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Donde a las 00:00 dicen en voz alta
sus pensamientos y sentimientos
más profundos.
Continuación capítulo 10
A quien iba a engañar.
No podía dormir dándole vueltas a las situaciones que se le venían a ala cabeza.
Se imaginaba a Keith, mirándole, cogiendo su mano en silencio... y la piel de gallina. Sólo pensando en como sería coger su mano. Imagínate un mísero beso.
Imposible. Técnicamente imposible.
Acaba cayendo rendido en los brazos de Morfeo, con las sábanas cubriendo todo su cuerpo, como escudo al mal de amores.
El día siguiente no cambia.
Le encanta estar cerca suya, y no desaprovecha ni la más mínima oportunidad para hacerlo.
-Buenos días. -canturrea. Keith le dirige una mirada cansada y somnolienta, mientras da vueltas a su café.
-Buenos días... -musita en voz bajita. Lance busca su bol y la bolsa de cereales. Echa leche y se coloca frente a él. Y con una sonrisa amplia, observa la cara de Keith. -Qué.
-Se te han pegado las sábanas. -señala su mejilla. -Literalmente. Se te han quedado las marcas.
-Lance, es muy pronto. -refunfuña.
-Lo se. -canturrea mientras se come la primera cucharada.
Le encantaría hacer piececitos con el bajo la mesa. Se conformará con hacer burlas sobre su físico, un físico que cualquier Dios envidiaría. Al menos el si lo haría.
El día no pasa de forma que no lo hagan el resto.
Bromas por parte del cubano, intentos de cosquillas que terminan en planes fallidos, empujones tontos, alguna que otra discusión... lo normal. Y si no, que le pregunten al pobre Shiro, agotado de tanta energía juvenil.
La noche es el peor momento.
-Yo voy a dormir.
-Son las once, ¿tan pronto? Te haces viejo. -bromea Lance.
-Sigue así y duermes fuera. -Lance sonríe y asiente. Entendido, piensa. -Buenas noches. -y a paso lento desaparece del salón.
Sólo quedan él, Keith y Hunk.
-Tíos, yo también me voy.
-¿Ya? -murmura Hunk.
-Si, estoy cansado. -y antes de esfumarse, echa una mirada mortal a sus compañeros. -No pongáis la oreja a las doce.
-Paso de escuchar tus movidas mentales. -rie el moreno.
-No de preocupes... -murmura Keith, barajando las cartas con las que estaban jugando. -Descansa.
-Descansa tío.
-Igualmente... -bosteza el samoano. Y a paso lento desaparece.
Y allí se quedan esos dos. Lance sólo puede mirarle de reojo. Keith mira las cartas.
-¿Otra? - murmura.
-Vale. -y otra partida. Juegan como pueden. Es difícil jugar a algo competitivo sin chillar o liarla.
-¡Tío no, estaba a punto! -susurra de forma escandalosa Lance. Keith sólo puede reír y negar.
-En tus sueños.
-¡Mira, te lo juro! -y enseña sus cartas. Keith sólo puede reír y mirar el reloj.
Y cincuenta y ocho.
-Lance. Deberíamos recoger. Van a ser en punto.
-Ah, si. Vamos. -y ayuda a recoger las cartas. Le encanta ver sus finos dedos moverse entre cada carta, barajando y ordenandolas. -La próxima te ganaré.
-Ya quisieras tú. -murmura sonriendo el coreano.
Y cincuenta y nueve.
Guarda las cartas en su respectiva caja y se levanta.
-Buenas noches.
-Buenas noches. -murmura el moreno. Antes de que el coreano se vaya, le tira un cojín. -A ver si no te veo mañana. -Keith niega.
-Eres inaguantable... -coge el cojín del suelo.
-¿Yo?
-Tú. -Keith levanta el brazo para tirar el cojín contra Lance, con fuerza. Contra él, siempre fuerza.
Y son en punto.
Antes de poder tirar nada, ambos sienten esa presión y ese nervio en el estómago. Está ocurriendo.
Lance cierra los ojos y coloca sus manos en sus ojos, tapándolos.
-Eres inaguantable, y cada día que pasa creo que me gustas más... y no se como hacer para pararlo... -Keith frunce el ceño. Deja caer el cojín al suelo y tirar el aire.
A la mierda todo.
A la mierda todo si no hubiese escuchado a Lance.
-Me gustas, Keith Kogane... y cada vez que te veo siento que eres inalcanzable. Y me tienes loco... y tengo miedo. -y al terminar de susurrarlo, tira el aire por la boca y agarra con sus dedos su cabello.
-¿Lance? -el asiático da un paso al sofá. -¿Es verdad...? -aún sienten las mariposas en el estómago.
Lance no responde.
Ya lo hace una pequeña lágrima por él.
Siempre había querido escuchar sus pensamientos, pero... pero no había sido capaz por tratar de controlar los suyos.
¿Te gusto?, le pregunta Keith cerca del oido mientras se sienta a su lado.
Y Lance, con rabia en la cara y una lágrima resbalando por su pómulo, negaría.
-¿Como me va a gustar tu melena de mierda? -y tuerce sus labios. Sus ojos se encogen y el aire escapa de sus labios.
-Te gusto.
El silencio y un abrazo entre ellos es suficiente.
Esa noche sería un punto y aparte. Un paréntesis.
Lance y Keith caminan en silencio y a oscuras, dejando el salón vacío.
Ya en la habitación de uno de ellos, se sientan y se asinceran.
Se gustan. Y no saben como no ser tan obvios o evidentes. Obviamente no pueden hacer nada. Ahora ya no.
Con varios abrazos y caricias que relajan los nervios de Lance, la noche los arropa en una sola cama.
Juntos y abrazados.
En silencio.
▫▪◽◾◾◽▪▫
[💜 Nota de la autora porque puede y porque quiere oír a los lectores(?) :
Si queréis segundas partes de algún One Shot de los publicados, comentarlo y lo tendreis.
Si tenéis alguna idea que os hace ilusión, comentarla y se pondrá en marcha. 💜 ]
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