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Cumpleaños (Parte 1) 1 año

Capítulo 22

León

Tomé mi teléfono en cuanto sonó la primera vez, sin ver el número contesté para escuchar su voz adormilada del otro lado de la línea. Primero no dijo nada, se escuchó como un “Mmhmm” y luego de un profundo suspiro habló.

—¿Cómo amanecieron? —dijo Gia entre dientes. Intentaba imaginarla en ese momento y una sonrisa se formó en mi rostro.

—Ethan se despertó como siempre, ¿Lo escuchas? —alejé el celular de mi oído para dejarla escuchar el llanto de mi hijo—. Acaba de despertar hace un par de minutos… —dejé de escuchar algún signo de vida del otro lado de la línea y hablé fuerte—. ¡Gia!

—Joder, estoy aquí aun, no tienes que gritar.

—Lo siento, creí que te habías quedado dormida como ayer.

—Pues no. Como sea, pásame a Ethan —hice lo que me pidió.

Cada mañana, desde que salimos de vacaciones, Ethan amanecía llorando, al principio no sabía a qué se debía supuse que era debido al cambio de hogar, se había acostumbrado a vivir en el dormitorio y creí que se sentía incomodo en casa pero unos días después seguía igual. A la semana llamé a Gia en un momento de desesperación y resultó que mi hijo se tranquilizó al escuchar su voz. Algo parecido a la vez que Ethan se había quedado con mis padres.

Desde ese momento entendimos dos cosas, primero que Ethan se había acostumbrado a la voz de Gia después de escucharla todas las mañanas durante meses y segundo que probablemente la reconocía como si ella fuera su mamá. Eso nos alarmó y tuvimos que tomar un par de medidas, no fueron de nuestro agrado pero nuestros padres pensaron que así debía ser.

Gia y yo ya no nos veíamos. Llevábamos casi un mes sin vernos, desde su graduación sólo nos vimos un par de veces incluyendo cuando tuvimos que tomar la decisión de alejaros un poco por el bien de Ethan.

Eso no sirvió para ninguno de nosotros, cada mañana Ethan parecía extrañarla más y también yo lo hacía, desde luego no me ponía a llorar todos los días a las 6 de la mañana pero aun así la extrañaba.

Para la segunda semana decidimos hablarnos en las mañanas, eso tranquilizaba a Ethan y nos permitía hablar un rato. Funcionaba para los tres.

—¡Feliz cumpleaños, Ethan! —dijo Gia por el celular, podía escucharla porque había puesto el altavoz—. Esta tarde iré a verte.

Mi hijo inmediatamente detuvo su llanto, lo tomé entre mis brazos y lo arrullé, deteniendo el celular entre mi oído y mi hombro hablé con Gia.

—¿Vendrás hoy? —le pregunté.

—¡Desde luego! Ethan cumple un año hoy. ¡Un año! No puedo perdérmelo aunque tus padres me hayan puesto orden de restricción —dijo y estaba seguro de que había una sonrisa en su rostro—. Llegaré como a las 12.

—Ven a las 9 —pedí.

—A las 11:30.

—A las 10.

—11:00 y es mi última oferta —ofreció, riendo.

—Ni un minuto tarde pero sí muchos antes —dije.

—Bien, mis padres me llevarán pero probablemente no se queden ya que tienen que hacer algunas cosas en la oficina y pasarán por mí hasta en la noche…

—Deberías de traerte ropa extra en caso de que te quedes aquí —ofrecí—. Se puede dar la ocasión.

—No. Mis papás no están muy de acuerdo en que a mis 17 años sea la mamá de un bebé que no es mío —suspiró—. Papá dijo que mientras más lejos de Ethan permaneciera sería mejor para él. A decir verdad fue un poco difícil convencerlo para que me dejara ir hoy pero lo conseguí.

—Si me preguntas creo que nuestros padres están equivocados. No creo que lo mejor para Ethan sea alejarlo de las personas que quiere, eso parece volverlo más inquieto

—Tal vez debería ir a vivir contigo —ofreció y una sonrisa de aprobación se formó en mi rostro. Después rió—. Mis padres me matarían.

—Tal vez yo debería ir a vivir contigo —dije.

—Mis padres te matarían.

Ambos reímos. Seguimos hablando durante unos minutos hasta que Gia tuvo que colgar.

El reloj marcaba las 10:58 y estaba como una chica esperando a su cita en un baile de graduación. Todos en mi familia lo habían notado pero prefirieron no decir nada, en realidad estaba seguro de que ellos también esperaban ver a Gia, no tanto como yo, pero lo esperaban. Seguramente nuestros relojes estaban sincronizados porque en cuanto mi reloj marcó las 11 un claxon se escuchó fuera de la casa, lo identifiqué inmediatamente como el del auto de Gia.

Abrí la puerta y la vi batallando por estacionar el auto.

—Creí que sabías manejar —le grité desde la puerta de la casa.

Ella volteó hacia mí y lo primero que obtuve fue una mirada molesta de ella, en seguida me llamó con su dedo índice para que me acercara al auto, cuando estuve asomando mi cabeza por la ventana del lado del pasajero logré ver su sonrisa.

