Hoy no me gusta
Capítulo trece
Gia
Llegué agotada después de nuestra salida al cine en celebración por la mejor nota de la clase en el proyecto final. Karina, Nicolas, Esteban y yo salimos desde la tarde, vimos una película que a nadie le gustó pero que disfrutamos mucho criticándola y comimos en un restaurante en donde todos nos veían raro por reír a carcajadas.
Cuando subí a mi dormitorio las energías con las que había despertado se habían consumido en su totalidad pero eso no fue impedimento para pasar a ver a Ethan, últimamente me sentía más unida a ese pequeño. Además de que se acercaban las vacaciones y no lo vería durante un par de semanas.
Entré al dormitorio de León y me quedé de pie observando la escena, al parecer los papeles se habían invertido porque León era el que dormía plácidamente en su cama y Ethan estaba vestido con su uniforme de futbolista y una pelota de goma espuma en sus manitas.
—¿Me perdí de algo? —dije susurrando.
—¡Gia! —gritó Alissa desde algún lugar provocándome un mini infarto. La busqué con la mirada vi que salía del baño, estaba arreglada muy elegante y se veía hermosa—. Qué bueno que estás aquí, necesito irme ya —se acercó a mí para darme un beso en la mejilla mientras se colocaba un arete.
—¿A dónde vas? —pregunté.
—Es el cumpleaños de mi papá y siempre hace su fiesta en un salón muy elegante, por eso estoy vestida así —asentí aunque no comprendía del todo, según sabía su familia no tenía la mejor situación económica, por eso iba en una universidad pública.
—Oh, bueno, felicitas a tu papá por mí —dije y ella me sonrió.
—¿Mi cabello se ve bien? —se lo había alaciado y ahora su rubio cabello se veía más largo, su rostro se veía mayor de esa manera, como el de una chica responsable, no es que no lo fuera pero por lo regular siempre tenía una apariencia más inocente.
—Te ves muy hermosa, Alissa —contesté honestamente.
Me sonrió y desvió su mirada hacia León.
—Se quedó dormido como a los cinco segundos de que llegó —dijo rodando los ojos.
—Uy que raro —dije acercándome a él. Le golpeé la mejilla para despertarlo pero sólo se volteó de lado dándome la espalda y siguió durmiendo.
—Deberías dejarlo dormir, ambos tuvieron un día muy cansado.
—¿Ambos?
—Adrián y León, su profesor de deportes no los ha dejado en paz en estas semanas y menos a León porque según debe reponer el mes que estuvo sin jugar —se encogió de hombros—. Por eso dejé que se durmiera.
—Bien, lo dejaré dormir —y cuando Alissa se fuera podría hacerle alguna broma como pintarle con plumón permanente algún poni o una mosca. Sonreí mientras ideaba alguna travesura pero probablemente mi rostro reflejó mi maldad antes de tiempo y Alissa me advirtió.
—Nada de travesuras, Gia —abrí mi boca para protestar pero me interrumpió—, se ve en tu rostro que quieres hacerle algo.
—Bien —dije sin ánimo—, nada de maldades.
—Buena chica —me dio una palmada en la cabeza y volvió a entrar al baño para salir con un enorme bolso negro en donde me imagino que llevaba su estuche de belleza—. Me tengo que ir, espero que no estés muy cansada para cuidar a Ethan un poco en lo que despierta León.
—No te preocupes, ve con cuidado y diviértete por mí —asintió y empezó a caminar hasta la puerta—. ¡Quiero una bolsita de dulces! —dije riendo.
—Claro, a los 45 años de papá todavía se reparten bolsitas de dulces —dijo dándome la espalda porque ya estaba caminando hacia la puerta. Abrió la puerta y Adrián apareció frente a ella, ambos se quedaron en silencio y cuando vi la cara de horror de él supuse que Alissa tenía una malvada sonrisa en el rostro—. Qué bueno que estás aquí, necesito que me lleves al salón Lirios.
—Sólo vengo a hablar con León —dijo intentando zafarse pero no valía la pena luchar, Alissa siempre ganaba.
—Bien, llévame y luego hablas con León —Alissa salió del dormitorio y jaló a Adrián con ella. Pobre chico, estaba segura de que sería su esclavo durante toda la noche.
