10; pecho
Desde ese día en la pista de patinaje, un agobiante dolor de pecho atormentaba a Soobin.
No era sólo una cruda y pésima metáfora sobre su roto corazón por saber que a Beomgyu le gustaba alguien más, por mucho que le gustaría que lo sea. La constante e intensa punzada que oprimía su pecho era real, pues podía sentir cómo estrujaba sus pulmones y su corazón. Ni siquiera desaparecía cuando se iba a dormir, al contrario, el fantasma del lacerante dolor lo acompañaba hasta en sus sueños.
Junto al pesar sobre su pecho, Soobin había comenzado a cargar con extrañas pesadillas borrosas desde aquel día. Lamentablemente no lograba recordar mucho al momento de despertar, pero solía sentirse angustiado e incómodo todas las mañanas.
Aún pasaba tiempo con Beomgyu durante sus vacaciones, sea con su grupo de amigos o, lo que prefería, a solas. El problema era que, especialmente cuando se encontraban sólo los dos, sus esfuerzos por ocultar sus sentimientos eran casi insoportables. Aún así, debía obligarse a sí mismo a sonreír cuando el menor mencionaba los mensajes que había intercambiado con Taehyun, las formas que tenía para llamar su atención y los planes que iba organizando para sus futuras citas.
El 14 de febrero, Beomgyu le había regalado una caja de chocolates a Taehyun, tomando el primer paso con el que esperaba llamar su atención en un sentido distinto al de sólo una amistad.
El día en el que Soobin se enteró, por un simple mensaje de texto, se acabó un paquete entero de tisúes para secar sus lágrimas. Se encerró en su habitación, sin ganas de comer, de jugar, y mucho menos de darle una explicación a sus papás.
La única esperanza que le quedaba era que Taehyun no corresponda sus sentimientos, pero por como iban las cosas, estaba casi convencido de que devolvería los chocolates el mes siguiente y comenzarían a salir juntos.
Esa noche, aunque no lo entendió como tal, sus pesadillas vinculadas a su vida pasada comenzaron a tomar forma.
El sueño comenzó lindo, porque Soobin se veía a sí mismo dibujando o escribiendo sobre un papel gigante, utilizando sólo la escala de grises. Luego, la escena tomó color con la aparición de Beomgyu, como un ángel etéreo que iluminaba el espacio. Se le acercó, robándose su atención por completo y tomándolo del mentón. Parecía que estaba a punto de besarlo, pero antes de que pudiera hacerlo, una barrera de libros pesados caía entre ambos, separándolos a la fuerza.
Lo que en un inicio era agradable se tornó oscuro bastante rápido. Soobin seguía desde su propia perspectiva, o al menos eso creía, pero las imágenes frente a sus ojos mostraban a un gemelo suyo dedicándose a insultar a Beomgyu, con las palabras más feas que había escuchado en su corta vida. Lo veía triste e indefenso, pero era incapaz de moverse para ayudarlo, para detener a ese Soobin cruel que parecía odiar a quien amaba.
Despertó agitado y asustado, con un profundo desagrado por sí mismo. Creía que ese sueño revelaba lo resentido que realmente se encontraba con su amigo, y ahora más que nunca debía esforzarse para no dejar que esas emociones negativas afecten su relación.
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Eventualmente, Soobin fue llevado al hospital por sus dolores de pecho. Sus papás estaban asustados de lo que podía pasar, consternados de que se trate de algún efecto colateral inusual de la hemofilia, pero la doctora no encontró ningún síntoma de alguna aflicción física grave.
— puede que sea somatización. —concluyó, disponiéndose a expandir en el término al notar la confusión en el rostro de su paciente y sus familiares— cuando tienes un malestar psicológico y no lo manejas adecuadamente, es posible que ese estrés o esa tristeza quiera salir de tu cabeza de alguna forma, y por eso viaja a tu pecho y se expresa como dolor.
Pese a que Soobin sabía que eso era verdad y que lo mejor sería acudir por ayuda, se mostró escéptico del veredicto de la doctora frente a sus padres, alegando que los malestares psicológicos podían tratarse por sí solos.
Sin la ayuda adecuada, sólo le quedaba debatir consigo mismo sobre el porqué de ese profundo dolor de pecho. ¿Realmente se trataba de un desamor tan intenso en el que literalmente se le había quebrado el corazón?
