Capítulo 2
Ciudad Hamsa, 11 años después
―Nyko, ¿vamos a salir durante las vacaciones de verano? ―preguntó Daine arreglándose el cabello frente al espejo del baño.
― ¡Claro! ¿Cuándo no ha sido de esa forma? ―contestó, aplicándose más brillo labial en los labios ―. Además, puede que veamos a Aki y su grupo por casualidad en sus rumbos.
― ¡Ay, Aki y sus amigos son tan lindos! ―exclamó Katazue.
―Pero siempre están juntos. Quiero acercarme a Aki un poco más ―comentó Nyko ensoñadora.
Las tres chicas salieron del baño al mismo tiempo, pero Nyko se tropezó con alguien a su espalda.
― ¡Lo siento! ―exclamó.
Nyko se sonrojó cuando el rostro de la persona a la que había pisado quedó justo a su altura. Su madre era muy alta y su papá también, así que ella destacaba a donde sea que iba. Además, sus mejores amigas eran chaparritas y eso la hacía sobresalir aún más. Pero estaba mucho más avergonzada porque el rostro que tenía enfrente era el de Aki. Sus amigos estaban a un lado suyo, riéndose por lo que acababa de suceder.
― ¿Estás bien, Nyko? ―preguntó Aki gentilmente.
―S...sí ―tartamudeó.
―Creo que la rompiste, Aki ―comentó Ryoni.
―Tal parece que va a tener que compensarle el golpe a Aki ―dijo Taomi.
Daine y Katazue estaban absortas contemplando a Ryoni y a Taomi, así que ninguna de las dos hizo algo por su mejor amiga. Aki le sonreía de oreja a oreja y ella sólo lo veía con los ojos embelesados y la boca abierta.
―Cuídate, Nyko.
Aki le acarició el cabello y le sonrió antes de prestar atención a sus amigos y continuar hacia la salida del colegio. Nyko lo observó hasta que su espalda desapareció con todos los demás chicos del colegio.
―Fabuloso espectáculo que hiciste, Nyko ―comentó Daine.
―Ustedes tampoco hicieron nada. Me vi tan tonta ―dijo, cubriéndose el rosto sonrojado.
―Tranquila, creo que no estuvo tan mal ―dijo Katazue abrazando a sus amigas por los hombros ―. Por ahora, volvamos a casa para poder planear lo que haremos durante nuestras vacaciones. Creo que tengo un buen presentimiento.
Nyko y sus amigas se separaron en algún punto del tren para cada una partir a sus casas. Nyko rememoró la escena una y otra vez. Cada que la recordaba, se quería morir. Aún podía oler la colonia de Aki en su cuerpo. La había tocado y lo único que había podido pensar fue en no derramar la baba por su boca. Llegó a casa casi flotando en una nube, la cual se reventó cuando vio a su mamá sacando unas maletas del closet.
―Estoy en casa ―anunció con poca seguridad.
― ¡Qué bien! ―gritó Maiku ―. Ven a ayudarme con esto.
Nyko dejó sus cosas en la entrada y siguió la voz de su madre, la cual provenía de su cuarto. Nyko suspiró sabiendo que aquello no iba a ser algo bueno para ella.
― ¿Mamá? ―preguntó, entrando a su habitación. La encontró sacando ropa de su closet ―. ¿Qué haces?
Nyko no podía creer lo que veía. Su madre había perdido la cabeza.
―Estoy buscándote ropa.
― ¿Y para qué? ―preguntó, exaltada ―. No me gusta que toques mis cosas, mamá.
―Vas a pasar las vacaciones a partir de mañana con tus abuelos ―contestó.
― ¿Los abuelos? Creí que los abuelos de papá habían fallecido hace años.
―No los de tu padre, con los míos.
― ¿Qué?
Nyko no entendía nada de lo que le estaba diciendo. Ella no conocía a los padres de su madre. No que ella recordara.
― ¿Están vivos? ―preguntó, altivamente.
―Pero qué grosera. Los conociste cuando eras pequeña, pero desde que nos mudamos a la ciudad, dejamos de ir a verlos.
―Yo no recuerdo nada de eso.
Maiku guardó silencio un momento. Nyko no supo por qué, pero eso era raro.
―Eras muy pequeña ―dijo, restándole importancia ―. Tu padre y yo vamos a ir a un viaje para solucionar unos negocios y no sabemos cuánto nos va a tomar, así que pasaras el tiempo en la casa con tus abuelos.
― ¡Pero si puedo quedarme sola! ¡Ya no soy una niña! ―gritó, escandalizada.
―No te quedarás sola. ¿No escuchaste cuando dije que no sabíamos cuánto tiempo nos llevaría? Podrían ser dos días o dos semanas. No hay forma de que te dejemos tanto tiempo sola. Así que, empaca tus cosas porque mañana mismo te llevaremos a su casa.