Escuché a Ethan quejarse y cuando volteé vi que la pelota de goma se le había caído de la cama, corrí a levantarla y limpiarla para poder dársela de nuevo.
—¿Quieres comer, Ethan? —le pregunté pero era obvio que no me respondería, a no ser que fuera un super bebé de 5 meses que hablara.
Lo tomé en mis brazos y caminé a la cocina para preparar la cena, aunque no tenía hambre seguro León comería en cuanto se despertara.
Durante la media hora que tarde haciendo la cena León permaneció dormido, sólo se movió un poco hacia la pared y no hizo nada más.
Cuando ya no tenía nada más que hacer me senté en la cama y dejé a Ethan entre León y yo, primero me senté, después de uno minutos me recosté un poco y cuando menos acordé ya estaba acostada mientras Ethan se entretenía con mi mano, a los pocos minutos se quedó dormido y después seguí yo.
Escuché una voz entre mis sueños pero la ignoré y preferí seguir dormida, pero la voz se empeñaba en molestarme, no recordaba en donde estaba dormida pero sabía que no era mi cama y que no estaba sola.
—Eres la única chica que conozco que se duerme con dos chicos en su cama —de repente recordé en donde me encontraba pero me negué a abrir los ojos—. No deberías dormir así de sexy frente a un chico —lo seguí ignorando y moví mi mano para que se callara—. Tú insistes —dijo y se quedó callado.
Cuando creí que no volvería a molestar lo sentí moverse en la cama y segundos después sentí algo húmedo en mi cuello me estremecí y antes de que abriera mis ojos sentí una presión en el mismo lugar. Abrí mis ojos y solté un golpe, mi mano chocó con el rostro de León.
Me senté en la cama apoyándome con mis dos brazos y parpadeé varias veces para acostumbrar mis ojos a la luz, después toqué mi cuello, justo en la parte donde León me había mordido.
—¿Por qué me mordiste? —pregunté con voz ronca.
—No te querías despertar —dijo con una sonrisa en su rostro y sobándose la mejilla—, tenía que utilizar mis métodos para despertarte.
—Estoy segura de que hay otros métodos.
—Sí, pero este me gusta más —seguía con esa sonrisa traviesa en su rostro y tuve que rodar los ojos para no reírme junto a él—. Gracias por cuidar de Ethan, no creí que quedarme dormido tanto tiempo —dijo y fruncí el ceño.
—¿Qué hora es? —pregunté.
—Como las 11 de la noche —abrí mucho los ojos y León rió.
—¿Por qué no me despertaste antes? —le reclamé.
—También voy despertándome. Además no es como si me gustara la idea de que acapares toda mi cama ¿sabes?
—Qué gracioso.
—Como sea, muero de hambre —se levantó de un brinco—. Prepararé algo, ¿Quieres comer?
—Se supone que a esta hora ya no deberíamos de consumir ningún alimento…
—¿Quieres o no?
—Si —sonreí.
León se sentó en la mesa cuando terminó de servir nuestros platos.
—Pudiste haberme dicho que ya habías hecho la cena.
—Quería saber cuándo te darías cuenta.
—Seguro que fue venganza —no terminó de hablar porque empezó a toser—. Rayos, no me quiero enfermar.
—Deberías abrigarte más, ya estamos en diciembre no es para que estés con ropa ligera —dije viendo su vestimenta, tenía un pantalón de mezclilla y una camiseta de manga corta—. Si te enfermas puedes contagiar a Ethan también.
—Ni lo digas, no quiero que se enferme.
—Yo tampoco —volteé a verlo, aun seguía dormido—. Por cierto ¿Qué planes tienes para estas vacaciones?
León se quedó mudo y fingió comer.
—Cosas —se quedó en silencio de nuevo y sin verme me preguntó—. ¿Qué harás tú?
—Estaré con mis padres y seguramente con algunos de sus amigos de negocios. Ahora contéstame tú —exigí.
—Me armaré de valor para decirles a mis padres que tengo un hijo —murmuró.
Me quedé en silencio, hasta ese entonces no había pensado en que su familia supiera acerca de Ethan, me había quedado sin palabras puesto que no conocía a la familia de León y no podía imaginarme cómo reaccionarían ante una noticia así.
