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Veinte

Seungmin se removió incómodo en su cama. Se despertó sudando frío, su cuerpo temblaba, pero no podía moverse por voluntad propia.

—¡Ayuda! —gritó, pero ni siquiera abrió la boca.

Solo podía mover sus pupilas. Miró alrededor, estaba oscuro, pero las siluetas le eran familiares, era su cuarto. Una sombra se arrastró lento desde una pared hasta el borde de su cama.

Cerró los ojos con fuerza y contó hasta diez.

Cuando abrió los ojos, la sombra ya no estaba al borde de la cama. Ahora se cernía sobre él, como un manto denso y pesado que robaba el aire a su alrededor. Quería gritar, pero su garganta estaba atrapada en un silencio agónico.

—¡Ayuda! —intentó otra vez, desesperado, pero su voz no salió. Solo un leve zumbido llenaba la habitación, vibrando en sus oídos como una advertencia.

La sombra comenzó a murmurar algo, un sonido incomprensible, como si muchas voces hablasen a la vez. De repente, todo su cuarto cambió. Las paredes parecían derretirse y transformarse en los pasillos del instituto Yet To Come, pero estaban destrozados.

El aire olía a quemado. Había humo, escombros, y lo que parecían manchas de sangre en las baldosas. Una grieta enorme partía el suelo en dos. Seungmin intentó mover sus brazos, sus piernas, cualquier cosa, pero seguía paralizado.

Al fondo del pasillo, una figura se alzaba entre las llamas. Tenía una silueta que reconoció de inmediato: Chan. Estaba de pie, mirando fijamente hacia él, con el rostro cubierto de hollín, pero sus ojos... sus ojos estaban llenos de algo que Seungmin no había visto antes: frialdad.

—Esto es tu culpa, Seungmin —dijo Chan, su voz resonando como un eco profundo y hueco.

El corazón de Seungmin latía con fuerza, queriendo romperle el pecho. Sacudió la cabeza, desesperado por negar las palabras. Intentó gritar que no era cierto, pero entonces el techo comenzó a derrumbarse. Fragmentos caían, las paredes se cerraban. Todo se comprimía.

Hyunjin apareció junto a Chan, con una expresión aterrada, negando entre gruesas lágrimas.

—¡No! —quiso gritar, pero el sonido estalló solo dentro de su mente.

Una explosión repentina iluminó todo, cegándolo. Seungmin sintió un dolor profundo en el pecho, como si algo lo estuviera desgarrando desde dentro.

De pronto, estaba otra vez en su cama, jadeando y empapado en sudor. Podía moverse ahora, pero el temblor en su cuerpo no cesaba. Sus ojos se dirigieron al reloj en su mesa de noche: las 3:17 AM. Todo estaba quieto.

Pero cuando miró hacia la pared, ahí estaba otra vez. La sombra. Se quedó mirándolo, inamovible, como si le estuviera recordando que aquello no era solo un sueño.

🏵🏵🏵

Jeongin tamborileaba los dedos sobre la mesa principal de su casa, mirando a Seungmin con una mezcla de curiosidad y preocupación. El castaño llevaba la misma ropa que la tarde anterior, y aunque trataba de disimularlo, su rostro pálido y los círculos oscuros bajo sus ojos delataban que no había dormido.

—Entonces, ¿quieres decirme qué pasa? —preguntó Jeongin, apoyando la barbilla en su mano—. Porque claramente algo te tiene mal. Y no me vengas con el típico "nada".

Seungmin, que había estado mirando fijamente sus manos, tomó aire con fuerza. Intentó hablar, pero las palabras parecían atoradas en su garganta. Finalmente, sacudió la cabeza y murmuró:

—Tuve... un sueño.

Jeongin arqueó una ceja.

—¿Un sueño? ¿De esos en los que sales desnudo frente a toda la escuela? Porque, la verdad, eso no me suena tan grave.

—No es gracioso, Jeongin —replicó Seungmin, con la voz tensa.

El rubio se enderezó, alarmado por el tono de su amigo.

—Ok, perdón. Dime.

