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¡La última!

Capítulo veintiséis

Capítulo final.

León

Salí de la habitación intentando no hacer mucho ruido para no despertar a Ethan, cerré despacio la puerta y al girarme me encontré con África que también salía de su habitación.

—Buenos días —me dijo con una sonrisa tímida en el rostro. Ella había estado actuando así desde que yo había llegado a vivir a su casa tres meses atrás, de vez en cuando la veía triste cuando me veía llegar con Ethan en las tardes después de la universidad. Cuando hablábamos sólo eran cosas sobre la escuela o su familia, nunca mencionaba nada de mí y mucho menos hablaba de Gia.

Había visto muy pocas veces a Gia en los últimos tres meses sobre todo porque se habían atravesado las vacaciones de fin de año y ella se había ido con su familia a esquiar o algo así me había mencionado, nos hablábamos por las redes sociales e incluso pasamos muchas noches sin dormir para poder hablar un poco más.

África y yo bajamos al primer piso para preparar el desayuno, aunque para ella yo era su "invitado" siempre le ayudaba a hacer cosas en la casa, ya fuese hacer el desayuno, limpiar o ayudar a la pequeña Italia con su tarea. Los dos hermanos de África eran niños con mucha confianza en las personas, eran igual de felices que su hermana y contagiaban la felicidad aun estando en una casa como esa. Qué decir de esa familia, América era una chica que no llegaba a la casa en días y su padre era un hombre que todo el día estaba trabajando, lo poco que sabía de su madre era que se había separado de su esposo y vivía en la ciudad vecina, había dejado a sus hijos al cuidado de una persona que ni siquiera recordaba el nombre correcto de sus hijas. Mi rol en  esa casa parecía ser el del padre de ellos, no era broma.

—Necesito irme —dijo África viendo el reloj en la pared—. Iré a despertar a los chicos —empezó a caminar para salir de la cocina pero la detuve.

—No te preocupes por eso ve y arregla tu cabello, yo me encargo de los niños.

África hizo una mueca y fingió temblar.

—Primero, mi cabello ya está peinado —ups—, y segundo no hables así, por un momento pareciste mi esposo.

Reí.

—Lo siento, creo que aún no me acostumbro a esta nueva vida —dije suspirando—. Ya sabes, viví durante más de un año con Gia y nos acostumbramos a hacer las cosas de esta manera, cuando Ethan vivía en el dormitorio ella hacía una parte y yo otra, era nuestra manera de coordinarnos, a veces olvido en donde estoy —terminé hablando para mí mismo pero África asintió.

—Por suerte no tuviste que casarte con la bruja de mi hermana —dijo sonriendo—. Cuando esto acabe podrás volver con Gia sin necesidad de hacer trámites de divorcio y esas cosas que complican la vida.

—Supongo que tienes razón, tuve un poco de suerte en esto.

Ella sonrió de nuevo.

—Te encargo a los chicos —dijo.

Tenía razón, gracias a las cartas que América me había dejado habíamos podido evitar el matrimonio pero aun así debía vivir bajo el mismo techo que ella durante un año, pero por suerte no estaba atado a ella de otra forma.

Cuando África se fue a la universidad, Italia y Cairo ya habían terminado su desayuno y ambos estaban esperándome (por suerte me tocaba entrar a las 9 a.m. a clases). La niña me esperaba porque aún era muy pequeña para ir a la primaria sola y Cairo porque le gustaba encaminarse junto a nosotros hacia la secundaria, durante el camino me hablaba sobre futbol y me pedía consejos para nuevas jugadas. Él tenía 13 años, la misma edad que yo tenía cuando mis padres me adoptaron, me recordaba un poco a mí excepto por el cabello negro y su estatura, a esa edad era bastante alto, apenas lo rebasaba por 10 centímetros o menos.

—León se nos va a hacer tarde —gritó Italia en la sala con su vista en la pantalla viendo caricaturas.

—Ya te he dicho que no puedes ver televisión temprano —le dije y ella corrió a apagar el televisor—. Esperen un par de minutos, subiré por Ethan.

Ambos asintieron y subí corriendo las escaleras.