Para el día del cumpleaños de Beomgyu, al igual que había hecho el menor para su cumpleaños unos meses atrás, Soobin decidió darle una timbrada apenas el reloj marcó que ya era la medianoche de su día especial. Sobre todo ahora que sentía que lo estaba desplazando por su interés amoroso, quería asegurarse de ser el primero en felicitarlo por sus quince años, para recordarle que también sería el primero en ayudarlo a levantarse si es que caía.
Sin embargo, a diferencia del 5 de diciembre pasado, la operadora lo envió a buzón de voz cuando intentó contactarlo.
"¡hola! éste es el número de Beomgyu, pero eso ya debes saberlo. ahorita me encuentro ocupad-"
Colgó, antes de tener que escuchar todo el mensaje. Sus ánimos habían bajado en picada, todo gracias a la pequeña frustración de que su amigo no haya recogido el teléfono para escuchar su saludo. Quizás estaba recibiendo miles de llamadas y se atascó la línea, o quizás ya estaba hablando con alguien más...
Frustrado, Soobin prefirió tomarse unos minutos para recuperar su energía positiva. Bien, puede que haya fallado en el intento de ser el primero en saludar a Beomgyu por su cumpleaños, pero no por ello dejaría de saludarlo.
Marcó el número de nuevo, convencido de que estaba listo.
"¡hola! éste es el número de Beomgyu, pero eso ya debes saberlo. ahorita me encuentro ocupado, así que por favor escríbeme y te timbraré de vuelta, o si quieres déjame un mensaje, ¡pero no cuentes con que sepa cómo escucharlo!"
— hola, Gyu. —comenzó, obligado a recuperar el aire— ¡feliz cumpleaños! te habla Soobin. ya sabes, uno de tus mejores amigos. —por algún motivo, pronunciar esas palabras se sintió como otra punzada al pecho— quería ser el primero en saludarte, así como tú lo fuiste para mí, pero ya vi que no es posible. ah, realmente quería sacarte la primera sonrisa del día...
Se tomó una pausa por unos segundos para ordenar sus ideas, descartando el leve resentimiento.
— me gusta mucho pasar tiempo contigo, ¡creo que eres el chico más genial del mundo! venga, no cualquiera tiene tus labios, no sólo preciosos, sino también mágicos. realmente no sé qué sería de mi vida si no te hubiese conocido ese día en el parque... pero no sólo eso, me caes muy bien, eres divertido y agradable. siento que puedo ser la mejor versión de mí mismo cuando estoy contigo.
Tomó otra pausa para recuperar el aliento, armándose de valor para lo que quería decir: una verdad con la que había estado luchando ya por varios meses.
— y... debo confesarte algo.
Se tardó tanto, que la casilla de voz comenzó a timbrar, indicando que ya se había cortado su mensaje. Muy tarde para decírselo directamente.
— me gustas mucho.
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Por la tarde siguiente, los papás de Soobin dejaron a su hijo en la casa del cumpleañero, para la celebración de su quinceañero. Desde afuera, las luces coloridas y música electropop eran perceptibles, lo que alzó las cejas de los adultos, pero Soobin se apresuró en bajar del auto para que no se arrepientan de haberle dejado asistir a la fiesta. Así, fue recibido por Yena, quien le dio un cálido abrazo antes de dejarle pasar.
Para la hora en la que llegó, la casa ya estaba relativamente ocupada. Podía reconocer a algunos compañeros de clase, pero gran parte de los invitados volaban fuera de su radar. Seguro eran familiares o amigos de otros círculos, pero poco le interesaba saber.
Sus ojitos buscaban a Beomgyu por todos lados, ya que era su única fuente de seguridad allí dentro. Para calmar sus ansias por culpa de encontrarse solo entre tanta gente, se aferraba a la bolsa del regalo que tenía para él, sin percatarse de cómo arrugaba el papel crepé que sobresalía de ésta.
— ¡Soobin! —de repente, escuchó su nombre en un gallito de voz quebrada, lo que le hubiera causado gracia si no le hubiese tomado desprevenido— ¡llegaste!
