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One Shot de " B U R N E D"
Terminar algunas misiones era satisfactorio.
Volver al castillo y echarse a entrenar en cambio era - a su modo de ver - semejante o igual a un castigo. Estaba cansado, y solo pensaba en llegar a su cuarto y echarse a la cama, cerrar los ojos y olvidarse del mundo.
Algo así tenía en mente. Luego las noches no eran como él planeaba.
- ¿Keith, estás con nosotros? Espabila, venga. - murmuraba ciertamente curioso y preocupado Shiri, al verle con la cabeza en otra parte, cogiendo la espada con la mano contrario a lo habitual, mirando un punto fijo.
La verdad, traerle a la realidad sólo le hacía sentirse más cansado y agotado. Quería dormir, irse a la cama y cerrar sus ojitos cansados, tirar el aire por la nariz y viajar al mundo de los sueños o alguna bobada así.
Lo único que le quedaba a Keith era bufar y volver a incorporar su cuerpo. Estira sus brazos y los pone firmes, con la espalda en posición de combate.
Generalmente sus ojos se iban a alguien que solía asomarse por la puerta del campo de entrenamiento. Un cabello castaño asomaba, junto unos ojos tan azules como el océano. El imbécil de Lance saludando con la mano, ladeando su carita con una sonrisa traicionera. Keith le sacaba el dedo de forma disimulada, y el Lance sonreía aún más, mostrando esos dientes blancos. Esa sonrisa de tonto la odia.
Otras veces, mientras estiraba, sentía una mirada recorrer su cuerpo, y nunca solía equivocarse sobre quién procedía. Por el rabillo del ojo podía ver al cubano, haciendo otros ejercicios similares, o sentado contra la pared del pasillo con su bayard en la mano, mirándole de forma disimulada. Te miraba por qué estirabas mal los gemelos. Hazme caso.
En el entrenamiento complementario era peor aún. No se entendían.
- ¡Si te pones delante mía no puedo atacar y tú no puedes defender!
- ¡No te pongas a correr por todos lados!
- ¡Si no corro, nos rodean, tenemos que distraerlos! - y alguno de los dos terminaba eliminado por algún robot de combate.
La escenita podían contemplarla Pidge, Hunk y Shiro, aunque el último solía salir de allí entre quejas e indignación.
Tic, tac, tic, tac...
Los minutos, en realidad, acaban pasando rápido y el entrenamiento, que en principio parecen eterno, acaba terminando. El entrenamiento acaba con él, y con cualquiera con valor a someterse a él.
De noche era aún peor.
Lance, en silencio, toca la puerta de Keith una vez.
O dos.
Vale, tres y media. ¿Que va a hacer si no le abre?
Keith accede — de morros — a que entre a escucharle hablar.
- Vamos a hablar.
- Son las doce y media de la noche. Es tarde.
- Estás despierto.
- Porque me iba a acostar. - hablan en susurros.
- Bueno, déjame pasar. Quiero hablar de la misión.
- No, otra vez no. Mañana. - Lance rueda sus ojos.
- ¡Va tío, tengo una ide...! - demasiado ruidoso, piensa Keith. Tira de su brazo y deja que entre, antes de que Shiro les vea y les eche una bronca por estar fuera de las habitaciones dando berridos. Lleva su pijama, al igual que Lance. Es tarde, y la nave — Shiro, Allura, Pidge... — duerme.
Se sienta en su colchón, junto al azabache.
- Qué.
- No puedes coger y echarte a correr hacia los robots. - Lance suena dulce, como si fuera una reprimenda con ternura de una madre a su hijo. Keith ni aguanta ese tonto. Rueda sus ojos. - Y sabes que tengo razón en esto.
- No me jodas...
- ¿Te recuerdo que necesito un campo de visión amplio para hacer de defensa? Si te echas a correr puedo darte, tío.
- ¡Pues no apuntes hasta que yo acabe con el enemigo, y no te pongas delante! - sus susurros son agresivos.
- ¿Como te explico que necesito apuntar bien?
- ¿Y tú eres el brillante francotirador? - a Lance se le escapa una risa suave. -Te recuerdo que yo no funcionó a distancia. Yo necesito combate cuerpo a cuerpo.
- Y cuando no lo necesitas... - susurra de forma retórica e irónica por lo bajo el moreno, abrazando su pierna flexionada sobre el colchón. Keith alza una ceja.
