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Agust ha pasado demasiadas horas al teléfono, acordando y ordenando. El negocio está perdido y tiene un nuevo enemigo.

Pero para este punto del día, eso ya no interesa mucho, el dinero no es algo que le falte, pero su tiempo perdido es un fastidio. Aunque ahora, la razón de su molestia es otra.

Molesto consigo mismo se riñe, cuando entre sus recuerdo puede ver el atisbo de lágrimas que por un momento pudo ver en los ojos de su pequeño novio. Aquella personalidad, dulce, tierna y temerosa que solo salía a flote cuando estaban en la intimidad. Sin armas, ni robos, sin sangre o negocios turbios. En su pequeña burbuja de amor, donde todo era rosado y podían imaginar que tenían un futuro distinto a ese mundo en el que tenían que vivir.

El pequeño Park Jimin, de quién estaba profundamente enamorado desde el momento en que le encontró, acurrucado en una cama de aquel lugar de mala muerte, pidiendo por ayuda mientras era lastimado por un hombre. Luego de matar al maldito desgraciado, se había jurado proteger al bonito chico, que sollozando se había apegado a su pecho y le había pedido alejarlo de los hombres malos. Lo llevo consigo, lo cuido y mimo, se enamoró de su dulce forma de ser. Como también de aquel lado que no sabía que tenía y salió a la luz, el sensual y vivaz Kitty Gang. Él le amaba de cualquier forma, siendo Jimin o Kitty, era su vida.

A quién le prometió cuidar de todo el daño, a quien prometió guardar su secreto y jamás sacar a la luz a su lado débil delante de nadie más.

Pero entre su enojo, había pronunciado el nombre de su novio, haciendo que Kitty Gang se fuera y Jimin saliera a la luz. Había lastimado el frágil corazón del menor y estaba jodidamente enojado por eso. Kitty nunca lloraría por un sermón así, Kitty se reiría y luego de un rato iría en su búsqueda, hasta conseguir que hicieran el amor sobre su escritorio de caoba.

En cambio Jimin, el dulce Jimin. Su pequeño ángel , quién no debía ser tocado ni por la brisa del aire. Él posiblemente había comenzado a llorar, acurrucado en su gran cama color pastel, abrazado a ese gran peluche que tanto amaba.

Solo imaginarlo le rompía el corazón y le hacía maldecirse.

— Idiota, Agust, eres un idiota.

Pronto se levanta de su lugar, olvidando todos sus asuntos pendientes emprende la marcha hasta su pequeño pedazo de cielo. Una habitación que logra drenar cualquier preocupación, pues es su lugar seguro, de él y Jimin.

Cuando abre la puerta, se apresura a llegar hasta la gran y acolchada cama, esperando ver a su novio, envuelto en cobijas y sollozos.

Pero la cama está vacía. Desconcertado se acerca hasta el gran armario, dónde puede divisar a su esbelta pareja, sabe que es Kitty quién está al mando, pues los ajustados pantalones de cuero que lleva jamás serían algo que su parte Jimin usaría.

No te pongas duro, solo son pantalones, idiota.

— Kitty.

Llama, intentando que su novio le vea, pero este solo le ignora y sigue con su tarea de tomar prendas y lanzarlas sin orden en una gran maleta dorada.

El corazón del hombre más sanguinario de Seúl se hunde ante la imagen. Pronto intenta acercarse y detener al ojiverde, pero con un fuerte manotazo de la mano más pequeña, se le impide tocar la preciosa piel.

— No me toques.

Las palabras son escupidas con un tono ácido, la cólera inundando cada decibel.

— Cielo, estaba enojado. — Yoongi intenta hacerle comprender. Esperando que Jimin escuché y pueda perdonarle. O por lo menos a su estúpido alter ego que se dejó llevar por la frustración. — No es para tanto, entiendo si MinMin está triste, pero tú lo entiendes, Kitty.

Una vez más intenta tomar el brazo del pelirosa, pero este se aleja. Cuando gira sobre si mismo y observa sus ojos llenos de enojo, se da cuenta de cuan molesto realmente está.

— Te dije que no me llamaras por ese estúpido nombre mientras estuviéramos fuera. — Su mano empuja el cuerpo del mayor, haciendo que de varios y largos pasos hacia atrás.

