04; cuello
El primer lunes después del día en el que se enteró que Beomgyu estudiaría en el mismo colegio que él, Soobin llegó de mal humor a su clase.
Esa mañana, sólo pensaba en lo mucho que le dolía el cuello. Estaba casi seguro de que le daría tortícolis pronto, porque su conocimiento en medicina era totalmente nulo, y confiaba en que si su nuca continuaba con molestas pulsaciones como durante las últimas horas, seguro terminaría con la cabeza permanentemente ladeada.
Estuvo muy desatento al ingresar al aula. Ni siquiera saludó a Taehyun cuando tomó asiento en su carpeta; simplemente se quedó como una piedra sobre su asiento, indispuesto a moverse, o de lo contrario el dolor se agudizaría.
— buenos días para ti también, Soobin. —su compañero le habló de todos modos— ¿cierto que tus dedos ya están mejor?
En vez de brindar una respuesta verbal, el recién llegado colocó ambas palmas sobre la carpeta, para mostrar así que ya estaban perfectamente sanas. Claro, no le contaría cómo y por qué se había curado tan rápido.
— tienes suerte de no ser el presidente de la clase, porque hoy tenemos un nuevo alumno. —continuó Taehyun, con una pieza de información que llamó la atención de Soobin— si lo fueses, estarías obligado a hablarle, así como Jiwoo.
Por instinto, Soobin volteó hacia la usual ubicación de la presidenta de su clase, lo que empeoró su dolor de cuello. Mala idea.
Sin embargo, al hacerlo, cruzó miradas con el alumno nuevo, quien era precisamente el chico de los labios mágicos al que esperaba ver. Buena idea.
— ¡Soobin! —Beomgyu exclamó su nombre, llamando la atención de los alumnos que lo rodeaban, ante los que no ofreció disculpa alguna. En cambio, se levantó de su carpeta para alcanzar a su conocido y darle un fuerte abrazo, el cual hubiese sido mejor recepcionado si es que la proto-tortícolis de Soobin no fuese tan severa.
— ay. —se quejó, en voz baja, para evitar pasar vergüenza— suave, por favor.
De inmediato, Beomgyu cortó el abrazo, al percatarse de aquel dolor.
— yay, ¡compartimos clase! —recalcó, con el mismo entusiasmo, por suerte— ¿me prestas tus cuadernos para ponerme al día en el recreo?
— uh, qué aplicado. —lo molestó Soobin, de broma— mejor toma los de Taehyun, su letra es un poco más bonita.
Apenado por no saber a quién se refería, los ojitos de Beomgyu le pidieron ayuda, a lo cual Soobin señaló a su compañero de carpeta.
— sip, yo. —Taehyun saludó con una mano— un gusto...
— Beomgyu. —completó el nuevo, de paso que le daba los cinco, aprovechando su mano alzada— Soobin es prácticamente mi veci-
— ¡Choi Beomgyu! —la profesora llamó, ante lo que volteó con diligencia— por favor, preséntese.
El aludido se despidió de Soobin y Taehyun con un breve gesto, para así dirigirse hacia el frente del aula, dando saltitos. Hizo una reverencia frente a sus compañeros antes de iniciar su presentación, algo que ya era costumbre en las escuelas.
— buenos días a todos, es un placer conocerlos...
.˚愛 ༘┊͙【 kiss me, heal me 】 *ೃ༄
En el receso, Taehyun abandonó a Soobin para irse con sus otros amigos a jugar fulbito, una ocurrencia ocasional. Esta vez no le importó tanto, ya que de todos modos estaba más emocionado por compartir con Beomgyu.
— tendrás que conformarte con mis cuadernos. —le avisó al chico nuevo, mientras rebuscaba en su casillero por el último cuaderno que le faltaba sacar.
— eh, está bien. —Beomgyu le restó importancia, porque no conocía la letra apurada de Soobin— ¿crees que podría quedarme en un salón?
— uh... usualmente los cierran durante el receso, creo.
— es que no quiero ir a la biblioteca, me da sueño. —compartió, abultando los labios— pero igual tengo que ponerme al día rápido... ¿me acompañas a ver si alguno está vacío?
Soobin aceptó, pese a que sabía que podría recibir una llamada de atención por ello. De igual forma, podía usar la excusa de que estaban cumpliendo una actividad académica, después de todo.
