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🍋12🍋

Donde Keith es un esclavo y
Lance es un un príncipe
grecoromano / persa

(u know what I mean)

El estadio rugiría al ver caer al último gladiador al suelo.
El pueblo, las clases altas por supuesto, también estallaría en aplausos al ver al gladiador gritar eufórico y levantar su escudo y su espada.
Las bestias ya habían sido derrotadas y había caído un hombre en el campo.

-¡¡Bravo!! -gritaban las gradas del coliseo. Lance simplemente aplaudía serio. El sería quien dictaminara si debía permanecer en vida o morir.

Y bueno... la hazaña había estado bien. Sin más, a su parecer.

-Señor, debe indicar ahora... -susurra alguien detrás suya.

-Lo se. -sentencia el moreno. Y con el silencio del público y susurros temorosos, Lance levanta el pulgar en señal de aprobación. El guerrero grita aún más si su garganta se lo permite.
Tiene un brazo sangrando y un corte en la zona del puente de la nariz. -Traedlo.

-Si. -y la gente bajo su poder obedece.

El guerrero aparece frente al princioe Lance.

-Buen trabajo. -murmura. Sin más, le gustan las batallas pero... bah, es que le acaban aburriendo. A el le gusta la noche. La hora de la cena. -Debéis acudir a la cena.

-Si, mi señor. -el guerrero, como sus rodillas lo permiten, se agacha. La sangre cae lentamente al suelo.

-Enhorabuena. -murmura. Y la corona de olivo aterriza en su cabeza.

El guerrero, de nombre Shirogane, desaparece de su vista, y lo hace acompañado de un joven de melena negra, de cuerpo atlético y piel clara. Alguien que llamaría la atención del príncipe sin él quererlo.

-Corán. -chasquea su dedo.

-¿Si, señor?

-¿Quien... con quien va Shirogane, quien es ese chico?

-No lo se, señor. Juraría que alguien de su familia.

-Familia... -murmura. -Que venga a la cena. Toda su familia. Hacedles sitio si hace falta.

Las noches grecoromanas son las mejores. Las cenas, la música en directo,  las bailarinas alrededor de los comensales.

-Disfruta, Keith. -murmura Shiro mientras come. El azabache hace igual. -Está cena será la mejor en años.

-Hasta que gane yo en el Coliseo.

-Esfuerzate entonces. Ese sitio... dioses, ese sitio es un infierno. Pensé que al rozar los dientes del León moriría.

-La sangre no miente. Pero los dioses no lo permitieron. -sonríe el azabache.

A la lejanía el pricnioe observe el panorama. Sus paños caen con delicadeza sobre su cuerpo esculpido por el mismísimo Eros. A la lejanía es capaz de encontrar a Shirogane y al chico que le acompañaba. No le había visto la cara, ahora que se la ve le gusta muchísimo más.

-Keith Kogane, mi señor. -murmura el hombre que le protege las espaldas.

-Quiero que al acabar la cena venga aquí. -y vuelve a meterse en su propio tenderete. Dentro tiene un bonito decorado para la noche que le espera. Tiene un rincón lleno de almohadones y sábanas que imitan una cama, y el techo forma un precioso tragaluz que deja pasar las estrellas, la luz de la Luna y la luz de las velas.

Y en cuanto se acaba la cena, llega el momento preferido del príncipe: la elección de la noche.
No duda en los gustos del resto de reyes. Las mujeres que le otorgan son preciosas, de cuerpos despampanantes con curvas peligrosas.
Pero nadie, ninguna, llamaría tanto su atención.
No obstante no quita que acabe con alguna, en aquel búnker de cojines y seducción, besando sus labios confía delicadeza de un ángel.

-Pero él no... -Shiro niega. -El no es un escla...

-Me ofrezco. -el azabache asiente. Mira a Shiro a los ojos de reojo y traga saliva. -Pasaré la noche junto al príncipe.

