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FOURTEEN


El olor floral que lo sacó de su ensoñación era exactamente el aroma que desprendía el humo una tetera al hervir. Eso fue lo que le explicó JungKook mientras él se mantenía obedientemente quieto en la camilla.

Apenas se podía distinguir su pecho respirar cada vez que los ojos del parásito de cabello largo posaba sus ojos ámbar sobre él. Fue tan extraño el aprecio que el chico le tenía y ni si quiera estaba molestándose en ocultarlo.

Jin le trajo en una charola de plata, una de sus elegantes tazas de porcelana blancas y un tazón de galletas. Olían bien, cualquier cosa lo harían para su estómago desesperadamente hambriento.

Cuando se lo tendió fue vegosamente rápido atrapado la taza y llevándola a su boca para beber.

—¿No está caliente? —Preguntó Jin, arrastrando una silla de madera para dejar caer su peso con delicadeza. Cruzó sus piernas como lo haría un príncipe.

—Está bien. —Respondió con la boca llena, tomando tanto de la comida como podía. Probablemente su estómago le dolería más tarde por masticar tan rápido. Pero nunca recordaba haber pasado por un hambre tan voraz, ya ni si quiera era capaz de disimular ni un poco su apetito.

Jin reconoció que los ojos de JungKook estaban brillando mirando a YoonGi comer, así que simplemente lo golpeó telepáticamente esperando desaparecer esa expresión tan mundana.

Nunca le gustó lo humano que volvía YoonGi a su compañero, aunque no le molestó lo suficiente para cortar el problema desde el inicio.

—¿Todavía te gusta el té con mucha miel? —Preguntó sintiendo como JungKook lo pateaba de vuelta. Ah, su compañero de vuelo era tan insolente muchas veces.

La confusión atravesó los ojos de YoonGi por un largo rato, deteniendo sus movimientos. Después perdió la vista en la venta, sosteniendo la taza con ambas manos. El té dentro de ella temblaba violentamente que parecía que se desbordaría de los bordes circulares

—No nos conocimos en el Garden —afirmó logrando que el par de parásitos castaños compartieran una mirada. "¿Cómo lo descubrió?" Le cuestionó JungKook a Jin, mentalmente—. En el Garden... —Volvió la cabeza hacia ellos mientras les relataba— Nos tenían prohibido el exceso de lo dulce, es por eso que... Cuando tuve mi refugio y mi escuadrón, no podía dejar la miel.

—No, no lo hicimos —Con un suspiro Jin se movió en la silla. "¿Vamos a decírselo?" Preguntó JungKook con pánico. "No podemos" Respondió Jin sin titubear, ni molestarse en mirar a su compañero—. Es complicado de explicar y no nos corresponde.

"Necesitamos su confianza." Rogó su compañero mientras con una mano se ataba la coleta en lo alto de su cabeza.

Una sonrisa tensa y dolorosa se formó en la boca de YoonGi. Le dio otro largo sorbo al té, porque su garganta se sentía demasiado seca.

—No entiendo nada.

"Su confianza, es importante." Le recordó JungKook dando un paso al centro de la habitación, dispuesto darle una explicación que rogaban los ojos de YoonGi. Jin no pudo detenerlo.

—Porque pertenecías a nuestro escuadrón. Desde que estabas en el Garden.

Los dedos de YoonGi tomaron con fuerza la sábana. Parecía estar tomando la información lentamente, uniendo piezas con sus propias conjeturas. El problema es que todavía faltaban muchas de ellas para tener un rompecabezas armado con sentido.

—¿Tiene relación con mi muerte? —Qué extraño era ese orden de palabras.

—De alguna forma —explicó Jin. Entonces él se estiró para tomar la mano de YoonGi que estaba empuñada con excesiva fuerza—. Si esto se tratara solamente de nosotros no dudaríamos en explicártelo. Pero... Son órdenes.

