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🌙➖Kiss me •• Dos escenas.

«Es inevitable no desear besar esos labios de colores tan variados y preciosos.
Discúlpame por anhelar tocarlos con los míos... así sea un poco»

🌛➖

La gélida noche de aquel noviembre, era como la escarcha misma de los témpanos invernales; vueltos cristales helados sobre cavernas zafiro, sobre techos tan transparentes que simulaban la vida misma como colmillos dispersos, fornidos, y al mismo tiempo endebles, diáfanos, sombríos y cálidos.

JungKook estaba fascinado mientras sus orbes castaños paseaban, enteramente curiosos e intrigados, por la computadora. Moría un poco de frío, pues su laptop le había obligado a tomar conexiones fuera de casa, casi en la entrada de aquella ajena morada de tonalidades cálidas y ambiente primaveral, aún si el invierno ya tocaba a su puerta como un invitado más que atender.

Quería vislumbrar algunas imágenes llenas de bellos paisajes, de un arte peridoto y ambarino, como los bosques y los prados, inundados de inmensos nítidos, tonos inmarcesibles y al mismo tiempo amables y sutiles. Aquellos que siempre tendría como un recuerdo preciado, como la reminiscencia más inefable que cruzaría sus fanales opacos.

Liberó un tenue estornudo cuando las brisas finas u invisibles tocaron suavemente sus facciones masculinas a la par de sutiles. El viento solía ocasionarle irritación en las fosas nasales; casi siempre expulsaba débiles estornudos por alguna brisa juguetona que bailaba sobre su nariz y sobre sus mejillas pálidas, suaves y ponderosas.

Levantó la cabeza muy ligeramente, una vez que una de las chicas con la cual vivía por esa temporada, le llamó para engullir la cena que ya estaba lista. Le gritó un sutil: "Voy en un momento", antes de volver con lo que recientemente estaba haciendo. En cuanto el vídeo que descargaba culminó su período, se reincorporó pesaroso y un poco adormecido; llevaba más de tres horas en aquella posición tan molesta y soportando todo el clima escarchado que afuera de casa yacía. Ya era hora de entrar de nuevo y revisar qué cosas interesantes podía hacer allí dentro.

Repentinamente, su rostro se mostró gustoso en el momento que aquel segundo llamado fue emitido por la segunda muchacha que residía en dicha casa. Escuchó y vio cómo ella salía a la terraza e indagaba con suspicacia u moderación por todo el tramo y sus alrededores. JungKook se había escondido detrás de una robusta columna, aguardando el momento indicado para saltar y asustarla; sin embargo, sus iris se tiñeron de cierta sorpresa al ver que ella no estaba sola. Park Jimin le acompañaba de cerca, casi rozando de forma protectora el hombro diestro, asimismo viendo minucioso, esperando encontrar al menor de cabellos azabaches como el carbón antes de calcinar.

Mientras ambos jóvenes se aproximaban, podía percibir la charla que estos tenían. Se sentía un poco chismoso por oír conversaciones ajenas; mas, desde hace unos días presentía que hacerlo le era necesario, casi sustancial para sus oídos. Deseaba husmear para así saber de qué tanto hablaban, o porqué a ciertas horas nocturnas ambos salían silenciosos a la terraza.

—¿A dónde pudo irse? No lo veo por ningún lado.

—Tranquila. Seguramente está por allí, escondido en algún lugar sólo para asustarnos.

—¿Asustarnos?—cielos, dijo JungKook en su cabeza. Su Hyung lo conocía tan bien que arruinaría su plan improvisado—. No sabía que Kookie era tan infantil y malvado.

—Ah—oyó cómo reía con diversión y cierta ternura—, claro que es así. Le gusta hacer bromas cuando no tiene nada que hacer.

—¿Es así?—Jimin asintió, gustoso de mirar a la linda chica de ojos oscuros—. Eso explica el porqué siempre quiere molestarme. A veces se come mis golosinas. Es un poco molesto.

Hubo un tenue silencio.

JungKook asomó su cabeza muy precavido, únicamente para conocer el porqué de tan repentino mutismo.

—Quizás le gustas un poco—repuso Jimin.

¡Bendito bocazas! Bramó el menor, en su revoltosa consciencia. No le agradaba el hecho que el mayor quisiese meterle cosas tan absurdas en la cabeza.

Por supuesto que a él no le gustaba aquella niña malcriada y berrinchuda. Por supuesto que no le molestaba más que por diversión. Por supuesto que no solía observar sus expresiones cuando esta entraba en cólera pura por alguna bromita pasada de lo común. Y por supuesto que no le abrazaba nada más que para hacerle sulfurar cual viejita repleta de inmenso amargor.

No, todo lo hacía por diversión.

, únicamente por diversión.

—¿Ah?—ella lucía muy asombrada. Tal vez algo reacia a la situación—. No digas tonterías, Jimin. Sería imposible que le guste a JungKook.

—Oh...—ahora era aquel joven de cabellos anaranjados quién portaba una tenue expresión repleta de asombro—, ¿acaso quieres gustarle?

