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Una ventaja

Capítulo catorce

 León

Llegué al campus demasiado temprano para poder entrar sin que nadie me viera muy sospechoso. Alissa me acompañaba y ella era quien cargaba a Ethan en sus brazos haciendo parecer la escena como si se tratara de su hermano pequeño. El guardia y los otros estudiantes que estaban llegando a la misma hora que yo ni voltearon a vernos.

Cuando entré a mi dormitorio me sentí más tranquilo.

Dejé mis maletas y las de Ethan en la cama y como si mi mano se moviera por sí sola saqué mi celular del bolsillo del pantalón y marqué el número 7 que era la tecla rápida para llamar a Gia.

—¿Alguien está muy desesperado por ver a Gia? —dijo Alissa, burlándose, detrás de mí.

Ignorando sus palabras esperé pacientemente a que Gia contestara, su teléfono timbró 5 veces y después me mandó a buzón de voz. Frunciendo el ceño volví a marcarle pero al mismo tiempo alguien tocó la puerta.

Me quedé quieto antes de abrir, podía ser uno de los cuidadores de dormitorios que se encargaban de revisar que todo estuviera bien el primer día de clases, que Ethan estuviera ahí no era ningún problema ya que Alissa también lo estaba pero tenía una maleta sólo para las pertenencias de él, si alguien me preguntaba por qué la maleta estaba ahí no iba a poder responder rápido. Suspiré y abrí la puerta.

Gia estaba revisando su teléfono celular, tenía la cabeza inclinada y sus dedos se movían sobre el teclado con velocidad. A sus costados estaban 4 maletas grandes que se veían a punto de explotar. A pesar del frio llevaba un pantalón de mezclilla normal y una blusa de manga larga, no llevaba suéter ni bufanda o guantes, su cabello estaba sujeto con una liga como siempre.

Me quedé de pie sin decirle nada esperando que ella se diera cuenta que ya había abierto la puerta.

Me aclaré la garganta y ella levantó la vista hacia mí, en cuanto lo hizo una sonrisa se dibujó en su rostro.

—¡León! —dijo emocionada y saltó a mis brazos, no me esperaba que hiciera eso así que di un paso hacia atrás y para equilibrarme la sostuve de la cintura con un brazo y di media vuelta para dejarla dentro de mi dormitorio.

—Me extrañaste ¿no? —le dije cuando ella dejó de abrazarme. Rodó los ojos y me dio la espalda.

—Mete mis maletas —dijo moviendo su mano para indicarme donde estaban.

Empezó a caminar hacia donde se encontraban Alissa y Ethan y con el mismo entusiasmo que reflejó en mí los abrazó a ambos. Rápidamente ambas chicas se pusieron a hablar como si llevaran meses sin verse y mi dormitorio estaba lleno de risas y grititos de chicas junto con algunos balbuceos de Ethan, repetía algo así como da-da-da conforme las chicas hablaban.

Metí las maletas de Gia a mi dormitorio y bajé hasta mi auto para subir uno de los regalos que mis hermanos me habían dado en navidad. ¡Una televisión! Aunque sus palabras al regalármela fueron “Para que ya no tengas más hijos”. Otro regalo había sido una caja de condones pero esa decidí dejárselas a ellos y sus novias, definitivamente la ocuparon en las vacaciones.

Cuando regresé a mi dormitorio Gia estaba acostada sobre su estomago en mi cama y estaba haciendo que Ethan siguiera su mano con la mirada, era uno de los ejercicios que el pediatra nos había dicho que hiciéramos con Ethan para vigilar su visión y también los movimientos de su cuello… algo así.

—¿Y Alissa? —le pregunté.

Levantó la mirada al escucharme y señaló al baño.

—¿Es una televisión? —preguntó observando la caja de cartón en donde efectivamente estaba mi televisión.

—Así es, tendremos entretenimiento este semestre —dije.

—Genial, así ya no tendrás más hijos —dijo riendo y se acercó a ayudarme.

Dejamos la televisión en el único mueble disponible que me quedaba, el semestre anterior lo había usado para colocar algunas cosas de Ethan pero ahora serviría para la televisión.