También estaba la parte de que León era adoptado y posiblemente sentía que les había fallado. Aparte de que era el hijo menor…
—¿Crees que pueda ayudar en algo? —dije con delicadeza, no quería molestar a León ahora que se veía tan concentrado.
Levantó su vista hacia mí y sonrió de lado.
—No te preocupes por esto. Si tu vas todo podría malentenderse, ya sabes… —si ya sabía, en varias ocasiones pensaban que yo era la mamá de Ethan y por ser menor de edad había señalamientos hacia mí, no me importaba eso pero a León sí.
Intenté cambiar de tema pero no funcionó sólo arruiné más la situación.
—Tenemos otro problema —dije y León fijó su vista en mí—. Seguramente nos cambiaran de dormitorios y si Ethan seguirá viviendo aquí tendrás problemas —al ver su expresión entendí que debía callarme—. ¡Lo siento! —escondí mi cara entre mis manos—. Quería cambiar de tema pero sólo estoy empeorando todo…
—Tranquila, no estás haciendo nada malo, tienes razón son cosas de las que no me había preocupado, estaba pensando en mis padres y no pensé en otra cosa —suspiró y dejó de comer para levantarse y dar una vuelta en el dormitorio—. No sé qué hacer, Gia. Me siento perdido.
Me levanté de mi silla y me acerqué a él, lo único que pude hacer fue abrazarlo, tal vez no serviría de nada pero tampoco mis tontas palabras lo ayudarían con la situación. Todo era culpa de él desde luego, si hubiera pensado mejor ahora no tendría un hijo, no estaría preocupado por sus padres ni nada pero todo había sucedido ya y estaba segura de que León quería demasiado a Ethan como para pensar en un “hubiera”.
—Si necesitas ayuda sólo dime —le susurré pero él sólo me abrazó con más fuerza.
* * *
Cuando faltaba una semana para salir de vacaciones nos reunieron a todos en el auditorio del campus para darnos los típicos avisos sobre desalojar los dormitorios antes de las 5 de la tarde, dejarlos completamente limpios, entregar las llaves y bla, bla, cosas que ya todos nos sabíamos de memoria a excepción de una cosa que por primera vez en la vida amé del campus.
—Debido a la gran cantidad de nuevos alumnos que recibimos este año los dormitorios para el siguiente semestre seguirán siendo los mismos —dijo la mujer que estaba hablando por el micrófono—. Pero de igual manera deberán hacer todo lo indicado anteriormente —muchos alumnos hablaron entre susurros para mostrar su alegría de ahorrarnos hacer todos los trámites de nuevo y sonreí porque León y yo no teníamos que preocuparnos sobre tener más vecinos en nuestros dormitorios y sobre esconder a Ethan…
—Estoy seguro que esa sonrisa se debe a mí —dijo su voz detrás de mí.
—No estés tan seguro, probablemente tengo una excelente vista desde aquí y por eso sonrío.
—Sólo veo cabezas desde esta altura —León apoyó su barbilla en mi hombro y sentí su respiración en mi oído.
—¿Qué haces aquí? Los de universidad están en el otro lado —apunté a mi lado derecho.
—Señalar es de mala educación —bajó mi mano y la sostuvo a mi costado, intenté moverla pero me lo impidió—. Como sea, todos allá son aburridos y como tú estabas aquí decidí cruzarme para este lado.
Me puse mi mano libre en el pecho y fingí emoción.
—¿Hiciste todo eso por estar a mi lado? —dije dramáticamente.
—Siempre lo haría por ti —respondió con una pésima voz de actuación de obra de mala calidad. Rió nuevamente. Seguimos callados escuchando lo que tenían que decirnos y las típicas palabras de “Diviértanse en estas vacaciones porque el próximo semestre estudiaremos con mucha energía”—. Sus típicas palabras de “El próximo semestre los vamos a atormentar con trabajos finales y exámenes sorpresa” —dijo aun cerca de mi oído.
Por fin liberé mi brazo de su mano pero él no se apartó de mí en lugar de hacerlo me abrazó por la espalda y apoyó ambas manos sobre mi estomago. No intenté apartarlo, preferí quedarnos así hasta que se acabó la sesión de avisos.
