Capítulo final [Pt2]
—Creo… creo que yo he ganado —musita el de cabellos castaños con mucha dificultad, seguramente a causa de no haber hablado por tanto tiempo.
—C-creí que te había perdido —responde JungKook susurrando, aún sin comprender las palabras de TaeHyung. No logra apartar su mirada de la de él, incluso tiene miedo de pestañar y que este se desvanezca, porque la realidad es que lo ha visto cientos de veces, pero siempre ha sido su mente, jugando con él.
Quiere abrazarlo, acercársele, romper esa corta distancia que los separa, pero a la vez, no puede mover ni un solo músculo.
— ¿Ya no me quieres? —pregunta TaeHyung con un tono lastimero y llevándose la mano a la altura del pecho.
JungKook niega repetidas veces con la cabeza. —Temo que desaparezcas antes de siquiera poder tocarte.
—Prometo no hacerlo —el de cabello castaño sonríe levemente y estira sus brazos hacia JungKook, quien, sin dudarlo, acorta esa pequeña distancia entre ambos y se aferra a aquellos brazos que tanto ha necesitado.
Como si hubiese estado conteniendo todas sus emociones hasta aquel preciso instante, comienza a llorar sobre el hombro desnudo de TaeHyung—. Creí… que ya no volvería a verte.
—Estuve a punto de rendirme —solloza el castaño aferrándose con más fuerza a JungKook.
— ¿Por qué dijiste que habías ganado? ¿A quién? —pregunta el pelinegro sin apartarse de aquel cuerpo tibio y suave que tanta calidez le aporta.
—El instinto felino es parte de mí, fue como luchar conmigo mismo, una lucha contra lo que yo era y lo que quería ser. Ese instinto animal es muy fuerte, pero aun como felino yo siempre estuve consiente, siempre pude pensar, razonar, observarlo todo y analizarlo, pero lo más importante, yo siempre decidía cuándo regresar a mi forma humana.
«Pero esta vez fue diferente, no… no sé que sucedió. Primero fueron pequeños cambios, comencé a dejar de ver claramente en todos los colores, luego no podía comprender lo que hablabas, eso fue lo peor, no poder entenderte, ver que cada día estabas más lejos de mí, cada día aquello me iba importando menos.
«Quise regresar tantas veces, pero no pude, simplemente no pude. Creí que quizá no me había recuperado del todo, tenía la esperanza de poder regresar en cuanto me recuperase por completo, así que no desesperé, seguí esperando con paciencia. Pero poco a poco, mi instinto animal fue ganando y mi humanidad se fue perdiendo.
Un día dejé de entenderte por completo, dejé de sentir ese amor tan fuerte que sentía, comencé a preocuparme tan solo por comer y dormir, tan solo un pequeño porcentaje de mi seguía allí, luchando firmemente, pero volviéndose cada vez más y más débil a la vez.
—Si yo hubiese sabido todo ello que me estás contando, TaeHyung yo…
—No hubieras podido hacer nada. Pero por suerte apareció ese joven en mi mente y cuando dijo mi nombre, reaccioné. Por un momento creí que había perdido, estaba rendido y débil, sobre todo cuando dejé de ver a aquel muchacho. Pero me aproveché de ese último segundo de conciencia para luchar con todas mis fuerzas, lo tomé como mi última oportunidad de resurgir, así que intenté concentrarme en todo lo vivido a tu lado, en los segundos que pasé junto a mi bebé, en todo lo hermoso que ser humano conlleva y fue ello lo que me hizo volver.
—Desearía haber podido encontrar a NamJoon antes —dice JungKook con pesar.
—Descuida, tan solo ha pasado poco más de un mes, no sé mucho quién era ese joven, pero me alegra que lo hayas llevado hacia mí, gracias.
