Mi mejor amigo y mí... lo que sea
Capítulo ocho
León
—No. No. No —dijo Alissa molesta.
—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —celebró Adrián.
Le había dado la noticia a mi amigo de que Gia había aceptado salir con él y como resultado él quiso besarme, Adrián había intentado besarme, nunca superaría eso ¡Jamás!
Él estaba celebrando en mi dormitorio con la misma actitud con la que celebraba un gol en la cancha y Alissa me quería asesinar con la mirada.
Los tres estábamos sentados en forma de triangulo en el suelo de mi dormitorio, Alissa estaba del lado derecho, Adrián del lado izquierdo y yo frente a ellos dos y en medio. Tenía que conseguir sillas lo más pronto posible, las dos sillas que había no eran suficientes.
—No hay forma de que lo deje salir con Gia —dijo mi amiga—. Ella es una niña inocente y linda y esta cosa sólo la pervertirá y probablemente hasta le quite su inocencia —apuntó a Adrián con desprecio.
Estaba acostumbrado a que ambos se trataran así, llevaban más de 6 años conviviendo y aun no lograban llevarse bien, pero no eran de esos que se amaban en secreto ni nada, los conocía bien a ambos y jamás congeniarían.
Alissa le había tomado un gran cariño a Gia y ahora que se había enterado del repentino interés de Adrián en ella estaba hecha una furia. También yo me hubiera sentido así como ella pero conocía bien a Gia, aunque tuviésemos como tiempo de conocernos sabía que ella jamás dejaría que mi amigo le pusiera una mano encima, ella se sabía defender sola, estaría bien.
—¿Ethan ya comió? —pregunté y sólo la vi asentir desinteresadamente.
Alguien tocó la puerta y los tres nos quedamos en silencio instantáneamente.
—¿León, por qué cerraste la puerta con llave? —me preguntó Gia del otro lado de la puerta.
Me puse de pie para abrirle. Cuando entró caminó detrás de mí y se sentó a mi lado, ahora los cuatro hicimos un cuadrado.
—¿Es cierto que aceptaste salir con Adrián? —la interrogó Alissa.
Gia asintió sorprendida por la actitud de mi amiga.
—Es muy sobre protectora —le susurré.
Técnicamente Alissa era la más grande de nosotros, ella ya tenía 19 años, los acababa de cumplir dos semanas atrás y ya que era de las más grandes en el orfanato había desarrollado un instinto maternal y sobreprotector con cualquiera que fuese menor que ella. Ella estudiaba pedagogía en la universidad pública y esperaba poder convertirse en maestra de preescolar.
—Nada de sobreprotectora —dijo molesta—. León una vez me obligó a salir con Adrián —la mirada de Gia se clavó en mí y yo la desvié hacia otro lugar, de repente el techo era muy interesante, creo que Adrián también hizo lo mismo que yo—. Esta cosa intentó aprovecharse de que estaba mareada por el alcohol —no la estaba viendo pero podía sentir como señalaba a mi indefenso amigo—, me tocó un seno y quiso besarme.
—Yo lo mato si me hace eso —dijo Gia con voz firme.
—No faltó mucho para que yo hiciera eso —la voz de Alissa era tensa.
—Sé Karate —recordé aquel día que intenté presentarme con Gia y yo terminé en el suelo. Podía confiar en ella para protegerse—, no te preocupes por eso.
—Yo no le haré nada malo a Gia, ella es menor de edad.
Volteé a ver a Adrián, en seguida mi mirada se encontró con la de mi amiga y ambos soltamos una carcajada, si claro, como si eso fuera un impedimento para él.
—Hablo en serio —seguimos riéndonos durante unos minutos más—. No te arrepentirás, Gia —dijo seriamente—. Será el mejor día de tu vida.
Ella sonrió y asintió.
—Lo esperaré con ansias.
Alissa y yo nos quedamos callados al escucharla hablar tan animada.
Gia le cambiaba la ropa a Ethan mientras yo estaba preparando su leche, ya casi no quedaba y probablemente esa poca que quedaba la acabaría en un día más, también necesitaba agua potable, no de la que yo tomaba que era purificada ahí mismo en el campus y que aun sabía a cloro, a Ethan le compraba agua embotellada que estuviera bien purificada y no le provocara alguna enfermedad.