Llegamos a la guardería de Ethan con diez minutos de anticipación y Amanda, la que se encargaba de los bebés de la edad de mi hijo, nos recibió con una sonrisa en el rostro y muchos cumplidos, yo sabía lo que intentaba hacer, todas las mañanas coqueteaba conmigo pero ella no era Gia así que sus intentos no funcionaban conmigo, era muy guapa pero no para mí.

En cuanto me aseguré de que Ethan estaba bien salimos de ahí para apresurarnos a llegar a la primaria de Italia.

—Esa chica casi se queda sin pestañas de tanto coquetear contigo —dijo Cairo mientras caminábamos/trotábamos por la calle—. Deberías salir con ella.

—No lo creo —contesté inmediatamente y volteé a verlo con el ceño fruncido—. Y será mejor que tú no estés pensando en chicas a tu edad —dije—, eso no te hará bien.

El soltó una carcajada.

—Tranquilo yo sé para qué sirven los condones, nunca los he necesitado ni usado, lo aclaro, pero sé que sirven para prevenir enfermedades y embarazos así que si algún día llego estar con una chica no terminaré con un bebé a menos que yo quiera —se estaba burlando de mí.

Cairo se despidió de nosotros un par de cuadras antes de llegar a la primaria en donde iba Italia, él tenía que tomar otra calle para ir a la secundaria. Todas las mañanas la cantidad de mujeres jóvenes y adultas que estaban fuera de la primaria iba en aumento, muchas de ellas creían que yo era el hermano de Italia y casi se desmayaban cuando ella me abrazaba para despedirse de mí. Era sorprendente la cantidad de mujeres que un joven con niños pequeños podía atraer.

Vi la hora en mi celular y salí, prácticamente, volando, se suponía que debía llegar unos cuantos minutos antes para hacer una tarea.

Entré corriendo a la biblioteca del campus para terminar mi tarea pendiente, busqué como loco un tonto libro de ciencias sociales que ni siquiera tenía que ver con mi carrera pero que un profesor con una vida aburrida nos pidió, recorrí con la vista las estanterías y cuando por fin encontré la sección el único libro que faltaba era el que yo necesitaba. Suspiré y me giré para salir de ahí pero me topé con una chica que intentaba alcanzar un libro de la estantería más alta, si no la ayudaba se podría echar la estantería encima.

Me paré detrás de ella y tomé el libro que había intentado alcanzar para dejarlo sobre su cabeza. Ella lo tomó y se giró hacia mí. Al verme rodó los ojos.

—Este es el momento en donde me besas —le dije sonriendo.

—Estoy segura de que algo similar nos pasó hace tiempo —dijo Gia sonriendo de oreja a oreja.

—Sí  y también me acabo de dar cuenta de que sigues igual de enana —le sonreí y ella me golpeó el hombro.

—Yo no estoy bajita estas cosas crecen más cada año —dijo señalando la estantería. Reí fuerte sin importarme que estuviéramos en la biblioteca y se suponía que debía guardar silencio, tomé a Gia en mis brazos y la besé. Escuché como cayeron los libros de sus manos al suelo pero como a ella no le importó a mí tampoco y la seguí besando.

—Te he extrañado, amor —dije en sus labios.

—Shh —salió de sus labios y seguimos en nuestro asunto.

Llegamos al dormitorio de Gia —ya que el mío estaba cerrado con llave porque ya no me pertenecía— y entramos riendo a carcajadas, ambos nos habíamos saltado las dos clases que nos restaban en el día, estábamos seguros que por romper las reglas una vez no pasaría nada.

Cerré la puerta de su habitación y me acerqué a ella para abrazarla por la espalda, volteó a verme sobre su hombro con una sonrisa en su hermoso rostro, podría morir justo en ese momento.

—¿Por qué me ves de esa manera? —preguntó levantando ambas cejas.

—Es sólo que... —apoyé mi frente en su sien—. Lamento que todo esté pasando así... no sé qué pienses sobre mí en este momento.

Se removió en mis brazos hasta liberarse de mí, se giró sobre sus talones, me vio a los ojos, desvió su mirada y de nuevo volvió a fijar su vista en los míos. En su rostro no pude ver reflejado nada hasta que empezó a hablar.