A JungKook se le hizo interesante saber aquella respuesta, por lo que siendo disimulado, se arrimó más a la luz que pintaba los suelos grisáceos, cuidando el no ser descubierto por ninguno de sus conocidos.

—Por supuesto que no—algo hizo "crack" dentro de su caja torácica, siendo sorpresivo, incluso para él mismo. Se supone que aquella respuesta no debía importarle en lo más mínimo. Pero, ¿por qué sentía que realmente esperaba una afirmación de su parte?—. Me gustas tú, Jiminnie. Lo sabes muy bien.

El susodicho sonrió bastante gustoso, tanto así que sus párpados adormilados y llenos de enorme expectación ocultaron sus fanales castaños, logrando que su expresión fuese adorable, risueña y afable.

—Sigue pareciéndome tierno el que digas esas cosas. Considerando que te llevo cuatro años, es muy lindo que menciones tu gusto hacia mí como si nada.

—La edad sólo es un número—afirmó con gran tenacidad—. Quien quiere estar con el ser amado no mide números ni estándares sociales. Además, nadie debe saber que yo gusto de ti, Jiminnie. Sólo tú y yo.

Y JungKook, por supuesto.

—Qué niña atrevida te has vuelto, ¿no?—acercándose unos centímetros, rodeó el cuerpo ajeno con sus brazos bien formados, atrayéndola lentamente a su anatomía, tomándola asimismo desprevenida—. Eso no importa mucho, ¿cierto? También me he vuelto un hombre atrevido.

No le gustaba.

Aquella escena no le gustaba absolutamente nada.

¿Por qué Jimin sí podía abrazar a la joven muchacha sin recibir sermones o sutiles empujones como a él le pasaba? ¿Por qué ella tenía que ser dulce con el contrario y a él lo trataba de 'molesto' e 'insoportable'? Y, ¿por qué, si bien no debía ser importante, JungKook caminaba mosqueado hasta dicha pareja, queriendo plantarse bastante enfadado y con la vena latente dentro de su tórrido cuello?

—¿JungKook?—maldita sea.

El chico frenó abruptamente, al caer en cuenta de su gran arrebato, diciéndose internamente que no valía la pena, que no era algo de su incumbencia.

Ya que la menor lo había discernido de entre la oscura maleza, protagonizada por plantas artificiales llenas de adornos, apretó la mandíbula, tratando de cambiar su enfado tan inesperado y asimismo buscando las facciones más sosegadas y relajadas, como si hacía unos instantes, sus iris ennegrecidos no hubiesen mirado nada más que el camino.

Cogió su portátil y la presionó firmemente debajo de su brazo derecho, arrimándola lo más que pudiese a su estrecha cintura. Y una vez hecho esto, pasó de largo por el camino, aún si los ojos de la dulce muchacha le veían con cierta expectación, preguntándose internamente, por cuál sería el motivo de que él actuase tan cortante y lleno de indiferencia.

*****

La hora de la cena ya había pasado. Y por más que JungKook quisiese subir a su habitación en busca de un grato descanso, se obligaba a escucharse a sí mismo en las antiguas presentaciones, buscando aquel error en su voz que no le dejaba lo bastante satisfecho con su actuación.

Miró una y otra vez la pantalla, repitiendo sus solos y sus pasos de baile; sin embargo, entre más trataba de concentrarse, las frases que había escuchado hacía unas horas no le dejaban tranquilo. Se adherían a su cabeza, provocándole un estruendo molesto, similar a un dolor en las sienes.

Me gustas , Jiminnie. Lo sabes muy bien.

Demonios, ¿cuál era su bendito problema?

Para él era bastante inusual su repentino desagrado por dicha situación. Porque, sí, no se diría falacias y menos engaños. Él conocía muy bien el gusto que sentía aquella pecosa chiquilla por el agradable muchacho de melena a similitud de las horas más vespertinas. Pero, había algo que no le gustaba de toda esa circunstancia. Raramente, su pecho se oprimía cual pasa envejecida y el sentimiento de desear gritar fuera de su subconsciente le hostigaba, le apretaba duramente en la garganta. ¿Por qué? ¿Por qué debía ser así, si bien sabía que la chica no era más que una fastidiosa niñita que seguía sus bromas y se molestaba cuando él se las hacía?

Cansado y exhausto, echó el cuello hacia atrás, soltando un suspiro cargado de bruma y confusión.

—¿Kookie?—su espalda se reincorporó de un sopetón, como si aquella sutileza en dicha voz femenina no fuese más que una ilusión de su cabeza. Mas, giró lento y asombrado, encontrándose con la sorpresa de que, sí, aquella joven de sedoso cabello se hallaba a sólo unos pasos—. ¿No puedes dormir? Te he oído desde arriba. Te quejas mucho. ¿Hay algo que te disgusta?—JungKook no supo cómo replicar a su interrogante, deseando decirle que sí, algo le molestaba. No obstante, la chica desvió sus ojos de aquellos cristales, vislumbrando un débil brillo proviniendo de la laptop que el azabache sostenía sobre su regazo—. ¿Es eso?

