03
Niñeros
–¡Pero mamá! Puedo cuidar perfectamente solo de Ryu– se queja Kaminari bajando apresuradamente por las escaleras de su hogar, tratando de detener a su madre.
–Por última vez Kaminari Denki, no pienso dejarte solo con tu hermano. Es que ni aunque te pongas a llorar de rodillas– el chico vuelve a incorporarse tras las palabras de su madre, la cual parece saber lo que haría sin ni siquiera mirarlo– La última vez hiciste una fiesta en el jardín, quemaste la cocina y tu hermano desapareció.
–¡Pero lo volvimos a encontrar!– refuta el primer hijo de los Kaminari con un puchero.
–¡Estaba en casa de la vecina porque le dije que fuera allí si algo pasaba! No sabías ni dónde estaba– responde su madre tomando el bolso negro que se encontraba sobre la mesa de la cocina– He llamado a un chico de tu edad, a lo mejor os lleváis bien y podéis cuidar a tu hermano juntos.
–Eso es mala idea, hermanito va a llevarlo por el camino de los niños malos mamá– dice el hermano pequeño de Denki, Ryu, de seis añitos de edad.
–Enano, no me vendas– se queja el mayor de los hermanos negando con la cabeza, traicionado por su propia sangre.
El pequeño simplemente se encoge de hombros y sale corriendo al salón con un juguete de dinosaurio en la mano. Denki debe decir que su hermanito es realmente adorable, más que nada porque es como una versión de sí mismo en pequeñito.
El timbre de la casa resuena haciendo que toda esperanza de fiesta se rompa para el pobre Kaminari. Observa una última vez a su madre con ojos suplicantes, pero esta lo ignora cruelmente caminando hacia la puerta. La ve abrir la puerta de entrada pero ni siquiera se molesta en tratar de ver quién está al otro lado de esta.
–Bienvenido cariño– dice la señora Kaminari con un tono adorable que extraña a Denki– Los niños están dentro, te he dejado pegada una nota con mi número de teléfono en la nevera. Si hay cualquier inconveniente con Denki no dudes en llamarme. Volveré en tres horas.
–Descuide señora, seguro que no dan ningún problema– contesta una voz grave a su madre.
–Ay, no conoces a Denki..– suelta la mujer con una suave risita.
Kaminari ve entrar a la casa a un chico pelinegro alto, con una linda sonrisa y unos hermosos ojos oscuros. Lo ve ir hacia el salón, y no puede evitar seguirlo desde lejos para no perderse sus movimientos.
Wow, es lindo.
–Tú debes ser el pequeño Denki, ¿no?– pregunta el desconocido una vez ha llegado hasta donde Ryu se encuentra sentado, agachándose para quedar más cerca de él.
–Ño– contesta el niño negando con la cabeza– Denki es Denki.
–¿Y dónde está Denki?– pregunta otra vez el niñero, buscando con su mirada a la persona faltante.
–Ahí espiándote– contesta señalando hacia el hueco donde Denki se esconde para observar al recién llegado.
Ambas miradas chocan en ese momento y la cara de sorpresa del otro chico no logra pasar desapercibida.
–Pensé que serías un bebé– se sincera el más alto algo tímido, sonrojándose por su errónea idea.
–Creo que mi madre piensa que lo soy– contesta encogiéndose de hombros, dándole totalmente igual haber sido descubierto por el lindo chico– Ryu, ven aquí un momentito.
El pequeñín sale corriendo hasta su hermano, el cual se agacha para quedar a la altura de su oído y poder susurrarle una petición.
–Ryu, hoy tienes que ser incluso más adorable de lo normal– le dice Denki en un tono bajo para que su nuevo interés no pueda escucharlo.
–¿Por qué?– pregunta algo extrañado el niño, mirando con sus grandes ojitos ámbar a su hermano– ¿Te gustaaa?
–No me "gustaaa"– le hace burla el mayor de los hermanos– pero es lindo.
