Capítulo 30
JungKook abre los ojos sobresaltado y se sienta, puede sentir el leve cosquilleo de una gota de sudor cayendo por su frente.
Luego parpadea varias veces mientras chequea la hora en su despertador. Son las siete de la mañana y es demasiado temprano para levantarse un sábado, pero ha tenido esa horrible pesadilla otra vez.
Aún podría jurar estar escuchando las súplicas de TaeHyung en sus sueños, rogándole, pidiéndole ayuda, suplicándole entre sollozos ahogados que lo libere del cuerpo de aquel animal en el que se encuentra atrapado.
Siempre despierta en ese punto, sin lograr interactuar con él, sin siquiera poder preguntarle el cómo podría liberarle. Aunque, aquello no es tan importante teniendo en cuenta que es solo un sueño, o más bien un anhelo.
Sí, un anhelo. Pues...la idea de que TaeHyung no pueda regresar, es un tanto más satisfactoria que el que pueda hacerlo, pero no quiera.
A veces JungKook se siente un maldito egoísta por desear algo tan horrible, pero en sus momentos de crisis, es lo único que le alivia el dolor en su corazón. ¿Cómo podría aceptar que TaeHyung lo abandonó adrede?
A su lado, el pequeño Yaong duerme tranquilamente. Debe quizás estar teniendo un agradable sueño porque mueve su boquita como si estuviese degustando un delicioso dulce.
Yaong es lo único que calma a JungKook, es la cuota diaria de paz y alegría que tanto necesita.
El pelinegro se levanta muy despacio procurando no hacer ruido, ya que está consiente de que su hijo se ha dormido muy tarde debido a la fuerte tormenta que azotó durante la noche y es comprensible que necesite dormir bien para recuperar el sueño perdido. Sonríe muy levemente al recordar que TaeHyung también le temía a las tormentas, pero una vez más aquel bonito recuerdo se convierte en motivo suficiente para regresar a la cama. Repentinamente ha perdido todo interés de hacer otra cosa que no sea estar acostado ahogándose en soledad y tristeza. Es sábado, puede darse ese lujo.
[Flash back]
—Las tormentas se generan cuando el aire calentito se encuentra con el aire frío, así que la tormenta de afuera, tan solo nos está cantando que la primavera ha llegado, es tu estación favorita ¿O no?
—Pues canta horrible y no quiero escucharla. Siquiera la idea de que la primavera está llegando disminuye mi temor —TaeHyung se hace bolita entre los brazos de JungKook, aferrándose a sus prendas con mucha fuerza cada vez que un refusilo anuncia un estruendoso sonido en el cielo.
— ¿Has tenido una mala experiencia con las tormentas? ¿Alguna pirámide en Egipto atrajo un rayo cuando estabas cazando ratones? —se burla mientras lo aprieta un poquito más contra su pecho.
—N-no llueve mucho en el desierto, lo que teníamos en abundancia eran las tormentas de arena, y no, n-no sucedió nada de eso. Si yo me encontraba en mi forma de gato uh… yo corría a esconderme bajo la esfinge del dios Horus. Sí ¡Lo dije! hasta en mi forma felina le temía a las tormentas. —TaeHyung esconde su rostro en el pecho del contrario sintiéndose repentinamente avergonzado por confesar sus temores.
[Fin del Flash Back]
Aquellas palabras hacen eco en la mente de JungKook.
“Hasta en mi forma felina le temía a las tormentas”
De nuevo se incorpora de la cama, esta vez no tan cuidadosamente.
En seguida se agacha sobre la alfombra y hecha un vistazo bajo la cama, luego camina hasta el baño y enciende la luz, pero tampoco lo encuentra. ¿Estará con Jin?
Camina de puntas de pie hasta la habitación intentando recordar la última vez que ha visto a TaeHyung en su forma de gato.
Recuerda que prácticamente no se lo ha cruzado desde el día anterior, tal vez no le prestó la atención necesaria, estaba demasiado preocupado buscando recetas de medicina casera para Yaong, quien a causa de haber comido demasiados dulces, había estado toda la tarde con dolor de barriguita.