Dejé el aparato en el mueble a un buen ángulo para poder verla desde mi cama, Alissa salió del baño agitando sus manos para secarse el agua.

—Una televisión —dijo en voz baja—. Al menos así ya no tendrás más hijos.

¿Lo decían en serio?

* * *

Estábamos viendo la televisión después de que Alissa se fue, Gia y yo discutimos sobre qué programas ver y como era de suponerse ella ganó, terminamos viendo una película de robots y ese tipo de cosas futuristas que no me llamaban demasiado la atención. Prefería ver el partido de futbol que estaban pasando esa tarde.

Al terminar de ver la película calenté agua para la leche de Ethan.

—Ugg —se quejó Gia—. León, tu hijo se hizo en el pañal. Cámbialo —me ordenó. Bajé el fuego en la estufa y caminé hasta mi cama para ver como Gia me extendía a Ethan con las dos manos. Levanté ambas cejas y ella negó con la cabeza—. No me hagas esa cara, recuerda que dije que nunca más cambiaría un pañal.

Reí y tomé a Ethan en mis brazos.

—¿Y cuando se trate de tu hijo? —pregunté—. ¿No le cambiarás el pañal?

Ella negó con la cabeza provocando que su cabello sujeto se sacudiera con ella y le golpeara los ojos.

—No, su padre se encargará de eso y cuando él no esté disponible te llamaré a ti para que cambies al bebé —dijo sonriente. De alguna manera me hizo feliz saber que pensaba que nosotros seguiríamos siendo amigos aun después de que pasaran los años pero no el hecho de que me imaginara cambiando el pañal de su hijo.

—Estás loca —dije y ella asintió, me hizo una señal para que fuera a cambiar el pañal a Ethan—. Cuida el agua de la estufa.

* * *

Me levanté de la cama y vi la hora en mi celular. Gia estaba recostada a mi lado muy concentrada en la televisión aunque no parecía especialmente interesada en ver cómo le sacaban el relleno al chico con muy mala suerte de la película gore.

Ethan estaba entretenido con una de las manos de Gia, era agradable ver como cualquier cosa capturaba la atención de mi hijo aunque especialmente se entretenía con Gia, podía pasar horas con ella.

—Tengo que ir a comprarle pañales y leche a Ethan —dije.

Volteó a verme y asintió.

—¿Puedo ir contigo? Esta película es un asco —tomó el control remoto y apagó la televisión.

—Seguro.

—Genial, vamos en mi auto, tiene ventanas polarizadas —se hincó en la cama y avanzo de rodillas hasta llegar a la orilla para poder bajarse—, será más fácil salir con Ethan si no lo ven —me guiñó un ojo.

—No hay probl… —¿Su auto?—. ¿Qué?

Sonrió como si se hubiera esperado esa reacción de mí.

—Mis padres me regalaron un auto. Su mensaje oculto fue que quisieran que los visitara algunos fines de semana. Así que ahora tengo un auto.

—¿Sabes conducir?

—Sí aunque prefiero no hacerlo, así que tú conduces hoy —del pantalón se sacó unas llaves y me las arrojó, las atrapé fácilmente.

Gia insistió en tomar uno de esos carritos que tenían un portabebés incluido a pesar que le dije que no lo hiciera. Sentía que no eran muy seguros pero ella insistió en que sí lo eran y acomodó a Ethan ahí.

—¿Sabes que me gusta de Ethan? —dijo mientras entrabamos a la tienda—. Él casi no llora a pesar de que lo hemos acostumbrado a estar en brazos la mayor parte del tiempo. Espero que no cambie cuando esté más grande.

—Yo espero que cuando empiece a gatear no se meta en problemas —las cejas de Gia se alzaron al escuchar mis palabras, como si no lo hubiera considerado hasta ese instante—. Tendré que empezar a comprar seguros y esas cositas que se ponen en las esquinas de los muebles. De solo pensarlo me da escalofríos.

—Se verá tan lindo cuando empiece esa etapa. Aunque tendremos que llevarlo a otros lugares para que gatee, ya que el dormitorio es muy pequeño para él y necesita desplazarse mucho —asentí. Iba a tener que acomodar mis estudios con los cuidados que necesitara.

