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08; labios

Los viernes por la noche constituían los momentos perfectos para que Soobin se recueste bajo sus colchas, se coloque sus auriculares y le ponga play a una serie de videos aleatorios del internet, y ese frío día de diciembre no fue una excepción.

De repente, la ruidosa tonada de una llamada entrante le sobresaltó, sacudiéndolo de la posición en la que se encontraba. Cuando se sacó uno de los auriculares, leyó el nombre del contacto, positivamente sorprendido al notar que se trataba de Beomgyu.

Esos últimos meses, tal como el clima, su amistad se había ido enfriando. Desde aquel día en el que lo invitó a casa y sus papás mencionaron su hemofilia, Beomgyu comenzó a alejarse, respondiendo a sus mensajes con menor frecuencia y pasando menos tiempo a solas con él. Sin embargo, después de la pijamada que tuvieron, cuando despertó en plena madrugada, fue incluso peor.

La tensión tenía triste a Soobin, cuyos sentimientos hacia el menor parecían incapaces de extinguirse. En vez de enojarse con él, se enojaba consigo mismo, preguntándose qué es lo que había hecho mal para haber perdido su atención. Incluso llegó a creer que se había hartado de él, al igual que otros, que lo había saturado hasta su límite.

Por eso, se emocionó mucho al saber que lo estaba llamando, y no tardó en contestar.

— ¿hola?

hey, ¡feliz cumpleaños! —exclamó, desde el otro lado de la línea— ahora eres un quinceañero, ¡woo!

Ni siquiera el propio Soobin se había dado cuenta de que ya era su cumpleaños. Tuvo que fijarse en la hora para confirmar que, efectivamente, tan sólo había pasado 1 minuto desde la medianoche que marcó el tránsito del 4 al 5 de diciembre.

— oh, gracias. —dio una risita, quitándose las sábanas de encima para sentarse en una posición erguida, más cómodo— eres el primero en saludarme.

eso quería. —Beomgyu rió de vuelta— sé que no nos hemos visto mucho estos últimos días, pero quiero que sepas que te quiero mucho, ¿sí?

Una agradable calidez llenó el pecho de Soobin al escuchar eso. Incluso sintió que las lágrimas estaban por acumularse en sus ojos, por la emoción de que le dijera, directamente, que lo quería.

eres uno de mis mejores amigos, y no podemos ignorar el hecho de que puedo darte besitos para curarte, así que... sí, eso. cuenta conmigo para cualquier cosa.

El mayor asintió como respuesta, sintiéndose tímido ante la repentina declaración de cariño, antes de darse cuenta de que estaba hablando por teléfono y debía alzar la voz.

— tú igual, gracias por llamar. —reafirmó, ansioso por no tener un silencio incómodo— ¿cuándo nos vemos?

te iba a hacer una fiesta sorpresa, pero supuse que no te gustaría tanto, así que te invito a mi casa el próximo fin de semana.

— ¿sólo tú y yo? —preguntó, ampliando su sonrisa.

sip, sólo nosotros, aunque quizás Yena también te quiera dar un regalo.

Después de ese presente, Beomgyu le siguió hablando, contándole sobre lo que había estado haciendo esos días y preguntándole lo mismo, para ponerse al día y compensar por el tiempo perdido. En algún punto, Soobin quiso indagar sobre el motivo de su distancia, para lo que sólo obtuvo una excusa de encontrarse ocupado.

Cuando se fijó en la hora y se dio cuenta de que habían estado hablando hasta las 4 de la mañana, se alarmó, obligándose a sí mismo a despedirse. Pese al cansancio por quedarse hasta altísimas horas de la madrugada, no se quejaba, al contrario, agradecía haber podido tener esa larga conversación.

Por supuesto que su primera vez en una amanecida por teléfono sería con Beomgyu.

  ͙ kiss me, heal me *

Cuando se trataba de sentimientos románticos, Soobin se consideraba un desastre.

No era un clásico adolescente triste que se negaba a llorar o emocionarse por considerarlo afeminado, al contrario, usualmente se permitía entrar en contacto con su lado sensible, por suerte para su bienestar.

Sin embargo, había estado enamorado de su amigo por meses y aún no tenía la más mínima idea de cómo lidiar con esas mariposas en su estómago. Eso es, sin contar los años durante los cuales sus sentimientos aún no se habían hecho conscientes.

Durante esos años de amistad, se había dado cuenta del tipo de chico que era. No sólo era el chiquillo raro que quiso lamer sus rodillas el primer día que se conocieron, ni el doctor mágico capaz de sanarlo con sus labios o el amigo con el que más ansiaba pasar sus días.

Era el chico que le gustaba. El que le provocaba cosquillosos retortijones a su corazón con cada mirada que le dedicaba, con cada sonrisa y con cada palabra. El de los ojos miel y aroma a cerezas, el que era lindo incluso cuando no lo intentaba.

