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Kitty (Final)

Pronto los días se convirtieron en semanas y las semanas en tres meses donde ambas chicas se dedicaron a conocerse mutuamente. Así fue como Nayeon se enteró de que Tzuyu era una híbrida que había llegado a Corea cuando una banda de tratantes la raptaron en Taiwán siendo una bebé.

Pero ahora estaba a salvo, tenía un hogar, comida y compañía, no se encontraba sola en este mundo, pues Nayeon siempre la acompañaba y cuidaba. Por eso es que ahora eran muy unidas.

Tzuyu disfrutaba de convertirse en la linda gatita que era y se recostaba sobre el regazo de Nayeon cuando ésta se encontraba terminando su trabajo, así podía pasar tiempo con la mayor sin interrumpirla.

Aunque claro, había veces en las que sus instintos felinos le ganaban y una necesidad irracional de afecto la dominaba, obligándola a pedir caricias en su panza, lomo y entre las orejas, pero Nayeon amaba complacerla. Se habían acostumbrado mucho a la otra.

En este momento Nayeon se encontraba recostada en su cama, leyendo un libro para distraerse antes de dormir, mientras Tzuyu estaba en su forma de gata, recostada cómodamente sobre la espalda de Nayeon, ambas compartiendo un momento relajante juntas, a pesar de que el celo de Tzuyu estaba bastante cerca.

Nayeon sintió a la gata estirándose un poco mientras bostezaba –¿Estás aburrida?– preguntó y no despegó la mirada de su libro, por lo que la gata volvió a removerse en su lugar, enterrando un poco sus uñas contra la chica, Nayeon se quejó un poco por eso –Si quieres mi atención solo debes decirlo, no tienes que hacer eso– dijo con un tono divertido, aunque siguió leyendo con calma.

En vista de que su plan había fracasado, un “poof” se escuchó y la taiwanesa apareció abrazando a Nayeon y apoyando su mentón en el hombro de la mayor.

La coreana sonrió mientras sus ojos se encogían por la sonrisa, Tzuyu besó su mejilla –Gatita se siente sola– dijo con un tono juguetón, Nayeon rodó los ojos.

–Puedes hablar perfectamente bien, Tzuyu– pasó la página de su libro e ignoró a la menor.

Tzuyu suspiró con cansancio hasta que una idea cruzó por su cabeza. Comenzó dando pequeños besos en la mejilla de la mayor y entonces su nariz olfateó el perfume de la chica, pues le encantaba, posteriormente besó el cuello un poco hasta subir a la oreja de Nayeon, quien se estremeció en su lugar sin saber como reaccionar. Sin embargo siguió intentando leer su libro.

La taiwanesa atrapó el lóbulo de la oreja entre sus dientes y después depositó más besos húmedos mientras bajaba por el cuello, cuando llegó al hombro cubierto por la ropa de pijama bajó un poco la prenda, encontrándose con la tersa piel que pronto besó y con cuidado mordió ligeramente.

La coreana tembló debajo de ella, pero no hizo nada por pararla, al contrario, cerró el libro e inclinó el cuello hacia un lado para darle más espacio a la menor. Tzuyu succionó la piel del cuello con delicadeza al mismo tiempo en que sus manos se colaban por debajo de la ropa, hasta que tocaron el inicio de los pechos.

–Tz-Tzuyu…– suspiró la mayor con la voz temblorosa, la mencionada besó su mejilla –¿Quieres jugar un rato?– preguntó y tomó los senos entre sus manos –Hueles increíble– masajeó los pezones con cuidado, robándole gemidos tímidos a la menor.

Nayeon volteó la cabeza y Tzuyu aprovechó para conectar sus labios en un beso feroz, en el que ambas lenguas peleaban por el dominio.

La coreana podía sentir con su lengua de vez en cuando los filosos colmillos de la taiwanesa, junto al ligero ronroneo que esta soltaba. Tzuyu succionó el labio inferior de Nayeon, robándole un jadeo que sonaba muy indecente.

Tzuyu rodeó la areola del pezón derecho usando sus dedos, provocando en la mayor un escalofrío.

Cuando ambas terminaron el beso, se miraron mientras sus agitadas respiraciones chocaban entre sí. Tzuyu apreció el hermoso sonrojo en el rostro de Nayeon, algo que solo la emocionó más.

La pelinegra acarició las mejillas de Nayeon mientras su mirada se concentraba en los rosados labios frente a ella –¿Estás segura de esto?– preguntó con la voz agitada.

La coreana mordió su labio inferior, recordando la sensación de los colmillos de Tzuyu rozando contra su lengua y labios, por lo que inevitablemente apretó las piernas –Joder sí Tzuyu, estoy segura de que quiero hacerlo– dijo rápidamente.

La felina sonrió y besó la mejilla de la mayor para después bajar a su cuello, lugar donde aspiró el perfume de la chica –Mierda, realmente hueles bien, ese perfume tuyo me está matando, llevo días deseándote– su voz sonaba muy agitada, como si hubiera corrido un maratón.