— ¿Un mes? —JungKook se aleja unos centímetros para observar a TaeHyung a los ojos. Frunce el ceño mientras analiza todo lo que el castaño le ha dicho y ata cabos para llegar a la conclusión, de que cuando TaeHyung perdía la conciencia como humano, no reparaba en el tiempo transcurrido, ya que un gato no es consiente de ello, por eso no le sorprende que este crea que ha pasado tan poco tiempo y ahora siente miedo de decirle, teme a cómo va reaccionar, aunque… ¿Qué otra opción tiene? De todas formas se dará cuenta en cuanto vea a su hijo.
—Tengo algo que decirte —trata de prepararlo y para ello toma el rostro de TaeHyung entre sus manos y acaricia la piel con la yema de sus dedos.
Suspira.
— ¿Se trata de nuestro bebé? ¿Se encuentra bien? —pregunta el castaño alarmado.
—Nuestro bebé se encuentra en perfectas condiciones, pero, no ha pasado tan solo un mes desde la última vez que nos vimos, ha pasado algo más de tiempo.
TaeHyung frunce el ceño, JungKook está exactamente igual que siempre, quizá tengo el cabello un tanto más largo, pero no pareciese que hubiera transcurrido tanto tiempo.
—Puedes decírmelo, estaba tan débil que no es de extrañar que se me hayan pasado algunos meses.
—He estado sin ti casi dos años y medio, TaeHyung.
El castaño se queda en silencio, observando al contrario con ojos sorprendidos. ¿Puede ser ello cierto? No puede evitar dejar caer algunas lágrimas y aferrarse una vez más al pelinegro ¿Tanto se ha ausentado?
—Lo siento, JungKook —susurra haciendo un mohín—. Debió haber sido muy duro para ti.
—Ya no importa, ahora estás aquí conmigo ¿Verdad? Estamos juntos —JungKook trata de consolarlo mientras acaricia la suave espalda de su novio, el tacto es tan placentero como lo recordaba y el aroma es tan dulce, tan único ¡Cuánto extrañaba eso! —. ¿Quieres conocer a nuestro hijo? —le susurra.
— ¿Nuestro hijo? —TaeHyung se aleja unos escasos centímetros de JungKook para poder mirarlo.
—Sí, nuestro.
—No sabes lo hermosas que suenan esas palabras, nunca te había oído llamarlo así.
—Fui un tonto. Yaong es el regalo más bonito que me has dado.
— ¿Yaong?
—Oh, ese nombre le puse, pero si no te gusta puedes escoger uno tú.
—Me encanta —susurra emitiendo una muy leve sonrisa al pensar en el significado de ese nombre—. Es perfecto.
JungKook se incorpora de la cama, toma la playera más grande que encuentra y viste a TaeHyung con ella. Estos últimos años el pelinegro ha perdido mucho peso y está casi tan delgado como el castaño.
Mientras TaeHyung se acomoda la ropa con mala cara. Ya había olvidado lo incómodas que eran esas prendas de vestir humanas.
JungKook camina a pasos lentos hacia la habitación de Jin. Yaong está profundamente dormido allí. Lo toma entre sus brazos y quiere llevarlo de regreso a su habitación, pero TaeHyung no ha podido esperar y lo ha seguido.
El castaño no puede evitar dejar caer sus lágrimas al ver a JungKook con su pequeño niñito en brazos.
—Aquí tienes —le susurra para no despertarlo mientras lo deposita en los brazos del contrario, quien lo toma con suma delicadeza como si se fuese a romper.
Se lo queda observando por varios segundos y luego lo abraza, aferrándolo contra su pecho y propiciándole cientos de besos en su pequeñito rostro, brazos y manos.
—Es… es tan pequeño y hermoso, es como tú — susurra TaeHyung sin apartar la vista de su hijo.
JungKook observa la escena con un nudo en su pecho.
—Es lo más hermoso que hemos hecho juntos —este camina hacia TaeHyung y ambos se sientan sobre la cama de Jin, observando dormir al pequeño.
A lo lejos, escondido tras la puerta entreabierta, SeokJin observa aquella hermosa escena con lágrimas en sus ojos; aquellos tres, lucen como una encantadora familia. El mayor se encuentra tan feliz por su hermano.