El mayor problema era que Soobin tenía miedo de confesarse. No tenía certeza alguna de cómo se sentía Beomgyu, es más, estaba casi seguro de que sólo lo veía como un amigo, y lo último que quería era arruinar la bonita relación que llevaban. Ser directo y decirle que le gustaba no era una opción en sus libros.

Ahora que tenía quince, sin embargo, se decidió a tomar el primer paso serio para esclarecer sus dudas.

Le pediría un beso antes de que se acabe el año.

Ya tenía un esbozo del plan para lograrlo. Diciembre siempre había sido un mes frío en el hemisferio norte, y, con ello, los labios de Soobin necesitaban de la constante aplicación de bálsamo para mantenerse humectados. Si es que, por un día entero, no se colocaba el bálsamo, entonces era casi seguro que sus labios se quebrarían por resequedad.

Entonces, como los labios secos también podían contar como heridas a ser sanadas, aquella sería su estrategia discreta para pedirle a Beomgyu que sea el primero en besarlo en la boquita.

  ͙ kiss me, heal me *

Una semana después del día de su cumpleaños, Soobin fue llevado a casa de Beomgyu, para la celebración privada que le había prometido. Portaba el suéter que le regaló por la fecha, para que sepa que realmente lo apreciaba.

— ¡feliz cumpleaños! —exclamó el menor apenas le abrió la puerta, a punto de tumbarlo con el abrazo de oso que le entregó— de nuevo.

Soobin lo recibió contento, sosteniendo su cintura como si fuese de cristal, dejándolo ser el encargado de presionar con fuerza el abrazo. Beomgyu siempre lograba tener impregnado un aroma dulce, pese a que se encontraba en una edad de hormonas disparatadas para la mayoría, y esta vez no era excepción.

— ven, ven. —lo invitó a pasar, llevándolo directamente a su habitación— hoy luces muy lindo, por cierto, ¿por qué será?

Si bien le hubiese encantado tomarse el cumplido en serio, sabía que se refería al suéter que portaba, así que sólo rodó los ojos. De igual forma, sintió sus orejas más calientes, lo que le aseguraba que se habían puesto rojitas.

Usualmente se la pasarían jugando videojuegos por unos minutos, hasta que el hambre o las ganas de conversar sobre algo los distraiga. Esa vez, sin embargo, la cabeza de Soobin estaba ocupada con una sola tarea.

Si quería obtener ese primer beso antes de que se acabe el año, tenía que moverse rápido.

— está haciendo frío, ¿no crees? —comentó, apenas llegaron a la habitación del menor. No era precisamente lo que quería, pero necesitaba aplacar sus nervios con una conversación irrelevante antes de jugar sus cartas.

— desde hace ya unas semanas, sí. —afirmó Beomgyu, al subir a su cama de un salto— pero hey, el día de tu cumpleaños salió el sol por unas horas, ¿recuerdas?

Aquel detalle le sacó una sonrisa tímida a Soobin. ¿Qué quería decir Beomgyu con eso? ¿Que pese al frío del invierno, en un día especial para él, el sol se asomaba? Pero si literalmente dijo eso en otras palabras, estúpido. ¿Que sus días se hacían un poco más brillantes con él?

Basta. Estaba pensando demasiado para su propio bien.

— oh, ademas, no te conté, pero Yena me prometió que me llevaría a una pista de patinaje sobre hielo después de año nuevo. —continuó, entusiasmado— es como, lo más genial del invierno.

— ¿me estás invitando?

— por supuesto, bobo. —Beomgyu rió, tirando de la manga de su chaqueta para que tome asiento a su lado de una vez— ¡podremos ser como Viktor y Yuri!

Pese a que Soobin frunció la nariz y soltó una risotada, aquella sencilla referencia aceleró su corazón. Viktor y Yuri conformaban una popular pareja de patinadores, en un anime con claros matices homosexuales... No podía ser una simple coincidencia.

— como ellos si fuesen torpes y perdieran el equilibrio cada tres segundos. —reemplazó, más realista.

— nada que ver, podremos dar vueltas apenas entremos al hielo, ya verás.

Lo positivo que parecía el menor ante sus habilidades de patinaje no le resultaban más que cómicas a Soobin, pero ya se vería cuando lo intenten. Relamió sus labios, algo ansioso al anticipar posibles heridas, lo que le recordó a lo que había llegado ese día.

El beso.

— ¿Bamgyu? —llamó, ante lo que aludido volteó de inmediato.

Sin hallar las palabras adecuadas, Soobin sólo señaló sus propios labios, notoriamente secos. Tanto era así que, gracias a su piel sensible, ya tenía un pequeño gajo en el labio inferior, necesitado de la magia de su doctor. Creía que lo que ansiaba era obvio.