Seguimos hablando mientras andábamos por los pasillos viendo marcas y precios, la sección de bebés era enorme que me hacía dudar de las cosas que debía llevar para Ethan.

Tomé un chupón y lo dejé en el carrito, Gia lo sacó de carro y lo volvió a dejar en su lugar, la vi frunciendo el ceño y ella negó.

—Esas cosas sólo hacen que sus dientes crezcan chuecos, los pediatras no los recomiendan para nada, es sólo mercadotecnia. No lo llevarás.

—Eso es un mito —dije y volví a tomar el chupón pero ella me lo quitó de las manos.

—No, déjalo.

—Gia —dije.

—León —dijo con el mismo tono de voz y cuando empezó a formar una de sus miradas asesinas entendí que era mejor no llevarle la contraria. Dejé el chupón—. Ven —me tomó de la mano—. Mejor vamos a comprarle otro juguete para que desarrolle más sus sentidos.

Tenía suerte de tenerla mi lado, cada mes que íbamos con el pediatra y nos daba consejos sobre algunas actividades y otras cosas debíamos hacer ella ya las estaba empezando a hacer con Ethan. Gracias a Gia él ya sabía sentarse y se la pasaba rodando por la cama o intentando desplazarse, también jugaba con cosas llamativas, todo eso nos había dicho el pediatra que iba a empezar a hacer a los 6 meses.

Mientras caminábamos por el pasillo en el área de bebés noté que había unas cuantas mujeres observándonos con rostros molestos, como si nuestra presencia les desagradara. También noté que Gia no había soltado mi mano.

Una de aquellas mujeres nos vio pasar y negó con la cabeza, ella también tenía un niño aunque parecía tener más de dos años. La mujer se veía mucho más grande que yo, tal vez tenía más de 25 años, creo que todas las mujeres y unas cuantas parejas que estaban en esa sección eran mucho mayores que yo.

Me di cuenta de que Gia y yo éramos la “pareja” más joven del lugar. Las miradas molestan no iban dirigidas especialmente a mí si no a Gia. Aquellas mujeres pensaban que ella era la mamá de Ethan.

—Gia —la llamé y me acerqué para susurrarle—. Hay personas viéndonos… creo que ellas creen que eres la mamá de Ethan —levantó la mirada de una pelota de esponja para baño que estaba viendo y disimuladamente lanzó una mirada por el lugar, al darse cuenta hizo algo que no me hubiera imaginado.

Dejo la pelota de esponja en uno de los estantes, me sonrió y me besó en la mejilla para después recargar su cabeza en mi hombro.

—¿Qué haces? —le pregunté desconcertado.

—No les hagas caso, León, solo buscan a alguien a quien criticar. Creo que piensan que porque somos jóvenes somos irresponsables; y no me molesta que piensen que soy la mamá de Ethan. Sígueme el rollo.

Pasé mi brazo por sus hombros y ella se acomodó.

—¿Le compramos este, amor? —preguntó, en voz alta, enseñándome un juguete que había tomado al azar de uno de los estantes de nuestra derecha, tenía muchas figuras y colores.

Reí por sus palabras y el tono en que las dijo.

—Me parece bien, mi amor —le contesté y la vi sonreír.

Miré de soslayo a las personas que estaban ahí, algunas habían regresado a sus asuntos pero había unas cuantas mujeres que aun seguían observándonos como si fuéramos un par de delincuentes armados.

No les presté atención y seguí viendo a Gia que ya se había acercado a Ethan para mostrarle el cubo de colores. Mientras los observaba, una mujer pasó con su hijo a toda velocidad, el pobre niño, que parecía tener unos 3 años, iba casi arrastrando los pies por el piso ya que no podía caminar a la misma velocidad que su madre además que también iba mal tomado de la mano; cuando estaba a punto de decirle algo a la mujer, Gia habló.

—Señora, debería de poner más atención a la edad de su hijo y a su capacidad para alcanzar su velocidad a la hora de caminar de lo contario a ese paso que lo lleva podría lastimarle el brazo gravemente. Si no está muy informada respecto a eso le recomiendo que visite a algunos pediatras porque los niños son lo primero en estas etapas —finalizó con una sonrisa y una de sus manos apoyada sobre la cabeza de Ethan.

