OO3
❇ Tragic lovers
❇ 2050 palabras
[✏] ; las lágrimas no eran lo suficientemente valientes como para expresar un dolor...
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Asqueroso.
Repulsivo.
Inmoral.
Esas eran algunas de las palabras que pensaban las personas cuando veían pasar a YoonGi y Jeongguk tomados de las manos. Una pareja de chicos que sólo intentaba amarse sin sentir miedo... Pero su amor no fue lo suficientemente grande como para luchar contra los padres de Min, quienes al enterarse de ese error que cometió su hijo, inmediatamente tomaron una decisión, que más qué buena, fue una enorme apuñalada para aquellos enamorados.
Siendo separados a la fuerza... Aunque ellos se amarían sin importar los kilómetros que lo separaran.
Las lágrimas no eran lo suficientemente valientes como para expresar un dolor, y eso Jeongguk lo sabía. Él se había mantenido fuerte en frente de su novio, no derramando ninguna gota. Y no era que no quería, sino que no podía... Simplemente se quedaba disfrutando de los últimos momentos.
Pero este momento ya no era para disfrutar, ahora era cuando estaba en su habitación, con la luz apagada, acostado en su cama mirando la luna por la ventana y dejando todos esos sentimientos que no pudo demostrar frente a la persona que amaba. Sabiendo que al amanecer su novio se iría del país al abordar ese avión.
Y con los ojos llenos de lágrimas y la rabia corriendo por su cuerpo, golpeó la almohada ya mojada por todas esas gotas de dolor. Eso no era justo. No era justo que otros decidieran por ti. Pero eso, a la sociedad le importaba poco.
Lágrimas y dolor... ¿qué otra cosa hacía falta para terminar esa receta de sufrimiento? ¡Claro! ¡Promesas! Porque eso se haría que se alargara más el sufrimiento, pero al final habría una esperanza que por muy pequeña que fuera siempre estaría ahí. Y tal vez eso es lo que necesitaba Jeongguk, antes de que YoonGi se fuera.
Tomando un suspiro, dejó de golpear la almohada, cansando de todo. Con lo único que deseaba era poder dormir y despertar de aquella pesadilla. Pero él sabía que eso no sucedería, eso no era un cuento de hadas en el que los dos príncipes vivirían felices para siempre. No, la realidad era que YoonGi ni él eran príncipes y que las hadas no existían y tampoco había polvos mágicos para hacerlos aparecer en un lindo mundo donde puedan amarse sin el temor de ser juzgados.
Cerró los ojos por un momento, poniendo sus manos encima de su rostro, permitiéndose volver a desahogarse de la única manera que conocía, dejando que su llanto abrazara a la luna.
Pero un sonido en su ventana hizo que enseguida descubriera su rostro. Asustado y con lágrimas corriendo por sus mejillas, asomó su cabeza por la ventana, sorprendiéndose al encontrar a su novio, quien le sonreía y le saludaba con su mano.
Jeongguk miró extrañado a su novio, no creyendo que estuviera ahí, pero sólo fue ver de nuevo esa hermosa sonrisa de él, para salir de su cama e ir corriendo escaleras abajo.
Y aún con lágrimas derramándose por sus mejillas sonrojadas, abrió la puerta, encontrándose a su mayor. Los dos se miraron por un momento, sabiendo que esa noche fría sería la última vez que se verían.
Y sin esperar un minuto más, YoonGi camino hasta su novio hasta tomarlo en un abrazo, hundiendo su nariz en el hueco del hombro y el cuello del menor, aspirando ese aroma semejante a la vainilla. Los dos cerraron los ojos, creyendo que ese momento duraría para toda la eternidad, pero ellos sabían que no era así. Y por más fuerte que fuera ese abrazo, jamás llegaría ser igual de fuerte que esas ganas de separarlos y verlos sufrir.
De pronto un sollozo salió de los labios del menor, siguiendo otro, y otro, hasta que ya no pudo más y terminó en llanto sobre el hombro de su novio, quien no podía seguir escuchando aquello, pues parecía si alguien le estuviera apuñalando.
—Bebé... —llamó YoonGi, tomando con su mano izquierda el rostro del menor— ya no llores, sabes que no me gusta verte derramar lágrimas.