—Te amo, León. Sé que las cosas están un poco raras entre nosotros, en este momento no sé exactamente si aún seguimos juntos o no, pero te amo y aunque la situación se vea difícil quiero salir adelante contigo... yo —tomó aire a pesar de que no había estado hablando rápido—... un año no es nada para mí. Bueno nueve meses no son nada —se encogió de hombros—. Yo podría esperar todo el tiempo que fuese necesario para estar con ustedes de nuevo.

—Oh, Gia —me acerqué a ella y acuné su rostro en mis manos—. No quiero lastimarte más de lo que lo he hecho pero decir que no quiero estar junto a ti y que no te amo podría ser la mentira más grande que podría salir de mi boca. Te amo, debes saberlo siempre, pero no quiero hacerte esperar tanto tiempo por errores que yo he cometido. Soportar los caprichos de América son cosas que sólo yo debo hacer, no quiero implicarte en esto, no es correcto.

Ella sonrió.

—No importa, yo quiero implicarme, quiero esperar, quiero arriesgarme porque sé que al final todo va a resultar bien, porque sé que esta es una de tantas pruebas que tendremos para poder estar juntos. León, tu yo sabemos lo que es tener una vida difícil y hemos podido superarlo. Los caprichos de una chica de 22 años no son nada para nosotros, somos dos contra uno.

—Te amo —besé sus labios fugazmente—. Amo tu forma de hablar, de pensar, sin ti probablemente yo no podría estar haciendo esto bien —deslicé mis labios hasta su oído y susurré—. ¿Me esperarías? Durante estos meses restantes ¿podrías cumplir mi egoísta petición y esperarme?

Ella asintió rápidamente.

—No me costará absolutamente nada esperarte.

—Te prometo que te haré feliz.


Caminamos juntos hasta la guardería donde llevaba a Ethan todos los días, en todo el camino nunca solté su mano y presté toda mi atención a ella, todo el tiempo la extrañaba pero hasta que la tenía a mi lado me daba cuenta de lo mucho que me hacía falta en mi vida, del gran hueco que tenía todo el tiempo si ella no estaba.

Al llegar a la guardería sentí a Gia un poco tensa, su mano apretó más la mía.

Amanda apareció con Ethan en sus brazos, me acerqué para poder tomar a mi hijo y cuando me giré hacia Gia sus ojos estaban brillosos por las lágrimas. Me acerqué a ella y al instante que Ethan la vio empezó a estirar sus brazos hacia su dirección, Gia lo tomó inmediatamente entre sus brazos, besó su cabecita y empezó a llorar.

—¿Cómo has estado? —le preguntó Gia aun con lágrimas en los ojos, mi hijo sólo se acomodó en sus brazos como si sintiera que ahí debía estar.

—Gia... —empecé pero no pude seguir.

Los rodeé a ambos con mis brazos fuertemente. Ya no quería hacer sufrir a Gia así, ella no se merecía eso.

Llamé a África para avisarle que no podría pasar por su hermana a la primaria, al explicarle que estaba con Gia me gritó diciendo "¿Y qué haces dándome explicaciones? ¡Disfruta!" y ella misma cortó la llamada. Sin duda era como una hermana para mí.

Caminamos hasta un parque en donde pasamos la mayor parte de la tarde, me sentí feliz de ver a mi hijo contento de estar con su verdadera mamá. Ethan jugaba con el cabello de Gia mientras los dos hablábamos, mi hijo le quitó la liga roja que tenía en el cabello y empezó a jugar con ella, la jalaba y soltaba carcajadas como si fuera lo más maravilloso del mundo.

—No te vayas a lasti... —empezó a decir Gia pero no pudo terminar porque la liga se estrelló contra su mejilla—... mar.

—No, Ethan, eso es peligroso —le dije y él se quedó serio con los ojos muy abiertos. Giré el rostro de Gia para ver su mejilla, sólo tenía una línea pequeña de un ligero color rojo, me incliné para besarle en el lugar y ella me sonrió. Mi hijo al ver mi acción se paró en el regazo de Gia y me imitó, besó su mejilla.

—Oww Ethan —alargó Gia, de nuevo sus ojos se habían empezado a llenar de lágrimas pero esta vez eran de felicidad—. Te amo, pequeño —le dijo abrazándolo.