Sin interrumpir, baja las escaleras con prisa.
¿Sería buena idea invitar a cenar al vecino? Jin piensa mientras comienza a preparar algo delicioso para comer.
—No tendremos más bebes —dice JungKook repentinamente, alejándose unos centímetros de su novio y rompiendo todo el encanto de aquel momento.
— ¿Por qué no?
—No quiero que pasemos por lo mismo otra vez.
Yaong aún dormido, sonríe levemente. El aroma de TaeHyung lo reconforta demasiado.
El castaño, sin responder, deja cuidadosamente al pequeño sobre la cama y toma a JungKook de la mano.
— ¿No lo llevarás con nosotros? —pregunta este señalando al bebé. Piensa que como TaeHyung no ha podido estar con Yaong desde hace tanto tiempo, va a querer recuperar cada segundo perdido. Tal vez despertarlo, hablarle; jugar con él.
—He estado mucho tiempo en un cuerpo de gato, necesito que me hagas sentir como un humano otra vez.
JungKook lo observa aún con sus ojos vidriosos mientras es llevado prácticamente a la fuerza hacia su habitación.
—No sabes cuánto te he extrañado —le susurra allí, mientras observa cómo TaeHyung arroja bien lejos la incomoda playera de algodón.
El castaño no responde, se limita a empujarlo sobre la cama y a unir sus necesitados labios contra los de él, quien, extrañamente, luce nervioso e inexperto, haciendo movimientos torpes como si nunca antes hubiera besado.
JungKook, con los ojos entreabiertos, separa sus labios poco a poco y se deja envolver por aquel necesitado beso. Sí; definitivamente lo que está sucediendo, no es otro de sus sueños.
TaeHyung, aún estando a horcajadas de él, comienza a desvestirlo. Lo hace tan lentamente como puede mientras acaricia la piel que aquellas telas van descubriendo.
Se aleja a cada instante para poder admirarlo y JungKook lo hace también. Se miran mutuamente y se propician caricias que queman la piel del otro, se besan hasta que los pequeños vasos sanguíneos de sus labios se hinchan y ya no pueden seguir, mas continúan, pues no quieren detenerse allí.
TaeHyung hace una leve fricción sobre aquello que tanto desea, gime bajito mientras intenta controlar su respiración que va tornándose irregular. JungKook cierra los ojos y se concentra en el leve vaivén de emociones, las cuales comienzan en su pecho y se concentran en un leve cosquilleo en la parte baja de su pecaminoso cuerpo.
El castaño se detiene, JungKook abre los ojos lentamente y ambos se vuelven a mirar, el pelinegro lleva su mano hasta el rostro del contrario y con la yema de sus dedos, contornea aquellos labios rojos e hinchados.
—Te amo —musita JungKook con dificultad debido a la excitación.
Puede sentir la humedad de su novio, quién, involuntariamente, se frota sobre su hombría.
El castaño abre la boca para responder, para decirle cuánto lo ama también, pero en ese momento JungKook se introduce en él, provocando que de sus labios salga un grave gemido, el cuál hace eco entre aquellas cuatro paredes.
Muy lentamente, JungKook continúa adentrándose en las estrechas carnes del castaño, lo hace despacio, disfrutando de aquella conexión tan especial.
No le importa no llevar protección, si TaeHyung no se encuentra en celo las posibilidades de embarazo son bajas, o al menos eso quiere creer.
El pelinegro se está sintiendo completo por primera vez en mucho tiempo, su novio llena aquellos vacíos con gemidos graves y ahogados en su oído.
TaeHyung luce como un ser celestial, tan hermoso y espléndido como siempre. Un ser celestial que se va corrompiendo día a día, quién, atiborrado de deseos pecaminosos, va perdiendo cada gramo de inocencia ante cada embestida que recibe.
El pelinegro besa aquellos labios otra vez, tan suaves y necesitados. Acaricia cada recoveco desde la coronilla de su cabeza hasta sus muslos. La piel de TaeHyung es tan suave, delicada y adictiva. JungKook posa su nariz suavemente en el cuello del contrario y disfruta de aquel aroma, aroma que es tan suyo, tan inconfundible y embriagador, mientras un exquisito vaivén se hace presente.