Jeongguk asintió al pedido de su novio e intento tranquilizarse, al mismo tiempo que se acurrucaba en la mano que acariciaba su piel.
Y sin decir algo más, Jeongguk deshizo el abrazo y tomó la mano de YoonGi para entrelazarla con la suya y guiarlo hasta su habitación, todo entre las penumbras y el silencio de la madrugada. Una madrugada que compartirían juntos, pero al final se separarían.
Al abrir la puerta, fueron recibidos por el brillo de la luna y abrazados por la oscuridad de la noche. Se miraron a los ojos, y como si de imanes se tratasen, acercaron sus rostros, juntando sus frentes, rozando sus labios. Jeongguk fue el primero en cerrar sus ojos, acariciando la nariz de su novio con la suya, mientras tomaba con más fuerza el agarre de su manos. YoonGi también cerró los ojos e hizo un amago de tomar las labios del menor con los suyos, pero se quedó ahí, congelando el momento, mezclando sus respiraciones.
Y fue YoonGi quien rompió el agarre de sus manos, tomando con las suyas la cintura del menor para empezar a dejar caricias. Jeongguk dejó por un momento las caricias con su nariz y pasó a darle un tranquilo beso en los labios a YoonGi, siendo correspondido enseguida. Un beso tan suave y delicado, que no pareciera que fuera uno de los últimos.
Las manos de Jeongguk poco a poco fueron subiendo por el pecho del mayor, acariciando a su paso, hasta llegar al cuello.
Besos y más besos eran una de las mayores caricias que hasta el momento se podían proporcionar. Pero ellos querían más, querían estar juntos, unidos.
De pronto la ropa fue siendo un impedimento de seguir acariciando el cuerpo contrario. Por lo que entre cada beso y cada caricia una prenda iba cayendo al suelo; no sintiendo ni una pizca de frío al estar ya completamente desnudos.
—Te amo, por favor no lo olvides —rogó el mayor, dejando con sus labios ligeros toques en el cuello de Jeongguk.
¿Cómo ese momento de amor podía ser algo tan doloroso? Claro, era su despedida. ¿A quién no le dolería dejar ir al amor de su vida y solo tener esa noche para demostrarse todo lo que se aman?
Difícil, ¿cierto?
Por lo que las lágrimas en Jeongguk ya se escurrían como los besos de YoonGi en su pecho. Algo tan placentero y doloroso, que sólo quedaba cerrar los ojos y disfrutar el tenerlo aún con él, porque sabía que se iría al amanecer.
Y como si no existiera la lujuria en ese momento, sino sólo el amor y afecto para poder unir sus cuerpos y estar juntos una última vez, se acostaron en la cama, dejando más que caricias y besos.
Se miraron por un momento a los ojos, apreciando que los dos ya estaban derramando lágrimas y sin más, se besaron, con desespero, dolor y todos esos sentimientos que ya no podían ser gritados a los cuatro vientos.
La luna brillaba cada vez más, anunciando que ya estaban en el clímax de la noche, donde las sombras serían sus protectoras durante ese instante y era el momento en el que ellos tenían que ser uno.
Y, entre besos, YoonGi supo que ya era el momento de estar dentro de su amante, por lo que con su mano la fue deslizando entre sus cuerpos y tomó con delicadeza el miembro de su novio, acariciándolo, no dejándolo de besar.
Con leves gimoteos saliendo de los labios de Jeongguk, interrumpiendo el beso, empezaba a salir las primeras gotas de líquido preseminal, haciendo más fácil para YoonGi acaricias la punta.
—Y-YoonGi... —Jeongguk suspiró su nombre, cuando dejó sus labios por el camino de besos hasta su cuello— te necesito.
Hablo con un hilo de voz, teniendo las lágrimas secas en sus mejillas, olvidándose por un momento que sería la últimas ve estando juntos.
YoonGi no dijo algo, simplemente deslizó su mano del miembro de su novio hasta su entrada, donde tanteó y acarició. Y mientras trataba de introducir el primer dedo, miraba con sus ojos gatunos el hermoso rostro de Jeongguk, quién se encontraba con los ojos cerrados y los labios rojos y entreabiertos, algo que causó él y que no quería que lo hiciera alguien más.