Encontraron el aula de su tutoría vacía y abierta, así que fue la escogida. Mientras Soobin cerraba la puerta y se aseguraba de que no hubiese nadie supervisando, Beomgyu finalmente soltó la pesada pila de cuadernos sobre la primera carpeta, simulando agotamiento extremo al quejarse por la presión sobre sus brazos.
— wah, tus cuadernos son rocas. —exageró, al desparramarse sobre el asiento disponible.
El símil le hizo rodar los ojos a Soobin, pero claro, él no era quien había estado cargando todo el peso. Tomó asiento a su lado, su atención sobre los delgados brazos contrarios.
Quizás... Era la oportunidad perfecta para tratar de devolverle el favor. Los favores.
No sólo los labios de Beomgyu podían ser mágicos, ¿no? Nunca se había puesto a pensar en el porqué de dicha magia, ni en su origen, ni en su alcance, porque lo único que le importaba hasta el momento era poder confiar en ella, en que saldría a la luz cada vez que tenga que curar algo.
Ahora quería probar que sus labios también podían ser mágicos, sólo con Beomgyu.
Por primera vez en los dos años que se conocían, se atrevió a tomar la iniciativa, sujetando suavemente uno de los brazos de su amigo para tenerlo a su alcance. Su confusión le pareció tierna, y alivió un poco la gran vergüenza que sentía frente a la acción que estaba por realizar. Tuvo que respirar profundo y cerrar los ojos antes de abultar los labios, acercándose a la piel del antebrazo ajeno para rozarlo gentilmente, en un pequeño pero significativo beso.
— oh, uhm, yo...
Era extraño que a Beomgyu se le cortasen las palabras, por lo que no supo si sentirse orgulloso o ansioso.
— ¿ya no te duele? —preguntó, para subsanar la duda— ¿estás mejor?
Al menor se le iluminó el rostro por la realización de lo que acababa de pasar. Sólo asintió, su corazón a mil, sacudiendo el brazo bendecido para mostrarle que, efectivamente, no dolía.
— ahora te toca. —apresuró Soobin, pues sabía que sus mejillas se pondrían muy rojitas desde ya.
— ¿hm?
— dormí muy mal anoche... —contó— mi cuello, ¿te acuerdas lo de la mañana?
— ¡ah! —Beomgyu, quien aún parecía estar volando por las nubes a causa del besito previo, asintió— claro, claro.
Despojándose de la repentina timidez que había ocupado su cuerpo segundos atrás, se dispuso a acercarse. Pero, ah, el cuello era una parte del cuerpo tan...
Consciente de ello, Soobin volteó en la dirección opuesta, soportando el dolor de aquel movimiento bajo la premisa de que se vería curado pronto. Así, Beomgyu podría dejar un beso rápido sin chocar con su mejilla o algo, y por lo tanto ninguno pasaría pena.
Al menos eso creyó, pero no. El contacto de sus labios le sacó un suspiro, tensando su cuerpo.
Beomgyu no había querido cooperar con sus planes, por algún motivo. En vez de contentarse con un simple besito, decidió profundizar por unos segundos, lo que envió más de una corriente eléctrica hacia el cuerpo de Soobin, además de la usual sensación cosquillosa de la magia. Se sintió... bien.
¿Era normal sentirse así?
Antes de que siga, Soobin prefirió alejarse, perdida la tensión en un lado de su cuello. Rió, nervioso, cubriéndose la zona con una mano para detenerse.
— ¡déjame terminar! —decidido, Beomgyu sostuvo el rostro de Soobin de las mejillas, tomando su atención de vuelta— no quieres tortícolis sólo en la mitad de tu cuello, ¿no?
Mientras trataba de entender si esa frase siquiera tenía sentido, el menor ya se había acercado para plantar un beso directamente sobre su manzana de Adán, lo que repitió el agradable escalofrío que ya recorría su cuerpo.
— ah, ¿por qué te pones tan tímido? —lo fastidió Beomgyu— ¡no es la primera vez que hacemos esto!
Tenía razón. No era la primera vez que lo hacían. Incluso, no era la primera vez que sentía que su cuerpo le quería decir algo cuando tenía al chiquito mágico tan cerca a él. Pero no por ello Soobin dejaba de estar nervioso, avergonzado por la respuesta fisiológica automática de esconderse.
Respirando profundo, se mantuvo quieto para dejar que continúe, todo bajo la idea de que sería lo que curaría el dolor provocado por la mala noche.