— no sé si podrías... —las palabras no salían de la forma en la que le gustaría— quizás, ya sabes...

— mm, claro. —Beomgyu asintió con una sonrisa cortés, antes de meter la zurda dentro del bolsillo de su pantalón, buscando algo— creo que... ¡ah! —recuperó un humectante de labios, el cual colocó sobre la palma de Soobin— toma, te presto esto.

Oh.

Escondiendo su dolor, Soobin soltó una risita por compromiso, antes de carraspear. Su plan maestro había sido arruinado por un pequeño bálsamo de fresa, y ahora no se le ocurría una excusa para volver a pedir el beso que anhelaba.

No le quedó otra opción que colocarse el humectante sobre los labios, rápidamente, sintiendo un escaso alivio frente a lo secos que los tenía. Hey, si Beomgyu lo usaba también, al menos le había dado un beso indirecto.

— huele rico. —comentó, para retomar una conversación— ¿lo estás usando últimamente?

— Yena me lo dio hoy, así que tú lo acabas de estrenar. —le contó el menor, aplastando por completo cualquier idea de que podrían haber compartido un beso indirecto— pero sí, huele rico, lo usaré de ahora en adelante.

Beomgyu estuvo por guardar el humectante en su bolsillo nuevamente, pero al alzar la mirada hacia su amigo un instante, se percató de un problema.

— uh, ¿Soobin? —sus ojos mostraban preocupación— ¿por qué tus labios están...?

Alarmado, el aludido llevó un par de dedos a sus labios, para entender a lo que se refería, porque no había sentido nada extraño hasta el momento. Fuera de la resequedad de sus labios, no había nada extraño.

— están rojos, incluso por afuerita. —avisó Beomgyu, dejando el objeto a un lado para tener ambas manos libres, de modo que pueda sostener el rostro de Soobin con ellas— ay no... ¿eres alérgico al bálsamo?

Al percatarse de lo que estaba pasando, Soobin elevó las cejas. Parece que su plan no había sido un fracaso después de todo, estaba cerca de obtener el beso que quería.

Por instinto, sonrió, lo que llevó a Beomgyu a fruncir el ceño.

— ¡no es lindo! —criticó, nervioso— ¿cómo se cura una alergia?

— ¿cómo has curado todas mis heridas?

Como si le hubiese encendido el foco, Beomgyu llegó a la misma conclusión, ahora dispuesto a sujetar el rostro contrario con más firmeza.

Soobin estaba al borde de la taquicardia. Simplemente no podía mantenerse tranquilo sabiendo que el chico que le gustaba estaba dispuesto a besarlo, aunque sea por un segundo, y todo gracias a la alergia que aparentemente tenía. Su cuerpo literalmente temblaba de sólo anticipar lo que ocurriría. Así, tuvo que apretar las sábanas con sus manos, para soltar parte de la tensión, lo que, con suerte, lo ayudaría a quedarse quieto.

No funcionaba, al parecer, porque Beomgyu soltó una risita. Incluso soltó una de sus mejillas, para cubrirse la boca con aquella mano libre.

— ay, es más raro aquí, ¿no? —admitió, con lo que esperaba que sea un consenso— bueno, no vaya a empeorar la alergia...

De forma vicaria, Soobin rió también, lo que sonó más como un suspiro necesitado para sus oídos. Sacudió la cabeza rápidamente, incapaz de cerrar los ojos. Necesitaba registrar ese momento.

Ese sería el momento de la magia. El momento en el que el interés amoroso conocía los sentimientos del protagonista, los cuales eran finalmente correspondidos. El momento en el que comunicaban todas sus emociones a través de sus labios, en el que las palabras estaban de más para la dulzura de un amor recíproco.

Como preparándose para el intercambio, Beomgyu cerró los ojos, hasta por fin juntar sus labios, posando los propios sobre los ajenos, como un delicado pincel. Aquella gota de medicina fue más que suficiente para cumplir todos los deseos que había estado guardándose el mayor.

Fue breve, pero perfecto.

Tan rápido como se acercó, el más chico se alejó, riendo, como método para esconder sus nervios. Estaba sonrojado y avergonzado, evitando su mirada, y a Soobin le parecía igual de precioso que siempre.

Repentinamente, las imágenes cambiaron. Ya no tenía a su amigo Beomgyu en frente, sino que se encontraba frente a un adulto con su rostro. El propio Soobin se sentía diferente, más grande y con menos energía. Incluso la profundidad de campo de la habitación había disminuido, adquiriendo un aura de ensueño.

¿lo haría de nuevo, editor Choi?

La voz del adulto Beomgyu era grave y ronca, incluso seductora. Podría escucharlo hablar por horas, aunque no entendía a qué se refería.

ah, ¿en serio debo decirlo? —rió el menor, con las mejillas coloradas— puede... ¿puede besarme de nuevo?