—Todos los días se lo recuerdo —le murmuré en el oído.

Ella volteó a verme y me sonrió.

—Nunca lo olvides —en ese momento no entendí si me lo decía a mí o a Ethan.

Nos quedamos observando el inicio del anochecer, juntos, como la pequeña familia que éramos.

* * *

Entre a la casa de África con mi hijo en mis brazos, y vi a su hermana mayor sentada en el piso con su espalda recargada en el sillón y su cabeza entre las rodillas, su cabello negro enmarañado caía por todos lados cubriéndole el rostro completamente. Tenía la televisión prendida y a un alto volumen.

Intenté no hablar con ella pero por la posición tan débil en la que estaba sabía que algo malo le estaba pasando y a pesar de todo lo que ella me había hecho yo no podía pagarle de la misma manera. Caminé hasta la televisión para apagarla y de nuevo caminé pero esta vez en dirección al sillón. Me senté ahí como toda persona normal lo haría y cuando acomodé a Ethan en mi regazo inicié un intento de plática con ella.

—¿Pasa algo? —pregunté, siempre era incómodo hablar con ella.

—Vete —dijo con su rostro aun entre sus rodillas, noté su voz un poco más ronca de lo normal y su "vete" no fue con molestia como siempre parecía hablar, sino con tristeza.

—Si pasa algo malo puedo intentar ayudarte.

Ella negó rápidamente con la cabeza aun sin cambiar su posición.

—No necesito tu ayuda, no necesito ayuda de nadie, estoy bien —levantó su rostro en mi dirección—. Sólo vete...

Al ver su rostro me quedé en silencio por unos segundos, sus ojos estaban tan rojos que probablemente pudo haber estado llorando todo el día o tal vez pudiese haber estado drogada, no lo estaba pero sus ojos... Me aclaré la garganta antes de hablar.

—Una persona que está bien no tiene esa pinta —dije acercando a Ethan más a mí.

Su vista se clavó en mi hijo y frunció el ceño para de nuevo regresar a verme a mí.

—¿Por qué decidiste cuidar al niño? —preguntó en un susurro.

Bajé mi vista hacia Ethan que estaba entretenido con la liga roja que le había quitado a Gia esta tarde y acaricié su cabecita.

—Porque es mi hijo —contesté sonriendo—. Yo no podía dejarlo solo, él era muy pequeño y necesitaba cuidados especiales, necesitaba amor. Realmente no lo tuve que pensar mucho.

Ella se quedó en silencio y negó con la cabeza segundos después de haberme escuchado.

—Sabes... el niño probablemente no es tuyo —dijo dudando de sus palabras—. Yo estuve con muchos hombres antes y después de estar contigo, pero ni siquiera estoy segura de quién es el verdadero papá, podrías ser tu o cualquier otro hombre. Lo llevé contigo porque eras el único del que recordaba la escuela en donde ibas...

—Ethan es mi hijo —le contesté interrumpiéndola—. Estoy seguro que recordarás a Gia —en cuanto mencioné su nombre ella se estremeció y las lágrimas empezaron a aparecer en sus ojos, tuvo que girar su rostro hacia el lado contrario mío para que no la viera, aunque debí no le tomé importancia—. Gia, mi novia, ella estaba en contra de que me quedara con el bebé así que, sin que yo me diera cuenta, mandó a hacer unas pruebas de ADN y como sospecharás las pruebas confirmaban que Ethan es mi hijo —sonreí—. Ella no sabe que me encontré con esos papeles así que espero no se lo digas.

América volteó a verme.

—¿Por qué razón se lo diría a tu novia? —preguntó frunciendo el ceño. Si seguía arrugando así en entrecejo iba a tener una gran marca en ese lugar.

—No lo sé, te gusta abrir la boca en los momentos menos oportunos.

Sabía que estaba siendo grosero y no debía serlo porque ella seguía siendo una mujer pero al estar hablando con ella mis palabras no eran capaces de pasar por un filtro. Nos quedamos en silencio durante unos minutos y pude escuchar en el fondo, seguramente en el patio trasero, las risas de África e Italia.

—Cuando te conocí no eras así —dijo América después de unos minutos—. No te gustaba seguir las reglas, bebías hasta perder la conciencia, eras un loco.