—Eso sí que no me lo esperaba —dijo una voz femenina que tardé en reconocer.
León y yo volteamos hacia nuestro lado izquierdo y vi a Karina con expresión de sorpresa en el rostro. Bajé mi mirada hacia las manos de León entrelazadas alrededor de mí y las aparté rápidamente.
—Creo que me voy —susurró pero lo jalé del cuello de su camisa para que no se fuera.
—Karina, hola —le sonreí pero ella sólo lograba parpadear—. Él es mi amigo León…
—Sé quien es —dijo en tono de obviamente-todo-el-mundo-sabe-quien-es—. Es León Morales, el mejor jugador de futbol del campus, es universitario, tiene 19 años y es el segundo chico más guapo de todo el campus.
—¿Segundo? —preguntó León a mi lado.
—Sí, el primero es Adrián —respondió Karina y volteé a ver a León con una sonrisa en mi rostro a lo que él respondió “pff”—. Lo que no sé es cómo se conocen ustedes dos.
Lamentablemente mi cerebro no quiso formular una mentira rápida y tuve que aceptar la tontería de León.
—Nos conocimos en un juego de futbol de este semestre, se acercó a mí completamente emocionada y me invitó a salir… —lo golpeé en el estomago con todas mis fuerzas y ni intenté disimular el golpe—. Pero ahora somos sólo amigos —terminó llevándose la mano al estomago.
—¿Abrazas así a todas tus amigas? —preguntó Karina con repentino interés.
—Sólo a las especiales —le guiñó un ojo y mi amiga casi se derretía en el suelo del auditorio.
—Creo que los dejo solos —y sin añadir nada más se empezó a alejar lentamente.
Me giré completamente hacia León y crucé mis brazos.
—Si no quieres que te deje inconsciente la próxima vez no vuelvas a mentir —le amenacé.
—Fue una mentirilla blanca —se excusó.
—Ni una más.
Empecé a caminar entre la multitud y cuando sentí que León caminaba detrás de mí sonreí.
Era sábado en la noche cuando recibí la llamada de mí mamá.
—No, no te disculpes, lo entiendo y no hay necesidad de que envíes a nadie, iré en transporte —mi mamá siguió diciendo mil y un cosas sobre los peligros del transporte público pero seguí insistiendo en ir a casa de esa forma hasta que llegó León de su último entrenamiento del año. En cuanto lo vi le dije a mamá: —. Un amigo me acaba de decir que puede llevarme —en seguida León levantó su mirada hacia mí—. Sí, es responsable al volante y tiene licencia de conducir —él negó con la cabeza pero yo asentí—. Dice que quiere hablar contigo —le extendí el teléfono y León casi me fulminó con la mirada.
—Hola —contestó—. Sí, yo puedo llevarla… tengo 19 años y licencia… nunca he chocado… no suelo beber cuand… no tengo multas… —León me vio pidiéndome ayuda con la mirada y le arrebaté le teléfono.
—Ya lo oíste, mamá. No hay necesidad de que te preocupes. Llegaré a tiempo para la cena. Adiós.
Terminé la llamada antes de que ella terminara con mi saldo.
—Gracias por ofrecerte a llevarme mañana a mi casa.
León frunció el ceño.
—De nada por obligarme.
* * *
Salí del auto de León en cuanto estuvimos frente a mi casa, estaba emocionada de volver a ver a mis padres después de meses sin verlos, es decir, casi todos los días hablaba por teléfono con ellos, sobre todo con mamá pero no era lo mismo que verlos.
—Aun no detenía el auto —me gritó León pero lo ignoré.
La casa de mis padres era enorme, después de todo eran los dueños de las empresas 360° que se enfocaba en tecnologías relacionadas con los medios audiovisuales así que no resultaba tan raro imaginarse una casa así. Algo que mis padres siempre hacían y lo consideraba algo excesivo era que al iniciar el año pintaban toda la casa de algún color, este año había tocado un color rojizo caoba así que se notaba a larga distancia.
Era una casa moderna de tres plantas, con grandes ventanales en el segundo y tercer piso mientras que el primer piso tenía una fachada sencilla, ventanas hacia los lados divididas en tres secciones horizontales y en medio una puerta principal de madera con cristales adornando la parte superior, el camino hacia la entrada era de concreto pero en los lados estaban pequeños jardines con altos pinos y plantas pequeñas de adorno. En fin era una casa de personas adineradas.