La mujer se quedó estática en su lugar, quiso decir algo pero las palabras no salieron de su boca así que sólo tomó a su hijo en sus brazos y salió del pasillo. Las demás personas del lugar observaron un poco más de tiempo a Gia hasta que me acerqué a ella y coloqué mis manos sobre sus hombros.

—Que inteligente —le susurré.

Volteó a verme.

—Yo siempre lo soy.

Seguimos nuestras compras sin ningún tipo de interrupción molesta.

Fuimos a las cajas para pagar las compras y ahí también llamamos la atención pero no de mala manera, Gia estaba jugando con Ethan y este de repente soltó una carcajadita que llamó la atención de todos los que nos rodeaban, una niña y un niño con un par de años de diferencia, que no alcanzaban el carrito, se pusieron sobre las puntillas de sus pies al lado de Gia para poder verlo y empezaron a cuestionarla a ella, no podía creer lo paciente que era con los niños.

—¿Cómo se llama? —preguntó la niña más pequeña.

—Ethan —contestó Gia sonriente.

—¿Cuántos años tiene? —preguntó el niño.

—Sólo tiene 6 meses.

—¿Qué son 6 meses? —volvió a preguntar la pequeña.

—Poco tiempo —les contestó Gia después de pensarlo unos segundos.

—Yo tengo un hermanito que está guardado en la pansa de mi mamá, ella dice que lo veré en 6 meses, pero no me ha dicho que es 6 meses —dijo la misma niña curvando su labio hacia afuera.

—6 meses es la mitad de un año —dijo el niño como si lo hubiera dicho muchas veces antes.

—¿Y qué es un año? —volvió a preguntar la niña y Gia rió.

—¡Lissa y Mark! No molesten a los muchachos —dijo la mamá de los niños y ambos saltaron del susto al escuchar la voz de ella llamándoles la atención.

—Estábamos viendo al bebé —dijo la niña rápidamente sin apartarse de nuestro carrito de compras—. No estamos haciendo nada malo.

—Yo vi que le estaban preguntado cosas a la muchacha —acusó otra niña que no había visto hasta que habló, ella estaba cerca de su mamá y sostenía de la mano a otro niño que era idéntico a ella. Viéndolos bien, todos se parecían, los dos niños que estaban junto a Gia, los gemelos, la mamá… y la otra chica que tampoco había visto, tenía el cabello castaño y muy largo, era diferente porque no era la chica más bonita que había visto –porque Gia era más bonita– pero había algo en ella que la hacía ver demasiado bien, lástima que no parecía ser mayor de 15 años así que, no.

—Niños, vengan aquí y les compro un dulce —habló la chica y los dos niños saltaron emocionados.

—Adiós bebé, adiós muchachos —dijeron los dos a coro y salieron saltando hasta donde estaba su hermana y su mamá.

—No es justo —dijo la gemela—. Jeanne yo también quiero un dulce.

La muchacha rodó los ojos y les dijo algo que hizo a todos saltar de la emoción.

—Cuidado que se te cae la baba —me dijo la vocecita de Gia volteé hacia ella y negué con la cabeza.

—Sólo la observaba como observo a las mujeres —me encogí de hombros mientras hablaba—. Deberías de ver cómo te observo.

Me empujó con su codo mientras la fila avanzaba un poco más.

Cuando llevamos todas las bolsas al auto le dije a Gia que era su turno de manejar pero negó rotundamente diciendo que mientras Ethan estuviera en el auto ella no conduciría, llegué a pensar que tal vez no querer conducir se debía a algo relacionado con sus padres y el atentado de los coches bombas, recordarlo aun no provocaba un nudo en la garganta.

—Compramos cosas que ni siquiera son necesarias —le dije a Gia mientras acomodábamos todo en la pequeña cocina de mi dormitorio.

—Claro que son necesarios, no puedo vivir sin mi flan —dijo sacando de una de las bolsas un paquete de flanes—. Además que yo pagué por esto —señaló a sus compras.

—Bien, en unos minutos te ayudo a llevar tus compras a tu dormitorio —en cuanto dije eso ella soltó un “pff” y recargó su cadera en la mesa. Levanté una ceja y ella imitó mi gesto—. ¿Por qué ese “Pff”? —le pregunté.