—Parece que conoces mucho de mi yo del pasado pero siendo sincero no soy capaz de recordarte ni un poco —contesté.

—Eso se debe a que me gustabas —dijo con una débil sonrisa—. Tal vez gustar es exagerado, más bien me atraías, todas las chicas decían que eras genial en la cama, quería saber si era verdad así que durante un par de semanas te seguí a escondidas, después logré mi cometido, te seduje mientras tú estabas ligeramente pasado de copas, el resto ya lo sabes.

—¿A qué viene todo esto? —pregunté.

—Es sólo que quisiera saber que te hizo cambiar tan drásticamente —apoyó su cabeza de lado entre sus rodillas para poder verme.

Eso era algo que ni siquiera tenía que pensar, había nombres específicos que me hicieron ser la persona que era.

—No es qué, sino quienes. Gia, ella siempre me atrajo, fue la primera chica que traté diferente porque desde el principio me trató diferente. Me vio y no se derritió por mí, me dejó tendido en el suelo, literalmente quedé en el suelo por ella —sonreí recordando ese día, me parecía tan lejano—. Desde ese momento empecé a actuar diferente, primero fueron cambios pequeños. Luego llegó Ethan a mi vida y todo cambió, fue algo más rápido, me bastaron unas horas para saber que iba cuidar a mi hijo para toda la vida y que debía empezar a madurar. De nuevo Gia estuvo a mi lado y me ayudó a corregir todas las cosas en las que estaba mal, dejé de beber, ya no salía con mujeres, es más, hasta evitaba salir por mi propia cuenta...

—Todo es por ella —murmuró—. Cambiaste por ella, luchas contra mí por ella —una sonrisa y lágrimas en los ojos acompañaban sus palabras—. Ríes al decir su nombre...

Lanzó un sollozo y se puso de pie tan rápido que tardé en notarlo. Limpió sus lágrimas bruscamente y salió de la sala corriendo.

Me quedé ahí con mi hijo en brazos tratando de entender su reacción y sus últimas palabras. ¿Por qué le afectaba tanto Gia? No me sonaba lógico que le tuviese envidia cuando ni siquiera la conocía. Seguro sí se había drogado.

Estaba por ponerme de pie cuando ella volvió a aparecer en la sala, se detuvo frente a mí y me extendió un folder amarillo, al ver que no lo tomaba lo agitó frente a mis ojos. Dejé a Ethan sentado a mi lado en el sillón y tomé el folder con ambas manos.

—¿Qué es? —pregunté con desconfianza.

—Tómalo —dijo levantando la voz—. Ahora.

Solté un bufido y tomé el folder que se sentía más grueso de lo que se veía.

Al abrirlo sentí un golpe en el corazón, era un papel en donde venía el día, hora y minuto exacto de nacimiento de Ethan, también estaba su cartilla de vacunación —la original ya que Gia y yo habíamos hecho una falsa para poder vacunar a Ethan— y otros papeles que necesitaba para poder registrar a mi hijo legalmente.

Levanté la mirada hacia América y ella asintió.

—Me iré de aquí en tres días —dijo seriamente—. Ya no los necesito, ni a ti ni al bebé. No tiene caso que sigas aquí perdiendo tu tiempo, te dejo eso que ocupas para que le niño sea tuyo.

Me puse de pie molesto.

—¿Qué intentas sacar de esto? —le reclamé molesto—. ¿Qué hay detrás?

—Nada —su expresión seguía permaneciendo seria—. Haré una nueva vida en donde no estarán ni el bebé ni tú, ni mi familia ni nadie más, sólo yo y lo que el futuro tenga para mí. Es por eso que no necesito nada que me ate a mi antigua vida.

—No te creeré así, necesito que firmes algunos papeles en donde afirmes que no te meterás más en mi vida —dije firmemente, no me iba a dejar engañar tan fácilmente.

—Bien, siempre y cuando sea antes de que me vaya firmaré lo que me pidas. Ahora si me disculpas empezaré a preparar mis maletas —inclinó la cabeza y de nuevo desapareció de la sala.

No podía procesar bien lo que acababa de pasar pero lo único que tenía claro al ver los papeles en mi mano era que Ethan era mío.

