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El día transcurrió rápidamente en el establecimiento. Hacía un calor horrible comparado a la fría llovizna de ayer.
A Yang Mi le hubiera gustado estar en el mostrador atendiendo. Allí había un gran ventilador, que daba directamente al cajero y al cliente más suertudo que pasara por allí.
Pero no, ella estaba ahí, tratando de no caer en la tentación de meterse en los congeladores cerca a los helados y quedarse allí hasta la noche mientras desvergonzadamente se los iba comiendo.
Dejó muy en claro que le gustaba el helado, ¿verdad?
Luego de un rato pensando en no morirse derretida al lado de ese paraíso, se sentía estúpida por pensar en algo así de... estúpido también.
Ella sabe que esos pensamientos muy fuera del promedio de su edad mental, eran completamente ridículos.
Pero cuando sus conocidos le preguntaban si no era muy infantil para su edad, ella respondía que era que su niña interior quería salir nuevamente a hacerle recordar viejos momentos, libre de preocupaciones y de obligaciones.
Ahora simplemente deseaba bastante que ya anocheciera para estar más fresca y mínimo, limpiar bien las vitrinas de todas esas seductoras máquinas.
Y dicho y hecho, sus plegarias fueron escuchadas. Pasó rápidamente cinco horas desde que le prometió a Hoseok sobre contarle lo sucedido anoche.
A medida que el sol ya estaba apunto de ocultarse por completo, ella pensaba en como decirle al señorito Hoyuelos que un ladrón muy idiota se coló en su casa y justamente ella lo terminó descubriendo con las manos en la masa.
Lo que se supone que el ladrón no debió de hacer es notar su presencia y mostrarse serio y sereno, ese tal Taehyung hizo todo lo contrario. Cómo si hubiera sido una especie de broma.
Pero su desmayo no terminaba de extrañarle. Era algo muy inusual desde cualquier lado que lo veía.
Toda esa historia no sonaba ni cerca de ser creíble.
Hoseok obviamente no le creería, y si es que por obra y gracia de los dioses de los congeladores lo hace, le empezaría a fastidiaría con él.
Y además, por la primera impresión que se llevó de Taehyung, no estaría con él ni aunque fuera el único hombre en todo Corea del Sur.
Su aumento estaba en juego, ya no estaba en posición de echarse para atrás, era una oportunidad única.
Pero era definitivo que no le creería, al menos había hecho el inten-
—No sé porqué pero te creo, Yang—dice mientras acaricia su barbilla, pensativo.
¿Qué?
—¿En serio?
—3 años Yang Mi, 3 malditos años trabajando juntos. ¿Crees que no sé cuando mientes?— suelta burlón— Pero oye, ese ladrón como que estaba medio pendejo, ¿no?. En fin, me acuerdo que dijiste que vivías sola, ¿sigues haciéndolo o es que alguien ya olió todas tus hormonas locas?
—Lastimosamente sigo viviendo sola
—Bueno, eso te pasa por amargada— le regaña apuntándole con su índice.
Yang Mi frunce el ceño y le tira un manotazo en el índice haciéndole encogerse del dolor.
—¿Por qué a todos tus lindos afectos le metes uña? ¿Qué clase de amiga feminista opresora eres?
—Ay ya, otra vez estás exagerando.
—Oh tranquila, no tienes que arrodillarte para pedirme disculpas, ni tampoco me hagas dudar de mi orientación sexual—la ve rodar los ojos y le hace soltar una pequeña risa nasal— Ya, pero cuéntame, ¿es alto? ¿es guapo? ¿esa pistola dura más de 2 rounds de asalto?
La única vez que Hoseok vió una película de terror y le hizo orinarse del miedo, fue por culpa de los gritos de la exorcista.
Pero nada se compara con la risa maniática que acababa de soltar su compañera de trabajo.
—¿Es que sólo piensas en penes, Hoseok?
—Llevo varios meses sin tener ninguna relación formal Yang, me siento solo...—sorbe su nariz dramáticamente y finge llorar desconsoladamente, abrazándola.
—Ya basta, si estás solo, es por ninfómano.
—¡NO SOY YO, SON ELLOS YANG!— coge el cuello del saco de Yang, que era lo único visible detrás de ese delantal respectivo de la tienda, y lo zarandea, sorprendiéndola.