—Sí, claro —dijo León detrás mío—. Ahora te creo que compraste todas las cosas de Ethan con tus ahorros —volteé a verlo, tenía los brazos cruzados sobre su pecho y fruncía el ceño.
Rodé los ojos y hablé.
—No me digas que eres de esas personas que odian a las personas de clase alta —dije imitando su pose.
—No los odio, pero ahora entiendo como podías gastar tanto dinero como si nada —me dio la espalda y caminó hacia la cajuela de su auto—. Podrías empezar diciendo que eres millonaria.
—Yo no lo soy —señalé a la casa—. Mis padres lo son. ¿En serio estás molesto?
Caminé tras él dando fuertes pasos en el concreto. Lo observé abrir la cajuela y empezar a bajar mis maletas, cuando terminó cerró la puerta de golpe provocándome un susto. Ethan que estaba aun en el asiento trasero empezó a llorar.
—Eres un idiota —le dije a León y me acerqué a la puerta del asiento trasero, la abrí y tomé a Ethan en mis brazos.
Escuché un grito ahogado detrás de mí, cuando levanté la mirada mamá estaba en la entrada cubriéndose la boca con la mano y el color se le había ido del rostro, giré mi cabeza hacia León y me señaló a Ethan con la mirada. Bien, un consejo para todos. No se presentes en su casa con un bebé en brazos, los padres suelen no pensar en nada…
León y yo estábamos sentados en el sillón de la sala de mi casa, mis padres estaban frente a nosotros y una de las mujeres del aseo se encargada de Ethan. Me sentía como una niña de 5 años nuevamente, en esa temporada era la niña problema debido a la perdida de mis padres y hermanos, hacía lo que quería y siempre terminaba castigada pero antes de eso mis papás se sentaban frente a mí justo como en ese momento.
—Así que… —habló mi papá pero no prosiguió, parecía incomodo con la situación.
—¿En serio? Papá, no pensarás que el bebé es mío ¿verdad? —levantó una ceja y volteó a ver a mamá que aun lucía la piel pálida—. Sólo estuve como 4 meses fuera de casa y el bebé tiene 5 meses de nacido. Este tipo es mi vecino de dormitorio —señalé a León—, y sigo siendo virgen.
León rió a mi lado y mis padres soltaron un suspiro de alivio. Yo sólo rodé los ojos.
—Diciéndolo así todo tiene lógica —dijo papá y volteó a ver a León—. ¿El bebé es tuyo?
—Así es señor… —no terminó de hablar ya que había olvidado presentarlos y no sabía el nombre de mis padres.
—Ernesto y Nadia Corona —dije presentándolos.
—¿Corona? —me preguntó al oído.
—Sí, como la cerveza —le contesté y mi papá se aclaró la garganta. Volteé a verlo y le sonreí—. Papá, mamá, él es Leonardo Morales Aviña. Como dije anteriormente es mi vecino de dormitorio y el padre del pequeño Ethan, el bebé que estaba cargando y que no es mío —aclaré una vez más.
—Quisiera hablar a solas con el muchacho —dijo papá seriamente.
—Papá León no es…
—Sólo será un momento, linda —me dijo pero no quería que hablara con León a solas. No es como si mi padre fuese un terrible hombre pero digamos que los pocos chicos que se acercaron a mí en el pasado no volvieron a hacerlo, nunca supe lo que habían hablado con papá.
Me levanté del lado de León, ambos nos vimos por un corto tiempo pero fuimos interrumpidos por la tos falsa de mi padre. Rodé los ojos y me acerqué a la mujer que cuidaba de Ethan para tomarlo entre mis brazos y subir a mi habitación.
Subí las escaleras lo más lento que me fue posible para escuchar algo pero lo único que logré escuchar fue:
—Tienen el mismo carácter —dijo León y escuché a mi papá reír—. Aunque no sean parientes de sangre —finalizó y creí poder escuchar la seriedad en el rostro de mis padres, ellos sabían que yo no había hablado de eso con nadie.
Habían pasado casi dos minutos y yo ya estaba ansiosa por saber de que habían estado hablando con León.