* * *

Toqué la puerta del dormitorio de Gia pasadas las diez de la noche, sabía que estaba dormida porque no se veía ni un rayo de luz en el interior de su dormitorio y cuando la había llamado a su celular me había enviado a buzón, señal de que estaba apagado. Tardó exactamente tres minutos en abrirme la puerta pero yo sentí como si hubiera sido una hora entera.

Al abrir la puerta se me quedó viendo como si estuviera frente a un loco, estaba por girarse y cerrar la puerta en mi cara pero la detuve.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con voz ronca.

Soltó un bostezo y peinó su largo cabello hacia atrás con ambas manos. Deseaba poder verla así todas las mañanas de nuevo.

—¿Quieres casarte conmigo? —pregunté sin detenerme a pensar.

Sus ojos se abrieron tan grandes como pudieron dejándome ver que todo rastro de sueño se le había escapado. Volteó hacia atrás de ella y frunció el ceño, dio un paso hacia mí y se acercó a mi boca como si intentara besarme pero no lo hizo, sólo aspiró mi aliento, negó con la cabeza y encendió la luz de su dormitorio, levantó sus manos a ambos lados de mi cabeza y atrajo mi rostro hacia ella.

—No hay nadie detrás de mí, no pareces ebrio ni drogado —dijo finalmente—. ¿Cuál es la razón de tu pregunta?

Solté una carcajada y la tomé en mis brazos, ella se sujetó de mi cuello con ambas manos y me sonrió.

—La razón de mi pregunta es porque te amo y quiero estar junto a ti toda mi vida.

—Lo sé, lo sé, pero aún faltan nueve meses para que seas libre de la bruja de América y...

—No —la interrumpí—. Antier América me entregó todos los documentos que necesito para poder tener a Ethan legalmente, también la hice firmar un acuerdo en donde no se puede arrepentir ni volver a exigir al mi hijo y algunas otras cosas más para poder estar seguro de que jamás volverá a entrometerse en nuestra vida.

Los ojos de mi novia se abrieron a más no poder y me hizo dejarla en el suelo.

—¿Por qué lo ha hecho? —preguntó tan confundida como yo cuando América me entregó los papeles.

Me encogí de hombros, no quería hablar sobre América, quería disfrutar de ese momento de felicidad pero sentí que debía explicarle todo lo que había pasado. Nos sentamos en su cama y le conté todo lo que había pasado en esos días, desde que encontré a América sentada llorando hasta su completa cooperación hablando y firmando papeles. Gia escuchó atentamente hasta el final y cuando terminé se lanzó sobre mi haciéndonos caer en el colchón de su cama.

—¿Entonces ella ya no está aquí? —preguntó colocando sus manos sobre mis hombros para poder sostener su peso.

—No, ayer les dejó una carta a su familia en donde decía que se iba y no la buscaran. Debería estar preocupado un poco por ella pero no puedo sentirme más que aliviado en este momento —acaricié su mejilla.

—No puedo creerlo —susurró.

—Yo s...

Gia no me dejó seguir hablando y me besó, le devolví el beso con la misma ansiedad. Enredé mis dedos en su cabello para atraerla más a mí, segundos después su peso cayó sobre mí y nos giré a ambos para ahora yo quedar sobre ella. Seguimos besándonos hasta que nos cansamos y después de eso.


Gia

—Esta es la última —dijo León entrando con una bolsa en una mano y sosteniendo la manita de nuestro hijo con la otra.

—¡La última! —repitió Ethan emocionado.

Sacudí mis manos en mis pantalones y observé nuestro nuevo departamento, nos había costado tanto convencer a nuestros padres de que nos dejaran vivir juntos en un departamento. Los papás de León aunque pensaban que era una buena idea parecían a la vez un poco inseguros y mis padres... bueno ellos seguían siendo como siempre, cada vez que les recordaba mi edad temblaban. Por otro lado también estaba el "Van demasiado deprisa, no llevan tanto tiempo de novios como para vivir juntos", si claro.

León y yo llevábamos dos años de noviazgo, eso definitivamente era algo serio. Significaba mucho para nosotros.