—Vivo prácticamente en tu dormitorio, desayuno, como y ceno aquí, no pienso que haya necesidad de llevar mis compras a mi dormitorio si de cualquier manera terminaré haciendo las comidas aquí —dijo sonriente y me di cuenta de cuánto tiempo pasábamos juntos. Sus días consistían en venir todas las mañanas a ver como había amanecido Ethan y dejarme el desayuno que había preparado “de sobra”, en las tardes venia para cuidar de él y cuando yo llegaba de los entrenamientos me pedía que la ayudara con algunas tareas que no comprendía así que salía de mi dormitorio hasta después de las 10 de la noche, sólo le faltaba dormir y asearse aquí. Ese tiempo lo resentí en las vacaciones de dos semanas y también Ethan, fue como si una parte de nosotros hubiese estado vacía porque Gia no estaba a nuestro lado.

Pff, dije en mi interior, a veces podía pensar muy dramáticamente.

* * *

—¡Frio! —gritó Gia mientras bajamos las escaleras de los dormitorios. Estábamos en los meses más fríos del año pero ella parecía que no tenía ropa muy abrigada porque todo el tiempo se estaba abrazando a sí misma e intentando darse calor frotando las palmas de sus manos.

—Existen cosas llamadas suéteres, chamarras o abrigos y sirven para mantenernos calientes en este tipo de climas —le dije al mismo tiempo que empezaba a quitarme mi chamarra, ella volteó a verme pero antes de que dijese algo le coloqué mi chamarra sobre sus hombros—. No te la quites.

—Tú la necesitas —dijo con los dientes castañeándole—. No me sentiré bien si te enfermas.

—Y yo tampoco me sentiré bien si te enfermas —además que la camiseta de manga larga que llevaba puesta era térmica y no sentía mucho el frio.

—Eres un loco —soltó rápidamente y se acercó a mí para aferrarse a mi brazo derecho. Casi la mitad del camino estuvo temblando.

Ese día teníamos que acudir al auditorio para la bienvenida del semestre y para ver nuestros nuevos horarios. Por alguna razón en el campus no se daban los horarios por correo ni nada, teníamos que ir hacia unas pizarras donde pegaban las hojas con nuestras materias, nombres de los profesores y horas a las que debíamos asistir a clase. Ese era uno de los pocos momentos en que estudiantes de preparatoria y universidad se mezclaban pero debido al caos casi nadie convivía.

Aunque ahora estaba con Gia.

Llegamos a las puertas del auditorio y cientos de cabezas se agitaban y movían hacia diferentes paredes del auditorio intentando ver sus horarios. Gia se aferró a mi brazo con más fuerza.

—No me gusta estar entre multitudes —susurró sin despegar su vista del mar de cabezas que se extendía frente a nosotros.

—Podemos esperar hasta que salgan algunas personas…

—Pudimos haber cuidado de Ethan durante este tiempo —se quejó ya que no le parecía la idea de que Adrián lo cuidara y mucho menos cuando llegaba con apariencia de haber estado bebiendo toda la noche, yo sabía que no lo había hecho pero Gia era un caso tremendo para convencer.

—Adrián lo cuidará bien.

—Tiene que hacerlo bien —dijo en tono de advertencia.

—Ven, vamos a esperar en un lugar en donde no pasen tantos chicos —la tomé de la mano y la guié hasta encontrar un lugar con suficiente espacio para ambos. No sé qué pensaban los directores del campus, el auditorio era demasiado pequeño para tantos alumnos.

Pasamos casi una hora hablando hasta que el auditorio estuvo un poco vacio. Mi horario estaba justo al lado del primero grupo de preparatoria del campus, es decir que estaba justo al lado de Gia, primero fuimos a ver mi horario y si ella no hubiera estado ahí probablemente habría muerto.

—¡Qué! —grité mientras veía mis clases de 7:00 a.m. a 2:00 p.m. más los entrenamientos. Nunca me había tocado un horario así pero lo peor era que no iba a poder cuidar de Ethan y seguramente Alissa tampoco podría ayudarme, deseé de manera egoísta que a Gia le tocara un horario que nos permitiera acoplarnos para cuidar de mi hijo.