Soobin sintió cómo su corazón se detenía. ¿Acaso estaba soñando?

Sin tener un verdadero control sobre su cuerpo, empujó a Beomgyu sobre la superficie plana sobre la que estaban, emocionado al escuchar el más precioso jadeo que emitió. No tardó en sujetar su mentón para inclinarlo en la dirección en la que quería besarlo, inmediatamente haciéndose espacio dentro de su boquita con la lengua, sacándole más y más suspiros.

Cuando abrió los ojos, volvió a tener a su amigo Beomgyu debajo suyo, al chiquillo de 14 años que le gustaba.

Dominancia perdida, rodó hacia un lado y se cubrió el rostro con ambas manos, increíblemente avergonzado. No tenía idea de qué bicho le picó para torcer su percepción de la realidad y atreverse a ser el de la iniciativa.

— oye. —llamó Beomgyu, estremeciendo su pecho— me parece que siguen rojos... 

No tuvo la necesidad de forcejear para apartar la barrera protectora de Soobin, antes de colocar un dedo sobre su labio inferior, como si fuese un termómetro para medir si es que lo había curado.

Sin tardar mucho, lo atrajo con suavidad por un tercer beso, esta vez, hipnótico. El inexperto y descuidado movimiento de su lengua le daba cosquillitas cómicas, pero aún así, lograba enviarlo de vuelta al reino de la más preciosa fantasía real de toda su vida, saboreando la magia de sus labios en todo su esplendor.

esta no será la última vez, ¿cierto? —susurró una lejana voz, idéntica a la que percibió del Beomgyu adulto.

Soobin no dejó que el murmullo lo descoloque, optando por callarlo. En ese momento, estaba deleitándose con su tercer primer beso.

volverás, ¿cierto? —repitió la voz, ahora más cerca de sus oídos— no será la última vez.

Los siniestros bisbiseos de aquella voz ronca desaparecieron apenas Soobin abrió los ojos. Tenía al Beomgyu de siempre enfrente suyo, así que era imposible que él haya sido el responsable de esas palabras sinsentido.

Como no escuchó nada extraño de nuevo, carraspeó, llevándose un par de dedos a los labios para confirmar lo que acababa de pasar. Efectivamente, estaban húmedos y un poquito hinchados, así que ese último beso no había sido sólo un producto de su imaginación.

Jamás había visto al menor así de sonrojado y tímido, evitando encontrarse con su mirada, como si hubiese hecho algo malo. Se veía adorable.

Ignorando los extraños destellos de imágenes y sonidos inusuales, a Soobin le había parecido una de las experiencias más satisfactorias de su vida. No era todos los días que cumplía un objetivo suyo con tanto éxito.

Precisamente, allí radicaba el problema: se habían besado, no era como si pudieran continuar con su amistad como si nada. ¿Ahora qué?

— Gyu... —alzó la voz, buscando llamar su atención— ¿qué significa esto?

Silencio. Por varios segundos, Beomgyu no supo cómo responder, lo que hacía que la ansiedad de Soobin se multiplique progresivamente.

— te curé una herida, igual que siempre. —se justificó, al fin— sólo... ¿podemos hacer como si no hubiese sido en la boca?

Oh.

Mentiría si dijese que no estaba decepcionado y frustrado, incluso si hacía su mejor esfuerzo para que su rostro no revele esa verdad. ¿Cómo podía decirlo de forma tan casual después de besarlo adrede?

Para bien o para mal, Beomgyu era impredecible, y Soobin estaba dispuesto a seguirle la corriente cada vez que cambiaba de opinión. Al fin y al cabo, no quería que su relación vuelva a estar tensa.

Al menos la huella de los labios rosados más bonitos que conocía quedaría sobre los propios.

— dile a Yena que su bálsamo no sirve. —decidió hablar, cortando con aquel silencio antes de que se vuelva más incómodo— ¡por poco me deja sin labios! ¿con qué iba a comer, ah?

Por suerte, Beomgyu rió con eso, retornando al ambiente cordial de antes.

— ¿a qué eres alérgico? —consultó, disponiéndose a chequear los ingredientes del producto— mentol, fragancia... ¿debe ser la fragancia?

— no sé, pero ya sé que no debo usar ese. —concluyó Soobin, haciéndose el desinteresado— bueno, ¿jugamos algo?

Beomgyu asintió, levantándose de la cama para ir en búsqueda de sus videojuegos.

Mientras tanto, Soobin perdía la faceta de desinterés, incapaz de apartar la mirada de la silueta del menor. Le encantaría volver a tenerlo cerca, a escuchar sus suaves suspiros ante la novedad, a sentir sus suaves labios rozar los propios... 

En ese entonces, no se había dado cuenta de ello, pero esa experiencia fue la que le permitió conectar por primera vez con su vida pasada.

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