Seungmin cerró los ojos por un momento, como si revivir lo ocurrido la noche anterior lo asustara aún más.

—No podía moverme. Estaba en mi cama, pero había... algo en mi cuarto. Una sombra. Y luego, de repente, todo cambió —se detuvo, tragando saliva. Sus manos temblaban levemente mientras continuaba—. Era el instituto. Pero estaba destruido. Había fuego, humo... todo cubierto de escombros.

Jeongin no dijo nada, pero su expresión se volvió seria.

—Y... vi a Chan. Estaba en medio del desastre, y me culpaba. Entonces apareció Hyunjin llorando desgarradoramente —Seungmin apretó las manos sobre la mesa, sus nudillos poniéndose blancos—. Fue tan real, Jeongin. Como si... como si realmente estuvieran allí.

El silencio cayó entre ellos, rotó solo por el sonido de las hojas, moviéndose con el viento fuerte fuera de la casa. Jeongin lo miró con atención, inclinándose hacia adelante.

—¿Crees que significa algo? —preguntó con cautela.

—No lo sé. Pero no fue solo un sueño, estoy seguro. Fue como... una advertencia. —Seungmin levantó la mirada, sus ojos brillando con desesperación—. No puedo quitármelo de la cabeza. El fuego, el instituto, Chan, Hyunjin...

Jeongin frunció el ceño, claramente desconcertado. Después de un momento, suspiró.

—Minnie, sé que esto te suena aterrador, pero tal vez fue tu mente jugando contigo. Después de lo de ayer con Chan... bueno, tiene sentido que tu cabeza esté un poco revuelta, ¿no?

—No es solo por Chan. Esto... esto era algo más. Lo sentí. —Seungmin pasó una mano por su cabello, frustrado—. No sé qué hacer, Jeongin. Estoy aterrado.

El rubio lo observó con cuidado, dejando que las palabras calaran. Luego, con un suspiro, habló.

—Ok, no sé si esto sea solo estrés o algo más grande, pero... ¿Por qué no hablas con Hyunjin?

Seungmin parpadeó, confundido.

—¿Hyunjin? ¿Por qué?

—Porque —hizo una pausa—, no sé. Además de que es bueno escuchando a las personas, quizás porque apareció en tu sueño, y no creo que sea conveniente hablarlo con Chan —explicó—. Además, también se nota que se preocupa por ti. A su manera rara y silenciosa, claro. —Jeongin sonrió, intentando aliviar la tensión, pero luego volvió al punto—. Tal vez te ayude hablar con alguien que no sea yo. Alguien con otro punto de vista.

Seungmin dudó, su mirada fija en la mesa.

—No estoy seguro... No hemos hablado tanto, y tampoco quiero que piense que estoy loco.

—Por favor, Minnie. Hyunjin pensó una vez que un espejo roto en el baño era un portal a otra dimensión. Creo que puede manejar esto. —Jeongin rio suavemente—. En serio. Dale una oportunidad. Lo peor que puede pasar es que no te escuche y... ya.

Seungmin asintió lentamente, aunque seguía sin estar convencido.

—Tal vez tengas razón...

Jeongin sonrió ampliamente, dándole una palmada en el hombro.

—Por supuesto que la tengo. Siempre la tengo. Ahora, vete. No quiero verte más con esa cara de zombi deprimido. Es escalofriante.

Seungmin dejó escapar una risa suave. Aunque todavía estaba nervioso, había algo reconfortante en las palabras de Jeongin.

—Eres un gran amigo, Nini.

—Lo sé, nené, lo sé.

🏵🏵🏵

no sé como llegue a esto que parece thriller, pero en fin, editaré el año que viene los errores y tal. Tenía como meta terminar esta historia este año, pero pasaron tantas cosas, que más bien estoy agradecida por seguir viva jsjs. El año que viene la terminare con seguridad, si o si.

Que el  2025, sea un año increíble, que todos estemos bien y seamos más felices.

(Viva SKZ diomioooooooo, son lo mejor que me ha pasado desde el 2018 /llora/)

Gracias por leer~

~OurTheStars~

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