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❇ School!au
❇ 1736 palabras.
[✏] ; ¿Escuchaste? Se dice que el profesor de música está saliendo con un alumno.
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Jeongguk se detuvo en seco en medio del pasillo, cuando escuchó aquel alumno decir -casi gritando- que el profesor de música está saliendo con un alumno... Esperen un momento, él no es un estudiante, es un docente... Entonces, significa que no estaban hablando de él. Wow, ¿qué?
Frunció el ceño y volteó la cabeza, buscando con la mirada al infame que osa decir aquella gran mentira en frente de él. Pero no encontró a nadie, solo estaba él en ese pasillo.
Y con el ceño fruncido fue caminando hacia el salón de música, aquel donde seguramente se encuentra SU paliducho, porque sólo es de él. Y como hombre gay que se respeta, no dejará que un simple muchachito, le quite a su macho. No señor, o se deja de llamar Jeon Jeongguk, el baby b... No, mucha información. Pero bien, el punto quedó claro; Min YoonGi es de Jeon Jeongguk y sólo de él. Ok? Ok.
Y ya teniendo en claro aquello, Jeongguk llegó a la puerta abierta de aquel salón con instrumentos musicales. Se quedó ahí de pie, viendo como los alumnos ya estaban recogiendo sus cosas. Pero le quitó interés a eso y de nuevo movió su mirada hasta encontrar a su macho. Sonrió en grande al encontrarlo sentado en su escritorio, revisando, lo que suponía eran partituras. Con su cabello negro que caía con fluidez sobre su frente y parte del armazón de los lentes que estaba utilizando.
Sexy. No pudo evitar pensar en aquella palabra al ver al azabache... Aunque eso sucedía muy, muy, pero muy seguido, incluso si el mayor tuviera algo entre los dientes, para Jeongguk, Min YoonGi era alguien muy sensual y caliente. Y quien dijera lo contrario se las vería con él y una silla, que seguramente terminaría más rota que tus esperanzas por aprobar la materia.
Pero, volviendo a nuestro punto principal, en donde Jeon se ha quedado como un idiota viendo al profesor de música y no sabiendo qué hacer. Era aquel momento donde sólo quedaban ellos dos.
Era momento de actuar.
—Pensé que te quedarías ahí parado sin venir a mí —habló el mayor, aún revisando las hoja sobre sus manos, escuchando como el menor cerraba la puerta y le ponía seguro.
YoonGi dejó las hojas sobre su escritorio, junto con sus lentes y despeinó su cabello, viendo entre sus mechones azabaches a su dulce novio.
Jeongguk no habló, sólo se recargó en la puerta, con las manos atrás, y admiró a su novio, soltando un suspiro, viendo cada movimiento que hacía.
—¿No piensas hablar? —se levantó de su silla y rodeó su escritorio, para poder apoyarse en el filo, viendo con sus ojos penetrantes a su menor—. ¿Qué sucede, Gukie?
Preguntó de nuevo Min, frunciendo un poco el ceño, cruzándose de brazos sobre su pecho, marcando un poco sus brazos, al tener las mangas alzadas. A Jeon, por un momento, se le cortó la respiración y apartó la mirada, sintiendo sus mejillas calentarse.
Jeongguk se mordió el labio inferior, no sabía qué decir.
—Bebé, ven aquí —habló de nuevo el mayor.
Jeon levantó la mirada de forma sumisa y caminó con pasos lentos hasta quedar frente a su amante.
—¿Ya piensas contestar o tendré que sacar las palabras de tu boca? —dijo Min, pasando su mirada de los ojos del menor a su labios.
Jeongguk se quedó callado y no movió algún gesto de su rostro, de cierta forma quería que su novio le sacara las palabras.
Y sin más preguntas, YoonGi -con una sonrisa formándose en sus labios- tomó por la cintura al menor y acarició la zona por encima de la ropa. Jeongguk hizo un puchero en su labio inferior, colocando de a poco sus brazos alrededor del cuello de su novio, disminuyendo el espacio que separaba sus cuerpos. Pronto sus rostros estuvieron más cerca, con sus respiraciones chocando y sus labios rozándose.
Se miraron por largos segundos directos a los ojos, como siempre solían hacer; gritando más fuerte de lo que su propia voz podría entonar. Algo que era magnífico, inefable si lo quería traducir a palabras. Algo que solo ellos podían llegar a entender.
Pronto sus labios de los roces pasaron a las caricias, jugando también los suspiros, ocasionando cosquillas y pequeñas sonrisas. Besos que se tornaron con más intensidad, porque ambos lo quisieron así.
A este punto era difícil detenerse, además de que ellos no querían hacerlo.
Pero, poco a poco fueron separando sus labios para tomar oxígeno, mirándose a los ojos, sin querer apartarse uno del otro. Hasta que el mayor empezó a dejar ligeros besos en las mejillas de Jeon.
—YoonGi... —susurró el menor en medio de un jadeo, sintiendo como las manos de su mayor apretaban con más fuerza su cintura—. Está corriendo un ru-mor —jadeó de nuevo, cerrando los ojos, dejándose llevar por los besos húmedos que le estaba dando su novio a lo largo de su mandíbula—, de... de que estás... saliendo c-on un es-tudiante.
Mordió su labio, evitando que un gemido saliera de su boca. Ahora sintiendo como YoonGi recorría su cuello dando pequeñas mordidas. E, inconscientemente puso sus manos en los hombros contrarios en busca de apoyo, sintiendo que en cualquier momento sus piernas le fallarían.