—Te prometo que regresaré —habló el mayor, terminando de instructor el dígito, escuchando el gemido que soltó Jeongguk.
Jeongguk en ese momento sintió su corazón latir más de prisa, abriendo los ojos y dándole una bella sonrisa a su novio. Y de nuevo, derramando lágrimas.
—Te a-amo —murmuró el menor, sintiendo como otro dígito se abría paso en su interior—. Te amo tanto.
Sus ojos brillaron tanto como la luna, gritando la verdad de las palabras, aceptando que en ese momento dolían como una daga en medio del pecho.
Y no pudiendo más, YoonGi volvió a besar a su novio, sintiéndolo temblar bajo su tacto, tratando de memorizar todo ese amor que se juraron en los últimos dos años, demostrándolo en ese momento.
Los besos se fueron convirtiendo en ligeras mordidas y lamidas conforme iba bajando YoonGi hasta el cuello y las clavículas del menor, quien no podía hacer algo más que gemir. YoonGi besaba y marcaba como si tuviera miedo de que alguien más fuera capaz de profanar ese cuerpo como él lo hizo, una vez que se fuera. Y no lo iba a permitir, Jeongguk era de él y él del menor. Lo prometieron.
Y llegó el momento en el que Jeongguk estaba más qué listo para decir al mayor, que sacó sus dedos con cuidado, viéndolo directamente a los ojos. Se acomodó en la entrada de Jeongguk tomando con su mano la punta de su miembro, empujándolo adentro. En ese instante los dos no pudieron evitar gemir de placer; YoonGi sintiéndose aprisionado por las paredes calientes del menor y Jeongguk sintiendo al mayor adentro de él.
Pronto sus manos se unieron arriba de la cabeza de Jeongguk, quien aún no dejaba de soltar pequeñas lágrimas; cosa que no le gustaba a YoonGi, pero aún así no intentaba quitarlas porque sabía que nacerían mas.
YoonGi miró a su novio y besó su frente, sus párpados, su nariz y terminó el recorrido en su boca, donde dio inicio a los movimientos de su cadera, entrando y saliendo del menor con lentitud. Los dos suspiraron entre el beso mientras los movimientos aumentaban de velocidad, pero que aún así se sentía que estuvieran haciendo el amor.
—¡Yoonnie! —nombró Jeongguk sintiendo que en cualquier momento podría explotar en el éxtasis del orgasmo.
YoonGi mordió sus labios y apreció los gestos de Jeongguk, quién se removía en la cama y gemía sin parar, diciendo su nombre. Y eso fue la suficiente inspiración para que Min tocara aquel punto donde hacía al menor arquearse y gritar por más, delirando del placer.
Los movimientos de YoonGi fueron más rápidos y certeros, causando que el menor fuera un manojos de suspiros, gemidos y agudos gritos pronunciando el nombre del mayor.
—Bebé, estoy a punto —dijo YoonGi entre gruñidos, sintiendo con la punta de sus dedos el orgasmo.
—Córrete dentro mío —pidió Jeongguk, entreabriendo los ojos con sus mejillas sonrojadas.
Y solo fue cuestión de que YoonGi diera dos estocadas más, para que él, como Jeongguk, explotaran en el orgasmo.
Y con suspiros de cansancio y lágrimas, se miraron a los dos, sabiendo que todo había terminado.
—Lo siento —habló YoonGi, con la voz rota y sus lágrimas cayendo al rostro del menor—. N-no pude evitar que nos separaran.
En ese momento rompió en llanto, sintiendo toda la culpa consumirlo.
A Jeongguk se le oprimió el pecho de tan solo ver a la persona que ama de esa manera tan lastimada. Y, cuando menos se dio cuenta, ya tenía al mayor entre sus brazos, quien intentó esconder su rostro en el cuello del menor.
—No, no lo es.
—Sí, lo es —dijo YoonGi entre sollozos—, pero te prometo que cuando regrese, jamás nos separaran de nuevo. Es una promesa.
—Es una promesa —repitió el menor, abrazando con más fuerza al mayor, sabiendo que dentro de unas horas, ya no estarían juntos.
Siendo así, que la oscuridad poco a poco los iba soltando.
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