—Tranquilo, ya veremos cómo nos arreglamos —dijo con su vista clavada en la pared—. Iré a ver mi horario —empezó a caminar y la seguí. Se detuvo y soltó un suspiro—. Rayos —murmuró, seguí su vista hasta donde estaba viendo—. Tengo clases de 8:00 a.m. a 2:00 p.m.

—Tarde o temprano iba a pasar algo así —hablé para mi mismo pero ella definitivamente me escuchó porque me dio un apretón en mi brazo—. Cuidar a un bebé en el campus y mantenérselo en secreto a mis padres —estaba casi susurrando ya que aun había personas a nuestro alrededor—, sólo era cuestión de tiempo.

—Tal vez podamos dejarlo en una guardería —ofreció—. Podemos buscar formas. Este no es el fin del mundo, León.

Me sonrió tiernamente pero su sonrisa se desvaneció en cuanto una voz la llamó.

—¿Gia? —era una voz masculina que hizo que ella se tensara y apartara sus manos de mi brazo como si yo estuviera lleno de gérmenes o algo peor, a pesar del color de su piel logré notar con facilidad el sonrojo en sus mejillas.

Se volteó lentamente y vi al dueño de esa voz.

Era un muchacho de la edad de Gia aproximadamente, tenía el cabello negro y un poco largo, vestía su ropa de manera muy arreglada, tenía unos lentes y parecía un nerd, no del tipo que salían en las series juveniles que por suerte Gia no veía, pero era un chico que desde lejos se notaba que era estudioso y todas esas cosas para las que yo no tenía tiempo de hacer ni siquiera de pensar.

—Esteban —dijo Gia y él se acercó a ella para darle un abrazo “amistoso”.

Así que él era el famoso Esteban. Sólo pensé en que yo era mejor que él en muchos aspectos.

Me quedó bastante claro que ambos se correspondían sus sentimientos pero si ese chico era lo suficientemente tonto para no decirle lo que sentía a una chica como Gia estaba seguro de que no permitiría dejarlo acercarse a ella.

—¿Te tocó el horario 3? —le preguntó Esteban y Gia asintió tímidamente.

¡Dios! Lograba verse tan tierna cuando se lo proponía.

—De nuevo nos ha tocado en la misma clase —dedujo—. Qué suerte.

Desde luego que tenía suerte. ¿Qué idiota le pregunta sobre la escuela a una chica antes de preguntarle sobre las vacaciones u otro tema que sí interese?

Compartieron unas cuantas palabras hasta que me crucé de brazos y me hice notar. Esteban se quedó viéndome un par de segundos.

Gia volteó a verme y me sonrió tímidamente, nunca me había visto de esa manera.

—Él es Leonardo —dijo presentándonos—. Es mi mejor amigo —añadió.

Esteban asintió antes de extenderme la mano, nos dimos un apretón de manos que duró más de lo que suelen durar los apretones de manos, era de esos de los que se comunicaba más de lo que se decía.

—Bueno, me tengo que ir —le dijo únicamente a Gia—. Nos veremos después —ella asintió y sólo recibí una mirada de él antes de que se diera media vuelta y empezara a avanzar hacia cualquier lugar.

—Así que él es el chico que te gusta —le pregunté pero ella sólo dejó salir aire y sacudió su cabeza—. Creí que sería más interesante.

—Lo dices porque eres un chico y no ves lo mismo que yo en él. Pero me gustaría que no habláramos de eso en este momento.

Sonreí y le pasé un brazo sobre sus hombros para empezar a encaminarnos hacia la puerta.

Tenía una ventaja, no sabía para qué pero yo tenía una ventaja.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

Después de semanas les dejo el capítulo 14 de esta novela.

Si lo notaron aparecieron unos personajes de otras de mis novelas xD, sólo quiero aclarales que no tienen nada que ver las historias y no se relacionan, únicamente añadí a los personajes aquí por diversión :3

Espero que les haya gustado el capítulo y espero poder actualizar más seguido ya que la próximo es mi ultima semana del semestre en al uni :')

¡Saludos!

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