- ¿Qué?
- No, nada.
- ¿Sabes que me la suda lo que digas y que si necesitas pruebas - el azabache, ladea su cara, con una mueca de pocos amigos. Lance suelta su pierna y se incorpora, igual de arisco que Keith, tal vez más chulo y risueño. Lo normal en él.- te reto a un combate, los dos sólos? - el Lance levanta sus cejas. Se acerca a él unos centímetros. El espacio entre ellos se va reduciendo poco a poco. Huele a rabia.
- ¿Ah sí? - dice apretando su mandíbula.
- Si, y te juro que te hacía comerte el suelo de un golpe. - el moreno sonríe y echa una risa que choca contra los labios de Keith. El azabache sigue mirando los ojos color mar de Lance.
- Me gustaría verte intentarlo. - el susurro que nace de sus labios golpea con rabia la boca de Keith. Se le pone la piel de gallina. Aún más nervioso se pone al sentir como su rostro se acerca lentamente a él, con la respiración agitada y más que caliente.
- Cuando quieras. - devuelve el susurro con la misma rabia y las mismas ganas que Lance. Su aliento besa los labios ajenos, y parece suficiente para ir acortando distancias.
- Ahora mismo... - susurra el cubano, antes de lanzarse con rabia contra la boca de Keith. Y ambas manos se enredan en el cabello ajeno, tirando de él mientras el beso sube de intensidad. Los dientes de Lance se presentan en el labio inferior del chico de la melena, robándole un suspiro. - Me pone tanto que te enfades... y me plantes cara... - su voz choca contra su boca, podría decir que incluso contra sus dientes Y a mí que me manosees, piensa.
El castaño tarda poco en quitarle la camiseta y sentir como el azabache se lanza sobre él, con sus labios en su cuello, sus manos bajo su camiseta y sus dedos deslizándose sobre los músculos marcados en su piel semblante al café. Siente hasta sus uñas. Los labios suben a su mandíbula, y de la mandíbula a su lóbulo. Siente que le susurra algo que le roba un jadeo y un pequeño bufido.
Le quita la camiseta y deja que sea él quien ahora se lanza sobre su cuerpo.
A veces da gracias que la nave tiene las paredes gruesas, o eso parece al menos. También da gracias a que su habitación es de las últimas del pasillo, y que Shiro apenas sale de la suya. Si no, estaría muerto.
Y da gracias a que el cabezal de la cama da hacia lo que sería la pared de fuera del castillo, es decir, no es compartida con ninguna otra habitación. Es su pared.
El cabezal rebota y hace ruido, aunque la mano de Lance trate de evitarlo. Siente su pecho pegarse en su espalda, y su aliento caer contra su nuca y sus orejas. Las tendrá igual de rojas que sus mejillas.
Le encantaría agarrar él también esa mierda de madera unida con algo parecido a tornillos a la cama, pero ahora mismo está ocupado agarrando la almohada con las uñas y una de las nalgas de McClain, hundiendo allí también sus uñas como amenaza por si se le ocurre parar de moverse. El chapoteo de pieles es lo menos que se escucha si comparamos las voces de ambos y - otra vez, si - la madera chocar contra la pared.
A Keith se le van a romper las cuerdas vocales si sigue jadeando así su nombre, y Lance más de lo mismo.
No sabe cómo, algunas noches acaban igual: Keith termina sucumbiendo a los encantos de Lance, y se quita la ropa con rabia sobre él, agarrando su cara entre sus dedos. El moreno muerde su labio, mirándole a los ojos, y ya le tiene a su merced total.
No tiene por qué ser así, otra veces es Lance quien termina debajo, pero... si, generalmente es así. Es Keith el que se rinde, aunque no miente si alguna vez, en pleno "striptease" es Lance quién no aguanta y se deja llevar.
Son al menos dos polvos por noche, dos buenos polvos donde ninguno se priva en pedir, rogar e incluso - quien sabe - aligerar la mano y soltarla con fuerza contra la piel ajena. A Lance le fascina: hacerlo y que se lo hagan. Ese escozor después del choque...
Ahora mismo es a Keith a quien le duele la piel de las nalgas.
Se despierta demasiado pronto. Es por culpa de un aliento que golpea su cara.
- Eh... Keith... - susurra.
- Mmhh...
