Keith había tenido un día asqueroso. Se sentía mal. No mal del tipo emo, del tipo Oh no, me quiero morir, más bien del tipo Que asco de día. Al llegar vió a Lance a lo lejos, sentado, abierto de piernas y brazos como de costumbre. Dejó las llaves y todo lo que llevaba encima: chaqueta, mochila...

-¿Que tal, tío? -dijo Lance. Keith le dirigió una mirada simple. Volvió a mirar el suelo. -Vaya, no necesito palabras. Ven aquí. - dijo con una sonrisa reluciente. Keith obedeció como si fuese su mismísima madre. -Siéntate aquí. -refiriéndose al hueco entre sus piernas. Y allí se sentó cara a él, posando su cabeza en su hombro. -¿Un día de mierda?

-De puta mierda.

-Pues ya casi se ha acabado. -Lance dejó un suave beso en su cabeza. Olía a calor, a pasar calor. Y por muy cerdo que sonase, el olor de su chico no se comparaba con ningun otro olor. -Te acabarás cayendo de espaldas, ven. -Lance ayudó al chico a acomodarse. Keith tan sólo se aferró a su camiseta, dejándose hacer por él. Enganchó sus piernas en la cadera del cubano. Lance, con paciencia, se apoyó en el reposabrazos, quedando Keith casi encima y Lance debajo, abrazándole. -Esto podría acabar en otra cosa. - Keith alzó sus hombros sin darle importancia al tonteo de Lance. -Si que has tenido un día de mierda, si...

-Estoy muy cansado. -Keith se acomodó en su cuello, cerrando sus ojos. -Tócame el pelo. - dijo en voz baja, como un niño de 8 años con un capricho. Lance sonrió y obedeció. Comenzó a acariciar su cabello desde las raíces. Keith cerró sus ojitos. -Vaya mierda de día... -susurró en voz baja.

-Podemos hacer que termine bien.

-No quiero follar ahora, Lance. - Keith dejó de forma clara sus ideas. Lance se sonrojó y cesó las caricias durante un milisegundo.

-No decía eso. O sea si, pero no ahora. Me refiero... -se estaba poniendo algo nervioso. -Y si nos duchamos, salimos y comemos algo fuera. Nosotros solos. -hubo un silencio entre ambos. Keith no se movió en ninguno momento. Notaba la voz de Lance y su respiración de pleno en sus oidos, y juraría por su vida que se tatuaría esa voz y respiración en su cabeza.

-Está bien. -Lance dejó un beso en su mentón.

-Y cuando después lleguemos a casa... Podemos relajarnos de otra forma.

-Yo activo...

-¿No estabas cansado? Es mejor que hoy te dejes hacer. - dijo el moreno, sonriendo, acariciando y mimando al coreano. Ambos hablaban en voz bajita.

-He dicho que activo.

-Vale vale. Sólo por hoy. -Lance abrazó contra a él al coreano. No se quejó. Sólo quería estar así todo el día.
Se les hizo tarde, ambos se quedaron dormidos y cuando quisieron darse cuenta, ya eran las 3. Aún podían realizar algún que otro plan, por supuesto. Como el de estar todo el día tumbados viendo la tele y pidiendo comida basura a domicilio. Y quedarse fritos otra vez. Y ducharse y comenzar de otra forma el último plan de la lista. Ni activo ni pasivo, era todo pereza y ganas de llegar al final.