—Ya estás bien guapo —escuché decir a Gia. La volteé a ver sobre mi hombro y vi como acercaba su nariz a la de él y agitaba su cabeza juguetonamente, regresé mí vista al biberón y unos segundos después la volví a escuchar hablar—. Agg que asco, me llenaste de tus babas —ella estaba riendo—. León ¿Ya está su leche? —preguntó.
Preparé el biberón rápidamente.
—Ya casi —mentí, aun faltaba agitarlo.
—Por cierto —la escuché detrás de mí así que volteé hacia ella—. Necesito que me ayudes con una tarea mañana.
Yo estaba agitando el biberón para que el agua y la leche se revolvieran perfectamente cuando le pregunté:
—¿Por qué no hoy? Tenemos tiempo.
—No. Pasan de las diez de la noche y yo no hago tarea después de esta hora —dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
—¿Por qué?
—Porque mi cerebro deja de funcionar después de las 8 de la noche —dijo como si fuera obvio y rodó los ojos—. Tú no lo entenderías, eres un nerd.
—Ah, gracias —dije halagado. La palabra nerd no era algo que me definiera exactamente pero estaba bien ser llamado así de vez en cuando, no era por presumir pero siempre había sido de los más inteligentes de las clases y eso me traía muchos beneficios, era algo así como un bonus. Era guapo, futbolista e inteligente, todas las chicas me deseaban.
—Como sea, después de que llegue de la cita de Adrián necesitaré tu ayuda —dijo Gia.
—Aun no puedo creer que hayas accedido salir con él —dije riendo.
—Verás que se arrepentirá —dijo segura—. Adrián es del tipo de chicos que no se enamoran, pueden tener un ligero interés en alguien pero no será demasiado serio. Él necesita de una chica con carácter más fuerte, paciente y que le gusten los niños —rió—, ya que él es un inmaduro. Probablemente se siente confundido porque yo soy fuerte pero cuando conozca un poco más de mí sabrá que no soy esa chica que quiere.
—Pareces demasiado segura —le dije.
—Puedo apostarte que ni siquiera intentará besarme.
Eso sí que lo tenía que ver.
—¿Qué quieres apostar? —dije tomando interés en nuestra platica—. Estoy seguro que perderás así que intenta no apostar algo de mucho valor.
Levantó una ceja y en su mirada ya veía un reto.
—Desconfías mucho de Adrián.
—Confías mucho en él.
—Bien. Sí el intenta algún movimiento conmigo te haré el desayuno y cena por un mes, pero si yo gano harás mis tareas por un mes.
La apuesta no era algo que me convenciera mucho, ella debía hacer sus tareas para aprender, pero la situación era tan tentadora y sabía que iba a ganar así que acepté. Además tendría comida “casera” durante un mes y se escuchaba delicioso.
—Acepto —dije extendiendo mi mano para cerrar el trato.
—Perfecto —nos dimos un apretón de manos y pude ver cuanta fuerza tenía Gia, mi mano quedó hormigueando debido a la fuerza que utilizó.
La vista de Gia estaba pegada a su laptop, creo que buscaba información sobre bebés porque todo lo que encontraba útil lo anotaba en su libretita de notas.
Ethan ya se había quedado dormido en mis brazos después de tomar su leche, tomé una almohada para acostarlo pero justo antes de dejarlo sobre la cama Gia me detuvo con su mano. Cabe decir que me asustó como el infierno porque creí que ella aun seguía frente a la computadora.
—En internet dice que los bebés no deben de dormir con almohadas ni peluches ni nada por el estilo —me dijo leyendo su libreta—. Dice que eso le impide a sus huesos desarrollarse completamente además que si se gira mientras duerme y no nos damos cuenta podría provocarle un “muerte de cuna”. Lo cual se escucha horrible —finalizó.
—¿Pero no le lastimará su cabecita o le impedirá la respiración dormir sin almohada? —pregunté.
—No, al revés, si le pones una almohada puede interferir con su respiración ya que los bebés no saben respirar muy bien en su primer año de vida —su vista seguía clavada en su libreta leyendo todo lo que había encontrado.
—¿Lo debo de dejar dormir así? —recosté a Ethan boca arriba y Gia asintió con aprobación.