Se miran, todo queda en segundo plano, ella lo observa más cuidadosamente, y es ahí donde se da cuenta lo tan sincero que está siendo Hoseok con ella.
No está haciendo ninguna broma como en anteriores días de trabajo, esta vez lo ve romperse, frente a ella. Verlo dolido, más que extraño, es también doloroso para Yang Mi.
La última relación que tuvo, ella fue testigo de todo. Vió como él enamoraba con esos tiernos detallitos a Hoseok, vió como se iba formalizando la relación, presenció la promesa que Hoseok le hizo a ella, frente a su enamorado: "Tú serás la futura madrina de nuestros hijos adoptivos, Yang. ¡Y no te puedes negar!". Pero también presenció la dolorosa ruptura con el mismo chico del que Hoseok estaba templado.
Cuando ocurrió la ruptura, seguía en la fase de negación. No lo vió llorar en ningún momento, pero ahora lo estaba haciendo.
Así que sólo porque se trataba de Hoseok, suelta un suspiro y piensa muy cuidadosamente sus palabras, aunque ella sabía que no servía para eso.
—¡Hey, no no! Tranquilo... no llores más por favor—lo rodea en un abrazo—no es que no vengan a tí los pretendientes, sino que aún no llega el indicado, piénsalo de esa manera— frota suavemente su delgada complexión—¿Por qué mejor no vas al baño y refrescas un poco la cara? Odio verte así, tu carita todo tierna pero sin tus hoyuelitos no es lo mismo—mira el alborotado y cálido color de su cabellera y no puede evitar tocarlo.
Retira su mano al ver que levanta su rostro y le mira directamente a los ojos.
—Gracias Yang, ya creo sentirme un poco mejor—sus labios forman una fina línea alegre, hasta que recuerda nuevamente las palabras de Yang Mi y ríe—No pensaba que alguien consideraría mi cara como algo tierno, y mucho menos mis hoyuelos...
El inesperado sonido de la campanita anuncia la llegada de más clientes.
Un chico con jeans rasgados y casaca de cuero entra, captando la atención de Hoseok. Éste último se aclara la garganta y trata de arreglar inútilmente su alborotado cabello con sus dedos.
Yang se da cuenta del divertido de actitud de su compañero y solo atina a reírse muy bajito.
Pero de pronto lo ve bajar lentamente la cabeza, como si meditara o se resignara de algo. Ella, un poco preocupada, a punto de acercarse a preguntarle que pasa o si necesita ayuda, lo ve acercarse el primero.
—Ese bombón es todo tuyo, te lo mereces más que yo, así que... ¡atrápalo vaquera!—le sonríe y lo ve retirarse a pasos apresurados y torpes hacia el baño.
—¿Qué...?—sus palabras quedaron en el aire al ver la silueta del chico delante del mostrador—Oh, disculpe... ¿qué se le ofrece?
—Eh... ¿usted atiende el mostrador? ¿dónde está el chico zanahoria?—nada impresionante, sólo un chico que no tiene casi ningún indicio de tener ojos rasgados, solo dos ojos expresivos y finamente ovalados mirándole muy profundamente a los ojos, algo muy casual.
—Yo soy la que también está a cargo... ¿lo necesita para algo? ¿es amigo suyo?
—No, para nada. Sino que el sí conoce a un amigo mío. ¿Lo podría llamar?
—Disculpe usted, ¿pero va a comprar algo o...
—Claro que sí, pero necesito que venga el chico zanahoria a atenderme, ¿podría llam-
Suena por segunda vez la pequeña campanilla de la entrada del establecimiento y con ello, unas burlescas y estruendosas voces. Yang Mi y el chico miran a esa dirección.
Siente miedo, nunca había presenciado un robo en el que 5 o quién sabe cuántos más iban a saquearle sus pertenencias y todo el cajero.
Es inevitable no juzgarlos por su forma de vestir de todos ellos.
Pero a todo esto...
¿Dónde vergas estaba Hoseok?
—¿No puedes hacernos ni un favor bien, Heechul?—suelta una voz tosca desde atrás de toda la banda con pinta de desmanteladores de carros.
—Sé más que nadie de tu poca paciencia, jefe. Pero alguien aquí no quiere cooperar—todas las miradas recayeron en ella.
Sin duda, ella deseo haberse muerto allí.
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