Beomgyu lo abrazó por detrás, apoyándose de su hombro, lo que le sacó una sonrisa a Soobin. Tras un par de segundos en los que recuperaba el ritmo cardiaco normal, volteó para tenerlo cara a cara y poder saludarlo adecuadamente.
— feliz cumpleaños. —canturreó, entregándole su presente— espero que te guste.
— gracias, será de los primeros que abra. —aseguró el menor, recibiendo el regalo— y, ¿qué tal? ¿te estás divirtiendo?
Aunque le gustaría responder con algo como "ahora que estoy a su lado, sí", Soobin se contentó con asentir. Sabía que era la noche especial de su amigo, y no quería ser tan egoísta como para pretender que lo pase sólo con él.
— no me contestaste anoche. —le reprochó en cambio, en una tonada amigable para no arruinar su día.
— lo sé, lo siento. —suspiró Beomgyu, rascándose la nuca— dejé mi celular apagado porque varios amigos me dijeron que querían ser los primeros, así que preferí no darle el gusto a ninguno.
Ah, por supuesto. Él era tan popular que la humilde llamada de Soobin sería sólo una más del montón.
— pero, no te preocupes, tu saludo fue especial. —sonrió— fuiste el único que me dejó un mensaje de voz medio misterioso.
— ¿en serio? —ahora sí, los labios del mayor imitaron esa sonrisa— oh, me alegro, porque fue un mensaje sincero, espero que-
De repente, el arribo de un nuevo invitado interrumpió su diálogo, obligando al dueño de casa a voltear hacia la puerta de entrada. Se trataba de Taehyun, así que, por supuesto, acaparó toda su atención de inmediato.
— hablamos luego, necesito saber qué es eso que querías confesarme. —se despidió, en un apuro— diviértete, ¿sí?
Soobin ni siquiera logró responder. Sólo le quedó observar cómo Beomgyu corría a abrazar a Taehyun como si fuese un osito de peluche, reposando su barbilla sobre su hombro por varios segundos, como si dejarlo ir significase algún perjuicio.
Se dio cuenta de que el recién llegado traía dos presentes consigo, entre los cuales incluía una caja de chocolates sin papel de regalo. Fue entonces que la cabeza de Soobin se llenó de amargura, al caer en cuenta de que ese día era el 14 de marzo, en el que se celebraba el día blanco.*
Eso significaba que los sentimientos de Beomgyu eran correspondidos por Taehyun.
— "ya dile lo que sientes." —lo quiso empujar su demonio interior, ansioso por interrumpir la escena.
— "¡no!" —objetó su ángel interno, casi de inmediato— "¡es peor ahora que le devolvió los chocolates!"
— "maldita sea, apúrate, esto no significa que estén juntos."
— "también te gusta su amistad, y no quieres perderlo como amigo."
— "amigo mis pelotas, tú quieres chapártelo."
— "Taehyun es un buen chico, no le harías esto."
— "a él le gusta Hyunjin desde primaria, debería estar con ella de todos modos."
— "¡basta! ¡Beomgyu y Taehyun hacen una linda pareja!"
— "¿y? si te gusta, díselo, conquístalo y quédatelo."
Antes de dejar que su demonio venza, sacudió la cabeza, dando media vuelta para no quedarse depositando la furia de su mirada en la recién formada pareja. Una versión similar de ese dilema interno entre ángel y demonio lo acompañaba con frecuencia, y si bien jamás terminaba de resolverlo, su cuerpo automáticamente tomaba la posición inactiva, observando cómo pasaba el tiempo y seguía sin declararse.
El resto de la celebración, la pasó cerca a la mesa de snacks, llenando su boca de chucherías, con la idea de que así llenaría el vacío que sentía en el pecho.
*Día blanco (white day): festividad celebrada el 14 de marzo en países asiáticos como Japón, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán, Hong Kong y China, exactamente un mes después del Día de San Valentín. El 14 de febrero, las mujeres le regalan chocolates a los hombres en los que estén interesadas, y es en el día blanco en el que los hombres devuelven el favor, usualmente con dulces del color representativo.
Creí que el capítulo anterior era muy chiquito y medio... no sé, informativo con respecto a la trama pero no necesariamente ligado a la progresión temporal de eventos, así que decidí publicar dos casi seguidos :D
Gracias por leer <3
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