Ethan se había entretenido con su juguete para morder. Se veía gracioso sobre todo porque ahora ya podía sentarse por sí sólo pero cuando se cansaba se dejaba caer hacia atrás y tenía que cuidarlo para que no se fuera a lastimar. Era casi increíble que tuviera 5 meses cuando llegó con sólo dos meses de nacido y aun más increíble cuando el pediatra nos decía que estaba creciendo muy sano. León y yo habíamos hecho un buen trabajo a pesar de no saber nada sobre bebés.
Estaba sentada en mi cama frente a Ethan jugando con él cuando un par de golpes en la puerta me hicieron ponerme alerta.
—Hija —dijo la voz de mamá del otro lado de la puerta—. Puedo hablar contigo.
—Claro, mamá.
Entró a mi habitación y se quedó de pie un instante viéndome como si fuera alguien nueva, tal vez lo era, me sentía un poco diferente a la Gia de antes.
—Has crecido hija —dijo mamá con voz temblorosa como si quisiera llorar—. Estoy muy feliz.
—Tengo 17 años, aun tengo que crecer y madurar —le dije y asintió—. Los haré más felices a los dos —mamá se acercó a abrazarme.
—Dices que tiene 5 meses ¿verdad? —preguntó mamá mientras caminábamos por uno de los pasillos de la casa, ella estaba cargando a Ethan y el pequeño estaba entretenido viendo el brillo de sus aretes.
—Sí —dije sonriente.
Mamá se veía un poco insegura al sostener a Ethan, después de todo nunca había tenido a un bebé, recuerdo que me había dicho que no le gustaba cargar a bebés porque le hacía sentir mal ya que ella no pudo tener hijos, sin embargo a Ethan lo había sostenido sin problemas.
—Tiene un lindo nombre.
—León lo escogió y me sorprendió que lo hiciera bien.
—No entiendo si te agrada o no Leonardo —dijo riendo—. Pareces muy contrariada en lo que dices de él.
—Es que se presta para que hable así de él —reí junto a ella.
—Dime algo hija, de mujer a mujer —oh no—. ¿Sientes algo hacia Leonardo?
—Siento muchas cosas hacia él, deberías ser más especifica —me detuve en la mitad del pasillo justo en donde estaba un ventanal con una hermosa vista hacia el patio trasero.
—Sobre sentimientos románticos —especificó.
No tuve que pensarlo.
—Hoy no —empecé a hablar y fijé mi mirada en ella—. León no es el tipo de chico con el que me veo teniendo una relación. No te voy a negar esto… —hice una pausa para pasar saliva y continué—. Quiero a León de una forma especial. Es el primer mejor amigo que tengo, he podido decirle cosas que a nadie más porque no había tenido la confianza y por eso sé que lo quiero. También lo admiro mucho, pienso que es una persona muy responsable, comete errores como cualquier chico de su edad pero asume las consecuencias de sus acciones como ningún otro. También es muy inteligente y me ha ayudado mucho con mis estudios, es una persona muy amable y protege a las personas que le importan. Por eso lo admiro.
»Pero respecto a sentimientos románticos sólo puedo decirte que hoy no me gusta, no sé si mi forma de pensar cambie mañana tal vez dentro de 10 años siga viéndolo como mi mejor amigo, o tal vez dentro de una semana o un mes me guste de manera romántica. No sé. Sólo sé que en este momento no me gusta.
Mamá sonrió.
—Tú no pensabas así —dijo después de verme unos segundos—. Estoy orgullosa de ti. También tu padre lo está… tus padres y hermanos también lo estarían.
Asentí porque si hablaba probablemente lloraría, lo que amaba de mis padres era que no olvidaban a mi familia, nunca me hicieron olvidarme de ellos, siempre que podían los incluían.
—Creo que es tiempo de bajar, seguro tu padre ya terminó de interrogar a León.
—Eso espero.
En ese momento no me di cuenta de que mamá llamó a León por su nombre corto y no completo.
* * *
—Perdona por haber sido un idiota hace rato —dijo León mientras le enseñaba la casa.
—No te preocupes, estoy acostumbrada a tus momentos idiotas. Aquí está mi estudio pero no te dejaré entrar —dije sin detenerme.