—Es verdad —contestó YoonGi, aún sin detener los besos y las mordidas. Jeongguk tembló ante la respuesta, dispuesto a separarse del mayor, pero éste no lo dejó, abrazándolo con más fuerza—, estoy saliendo con mi estudiante, que también es un maestro de artes visuales, al cual le enseño a tocar el piano. Y canta jodidamente hermoso.
Jeongguk sonrió al escuchar por completo al mayor, satisfecho por oír esas palabras, sabiendo que son verdad.
—¿Y ese estudiante es más sexy que yo? —preguntó el menor, siguiendo el juego de su novio. Ahora solo sintiendo la respiración del mayor chocar contra su piel, su nariz haciéndole cosquillas en el cuello y las vibraciones de su risa.
—Ni te imaginas cuánto; ese mocoso es la lujuria en persona —respondió YoonGi, alzando la mirada, encontrándose los ojos de su conejito.
Jeongguk se mordió el labio inferior y se acercó a los labios del azabache, rozándolos sin intención de juntarlos por completo, tentando al mayor.
—¿En serio ese mocoso es más sexy que yo? No lo puedo creer —Jeongguk susurró con fingida indignación, suspirando, sintiendo las manos de YoonGi acercándose a su trasero—. Te aseguro que soy mucho mejor que él.
—Hum... Lo dudo —dijo YoonGi, comenzando a apretar las mejillas traseras del castaño, vengándose porque éste aún no lo ha besado—. A él le encanta saltar sobre mi polla y gritar mi nombre cuando está en el orgasmo, después de una clase de piano.
Min sonrió, apreciando los gestos de Jeongguk; el como entrecerraba los ojos y mordía sus labios, disfrutando de sus caricias, era el éxtasis para sus ojos.
Guk, como pudo, mantuvo sus ojos abiertos, teniendo un cierto brillo en ellos, aún sin dejar de morder sus labios, ahora ya rojos y un poco hinchados. Pero no lo pudo evitar más y se abalanzó a los labios de su mayor, siendo correspondido al instante.
—Yo puedo saltar más; no por nada soy tu conejito —dijo Jeon entre medio del beso, tomando por los cabellos a su amante.
YoonGi no contestó, solo se limitó a invertir posiciones sin romper el beso, acomodando a Jeongguk encima del escritorio. Y cuando el menor estuvo sentado, atrapó entre sus piernas la cadera de Min, acercándolo a él, rozando sus miembros, provocando que ambos soltaran un gemido.
Pronto la camisa blanca de Jeongguk fue siendo desabotonada por sus temblorosas manos, sintiendo como YoonGi simulaba estocadas, tomándole por las caderas y besando sus labios, haciéndole suspirar.
No lo dudaba, estaba en el mismo paraíso.
Enseguida jadeos y gemidos se escucharon más alto, junto con el chasquido de los besos húmedos, haciendo una hermosa melodía que YoonGi haya escuchado.
Teniendo sus miembros totalmente erectos, la fricción se hacía cada vez más dolorosa, al aún tener tela que los separa piel con piel.
—YoonGi, te necesito —gimió el castaño, arqueando su espalda, sintiendo los labios de su novio viajar de su boca a su pecho, succionando su pezón izquierdo.
Jeongguk agarró con más fuerza los hombros del mayor, sintiendo como empezaba a morder su botón; adorando todo, por siempre ser complacido. Pero él no se quedaría atrás, por lo que con una mano trató de sujetarse, mientras que la otra la deslizaba entre medio de sus cuerpos y, como pudo, metió su mano en el pantalón del mayor, intentado acariciar la punta, sintiendo sus dedos mojarse, haciéndole más fácil su trabajo. Ahora no era el único disfrutando, con YoonGi gruñendo y jadeando y él gimiendo y suspirando, significaba que lo gozaban los dos, no sólo uno.
Y al momento en el que YoonGi pretendía desabrochar el pantalón de su conejito, alguien entró por la puerta sin tocar -o tal vez sí lo hizo, pero eso no importaba-, ahora arruinando toda esa atmósfera de lujuria. En ese momento trató de cubrir el cuerpo de Jeongguk con el suyo, pues era su cuerpo que estaba más expuesto.
Y quien entró, había sido un estudiante con audífonos, que al ver la escena frente a sus ojos, se dio media vuelta.
—Lo siento, no vi nada —trato de decir el chico de una manera rápido y muy nerviosa, avanzando con pasos rápidos hacia la puerta, cerrándola enseguida al salir.
YoonGi y Jeongguk se quedaron en shock, aún no asimilando de que los habían pillado en plena acción, apunto de follar. Se miraron a los ojos y se preocuparon. ¿Qué sucedería si sus superiores se enteraban de su relación, además de que estaban apunto de follar en una aula de clases?
Pero otra enigma era: ¿Cómo es que entró, si Jeongguk le había puesto seguro a la puerta?
Bueno, eso no importaba mucho, porque ahora tenían uno, o tal vez dos, o quizás tres problemas que resolver.
Tal vez tendrían que posponer esa follada para después, ahora tendrían que ir a hablar con ese muchacho, que al parecer quedó traumado por casi presenciar una porno gay en vivo.
Está bien, la búsqueda de un psicólogo, una explicación y una masturbada -porque sí, aún se quedaron con las ganas- sería lo ideal para arreglar sus problemas.
Pero ahora lo importante era arreglar sus ropas y buscar a ese mocoso entrometido.
Continuará...
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