Por un corto momento la calidez en la superficial caricia y el tono apaciguado de Jin, logró que YoonGi se destensara un poco. Asintió con torpeza, haciendo que el parásito que sostenía su mano la apartara con una sonrisa en el rostro.

Fingiría confiar en ellos. El hecho de que los recordara muy a la lejanía no significaba que pudiera entregarles su confianza. Pasó años de su vida creyendo que HoSeok lo cuidaría y en el momento en que pudo le dio la espalda como un viejo juguete roto e inservible.

—Gracias. —Dijo con una sonrisa suave, empujándole de regreso la bandeja vacía con amabilidad. Jin la recibió, levantándose sobre la punta de sus pies— ¿Podría... Dormir un poco?

—Tendrás hambre más tarde, me encargaré de que recibas la cena. —Le avisó el parásito refinado, deteniéndose antes de abandonar la habitación. JungKook no tuvo ni un solo movimiento. Lo que hizo enojar a Jin—. JungKook, ¿no piensas vigilarlo mientras duerme o sí?

—No, mis sinceras disculpas.

YoonGi apenas podía creer que ese fue el mismo chico que le suplicó como un niño abandonado por recibir uno de sus abrazos. JungKook abandonó el cuarto con pasos firmes y detrás de él la puerta se cerró con un chirrido.

Con un suspiro contenido, 093 lo intentó una vez más, deslizándose contra las almohadas.

Por favor, JiMin. Te ruego que vuelvas. Sin embargo, nada vino. Ni al dormir, después de acostumbrarse a hacerlo no soñó con él.


—YoonGi —alguien le llamó, era Jin. Si no hubiese sido capaz de mirar el anochecer entonces no habría sentido que durmió tanto tiempo—. El aprendiz FranXX quiere verte después de la cena.

Él estaba muy despierto después de eso. A diferencia de la primera vez que despertó en ese lugar se sintió fresco y mucho menos asustado. Al parecer él no quería confiar en esas personas, pero su cuerpo descansó sin preocupaciones que se sentía renovado y con ganas de comer mucho.

—De acuerdo... —Musitó tratando de abrir sus ojos de una buena vez.

—La he traído aquí —Jin lo ayudó a reincorporarse, ofreciéndole la misma bandeja que usó durante el almuerzo. YoonGi sintió el calor de la comida sobre sus piernas, un tazón redondo con sopa de hongos que humeaba un aroma de sazón sumamente familiar—. Mañana será saludable que camines.

—¿Eso dijeron los adultos? —Preguntó tomando tímidamente la cuchara. No quería lucir demasiado despertada cuando fue alimentando antes, aunque podría tomarse el caldo de un solo trago.

Jin se mostró un poco confundido por la repentina pregunta, después comprendió.

—No hay adultos aquí. —Le respondió como si eso fuese lo más natural del mundo.

—¿Ni uno solo?

—Ni uno solo.

—¿Y quién se encarga de cuidarlos? —YoonGi no consideraba a su antiguo escuadrón dependiente de los adultos. Eran más como fantasmas que se encargaban de los quehaceres domésticos mientras ellos estaban matando monstruos.

—Nosotros mismos —con calma le dio una mirada prolongada en el momento en que masticaba—. ¿Está buena?

Parecía estar en busca de un cumplido. YoonGi asintió antes de tragar rápidamente.

—Sí —admitió, de un humor mucho más ligero que antes—, podría comerla en todo otoño —algo crudo y doloroso atravesó los ojos de Jin. El chico castaño se tambaleó y no supo de qué manera debía responder a eso, confundiendo al parásito que permanecía recostado—. ¿Dije algo malo?

Con preocupación dejó de comer, sintiendo que su propio estómago se envolvía en un nudo. Él también se sintió melancólico.

—Dijiste... Lo de siempre. —Jin le sonrió de una manera distinta. No era refinada, sino verdaderamente feliz.