- Voy fuera... no vaya a ser que me pillen o algo... - dice mirando sus ojos cerrados. Keith vuelve a rumiar algo y hunde su cara en la almohada, y el cubano sonríe de forma tonta y besa su frente. En ese momento, el azabache se encuentra totalmente dormido, no puede responde como es debido.
Cuando se espabila, busca su ropa interior por todas partes y más tarde sale de su habitación con algo similar a un chándal.
En el salón de estae está el artífice del chupetón que se ha encontrado en su coxis, con un café en la mano, hablando sin prestar mucha atención a lo que le dice Hunk. Se acerca a Pidge, buscando un café con urgencia y necesidad.
- Buenos días... - murmura sin mucho énfasis el azabache. La italiana sonríe y ladea su cara. Sus gafas se deslizan sobre el puente de su nariz, y Pidge las desliza a su posición original. Tiene una mueca traviesa en su cara. - ¿Que pasa, por qué me miras así?
- ¿Otra noche de desenfreno? - el chico solo puede fruncir el ceño. - Disimula al menos al andar o algo...
- Eh... ¿Qué?
- ¿Te crees que soy tonta? - la pelirroja sonríe y levanta el mentón, señalando a Lance, sin mirarlo. - Este no madruga ni queriendo. Es raro verle a estas horas aquí. Tú tienes hábitos, pero él no. - Keith solo puede tragar en seco. Pidge, sentada en la encimera y con las piernas colgando y bailando, solo se puede echar a reír. - Ha dormido contigo.
- Hemos madrugado por qué tenemos que irnos de misión.
- ¿Eso, o - su voz baja un poco el tono. - que tenéis que explicarle a Shiro y a Coran que os habéis cargado un cabezal? - Keith abre sus ojos. ¿Estaré pálido o rojo? - Si no fuera por que fue el polvo de tu vida, le habría tirado una silla a la cabeza... - la chica solo puede negar ciertamente indignada y dar un trago a su café. El chico de melena, mirando de reojo a Lance — quién está preparando otro café — vuelve a hablar con Pidge.
- Qué escuchaste. - susurra, como si fueran los únicos dentro de aquel salón. Faltaban algunxs, pero suficientes como para escuchar que el francotirador tiene puntería, y con eso se entiende que es que se está tirándo a su problema constante.
- Que no escuché. - la pelirroja remarca ese adverbio, sonríe y juega con el pequeño palito que flota en su vasito de cartón. Huele a café sin azúcar ¿De verdad se bebe eso así?. - ¿Empiezo por la parte en la que querías más y más fuerte, o cuando casi se carga la cama con los empujones que te daba? - Keith niega y esconde su cara tras una de sus manos. Sus dedos rodean su frente. - ¿Cómo puedes aguantar tanta embestida tan...fuerte... y seguida?
- Dios. Mierda, mierda...
- Keith, que esperabas. Mi pared da con la tuya. Da gracias que soy yo y no Hunk, se me habría ido la boca... - el silencio que deja Pidge en el aire permite al azabache recopilar toda la información y soltar el aire por la nariz. - De hecho él mismo vino preguntando que qué hacíais moviendo muebles. ¿De verdad eres capaz de andar después de eso? - la risa de la italiana relaja el ambiente. El dueño de ojos violetas tan solo apoya su espalda contra la pared, quedando al lado de Pidge.
- Si te soy sincero, no lo sé ni yo... ¿como sabes que era yo quién...?
- Por favor, no dejabas de pedirle más y duro. Y además, por cada chasquido que escuchaba, se oía un gemido tuy...
- Vale, si, lo pillo. - cierra sus ojos. - Lo pillo... - otro silencio. Ambxs beben de su café. - ¿Pudiste... dormir? - Pidge se echa a reír, mirándole de reojo.
- ¿Pudiste tú?
- Ya lo he entendido. - otra risa femenina. - Folla bien... - dice sin pensarlo dos veces.
- No quiero más detalles. - da un sorbo al café mientras ambxs miran a Lance, tirado en el sofá, medio dormido. - También te digo, habiendo oído la noche, que menos.
// tenéis la versión DabiHawks en el fanfic B U R N E D. 💜🌸💜🌸
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[💜 Nota de la autora para oír a sus lectorxs:
Si queréis segundas partes de algún One Shot de los publicados, comentarlo y lo tendreis.
Si tenéis alguna idea que os hace ilusión, comentarla y se pondrá en marcha. 💜 ]
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