Nayeon se percató de eso, por lo que se volteó, quedando recostada sobre su espalda, pero aún estando debajo de la taiwanesa –¿Tzuyu, te sientes bien?– llevó una mano a la frente de la mencionada y se asustó al sentir lo caliente que estaba –¡Por dios Tzuyu, estás ardiendo!– exclamó alarmada.

Tzuyu estando fuera de sí tomó la mano de la chica y la guió hacia sus labios para atrapar su dedo índice entre sus labios –Estoy ardiendo por ti– dijo mientras sus pupilas veían directamente a la sonrojada chica debajo suyo. Dejó salir el dedo de la mayor de entre sus labios solo para acercarse al rostro de la chica –Nay, dime que tú también lo sientes– pidió después de besar sus labios.

Enterró su rostro en el cuello de la mayor y metió su pierna entre las de Nayeon, quien tragó en seco –¿Se-sentir qué?– preguntó con el corazón dentro de su pecho latiendo acelerado.

La más alta alzó el suéter y la camiseta de Nayeon hasta que logró quitarselos, posteriormente se sentó sobre el regazo de la chica y se quitó la camiseta que llevaba puesta –El calor de tu cuerpo subiendo incontrolablemente hacia un lugar en específico– movió sus caderas contra las de Nayeon, restregandose.

La coreana no podía creer lo que estaba viendo, sobre todo porque Tzuyu no llevaba sostén, todo parecía estar preparado desde antes –Lo estoy sintiendo justo ahora– logró decir con la voz ahogada.

Tzuyu sonrió y tomó el dobladillo de sus pantalones de pijama para bajarlos –¿Y te gusta?– preguntó después de volver a tomar asiento sobre la mayor, solo que esta vez sin pantalones y bragas, pues no se había puesto unas antes.

Nayeon volvió a tragar en seco cuando pudo sentir la humedad de la felina contra su estómago –Demasiado– fue lo último que pudo decir antes de inclinarse a besar a Tzuyu.

Las caderas de la menor se movieron contra ella, buscando un delicioso frote que le brindaría la estimulación que su cuerpo pedía – Mgh, Nay…– dijo entre besos, la mayor bajó para besar su cuello

–¿Qué pasa gatita?– preguntó juguetona, mientras Tzuyu intentaba controlar su respiración –Nu-Nunca te he dicho… lo mucho que amo tus abdominales– susurró con la respiración agitada, la punta de sus orejas rojas y los pezones erectos.

Nayeon bajó más para atrapar la areola del pezón izquierdo –¿Así que te gustan? Debiste decírmelo antes…– jugó con el pezón, pasando su lengua alrededor de este –Pude haberte dejado montarlos desde hace mucho– sus manos acariciaron la cintura de Tzuyu.

La felina aceleró sus movimientos, buscando la liberación que tanto ansiaba. Minutos más tarde su abdomen se contrajo al igual que todo su cuerpo, haciendo movimientos espasmódicos –¡Nayeon!– logró gritar antes de dejarse caer sobre la mencionada.

Las bragas de Nayeon para ese punto estaban arruinadas debido a la excitación de escuchar a la taiwanesa llegando a su punto más alto.

Una vez que Tzuyu se recuperó bajó de Nayeon, observando la mancha de fluidos sobre la piel de la coreana, quien tomó un poco con dos dedos y los llevó a su boca –Delicioso–

Tzuyu mordió su labio inferior con timidez y después se acercó para atrapar los labios de Nayeon en un nuevo beso. La mano de la taiwanesa descendió entre sus cuerpos e ingresó por debajo del pantalón de pijama junto con las bragas arruinadas que Nayeon portaba.

La coreana rodeó el cuello de la menor con sus brazos y la atrajo más contra su cuerpo, Tzuyu por su parte tomó el pecho derecho con su mano libre, comenzando a acariciarlo cuidadosamente a la par de sus movimientos sobre el clítoris.

Nayeon tembló, sintiendo el calor en su vientre bajo volviéndose más intenso que antes a medida que Tzuyu jugaba con ella.

Los dedos de la taiwanesa tocaban el clítoris de la mayor para después descender y provocar un poco la entrada, hasta que Nayeon tuvo que parar el beso –Mierda, Tzuyu no pares– pidió para después enterrar su rostro en el cuello de la menor.

La de mirada felina decidió concentrarse en el clítoris, acariciándolo en círculos lentos pero constantes. Poco tiempo después Nayeon llegó al orgasmo, tensándose contra el cuerpo caliente de Tzuyu.

Ambas se dejaron caer en la cama, una al lado de la otra mientras sus pechos subían y bajaban debido a la respiración agitada que tenían –Te amo– se escuchó en medio de la nada.

Nayeon volteó hacia la menor –¿Tú qué?– preguntó con una sonrisa burlona, Tzuyu desvió la mirada.

–Te amo– repitió mientras un sonrojo se apoderaba de ella.

Nayeon la abrazó, alzó su flequillo y besó su frente como siempre hacía –Yo también te amo gatita– besó sus labios y ambas se sonrieron.

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