YoonGi miró el piso de madera obscura llevando la cuchara de nuevo a su boca. La sensación triste y de algo faltante persistió.

Esforzándose en recordar, deslizó un trozo de champiñones entre sus dientes.

Los Nines...

Tenía un momento en la memoria que pareció importante. JiMin estaba atrapado a él y a esa distancia sus preciosos ojos rojos brillan en la obscuridad.

"Lo ví, ellos... Es un escuadrón de hombres."

"¿Cómo eran ellos?"

"Altos, muy elegantes, eran castaños... Uno de ellos parecía de la realeza y el otro... Un guerrero. Ah, el de cabello largo tenía ojos de tu color."

Pasmado, tragó muy grueso. No había forma de que fuera ciego, JiMin le habló de los parásitos que en ese momento lo estaban reteniendo y cuidado.

—Son un escuadrón de hombres. —Aseguró con la voz ronca y bajando la cuchara. La felicidad que acompañaba a Jin se marchó sin dejar rastro, en un segundo.

—¿095 te lo dijo?

YoonGi no dudo darle una respuesta.

—Sí.

—Mi respuesta también es sí —Jin sabía que sería imposible ocultarle eso, JiMin los observó en batalla. Algo que nunca debió pasar. Las cosas no tenían que suceder así. Pero ya no existía forma de darle marcha atrás al pasado y corregir todas las deficiencias—. No pareces muy asombrado.

—Creo en JiMin —dijo firme, derrochando seguridad—. Al inicio pensé que era una tontería, pero... Siempre voy a creer en lo que me diga.

—Ah —con un suspiro enternecido, Jin colocó las manos tras su espalda—. Lo de ustedes no se ha marchitado ni un poco.

—No, yo lo necesito para vivir.

Se arrepentía un poco porque nunca se lo dijo a JiMin en voz alta, siempre le reprochó que era una adicción y algo insano que los entorpecería. Más nunca le dijo cuan correspondido era esa enferma dependencia que tenían el uno por el otro.

Desearía verlo y decírselo una vez más.

—Eso es natural, por supuesto —Una tercera voz rompió su pequeña charla y la puerta se abrió—. Es evidente que todavía comparten su vínculo.

Un hombre de pelo negro con una bata blanca y un ojo artificialmente amarillo entró a la habitación. Era tan alto, de brazos y piernas largas que YoonGi sentía que tenía que estirar su cuello hacia siempre que quisiera mirarlo a la cara. Tenía una mirada viva de curiosidad y la mandíbula con un rastrojo de barba obscura.

Jin se giró hacia él, evitando darle la espalda. Luego se inclinó, dándole una buena reverencia.

—Bienvenido, aprendiz FranXX. ¿Desea cenar?

—Te lo agradecería —le dijo, arrastrando una de las sillas. Se sentó sobre ella con las piernas abiertas sobre el respaldo—, ¿es sopa de hongos?

YoonGi no estaba seguro si le estaba preguntando a él. Así que simplemente bajó la mirada a su plato vacío.

—Lo es, quería hacerle a YoonGi algo de bienvenida.

—Ah, fue un buen acierto. ¿Te hizo feliz no es cierto? —estirando su mano para tocarle, YoonGi supo que el aprendiz FranXX estaba hablándole directamente. Así que simplemente asintió, sin saber cuál era la manera correcta de actuar. El hombre adulto lo tomó de la mandíbula duramente—. Abre la boca.

YoonGi abrió la boca, dejando que el hombre lo examinara con atención.

—¿Cómo está? —Le preguntó Jin, acercándose al adulto. 093 de pronto sintió que no existía, o se comenzaba a volverse un objeto de estudio.

—Como era de esperarse —Respondió el aprendiz FranXX, soltando la cara de YoonGi y dándole una palmadita en la mejilla—. Cierra la boca ya, abre bien los ojos

Una luz lo cegó pero el estambre estudiado se encargó de mantenerlos bien abiertos. Era el ojo falso del aprendiz de donde venía algún escaneo cegador.