-Venga conmigo. -antes de tomar camino junto a Corán, niega a Shiro. Y con una sonrisa diminuta echa a andar.
Si se ofrece al príncipe, para el un señor sin rostro, es por si hermano. Para sanar las heridas que tiene mediante un buen médico y para poder darle las cenas que merece. Sólo por él. Nada más.

Al llegar, las sábanas que funcionan como puertas se abren.
Sobre la cama improvisada está Lance, acariciando la piel suave de una de las miles de mujeres que pasan por sus manos, besando con lentitud su boca.
Abre los ojos en cuanto siente a Corán. Y al dirigir los ojos a Keith, sonríe.

-Gracias. Puedes irte. -susurra a la chica de cabello rubio. Y tapando su cuerpo con su ropa, sale de allí. -Corán, puedes retirarte.
El hombre sale, cerrando las cortinas. Hace titilar la llama de las velas. Ensordece la habitación. Sólo se oyen los grillos y las olas del mar más cercano.
Bueno, y el fuego quemar la madera.
-Que ganas tenía de veros. -susurra Lance. Está en pie.
Keith pestañea confuso. De imaginaba a un hombre de unos 45 años, decrépito y con mirada babosa. Todo lo contrario.
Delante suya tiene un príncipe joven, rozando los 20 años, con una sonrisa atrevida y un cuerpo de color canela.
-Os vi salir junto al guerrero. Junto a Shirogane.

-Si, era yo. ¿Sois... el príncipe Lance?

-El mismo.

-¿Por qué me queréis aquí...?

-Bueno... -suspira y se acerca a él. -Quiero que te quedes conmigo. Al menos esta noche. Tu cuerpo es de los más bellos. Sólo será esta noche. Podrás optar a recompensa. -susurra.
Lance está lo suficientemente cerca como para acariciar su fina cara. Peina su cabello tras su oreja y ladea su rostro. Siente la respiración de Keith contra su nariz.

-¿De qué hablaríamos...? -susurra en voz baja, mientras deja que el moreno pase sus manos por su cintura.

-He visto a tu hermano. Ese corte no tiene buena pinta. Conozco al mejor médico de toda la isla. -ahora ambos hablan en voz baja. Lance está cada vez más cerca de su cara, y eso, a la larga, traerá consecuencias.
Ahora no se miran a los ojos. Se miran a la boca.

-Trato hecho. -susurra el azabache.
Y con un suave tirón del moreno a la ropa del chico de piel pálida, pega sus labios a los ajenos, iniciando otro beso lento que, con una lentitud asesina, subiría de tono hasta dejar al hermano de Shirogane sobre sus piernas, cogiendo sus mejillas.

Tal vez todo sería por el médico de su hermano, pero saborear la boca del príncipe, en una noche de Luna llena y con un frío que deja la piel de gallina, sonaba bien.

Lentamente las prendas comienzan a sobrar, y Lance no va a avergonzarse de desnudarle.

-Tienes una piel preciosa... -susurra mientras sus labios aterrizan en su pecho, en su caja torácica. Keith sólo tira el aliento y cierra sus ojos mientras pasa sus dedos por el cabello chocolate. -Serias la envidia de todas las mujeres de fuera... -murmura mientras deja resbalar sus labios.

Lance se guardaría muchos elogios. Como que no había visto unos ojos tan limpios en su vida, o que esa melena negra parecía estar maldita. Sentía que ahí vivían los demonios y el mal.

Aún así, esa noche tendría sexo con él, y dejarían que los dioses fueran los espectadores en primera fila de semejante encuentro.

Y pasaría a volverlo esclavo.

Y de esclavo, a amante.

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[💜 Nota de la autora porque puede y porque quiere oír a los lectores(?) :
Si queréis segundas partes de algún One Shot de los publicados, comentarlo y lo tendreis.
Si tenéis alguna idea que os hace ilusión, comentarla y se pondrá en marcha. 💜 ]

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