—No te quedes ahí y ayúdame con este auto infernal —volvió a sonar el claxon.

Reí y rodeé el auto para ayudarla a estacionar. Cuando abrí la puerta del conductor ella se estaba cruzando para el asiento del pasajero, se pegó en la cabeza y cayó de golpe en el asiento.

—Ya no hacen los autos tan grandes como antes —murmuró, acomodándose el cabello que de nuevo había dejado suelto.

—Tal vez debas recordar que ya no tienes la misma edad que antes —le dije y ella negó con la cabeza—. Por cierto, que bueno verte.

Sonrió hacia el frente.

—Cuando conduces un auto y tienes licencia es porque sabes estacionar —le dije a Gia mientras entrabamos a mi casa—. Al menos eso es lo que sé.

—¿Cuándo me dejarás de reclamar por eso? —me golpeó levemente el brazo pero luego entrelazó su brazo con el mío—. Mis padres no pudieron traerme y sabes que me pongo nerviosa al volante… ¿Y si hace ¡bum!? —dijo en un susurró.

—Oh Gia —nos detuvimos a mitad del pasillo y la abracé—. Eso no pasará.

Al principio la sentí un poco tensa pero en segundos se relajó y recargó su cabeza en mi pecho, suspiró profundamente, subió sus manos hasta que llegaron a mi cuello y ahí se quedaron un momento.

—Creo que necesito ir al psicólogo —murmuró—. Necesitaba esto —me abrazó con más fuerza y yo hice lo mismo.

Ethan parecía feliz con Gia a su lado. Ella estaba sosteniéndole las manos para que él caminara con confianza y así lo estaba haciendo, mi hijo casi no había querido caminar desde que se había separado de Gia y cuando mamá lograba hacerlo caminar daba un par de pasos y luego ya no avanzaba más.

—¡Sí! —soltó emocionada cuando caminaron el largo del sillón, eran como unos 12 pasos tamaño Ethan y como 4 pasos para nosotros pero ya era un avance.

—En realidad estás enamorado de ella ¿verdad? —dijo mi mamá a mi lado. Volteé a verla, por suerte estábamos en la cocina y Gia no alcanzaba a escuchar.

—Mamá… —empecé pero fui interrumpido.

—No tienes que negarlo, se te nota y ella también lo nota así como a ella también se le nota —¿fue una especie de trabalenguas? Porque si era así nunca fui bueno en eso—. ¿Cuándo le dirás?

Tomé aire.

—En menos de un mes cumple 18 años mamá. Al fin será mayor de edad y si le digo lo que siento en ese momento y sucede el milagro de que haya algo entre nosotros podremos estar juntos sin que esos problemas de mayoría de edad nos persigan —dije e hice una pausa—. Sólo esperaré un poco más…

—¿Esperar para qué? —preguntó Gia detrás de nosotros haciéndonos soltar un respingo a ambos. Mamá se giró hacia ella dándome la oportunidad de recobrar el aliento.

—Esperemos que puedas ir con nosotros al “campamento” que hacemos todos los años en la última semana de julio —dijo mamá rápidamente como si ella también estuviera en un aprieto—. Todos los años rentamos una casa cerca de las montañas para relajarnos en compañía de la naturaleza. Le había dicho a León que te dijera pero dijo que quería esperar ya que sabemos en esa semana cumples años…

Me giré al tiempo en que la cara de Gia irradiaba de felicidad. Tenía a Ethan en sus brazos.

—¡Sería genial poder ir! —dijo con una sonrisa.

—¿Tus padres estarían de acuerdo? —pregunté ya que iba a ser difícil que su padres la dejaran estar fuera de casa en su cumpleaños.

—No te preocupes por eso —dijo mamá restándole importancia—, desde luego ellos pueden venir con nosotros, mientras más seamos mejor, las actividades son más entretenidas.

—¡Genial! Les diré a mis papás cuando vuelva a casa.

Escucharla decir que iba a volver a su casa no me agradó mucho, sí, sabía que ella no se podía quedar para siempre pero…

Para celebrar el cumpleaños número uno de mi hijo hicimos una sencilla comida, estuvieron todos los integrantes de mi familia, Gia, Adrián y al final Alissa que llegó demasiado tarde. Técnicamente eran todos los que pasaban mucho tiempo con Ethan.

No hubo piñatas ni nada de esas cosas exageradas que muchas otras familias les hacían a sus hijos, regularmente en mi familia las fiestas se celebraban de manera sencilla. Pero eso sí, tuvo muchos regalos, me preguntaba cómo iba a meter todas esas cosas en el dormitorio el próximo semestre.

Y en ese momento fue cuando el ambiente de la fiesta cambió.

—Ahora que Ethan tiene un año debería de dormir solo —dijo Gia que estaba sentada a mi lado con su cabeza recargada en mi hombro.

El festejado disfrutaba de su fiesta dormido en su portabebés.

—¿Solo? —pregunté.

