-¿Hacia cuánto que no veíamos llover?

-Demasiado.

-Es increíble como algo tan pequeño es tan...

-Necesario.

-Si, esa es la palabra. -comenzó a jugar con sus dedos nervioso. -Keith, he tenido miedo este tiempo.

-¿Por qué?

-Temía que no llegasemos a volver a la tierra. Y miranos... viendo llover, en la tierra.

-Yo siempre supe que volveríamos.

-¿Incluso cuando estuviste con tu madre?

-Incluso ahi, estando casi sólo. -Keith miró el suelo, lleno de barro y gotas de lluvia. -Sabes... me di cuenta de que os necesitaba. Durante ese tiempo me di cuenta de lo importantes que sois.

-Seguro que sólo echabas de menos a Shiro. -el moreno ya no miraba ni la lluvia ni al coreano.

-Os eché de menos a todos. - Keith se ofendió ante aquella afirmación tan estúpida. Se fijo en el pómulo de Lance. -Incluso a ti.

-Si, seguro.

-Claro que seguro, Lance. -ladeó suavemente su cabeza. -¿Estas llorando?

-Claro que no. -dijo entre risas un tanto nerviosas. Su manga limpio sus mejillas y sus ojos. Keith hizo que girase su cara hacia él.

-Lance. -su voz era seria. Miraba sus ojos fijamente. -Te eché de menos. Incluso puede que al que más. -tragó en seco. Ambos tragaron en seco. -Me molesta que pienses eso. Así que no lo hagas. -el cubano esbozó una suave sonrisa.

-Está bien, samurai, lo que tu digas. -volvieron a mirar la lluvia. -¿Crees que tendremos que volver a irnos?

-Quien sabe...

-Keith.

-¿Si?

-Prométeme que no te irás así se nuevo. -el mencionado le miró con una tierna sonrisa. Buscó su mano en el césped y la puso encima suya.

-Te lo prometo.