o con alguien más.— Alegue. —Además, no puedo dejarte solo en tu primer día.— Realmente solo buscaba una excusa para salirme con la mía.

—Pff, vamos hermano, he estado aquí con Roobie desde que comenzó a trabajar, claramente conozco los precios de todo aquí.—

—D-Disculpen.— Habló Candy a quien habíamos dejado sola en el mostrador.

Ambos nos levantamos rápido.

—Perdona nuestros modales linda.— Dijo rápido  el rubio. —Pero no te preocupes.— Me tomo de la mano y junto a la azabache nos llevo a la puerta. —Puedes llevarte a mi amigo un par de horas, pero regresalo antes de las 12 que se convierte en calabaza.—

—El carruaje era la calabaza, en todo caso mi ropa se haría la de un pordiosero.— Corregí al inculto.

El rubio me miró y después a Candy.

—Sí te aburres de él, llámame, soy más divertido.— Agrego al cerrarnos la puerta en la cara.

Bueno. Ya estoy afuera.

—Dijiste que me invitarías a comer, así que vamos.— Metí mis manos a mis bolsillos y caminé hacía el pueblo.

—S-Sí— Me respondió mientras caminaba a mi lado.

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