Hasta que la puerta del salón se abrió de golpe, asustándolo.
— hey, los estaba buscando, perdón que me haya olvidado de dejarte mis cuader-
Apenas vio la escena, Taehyun perdió el hilo de lo que decía. Después de todo, ¿quién esperaba toparse con un chico besándole el cuello a otro en un salón de clases?
— perdón, ya me voy. —se excusó, rápidamente, apenas ambos se separaron.
— ¡no, no, descuida! —Beomgyu insistió, junto a una señal de la mano con la que invitaba al recién llegado a acercarse, antes de dirigirse a Soobin— podemos confiar en él, ¿no?
Taehyun era su amigo, por supuesto que sí, pero... No se supone que debería ser parte de eso. La magia de sanación era su secreto. Era algo entre Soobin y Beomgyu solamente. ¿Cierto?
Quizás sólo estaba siendo posesivo y egoísta. De todos modos, no divulgaría el secreto, y tampoco podría ser capaz de experimentar con lo mismo. Él debía encontrar a su propio doctor o doctora mágica.
— bueno. —suavizó su expresión, invitando a su amigo a cerrar la puerta y unirse— ¿entonces ya no jugarás el partido?
— me da curiosidad saber por qué estaban haciendo eso, el partido puede esperar un momento.
Por unos segundos, ninguno supo cómo explicarse. Sonaba rarísimo admitirlo en voz alta, al menos en la cabeza de Soobin. Beomgyu pareció encontrar las palabras correctas en un momento, cuando sostuvo una de las manos de Taehyun, de repente.
— es que mis labios pueden sanar sus heridas. —explicó, ante lo que el menor alzó una ceja— son mágicos.
— eso... no tiene sentido.
— mis abuelos me contaron por qué. —continuó, con algo que el recipiente de la magia tampoco había escuchado antes— me dijeron que nuestro vínculo es muy especial, porque mis besos sólo sanan al que verdaderamente los necesita de mí.
Inevitablemente, Soobin sonrió. Su corazón sintió una bonita calidez al escuchar que su conexión era tan linda y única.
— entonces, ¿son brujos o algo así? —consultó Taehyun, ahora más interesado.
— creo que almas geme-
— ¡amigos predestinados!
La sugerencia en voz baja de Soobin no fue escuchada gracias a la mucho más potente exclamación de Beomgyu, que le causó un leve dolor en el pecho, en radical contraste a la calidez que sintió tan sólo unos segundos atrás.
— oh, ya veo. —Taehyun no parecía convencido, así que Soobin estaba seguro de que investigaría sobre el tema llegando a casa— bueno, te dejo mi cuaderno de lenguaje por si te queda más claro, Beomgyu.
— gracias. —le sonrió, tomando el cuaderno para colocarlo sobre los demás— si quieres quédate, podemos-
— ah, no, no, los dejo. —su respuesta alivió a Soobin— sigan con lo suyo, nos vemos luego.
Así, Taehyun se despidió, asegurándose de cerrar la puerta detrás suyo.
— me cae bien tu amigo. —canturreó Beomgyu, ahora sí disponiéndose a revisar los cuadernos— y tienes razón sobre su letra, aunque no es tan linda como la mía.
Después de aquel intercambio, Soobin se había quedado quieto. No sabía qué decir. No sabía cómo se sentía, exactamente, al menos no podía ponerlo en palabras. Veía a Beomgyu ocupar el espacio de la carpeta, tranquilo, comenzando a revisar lo que habían llevado a cabo la semana durante la cual se había ausentado, hablando consigo mismo...
Pero quería que vuelva a besar su cuello. Quería sentir ese escalofrío placentero que viajaba hacia su abdomen bajo con la humedad de su lengua sobre la sensible piel de su nuca. Soobin lo quería.
— ¿viste? —Beomgyu alzó su propio cuaderno, mostrando el primer escrito que había realizado en esos segundos— mi letra es linda, ¿no?
— oh, sí. —asintió, perdido en sus pensamientos— igual que tú.
Beomgyu soltó una risita tierna, antes de empujar suavemente el pecho de Soobin por aquel comentario. Creía que estaba bromeando.
No estaba bromeando.
Entonces, a sus catorce, Soobin descubrió que quizás, sólo quizás, quería ser más que sólo un amigo para Beomgyu.
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