—Sí —sonrió—. Oh, y también leí que se debe estar girando la cabecita del bebé de derecha a izquierda, muy despacio, mientras duerme para que no sufra deformidades en su cabeza o incluso en una parte de la cara.
—Vaya —dije agotado de escucharla hablar sobre tantos cuidados—. ¿Qué más encontraste? —pregunté con interés. Me interesaba que Ethan creciera lo más sano posible, quería que fuera un niño fuerte, justo como su nombre lo decía.
Gia me prestó su libreta y juntos leímos mil y un cuidados para bebés. Esa noche entramos a muchos foros sobre el cuidado de bebés en los primeros meses y creo que ambos nos pusimos muy nerviosos al darnos cuenta de todas las cosas que ignorábamos. Estuvimos leyendo hasta la 1 de la madrugada.
—Y esos han sido solamente los primeros seis meses de vida —susurró Gia.
—Ethan lo vale —dije susurrando.
—Ethan —pronunció lentamente y pareció hundirse en sus pensamientos.
—¿Qué pasa? —pregunté viéndola en la oscuridad de mi dormitorio, la única luz que teníamos era la de la laptop.
—Nada —negó con su cabeza—. Me gusta ese nombre. ¿Por qué te decidiste por Ethan?
—El nombre significa fuerza, duradero, sabio… —contesté—. Quiero que mi hijo sea así. Sé que lo será.
—Sí, lo será —dijo con una sonrisa—. ¿Sabes? Probablemente no te diga esto nunca más, pero te admiro —mis ojos se abrieron con sorpresa—. Ethan crecerá siendo fuerte y sabio porque tú eres de esa manera. Si yo fuera sido tú lo habría llevado a la policía o a algún lugar en donde pudieran hacerse cargo de él, jamás me habría atrevido a cuidarlo, pero tu tomaste una responsabilidad que ningún otro joven haría tan a la ligera y lo estás haciendo bien a pesar de que no tienes ningún conocimiento sobre esto. Eso sí es para admirar.
—Gracias, Gia.
—De nada —me sonrió.
* * *
—¿Cómo sabré que no me mentirás? —le dije a Gia.
Era domingo por la tarde y faltaba unos minutos para que ella y Adrián salieran en su cita. Debido a la apuesta que habíamos hecho me sentía tenso por la situación, si ella ganaba yo haría su tarea por un mes y no era tiempo que tuviera disponible, estaba seguro de que no ganaría, pero si lo hacía…
—Yo puedo ir espiándolos y tomarles fotos como prueba —se ofreció rápidamente Alissa que había ido en domingo a ayudarme con Ethan aunque ni se lo había pedido, estaba seguro de que estaba más preocupada por Gia que por mi hijo.
—No me molesta —dijo Gia encogiéndose de hombros.
—Seguramente Adrián se dará cuenta y se contendrá, prefiero confiar en ti —le lancé una mirada severa—. No me mentirás ¿verdad?
Su respuesta fue otro encogimiento de hombros.
—En serio —habló Alissa insistente—. No me molesta ir.
Quería protestar de nuevo pero en ese momento Adrián tocó la puerta entusiasmadamente y tuvimos que dejar nuestra plática.
Abrí la puerta y Adrián entró como bólido a mi dormitorio.
—Disculpa la tardanza —dijo apresuradamente caminando hacia Gia que estaba sentada en el borde de mi cama.
—Llegas justo a tiempo —le contestó con una sonrisa en el rostro y quise vomitar. Faltaba poco para verlos como una pareja de novios. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, él era mi mejor amigo y Gia era mí… lo que sea que fuese, sería incomodo tenerlos como pareja en mi dormitorio, pero al menos ganaría la apuesta.
—Nos vamos —dijo Gia y cuando acordé ella y Adrián ya se estaban marchando por la puerta.
Cuando se cerró de golpe me sobresalté. Esperé unos segundos y volteé a ver a Alissa.
—Ve a espiarlos —le dije y ella prácticamente salió volando.
Esperaba que fuera discreta.
* * *
—Fue tan gracioso —Gia y Alissa entraron riendo a mi dormitorio y detrás de ellas entró Adrián con una sonrisa también.