Quién viera la escena no lo creería, la forma en que el gran y temible Agust D, que tenía fama de no tener corazón con absolutamente nadie y quien jamás se dejaba humillar, agachaba la mirada y estaba dispuesto a dejarse pisotear por el bonito chico si este así lo quisiera. Nadie nunca lo creería, ni siquiera viéndolo en persona. Pero era así, Yoongi o Agust, ambos siempre estarían dispuestos a ser pisoteados por esos piecitos enfundados en costosas botas channel.

— Cariño, un día tienes que-

Sus palabras se cortan cuando un nuevo empujón en su pecho lo hace caer sobre la suave cama, usa sus manos de apoyo y observa arriba, dónde Kitty Gang se inclina, luciendo espectacularmente enojado y precioso.

— No, no tengo que. Él va a permanecer ahí, porque es débil, no funciona en el mundo.

Kitty chasquea molesto, ante el mal recuerdo que le trae esa personalidad suelta en las peligrosas calles.

— Yo puedo cuidarle. — Yoongi intenta tomar su rostro entre sus manos, pero de nuevo falla.

— No quiero, ni siquiera quiero verte. — Se aleja del pelinegro, cruzando sus brazos en un gesto de molestia. — Eres un idiota si crees que voy a quedarme aquí, a esperar que te vuelvas a molestar y saques al jodido niño que fui, que lo dejes indefenso y le hagan daño. — Una risa sarcástica brota desde su garganta. Niega con su cabeza y se encamina a cerrar su maleta con rapidez. Asegurando que su arma este en su bota, se encamina a la salida. —Ni loco. Ese chiquillo ya ni siquiera debería existir, yo soy suficiente.

— Ji-

— No lo digas, no hablaras con él. No te lo permitiré. — Apunta con su dedo al mayor, cuando se da cuenta de lo que intenta hacer. Quiere traer a Jimin de vuelta, quiere convencerlo de quedarse y que entonces Kitty ceda un poco, porque así es como es. Kitty manda sobre muchas cosas, pero en su corazón, quién rige es Jimin. Y sabe que Jimin jamás le permitiría dejar a su adorado Yoon. — Él es un tonto, caerá de nuevo en tu mierda. Pero yo no, no te necesito para protegerme.

— No puedes irte, eres mío. — Pronto aquel lado sumiso y tranquilo de Yoongi que había estado presente durante la discusión se desvanece y Agust sale a la luz de nuevo. Aunque Agust y Yoongi no son tan contrarios como Jimin y Kitty, aunque pueden convivir al mismo tiempo. Agust siempre será el más sádico y posesivo de los dos, es quién manda en situaciones que Yoongi no podría controlar.

Se acerca al pelirosado y lo toma de la pequeña cintura, aunque esté trata de alejarse no se lo permite.

— Ah, mi lindo Gigi — Kitty habla con alegría, sintiendo cosquillas en su cuello cuando los labios del mayor recorren su piel. — Te voy a extrañar solo un poquito.

Dice en un murmullo, para luego alzar su rodilla y golpear de forma brusca la parte más sensible del pelinegro. Pronto Agust está en el suelo y Kitty Gang reanuda su marcha a la salida.

— Ponle un poquito de hielo, no quiero que se dañe, es mi bebé. — Menciona risueño sin girar la mirada y sale de la habitación.

Agust permanece arrodilla, tratando de sobreponerse del dolor. No es que sea débil como para no aguantar un golpe, pero mierda, le había dado en un lugar especial.

Cuando por fin puede pararse y está dispuesto a ir a verificar si es que realmente su Kitty piensa irse, una llamada a su celular lo distrae.

Es uno de sus guardias de confianza.

— ¿Qué mierda sucede? — Escupe molesto, creyendo que se trata de algo sobre el maldito negocio que perdió hace unas horas.

El hombre al teléfono suena solo un poco nervioso, ya acostumbrado al poco tacto de su jefe y su carácter explosivo.

Señor D, el señor Kitty Gang está por salir de la mansión y lleva una maleta con él. ¿Lo detenemos? — Con cautela murmura la situación, sin despegar sus ojos del novio del jefe, listo para detenerle si se le da la orden.

Agust espera unos segundos, saboreando la información, dándose cuenta que el chico realmente se iría. Pronto decide dejarle hacer lo que desee, porque si Kitty quiere algo, lo intentará hasta conseguirlo. — Dejen que se vaya, ya iré yo mismo por él.

De acuerdo, mi señor.

La llamada se corta y Agust sonríe, pensando en lo caliente que es su novio cuando desobedece.

— Espera por mí, bonito.

Ñeñeñeñe

Esa portada y banners me los regalaron en un concurso ok

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