—¿El perro tiene estudio también? —preguntó con sarcasmo.
—No seas ridículo —le golpeé el brazo levemente—. No tenemos perros.
—A claro, que tonto soy.
—¡Sí! —guardé silencio en cuanto dije eso pero a los dos segundos volvía a hablar—. ¿Qué te dijo papá?
—Me dijo que no hablara contigo de eso —intenté hacer mi mejor cara de perrito triste pero no funcionó—. No te lo diré. Es algo así como una plática de hombre a hombre que no puede ser rebelada a delicados oídos femeninos.
—Eres un malvado —hice un puchero pero lo único que me gané fue que revolviera mi cabello.
—Algún día lo sabrás.
—¿En serio no me dirás nada?
—En serio —afirmó.
—Muchas gracias, señor y señora Corona —dijo León despidiéndose de mis padres.
—Que te vaya bien muchacho —dijo papá desde la puerta y mamá se despidió de él con la mano. De quien no quería separarse era de Ethan pero después de unos minutos de insistirle se lo dio a León con la condición de que fuera a visitarlos algún día.
—Ya está oscuro así que maneja con cuidado —le dije mientras caminábamos al auto.
—Aun no está tan oscuro, pero igual manejaré con precaución.
—Adiós, Ethan —abracé al bebé y le di un beso en la mejilla, esperé hasta que León lo aseguró en el portabebés del asiento trasero.
A León no le dije nada, sólo nos abrazamos durante mucho tiempo, cuando nos apartamos me besó en la frente y me dijo que me enviaría una foto durante el día de navidad, que lo esperara con entusiasmo, le dije que lo haría y después de eso lo observé marcharse en el auto hasta que desapareció de mi vista.
* * *
Tal y como había dicho, el día de navidad me envió una foto que me hizo reír. El mensaje decía “Este es nuestro postre” y en la foto estaba una charola con pockys.
“Espero que no estés jugando con nadie” le contesté en el mensaje y su respuesta fue un “Nunca rompería nuestra tradición”. Estuvimos casi todo el día enviándonos mensajes y lo mismo fue el día que Ethan cumplió 6 meses. Nunca sentí como si nos hubiéramos alejado.
En año nuevo recibí una llamada de él.
—Mis hermanos y sus novias adoran a mi hijo —pude distinguir que estaba sonriendo.
—¿Y tus padres? —pregunté curiosa por saber cuál había sido la reacción de ellos al enterarse de la noticia.
—Mis dos abuelos enfermaron y mis padres decidieron pasar las vacaciones con ellos. Nos dijeron que fuéramos pero mi hermano mayor está lesionado y no puede viajar en avión por el momento así que decidimos quedarnos con él. Después de todo no pude decirles sobre Ethan por teléfono y mis hermanos dijeron que ellos no dirían nada hasta que yo hablara. Supongo que esperaré un poco más.
—Vaya, no sé si eres afortunado o todo lo contrario.
—Pienso lo mismo. Por cierto ¿Te estás divirtiendo?
Observé a mí alrededor, estaba en un salón de fiestas con personas desconocidas y un vestido que me quedaba una talla menos.
—Define divertir. Tal vez tú estarías en el paraíso, hay como 100 chicas rubias y de copa C —lo escuché reír—. Estoy esperando los fuegos artificiales.
—También yo —lo escuché murmurar algo—. Tendré que colgar, Gia. La batería del celular esta por ag… —la llamada se cortó.
Me encogí de hombros y cuando estaba por guardar el celular este vibró, era un mensaje de Karina, sonreí instantáneamente al ver su número en la pantalla y cuando abrí el mensaje me quedé viéndolo un poco más. En él decía:
“Feliz año nuevo por adelantado. Espero que te guste esta foto”.
En la foto estábamos León y yo en el auditorio del campus, él tenía sus brazos a mí alrededor y yo estaba sonriendo…
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
Al fin les dejo el capítulo xD
Como verán este capítulo esta bastante largo, creo que fueron como 13 o 14 hojas de word, pero lo importante es que les haya gustado el capítulo. Disculpen por los erroes que tenga el capítulo intentaré corregirlos en la semana :)
No sé cuando subiré el próximo capítulo pero espero que sea para el próximo fin de semana :)
¡Saludos!
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