–A hermanito le gusta sonrisitaaas– suelta el niño en alto, ganándose la mirada enfadada de su hermano y una curiosa del chico todavía sin nombre.
–Me llamo Sero Hanta– contesta simplemente "sonrisitas", como si el comentario le hubiera dado exactamente igual.
–Perdón Sero, mi hermano ha bebido demasiado jarabe para la tos– se disculpa Denki tapando la bocaza de su hermano, el cual le muerde la palma para que lo suelte– ¡Ryu! Morder está mal.
–Estoy ensayando para hacer de perrito en la obra del cole– miente el pequeño para después salir corriendo hacia la cocina, huyendo de su hermano que ahora mismo desea matarlo.
Un silencio se instala entre ambos, las mejillas del rubio coloreándose de un suave rojo tan tierno que a Sero podría darle diabetes. Se miran entre ellos, nerviosos y sin decir ni una sola palabra, tampoco es como si hubiera algo normal que decir en una situación así.
–¿Te gusta el pan?– pregunta Kaminari mirándose a los pies, avergonzado.
–Oh, sí– contesta simplemente Sero– ¿A ti también?
–Sí.
–Pues algo que tenemos en común– comenta encogiéndose de hombros con una gran sonrisa, como si la situación lo estuviera divirtiendo demasiado mientras Kaminari no puede sentirse más incómodo.
El pequeño Ryu vuelve corriendo al salón, esta vez con maquillaje en sus manos y dos coronas.
–Vamos a jugar a las modelos– dice el pequeño niño levantando sus bracitos hacia arriba, una barra de labios cayéndose de su pequeñita mano.
–¡Me encanta ese juego!– grita Kaminari, olvidando totalmente la presencia del otro chico en el salón.
–A mí me parece bien– contesta simplemente Sero, yendo hacia donde se encuentran los hermanos Kaminari.
Tanto Denki como Sero se sientan en el suelo, esperando instrucciones del menor de ellos. El niño parece pensarlo demasiado, tratando de tomar la mejor decisión posible.
–Yo maquillo a Celo– dice el niño confundiendo el nombre del niñero– Celo a hermanito y hermanito a mí.
Denki va a reclamar las parejas que se han formado pero el niño es más rápido y posa sus dos manos tapando su boca.
–No quejas– dice simplemente el menor para después soltarlo y comenzar a elegir el maquillaje.
Ven a Ryu rebuscar entre el maquillaje hasta encontrar un pintalabios de un tono morado, el favorito de Denki cuando juegan a eso sin ninguna duda.
–Celo no te muevas– pide el niño destapando el pintalabios– Voy a celarte.
–Hacer arte peque, no celarte– corrige el mayor tapándose la boca con la mano para que no lo vean reír.
–No, es celarte– insiste el niño empezando a pintar los labios ajenos– Mamá dice que cuando una chica guapa se acerca a papá ella se pone triste porque piensa que a lo mejor papá la prefiere, y papá siempre le contesta que no tiene que celarse. Así que si estoy cerca del chico que te gusta entonces es celarte.
Otro fuerte sonrojo vuelve a invadir el rostro de Kaminari, el cual desea que la tierra se abra ahora mismo bajo él y se lo trague por las dos horas y media que quedan todavía.
–Sí que sabes hablar bien cuando quieres..– se queja en bajito el mayor de los hermanos tratando de tapar el sonrojo cubriendo su cara con su cabello.
El pequeño Ryu parece muy concentrado en su labor, pintando un poco por fuera los labios del pelinegro y echando rímel de manera exagerada en los ojos del chico. También trata de ponerle colorete, aunque termina haciéndolos estornudar a los dos por su mala manera de aplicarlo.
Denki no puede decir que Sero se ve favorecido así, porque sería mentir cruelmente. Aún así, no puede despegar la mirada de ese lindo chico que tan quieto se mantiene y tan bien se porta con su querido hermano.
–¡Ya está!– grita el niño tras un buen rato de intentos de maquillar mejor al pelinegro– Estás muy guapo.