Por el momento no teníamos planes de casarnos, a pesar de que seguido me lo recordaba y no, tampoco habíamos tenido relaciones sexuales como todos nuestros amigos pensaban. Esteban, que parecía haberse vuelto buen amigo de León, me decía que lo estaba castigando demasiado y que decir de Adrián, ese hombre no cambiaba ni un poco con los años.

Karina, Alissa, África y yo nos habíamos vuelto muy unidas ellas me habían ayudado a buscar el departamento ya que León había estado ocupado en el equipo de futbol nacional. Eso es una historia larga que no entendía muy bien, al parecer unas personas lo contrataron porque necesitaban nuevos y frescos jugadores para el equipo nacional o algo así, era genial, salía en la televisión en casi cada juego del equipo.

Después de lo que América nos había hecho pasar, nuestra vida había sido sencilla y feliz, lo cool, como decía África, era que apenas iba comenzando. A decir verdad mi corazón se aceleraba cada día que veía a Ethan correr o pronunciar más palabras, una parte de mí tenía miedo que siguiera creciendo tan rápido y otra parte de mí quería ver lo grande que llegaría a ser.

—... amor —escuché decir a León.

Sacudí mi cabeza rápidamente, había estado demasiado sumergida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que León me había estado hablando.

—¿Qué? —dije aclarándome la garganta.

Me sonrió.

—Dije que tenemos muchas cosas por hacer, amor —repitió.

Asentí lentamente sin decir nada.

Nos quedamos viéndonos a los ojos y después sentí sus labios sobre los míos, me atrajo a él con uno de sus brazos ya que aún seguía sosteniendo la mano de nuestro hijo. Sonreí entre el beso porque no podía ni quería ocultar mi felicidad pero de pronto León cortó el beso. Giró rápidamente su cabeza.

—Ethan —dijo y cuando volteamos a la puerta nuestro hijo estaba sentado en el suelo y frente a él había un cachorro—. Hijo espera, no lo toques.

Ambos nos acercamos, me incliné hacía el cachorro, se veía sano pero no tenía ningún collar ni placa que dijera si tenía dueño. Acaricié al cachorro y movió la cola feliz, Ethan soltó una carcajada y extendió su mano hacia el animalito. Levanté mi vista hacia León.

—Deberíamos quedárnoslo —sugerí pero él negó.

—Recuerda que estamos en unos departamentos, podría ser molesto para los vecinos y además puede ser la mascota de alguien.

Tomé al cachorro en mis manos y lo acerqué a mi rostro.

—Pero es tan lindo —hice un puchero que Ethan siguió con una risa—. No hará maldades.

—Gia —alargó pero fue incapaz de verme a los ojos—. No me hagas esa cara, por favor.

—¿Cuál? —dije inocente.

Suspiró derrotado y guardó ambas manos en los bolsillos del pantalón.

—Bien —dijo intentando disimular una sonrisa—. Primero veremos si no es de nadie y después, dependiendo de lo que pase, le buscaremos un nombre.

—¡Gracias! —salté a sus brazos, desde luego antes dejé al perrito en el suelo.

Besé a mi novio rápidamente y volví mi vista a Ethan que aún seguía sentado en el suelo viendo al cachorrito. Ambos nos sentamos junto a él y León extendió una mano hacia el cachorro que en seguida le agradeció lamiéndole la mano.

—Bienvenido a la familia —dijo León.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * 

Hola :D

Volví con el último capítulo de esta novela pero no se alarmen, aun falta el epílogo.

Espero que les haya gustado esta novela. Muchos de ustedes sabrán que esta novela la escribí a mis 14 años, ahora tengo 20, y significa mucho para mí, así que conque les haya gustado un poquito es más que suficiente para mí.

Esta novela la empecé a publicar el 1 de agosto del 2013 D: ¡Qué rápido pasa el tiempo! Muchas gracias a todos los que la han seguido desde entonces :D

Ya saben que errores y otras cosas las corregiré después jeje, también algunas cosillas que tal vez quedaron sin explicar las estaré arreglando cuando edite la novela, avisaré por mi face cuando haya editado la novela, tranquilos que no habrá muchos cambios, sólo los necesarios ;)

Abrazos y besos a todos <3

PD: Gia me pidió que la dejara colarse en este capítulo ;)

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