Estaba leyendo la libreta de notas de Gia y tenía a Ethan boca abajo como lo decía una guía para padres que había encontrado en internet, según esa posición ayudaba al bebé a fortalecer su columna pero se debía estar cuidando de que el bebé no hiciera mucho esfuerzo al querer girarse. Cuando los tres entraron tomé a Ethan entre mis brazos.
—¿Cómo les fue? —pregunté fingiendo desinterés.
—Fabuloso, Gia me dio una paliza en los bolos y el mini golf —contestó mi amigo entusiasmado.
—Y también en el Hockey de mesa —alardeó Gia.
—Y yo me los topé mientras iba a comprar le leche de Ethan —dijo Alissa levantando una bolsa de plástico.
¿Cómo sabía que hacía falta leche?
—Me alegra saber que se divirtieron —mi vista estaba fija en Gia y la sonrisa triunfadora en su rostro me hacía pensar en la derrota.
—Sí, fue uno de los mejores domingos que he tenido desde que el semestre inició. Deberíamos salir los cuatro juntos… —se detuvo al verme cargando a Ethan—. Los cinco —se corrigió.
Sí, claro, como si no les molestara salir con un bebé.
—Sería genial —dijo Alissa animada.
—Por mí no hay problema —dijo Gia sonriendo hacia mi dirección—. Sería genial ver a Ethan con una camisa que diga “¡Vamos Gia!”. O algo así.
Estuve ansioso durante la hora que pasó Adrián en mi dormitorio, Gia tenía una expresión que combinaba la emoción con ansiedad, Alissa se veía tan calmada como si su etapa de mamá sobreprotectora nunca hubiera pasado además que mantenía su vista pegada en un celular que no era de ella.
Cuando por fin mi amigo se marchó en ambiente cambió bruscamente.
—Gané —dijo finalmente. Caminó hasta mi cama con Ethan en sus brazos, me lo había quitado en cuanto Adrián se había marchado, cuando llegó a mi cama se sentó y recargó su espalda en la cabecera—. Mañana iniciarás a hacer mi tarea.
—Imposible —dije sin aire en mis pulmones. Era simplemente imposible que Adrián no hubiera intentado nada con ella ¡Hasta yo lo habría hecho!
—Aquí esta las pruebas —dijo Alissa entregándome el celular que había estado viendo—. Toda la evidencia está en esas fotografías.
Tomé el celular y me di cuenta de que pertenecía a Gia.
Empecé a ver las fotos, en todas ambos estaban riendo, apartados por una gran distancia, primero estaban jugando en los bolos, la única vez que hicieron contacto fue cuando chocaron sus palmas, en otras fotos estaban jugando minigolf y Gia parecía saber mucho más que Adrián, en otras sólo caminaban y luego jugaban al hockey de mesa. No lo podía creer, seguramente habían sido manipuladas o en momentos que Alissa se distrajo Adrián lo aprovechó.
—Esas fotos están editadas, no pueden ser reales —dije volviendo a ver la evidencia.
No la estaba viendo pero sentía como la sonrisa de Gia se hacía cada vez más grande, faltaba poco para parecerse al gato feo ese de Alicia en el país de las maravillas.
—Acéptalo. Perdiste.
—¡Usaste Photoshop! —la acusé y rodó los ojos.
Su atención se centró en Ethan que al parecer le encantaba tomar algo de Gia, primero había sujetado sus dedos y ahora estaba jugando con su cabello negro.
—No sabía que eras tan mal perdedor —dijo después de unos minutos.
—Yo me voy —anunció Alissa—, los dejo con sus problemas de parejas.
Gia soltó una carcajada y se despidió de ella con la mano, cuando nos quedamos solos le entregué su celular y tomé el mío que estaba sobre la mesa.
—Dame tu número de teléfono —dije haciéndome un espacio a su lado en mi cama—. Podría ocurrir algo y es mejor estar comunicados —la aclaré.
Asintió y me dictó su número, hice lo mismo.
—¿Qué pasa con la apuesta? —preguntó con curiosidad.
—Soy un hombre de palabra —dije.
Asintió y volvió su vista a Ethan que bostezaba tiernamente en sus brazos. Me di cuenta de muchas cosas pero unas de ellas fueron que Gia parecía más encariñada con él, otra fue que ella estaba en mi cama y por primera vez no estaba pensando en sexo al tener a una chica ahí, la otra fue que… preciamos una familia.
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