― ¡Pero mamá! ¡Ya tenía planes con mis amigas y con el chi...!
Nyko guardó silencio antes de que las cosas se le fueran de las manos. No necesitaba que su madre supiera del chico que le gustaba. No entendería. Su madre siempre había sido muy correcta y ella no era para nada así. Ella quería salir y estar todo el tiempo con sus amigas, hablar de ropa y programas de televisión y, por supuesto, de los chicos más guapos de la escuela. Todos sus planes de verano se estaban desvaneciendo más rápido que el azúcar en el agua.
―Nyko, lo siento, linda ―dijo, acariciándole el cabello ―. Esperamos poder volver para que puedas pasar el tiempo con tus amigas. Pero entiéndelo, corazón.
― ¿Y a dónde vamos a ir? Tal vez no esté tan lejos e igual pueda quedar con mis amigas ―comentó, esperanzada.
―Lamento que tus amigas no van a poder alcanzarte allá. Tus abuelos viven en el pueblo de Trennen.
― ¡¿Trennen?! ―exclamó ―. Pero eso está a cientos de kilómetros de aquí.
―Tres horas de camino, así que mañana partimos temprano.
―Mamá, pero ese lugar...dicen muchas cosas de ese pueblo. Nadie se acerca ahí.
―Pero tu madre es de ahí y tus abuelos también. Además, creo que la vas a pasar muy bien ahí. Te encantará. Está lleno de plantas y riachuelos y hay muchos lugares rústicos que puedes visitar. Y la abuela tiene una tienda de antigüedades, podrías ayudarle ―sonrió.
"¿Antigüedades? Yo muy a la moda y voy a estar rodeada de lo que más odio: vejestorios, cosas sucias y naturaleza", pensó Nyko malhumorada.
―Pero, mamá...
―Nada de peros. Anda, haz las maletas que yo tengo que hacer las de papá y la mía ―le dio un beso dulce en la frente y la dejó sola con su tiradero.
Nyko tomó su teléfono y rápidamente les escribió a sus amigas para relatarles su gran desgracia. Ella era una chica de ciudad, no una chica de pueblo. Entre semana usaba su uniforme nada lindo que intentaba arreglar con algunos toques femeninos, pero los fines de semana aprovechaba para mostrar toda su feminidad. Tacones altos, cabello arreglado, vestidos y faldas, maquillaje de revista y un bonito bolso que combinara. Ahora todo eso parecía que no tendría fruto ni luciría en un pueblo como el de Trennen.
―Pero ¿qué se supone que harás allá? ―preguntó Daine nerviosa.
― ¡No lo sé! No quiero ir, pero mi mamá no me permite quedarme sola.
―Intentaremos marcarte todo el tiempo para que no estés aburrida ―comentó Katazue ―. Y si vemos a Aki, le tomaremos fotos para enviártelas.
―Creo que había dicho que saldría también. Pero, si lo vemos, no dudes que, por ti, no le perderemos la vista ―dijo Diane.
―Gracias, chicas. ¿Qué haría sin ustedes? ―lloriqueó.
―Pero eso es muy raro. ¿Por qué tu mamá de repente te manda con unos abuelos a los que nunca has visto? ―preguntó Katazue.
―Mi mamá dice que conviví con ellos cuando era pequeña. Debe ser cierto, porque llegamos a la ciudad de Hamsa cuando entré a la primaria, pero no recuerdo mucho de eso. Ni siquiera sé cómo se ven.
―Tal vez deba ser porque estabas muy pequeña. Yo recuerdo mucho de mis abuelos a pesar de solo haber convivido con ellos cuando era pequeña. Puede que ni siquiera hayas convivido mucho con ellos, por eso no los recuerdas ―explicó Daine.
―Sí..., puede ser...
―Pero no te preocupes, ¿okey? Verás que el tiempo se pasará rápido y podrás volver a ver a Aki nuevamente, aunque sea en la escuela.
―Sí...
―Te queremos ―dijeron ambas antes de colgar.
―Y yo...
Nyko suspiró resignada. Pasaría sus primeras vacaciones lejos del primer chico del que se había enamorado. Odiaba la situación en la que estaba. Nyko quería a sus padres porque trabajaban muy duro como abogados, y nunca le había faltado nada, pero cuando solían viajar lo hacía uno o el otro, no los dos juntos. Así que ese caso tenía que ser bastante importante como para que ambos fueran. Caía justo en su aniversario de bodas, razón por la cual pensaba que querían festejar lejos de su hija sin tener que preocuparse de que ella estuviera por ahí o tuvieran que regresar a casa temprano.
De igual forma, ahora no tenía más opción que empacar sus ropas y sus cosas para poder partir al infierno de sus vacaciones en el dichoso pueblo de Trennen.
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