—¿Qué cosa?—pronunció confundido, dirigiendo su vista al mismo lugar que miraba la fémina.

—¿No te sientes bien con tus presentaciones?—su ceño se arrugó—. Pero si lo haces excelente. Admiro tu forma de bailar y cantar. Posees una de las voces más cautivadoras que he escuchado en mi vida. JungKook, no te sientas mal por creer que no lo haces bien, porque eres grandioso. Lo haces realmente estupendo.

Después de escucharla, en el vacío de la sala de estar se percibió un ligero "click", simulado por la pantalla siendo empujada hacia abajo.

El azabache apartó el aparato de donde este yacía, dejándolo junto a sus auriculares, sobre la mesa de vidrio y madera, la cual se encontraba a sólo unos pasos.

Suspiró nuevamente, pidiéndole a la joven morena que se sentase a su lado, palpando la superficie del mueble con suma mesura, buscando no hacer tanto ruido, el cual pudiese despertar a sus compañeros.

Ella acató sus órdenes, observando cómo el chico solía presionar su labio inferior con más fuerza de la requerida. Aquello le fue bastante curioso. Parecía que JungKook trataba de organizar todo lo que había en su cabeza.

Pero, he ahí el dilema, ¿en qué rayos estaba pensando?

—Jenn...—musitó cual murmullo ligero, llamando su atención—, ¿p-puedo intentar algo?

—¿Qué cosa?—preguntó ella de vuelta, luciendo ambigua por sus inesperadas facciones, intrigadas, repletas de inseguridad y con un: "No debo caer ante eso", que le dejaba más que curiosa—. ¿Kookie?

Al terminar de decir aquel afable apelativo con el cual le llamaba, JungKook la cogió de ambos brazos. Jenn se asombró, mientras él con cierta cautela bajaba sus manos hasta su delicada cintura, para más tarde presenciar como de un sólo tirón la aproximó a su anatomía, haciéndola quedar encima de sus muslos macizos, sintiendo, inevitablemente, la calidez de lo que las piernas del otro abrazaba sus músculos.

Volvió a verse muy asombrada, debido a que sus manos quedaron exactamente en el pecho suave y al mismo tiempo masculino de aquel joven muchacho. Sintió un escalofrío al presentir como la nariz del chico se aproximaba letárgica y silenciosa a su cuello descubierto, carente de telas que entorpecieran el acceso a tan sensible zona, vulnerable, y al mismo tiempo erótica para algunas personas.

Escuchó un exhalo, asimismo sintió una pequeña ráfaga de aire directo en el cuello, para más tarde discernir los labios humedecidos del pelinegro, presionando sutiles en un roce casi efímero. Apretó los muslos, seguido de eso, lo bastante asustada como para apartarlo y mirarlo a los ojos, indagando por alguna señal que le explicara lo que sucedía.

Pero sólo recibió una mirada entristecida. Llena de melancolía, de nostalgia; como si a él algo le faltara para sentirse completo, sin ninguna carencia de jovialidad.

—¿Puedo besarte?—aquello le sorprendió. Sus fanales miraban los suyos, adormilados y lujuriosos.

Jenn deglutió en seco, viendo cómo el chico remojaba débilmente sus labios. No lucía excitado, bajo una sensación de erotismo que lo llevase a presionar sus manos sobre sus muslos. Estas yacían muy apartadas de esos lugares, únicamente acariciando con toques endebles sus contornos curvilíneos, los que se situaban en su cintura.

Al asimilar aquella atrevida pregunta, sus músculos se contrajeron. Presionó sus manos sobre los fornidos hombros del azabache, indagando en su mirada iluminada por las farolas externas el porqué pedía algo como eso. ¿Con qué fines lo hacía?

—¿Por qué haces esto?—susurró bajo, casi insonoro. Abochornada al ver hacia abajo como sus piernas apretaban un poco aquella ajena cadera, cubierta y resguardada por pantalones ligeros, asimismo escondidas por una camisa grisácea—. Yo no...

—Bésame—pidió nuevamente, casi como una súplica bastante sublime. Sintiendo que el pecho se le desbordaba de los latidos y la mente le enloquecía maquinando cómo sería el besarla, el rozar sus labios tan preciosos y variados de dos colores atrayentes como la luz inefable de las bellas luciérnagas.  

—JungKook...

—Sólo hazlo—le exigió de regreso, ahora tomando control sobre sus mejillas—. Permite que te bese sólo una vez. Necesito saber si se siente tal como lo imagino.

Sin embargo, ella no pudo.

—Lo siento, JungKook.

Aún si él acariciaba su piel como la más fina seda, aún si sus bellos ojos le miraban anhelantes y deseosos, sus dedos apartaron sus manos, llevándolas de nuevo a su lugar de partida.

No le miró después de aquello. No le dijo nada más antes de levantarse de su regazo y subir a su habitación. Dejándolo solo, con las ansias de probar aquellas frutas prohibidas.

Las que anhelaba palpar, así fuese por última vez.







#Kissme.

🌛➖20/09/2019.

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