—Sus ojos son amarillos todavía, ¿es una mala señal? —Comentó Jin, con preocupación. Su rostro de la realeza se llenó de arrugas que de cualquier modo parecían perfectas sobre él.

—Es una señal obvia —reconoció el aprendiz FranXX, estirando los párpados de YoonGi con sus pulgares—. Nunca pudieron matar su verdadera naturaleza, ni lo harán.

YoonGi se atrevió a interferir, enterrando sus uñas sobre las palmas de su mano para controlar su profunda ansiedad.

—¿Dé qué están hablando?

El aprendiz FranXX sonrió.

—¿095 te contagió lo metiche? —093 abrió la boca dispuesto a gritarle algo defensivo. Pero no tuvo ninguna frase, su mente permaneció en una calma que no debería sentir— Ya está, parpadea.

El parásito le dio una mirada recia, haciendo lo que le ordenó con inseguridad. Jin se acercó para retirarle la bandeja de sus piernas asumiendo que él había terminado su comida.

—Los dejaré solos —anunció, antes de agachar la cabeza hacia el aprendiz—. ¿Me llamrá si existe una complicación?

El aprendiz FranXX se rio escandalosamente, con su pecho agitando y su cabeza golpeando el respaldo de la silla. Su ataque de risa terminó con una sonrisa tranquila y los ojos bien puestos en YoonGi.

—Este chico ha vuelto a ser un gatito.

—Llámeme si necesita ayuda. —Insistió Jin, recogiendo la esquina de su boca con felicidad.

YoonGi no comprendió la gracia en ninguna de sus palabras.

—No hay bestia que no pueda domar. —Le prometió y con eso Jin se marchó. Los hombros anchos del parásito castaño desaparecieron en el marco tallado. Había pequeñas marcas en los bordes de la madera. YoonGi reconoció a la lejanía estando en su camilla que eran dibujos, su vista era ágil así que no le costó distinguir que eran garabatos de aves. Gaviotas de forma simple, muchas gaviotas volando hacia un sol mal formado. La mayoría de ellas iban en pareja— ¿Este cuarto te parece familiar?

YoonGi asintió con un sonido.

—Uh.

—095 y tú vivieron aquí.

—¿Qué? —Se quejó, sosteniendo el costado de su cabeza. El aprendiz FranXX estiró su pulgar para tallar con firmeza la zona dónde continuaba la dolorosa punzada.

—No te esfuerces en recordarlo, será inútil. Te daré las respuestas que quieres si prometes mantenerte en calma —Asintió con la cabeza desesperadamente—. Promételo.

—¡L-lo prometo!

—Buen chico —aplaudió, inclinando la espalda hacia atrás—. Tendrás tus respuestas, 095 y tú vivieron aquí.

—¿Por qué no lo recuerdo...?

Entendiendo su curiosidad, el hombre se recompuso.

—Ellos borraron todo de ti —explicó rápidamente, acompañado de un tono molesto—. Muchos de tus recuerdos.

—¿Manipularon mi mente? —YoonGi se tomó la coronilla con horror, abriendo los ojos. Sabía que los adultos hacían eso, lo escuchó por error con JiMin en una conversación secreta de HoSeok y otro hombre. Por eso ellos siempre que tenían temas demasiado secretos preferían comunicarse con toques. Les aterraba que una presencia ajena entrara su cabeza y borrara pensamientos que podía ser importantes.

Con la respiración atascada, miró con pánico al hombre. No quería escuchar una confirmación, aunque en el fondo de su corazón sabía que no era necesario escucharlo. Lo sabía.

—Sí.

—¿Por qué...? —Le interrogó, mientras se mareaba cada vez más. Intentó sostenerse del borde de la camilla y respirar hondo.

—Porque eras peligroso, pero querían conservarte. Así que borraron todo de ti.