El castaño despide otro leve gemido y aferra sus piernas con firmeza torno al pelinegro, como si quisiese tenerlo aún más dentro de él, aunque ello sea imposible.
Ambos se disfrutan hasta no poder más, y una vez satisfechos, se abrazan, pues aún no estan listos para separarse, aunque prontamente recuerdan que ya no son solo dos.
El llanto de Yaong se hace presente provocando que TaeHyung se incorpore en menos de un segundo, tome aquella odiosa playera del suelo y se vista mientras camina a toda prisa hacia su hijo, el cuál tras verlo, hace un berrinche mucho más grande. Es de esperarse, ya que no lo conoce.
JungKook se incorpora a regañadientes, busca su ropa en el suelo y se viste para luego tomar las sábanas y colocarlas en el cesto de la ropa sucia, no quiere tener a su bebé en un cuarto apestando a sexo.
Mientras TaeHyung intenta acercarse al pequeño, no sabe cómo actuar ante él, aquellos ojitos vidriosos lo observan con temor desde un rincón de la habitación y el llanto se ha incrementado. Teme dar un paso hacia él, entonces atina a hacer lo único que se le ocurre en aquel momento. Comienza a tararear aquella canción que solía cantarle cuando este aún estaba en su vientre. Al parecer, aquello funciona. Yaong deja de llorar y se concentra en la melodía pero más aún en aquel tono de voz que tanta seguridad le da, sin saber la razón.
El castaño le sonríe y le estira los brazos, su corazón late con fuerza ante la incertidumbre, el pequeño no va hacia él. Pero aún así no se rinde.
—Yaongie, ven —musita bajito mientras le dedica una sonrisa cálida.
El pequeño duda un momento pero en seguida comienza a dar pasitos torpes hacia él, tímidamente termina aferrándose a aquellos enormes y protectores brazos que lo reciben con todo el cariño del mundo.
Yaong puede sentir otra vez ese aroma tan familiar, que no sabía cuánto extrañaba y necesitaba sino hasta ese instante. El castaño no puede contener las lágrimas, sentir cómo su hijo ha ido caminando hacia él no se compara con nada que haya experimentado jamás.
Regresa llevando al pequeño hacia la habitación de JungKook y se acuesta en la cama con él sobre su vientre, le acaricia los cabellos mientras Yaong se derrite ante cada caricia que su nueva persona favorita le propicia.
Cierra sus ojos y no tarda en volverse a quedar dormido, como fascinado, sin poder resistirse ante aquel tacto, ese aroma y aquella voz melodiosa.
JungKook sale del baño y se acuesta junto a sus dos más grandes tesoros.
—No es como yo, ¿o si? —pregunta TaeHyung mientras observa a su hijo dormir.
—Puede convertirse en gato —titubea el pelinegro. Luego hace una pausa y suspira—, no se aún si lo hace inconscientemente o a propósito, aunque claro que él no es como tú porque su genética es más humana que felina.
—Ya me contarás absolutamente todo lo que me he perdido —dice mientras apoya su cabeza sobre el pecho de JungKook. Este asiente mientras piensa para sí mismo en todos los acontecimientos que va a omitir.
Por el contrario, TaeHyung estira su cuello para llegar a los labios de JungKook y los besa dulcemente. Cuánto había extrañado aquel remolino de sensaciones que el pelinegro le causaba.
Sin duda, el amor es lo más hermoso que poseen los humanos; y él estaba más que feliz y agradecido por haber podido experimentarlo.
Fin
—
Ojalá les haya gustado esta historia, ¡Muchas gracias por todo el cariño y amor que le dieron!, espero no se sientan decepcionadas.
GRACIAS. ❤
¡Lali les ama un montón!
Si la historia les ha dejado con una leve sensación de vacío, prometo que el epílogo lo recompensará, espérenlo pronto.
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