El pelinegro se sintió culpable, había sido demasiado descuidado con el bienestar de su hijo, debía cuidarlo aún más de lo que un padre promedio con un hijo común y corriente debía hacerlo, ya que si a su hijo le daba un resfriado, le dolía el estómago, se lastimaba o tenía fiebre, no podía enviarlo con el doctor.
Desconocía el cómo funcionaba el cuerpo de su bebé, temía demasiado que saliese a la luz alguna anormalidad comparada a los demás niños, eso sin mencionar que Yaong pudiera asustarse con el médico y refugiarse en el cuerpo de un pequeño gatito. No, era demasiado riesgoso.
Al abrir la puerta de la habitación de su hermano, le sorprende encontrarlo dormido, es fin de semana y es muy temprano, pero Jin siempre ha tenido la costumbre de levantarse siendo aún de noche.
Sin la necesidad de despertarlo, mira todo alrededor y se agacha para verificar bajo la cama, pero no encuentra más que revistas viejas. Silenciosamente, se da la vuelta para dirigirse a la planta baja, pero el sonido leve de mantas cayendo al suelo le hace detener sus pasos.
— ¿Necesitabas algo? —pregunta Jin somnoliento; quien ya se encuentra sentado en la cama, tallándose los ojos hinchados.
—Disculpa si te he despertado, quería saber si habías visto a TaeHyung.
— ¿A Chispitas?
— ¿Aún sigues diciéndole así?
—A veces no sé ni como nombrarlo.
— ¿Lo has visto?
—No. Al menos no desde ayer, creí que estaba contigo en la habitación. ¿Quieres que te ayude a buscarlo?
—No, continúa durmiendo. Seguro está en el patio de atrás, bajo la parrilla, a veces tiende a esconderse allí abajo. —JungKook cierra la puerta tras de sí y baja las escaleras con prisa.
Una vez en la cocina, toma las llaves de la puerta del fondo y la abre sin dejar de mirar todo alrededor.
Maldice en cuanto pone un pie sobre el césped. Este está mojado y el pelinegro no lleva calzado.
De puntas de pie, camina por el sendero rodeado de flores que Jin ha plantado armoniosa y estratégicamente para bordear el camino de piedras que lleva hacia la parrilla.
Se fija debajo y luego entre los troncos apilados para encender el fuego y al no haber rastros de él, se estira para mirar más allá de la pared de concreto, la que divide su casa con la del vecino. Pero no logra ver nada.
Ya esto había pasado una vez, TaeHyung había desaparecido durante un par de horas, hasta ser encontrado justamente en el patio de aquel vecino durmiendo bajo el limonero. Pero no, no esta vez, no hay rastros de él en ninguna parte.
Comenzando a preocuparse, JungKook entra de nuevo a la casa sin importarle en que está dejando huellas de barro sobre el suelo. No es momento para ponerse a limpiar. Camina de regreso a su habitación pensando en dónde podrá estar el felino.
Tal vez no ha buscado bien, su plan es repetir nuevamente los lugares de búsqueda, pero esta vez con más detenimiento, corriendo las cosas y tanteando todos los recovecos.
Al ingresar, enciende la luz del velador y lo coloca en el suelo para buscar debajo de la cama una vez más. Pero no, otra vez se convence de que no hay rastros de TaeHyung allí.
Justo en el instante en que comienza a dirigirse hacia el baño, escucha un leve maullido proveniente de afuera. Sintiendo un extraño dejavú, a toda prisa camina hasta el balcón.
Se queda en silencio mirando hacia todos lados, esperando impaciente a volver a escuchar otro maullido revelándole una ubicación exacta del paradero del felino. Espera por varios segundos los cuales se le hacen eternos, hasta que finalmente escucha un fuerte y claro maullido que viene del balcón de su vecino.