–Gracias Ryu, deberías ser maquillador de mayor– lo halaga Sero con una pequeña sonrisa que ilusiona al pequeñín como nunca antes.
–Celo es casi tan guay como Kiri– dice el niño ilusionado, sacando a la luz la pequeña obsesión que posee por el mejor amigo de su hermano– Te toca pintar a hermanito.
El pelinegro se levanta de su lugar para rebuscar también entre el montón de maquillaje, tomando de este un pintalabios rosa claro que al pequeño de los Kaminari le encanta. Comienza a aplicarlo con delicadeza, tratando de no salirse del contorno de los labios ajenos ni un momento.
–¡Voy a traer purpurina para la ropa!– grita el niño emocionado al ver como los mayores le siguen el juego– Celo sigue maquillando a hermanito.
El pequeño niño vuelve a irse del salón para dejarlos solos por segunda vez en la noche.
Como el niño ha ordenado Sero no se detiene en su labor y continúa maquillando el lindo rostro de Denki con una delicadeza que detiene su corazón por un segundo. Ambos en silencio, uno concentrado en los labios ajenos y el otro rezando por no sonrojarse ante Sero.
–Oye Denki– dice el niñero terminando de pintar los pequeños labios del chico.
–Dime.
–¿Te parecería mal si te beso?– pregunta algo sonrojado pero sin desviar la mirada del rubio dejando claro que enserio desea hacerlo.
El rubio simplemente niega con la cabeza, su sonrojo creciendo todavía más al ver como el rostro del pelinegro comienza a acercarse peligrosamente. Sabe que solo van a besarse por culpa de sus alocadas hormonas adolescentes, pero realmente no puede darle más igual el motivo mientras el contacto llegue. Está deseando ese contacto, la espera lo está volviendo loco. Y al fin llega, los mullidos labios de Sero se posan sobre los suyos con delicadeza. No está seguro de lo que hacer, al fin y al cabo es su segundo beso siendo el primero un simple pico con Mina —lo cual según su política de que los amigos pueden besarse no cuenta—, pero igualmente trata de seguir el torpe ritmo que marca el niñero. No quiere despegarse, no aún, pero debe hacerlo cuando nota una pequeña mano en su pecho.
–¡Hermanito no!– grita Ryu asustado– Baku dice que la idiotez se contagia, y siempre te llama idiota. No contagies a Celo porfa.
Ambos chicos se miran un segundo y ríen. Deberían estar molestos por la interrupción, Kaminari está seguro que si Bakugo hubiera estado en su lugar habría mandado a su hermano a la luna de una patada, pero el niño es tan lindo y puro que solo pueden mirarlo con una sonrisa en sus rostros.
Pasan lo que queda de tiempo hasta la llegada de la señora Kaminari jugando con las coronas que todavía no habían usado y la purpurina. Aunque al final deben recoger todo si los hermanos no quieren un castigo y el niñero una reducción de pago.
Una vez la señora Kaminari llega es momento de que Sero se despida. Un adiós entre ellos, aunque siempre lo recordará con ese dulce beso que le regaló. Piensa que solo tendrá ese recuerdo de él, aunque esa idea cambia cuando el pelinegro le entrega un papel disimuladamente con su número de teléfono apuntado en este.
–Bueno.. por si quieres llamarme en algún momento o algo– dice el pelinegro algo avergonzado justo antes de salir de la casa.
–¡Dalo por hecho!– grita en un tono divertido escuchando una risita por parte de Sero mientras lo ve alejarse.
Al final debería agradecer a su madre por fiarse tan poco de él y traer a ese lindo chico a cuidar de su querido hermanito.
⚡⚡⚡
☘️1893 palabras.
☘️️️Sé que se besaron muy rápido pero no sé, simplemente pensé en esas veces que tenemos ya un crush a primera vista (igual que en el día 02). Seguramente si fuera una historia en sí habría tardado mucho más pero es un One-shot y quería dar amorcito Serokami para que disfrutéis🖤💛
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