—¿Peligroso? —El aprendiz FranXX no respondió ante eso— ¿Por eso pensaban... Los adultos yo morí?

El adulto se encontró satisfecho a saber que YoonGi seguía siendo el mismo chico inteligente que educó.

—Así es. No siempre fuiste 093.

—¿Cuál era... Mi código?

Un código no lo definía. Lo sabía, JiMin se lo dijo una vez mientras estaban recostados. "Prefiero JiMin a este número." Se quejó apuntando la marca sobre su muñeca, su puchero estaba haciendo cosquillas sobre su cuello y por eso YoonGi lo apartó.

Pensaba como él. Sería YoonGi sin importar qué. Hasta ahora estaba siendo la parte más fácil de digerir.

—003.

Se sintió bastante feliz de obtener las respuestas que nadie le dio.

Por otro lado, el saber que su código real era una cifra tan pequeña lo hizo sentirse desorientado. Contaban que los parásitos que tenían números escasos eran porque venían de una línea de guerreros especiales, gran parte de esa teoría sólo eran rumores que se contaban en el Garden.

—¿Por qué tendría un código tan cercano al cero?

El aprendiz FranXX se rio.

—No tienes ni idea... —Murmuró con diversión, aunque sonaba preocupado— ¿Nunca sentiste que... Al montar un FranXX algo estaba mal contigo? —YoonGi se sonrojó, con el corazón acelerado y la respiración un verdadero lío afirmó esa pregunta con la cabeza. ¿Cómo podía saber eso? Su expresión inicial de sorpresa lo delató ante el aprendiz— ¿Lo hiciste? Cuéntame.

Él no quería hablar de eso. Se lo contó a su precioso JiMin pero eso nunca quitó lo vergonzoso que era esa confesión.

Sólo fue capaz de escupir las palabras vergonzosamente.

—Dolía. Se sentía mal, equivocado.

—¿Qué hay de 095? ¿Él nunca se sintió así?

—No lo sé... —Sus uñas rasgaron su piel. Había olvidado a YongSung, la nueva compañera de su chico— No lo creo.

Al menos no que lo supiera de su propia boca. Y JiMin siempre le decía todo, cualquier cosa. Así que era poco probable.

El aprendiz del doctor FranXX, se tomó un segundo para pensarlo. Después se levantó de su silla y la tomó para girarla sobre sus patas, como si la conversación necesitara una postura seria esta vez. Logrando que la ansiedad dentro de YoonGi comenzara a volverse más difícil de no mostrarla.

Se dijo que tenía que mantener la compostura si quería conocer la verdad. Incluso si era horrible o aterradora la quería toda, quién sabe cuánto años fue engañado. Se negaba a perder más de ello.

—¿Se sentía horrible? —Preguntó en un susurro— Verlo montar con una chica —YoonGi se congeló, raspando aún más fuerte el interior mano—. Estabas tan enfermo cada vez que lo encontrabas con su compañera. Porqué... tú siempre quisiste ser su pistilo.

¿Por qué ese hombre estaba leyendo sus pensamientos más íntimos? Fue aterrador, sumamente y también muy liberador.

—Sí —Confesó sin vergüenza, con la voz estrangulada—. ¿C-cómo lo sabe...? ¿Por qué me sentí así...? ¡Era desesperante! ¿Qué es lo q-que está mal en mí?

Se quejó alterado, sintiendo que sus ojos se humedecían. Tanto tiempo de tragarse la envidia y los celos, de sonreír cuando no quería hacerlo y mirar a JiMin tenderle la mano a SeulGi le dejaron la sensación de una puñalada dentro del pecho.

—Porque siempre ha sido tu naturaleza, 003 —Dijo con una sonrisa, tocándole las mejillas húmedas—. Fuiste creado para eso.

—¿C-creado?

—Tú eres el verdadero pistilo de 095. Nadie podrá cambiar eso, ya es tiempo que tomes tu lugar.

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