Se agarra firmemente de las barandillas y se estira lo más que puede para intentar divisarlo. Y allí está, aquella bolita de pelos inconfundible de ojitos tiernos color avellana está sosteniéndose contra el vidrio con ambas patitas delanteras, como si quisiera que le abran la puerta para poder salir.
¿Cómo ha llegado a la casa de su vecino?, o tal vez este lo encontró y se lo llevó adrede. En todo caso, está a punto de averiguarlo.
Toma su calzado y se dirige casi corriendo a la puerta de salida bajando las escaleras con dificultad y torpeza, intentando colocarse los zapatos sin detenerse.
Una vez en la vereda, mira una vez más hacia arriba para asegurarse de que se dirige a la puerta correcta y toca con insistencia, sin importarle que sea sábado y es demasiado temprano. Quiere recuperar lo suyo.
Segundos después, se topa con el rostro de un somnoliento moreno, quien lo observa con relativa curiosidad esbozando una leve sonrisa que enmarca unos bonitos hoyuelos.
—Mi gato está en su casa —se apresura a decir.
—Eso es imposible. Soy alérgico a los gatos, si estuviese en mi casa, ahora yo sería una sinfonía de estornudos.
—Lo acabo de ver desde mi balcón —JungKook se estira para intentar visualizar, pero no ve nada.
—Tae… —comienza a llamarlo pero en seguida cambia el nombre—. Chispitas, ven.
—Ya le dije que aquí no hay ningún gato.
—Entonces déjeme entrar y comprobar por mí mismo.
—Pues hágalo. —El joven se hace a un lado haciéndole señas a JungKook para que ingrese.
El pelinegro frena sus pasos en cuanto pone un pie dentro de aquella vivienda. Lo primero que le llama la atención, es el candelabro colgando en el techo, este le aporta al interior de la sala un aspecto lúgubre, para nada acogedor. Las cortinas levemente corridas, son largas y pesadas, está seguro que en cuanto estas están completamente cerradas, no entra ni una pizca de luz solar.
JungKook llama a Chispitas sin dejar de observar disimuladamente las tétricas decoraciones.
En las paredes hay cuadros muy extraños los cuales consisten en manchas desagradables de tonos opacos y verduzcos. A su parecer, no son más que el resultado de alguien con un fuerte resfriado estornudando estrepitosamente contra el lienzo.
Su vecino no tiene un ápice de buen gusto.
Un leve escalofrío recorre su nuca tras toparse con unas lechuzas disecadas, estas están paradas firmemente sobre la chimenea humeante observándolo todo con sus grandes ojos inexpresivos.
Sigue caminando lentamente para mirar entre las cortinas y ve una pequeña mesita como de café, similar a la que él tiene en su sala, pero en esta se encuentran cartas de tarot.
— ¡Chispitas! —repite sintiéndose nervioso mientras se asoma por las escaleras con miedo de subir a la planta alta. Nunca se ha fiado de las personas que leen las cartas o adivinan la suerte. Siempre fueron estafadores que solo querían quitarle su dinero.
En seguida escucha el sonido del cascabel acercándose y finalmente aparece Chispitas, bajando velozmente los escalones y dirigiéndose hacia él para luego dar un saltito hasta sus brazos.
—Me ha mentido —musita JungKook por lo bajo sin voltearse a ver al joven, quien aún está sosteniendo la puerta.
—Soy muchas cosas, menos un mentiroso.
— ¿Cómo explicas esto? —pregunta con un tono sarcástico mientras se da la vuelta y le enseña el felino sobre sus brazos.
—Sencillo. Ello no es un gato.
JungKook se tensa.
— ¿Disculpa?
—Hay un alma humana encerrada allí. Es un ser muy especial, fuera de este mundo y tú lo sabes mejor que yo.
—
Gracias por esperar con paciencia ¡Lo aprecio un montón!
Espero hayan disfrutado de la lectura, próximamente el capítulo final dividido en varias partes para que no sea demasiado extenso. ¿Listas?
¡Os amo!
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