—Sí. Ya no debería dormir en tu cama, es hora de que saques la cuna que compr… compramos hace unos meses —en realidad ella era la que había comprado la cuna pero siempre que estábamos frente a mis padres decía que ambos habíamos comprado muchas de las cosas de Ethan—. Para que se acostumbre a dormir solo.

—La cuna, mi cama, la mesa, las sillas y otros muebles más no cabrán en el dormitorio —dije acomodando mentalmente todas las cosas en el dormitorio.

—El próximo semestre Ethan ya no irá a la universidad —dijo mi mamá de repente.

Gia y yo los volteamos a verla e incluso Adrián y Alissa que habían estado hablando con mis hermanos hicieron lo mismo.

—¿De qué hablas? —le pregunté inmediatamente.

—Hijo —habló serenamente—. Ethan está creciendo, necesita otro tipo de ambiente que el del dormitorio de la universidad. Ahora que está caminando necesita el doble de atención. Corren el riesgo de ser descubiertos pronto y otros motivos más. Él no puede estar con ustedes todo el tiempo —su mirada se desvió de mi hacía Gia y de nuevo regresó a mí—. Y aun tenemos el hecho de que el pequeño cree que Gia es su mamá.

Gia bajó su rostro y empezó a jugar con sus dedos.

—¿Quieres que lo deje con ustedes? —le pregunté a mamá.

Ella asintió.

—No quiero que lo veas de una forma negativa, hijo, debes saber que es por el bien de los tres, Ethan, Gia y tu. Además que esto no significa que tendrás que alejarte de tu hijo, puedes venir aquí todos los días, la universidad está a sólo 20 minutos de aquí, los fines de semana te puedes quedar aquí —me sonrió—. Hay muchas soluciones para esto.

Nos quedamos en silencio unos minutos. Escuché como mis hermanos intentaban retomar su plática con mis amigos para que no hubiera tanto silencio en la sala pero no lo lograban. Volteé a ver a Gia que tenía su mirada fija en el portabebés donde dormía Ethan, pasé mi brazo izquierdo por sus hombros y ella se acurrucó a mi lado.

—También —habló—. No tenemos la certeza de que volveremos a tener los mismos dormitorios, tal vez nos cambien a otros o tal vez este semestre tengamos algunos otros vecinos que nos puedan delatar si ven a Ethan o lo escuchan llorar… creo que es lo mejor.

—No tienen porque poner caras largas, chicos —dijo papá que había permanecido callado durante todo este tiempo—. Esto les beneficiará para que puedan estudiar tranquilamente ahora que están ambos en la universidad y… también tendrán tiempo a solas.

En automático a Gia y a mí se nos dibujaron sonrisas en el rostro, ambos nos vimos de reojo.

Definitivamente papá sabía cómo alivianar el ambiente y también era seguro que cuidarían de mi hijo mucho mejor de lo que yo lo hacía. Además era verdad, podía ir a verlo todos los días y los fines de semana me podría quedar en casa a dormir. Seguro que todo iba a estar bien.

También podría estar mucho tiempo con Gia.

* * *

Al final del día Gia se tuvo que marchar, aunque intenté retenerla todo el tiempo que pude no fue suficiente para convencerla de que se quedara a dormir.

Probablemente no nos veríamos de nuevo hasta su cumpleaños o hasta que fuéramos de vacaciones, lo que sucediera primero.

—Pronto cumplirás 18 años —dije mientras la acompañaba a su auto.

—Lo sé, en menos de un mes seré mayor de edad y poco después universitaria —dijo sonriente pero al mismo tiempo parecía tener un ligero temor—. Genial ¿no?

Nos detuvimos frente a la puerta del conductor.

Sentí un nudo en el estomago pero aun así tomé su mano y me preparé para cualquier expresión que ella pusiera en ese momento.

—Así es, es genial —dije y ella asintió—. Pero quiero pedirte algo —suspiré y su expresión cambió—... Hasta ese entonces por favor espérame.

Nos quedamos viéndonos a los ojos, yo esperando su respuesta y ella probablemente pensándola. Sacudió la cabeza y parpadeó varias veces, inclinó su rostro y de nuevo volvió a verme.

—Sí —dijo finalmente.

Sonreí aliviado y acaricié su rostro con mi mano derecha, ella cerró sus ojos y me incliné para besarla.

No pude hacerlo, por alguna razón ella se hizo para atrás chocando con su auto y la alarma se encendió dándonos un susto de muerte a los dos. Se apresuró a buscar las llaves para detener la alarma y cuando lo hizo no volteó a verme en su lugar abrió la puerta y entró al auto.

—Nos vemos pronto —dijo desde el interior.

—Sí, nos vemos… pronto —le contesté. Encendió el auto y sonreí—. Y por favor aprende a estacionar.

—Si te tengo a ti ¿para qué hacerlo? —dijo sonriendo. Puso el auto en marcha.

Me quedé de pie hasta que perdí de vista el brillo del auto.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Hola :D

Al fin traigo este capítulo y como vieron estará dividido en dos partes, en una hora o dos estaré subiendo la segunda parte con un aviso muy importante que necesito que lean :)

Nos leemos en un rato :)

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