Besos
No sabía como sentirse, habían comenzado por algo simple y aun no tenían nada más que una amistad.
Los besos en su mejilla se volvieron frecuentes y parte de su rutina diaria. Le encantaba.
Siempre que se veían, se despedían o querían, besaban la mejilla del contrarío.
Al principio le costo un poco acostumbrarse a las muestras de afecto, lo hacían sentir de una forma "rara", al mismo tiempo, hacia que sus pensamientos se volvieran un nudo y se quedara congelado por un rato. Pronto, descubrió que los besos en la mejilla se volvieron una necesidad diaria y que se sentía demasiado triste cuando no los obtenía, haciéndolo suspirar.
Después tuvieron el primer contacto de sus labios. Fue simple, nada experimentado, lento, suave, cariñoso.
Fue un pico, apenas un roce. Pero sus corazones latieron desenfrenados, sus rostros parecían echar humo de lo rojos que se encontraban, habían entrelazado sus manos y desviado la mirada, aquello fue impresionante.
Ambos tenían algo en claro, ese pequeño pico demostraba que iban a ir lento, poco a poco, podían disfrutar de los dulces labios del otro con calma. Podían saber con esa simple acción, que ambos sentían lo mismo, que se atraían y que esperarían el tiempo suficiente para poder darse un beso como se debe.
Aunque bueno, no es como si con ese pico no demostraran como es que se debe besar.
Los días pasaron y con ello un nuevo beso se sumaba a su lista -no es como si tuviera una, no, no la tiene- había comenzado por la primera cita a la que el pelirrojo lo había invitado y estuvo mucho tiempo batallando con su hermana acerca de que ponerse.
Una vez que se encontraron en el punto de reunión, Kirishima había tomado su mano con una delicadeza y nervios que lo hicieron derretirse por dentro, pero lo que sin duda alguna hizo a sus piernas temblar fue aquel suave y tierno beso.
Estaba seguro que habría tenido un colapso ahí mismo y más por la sonrisa de tonto enamorado que puso Eijiro. Pero seguro, el estaba peor.
El fin de semana no pudieron estar juntos, pero al menos lograron despedirse, aunque no como esperaba.
Kirishima le había mandado un beso en el aire y el al principio no entendió, hasta que un peliverde le dijo que tenía que atraparlo y lanzar uno de vuelta.
Volvió a obtener un beso por parte del pelirrojo y esta vez lo "atrapó" se sentía un tonto y también se sentía muy bien.
El también lanzó su primer beso.
Pasaron unos días y con ello nuevos sucesos, entre ellos, el más importante, un nuevo beso.
Le había dado un poco de fiebre, la había obtenido después de regresar a casa completamente empapado por la lluvia.
Kirishima le había ido a visitar y se quedo con él aun después de decirle que se fuera, pues el pelirrojo también podría enfermar, obviamente no le hizo caso.
Cuando llego la noche se quedo en su casa por seguridad - y porque Fuyumi convenció a su padre- y justo cuando estaban por dormir, el pelirrojo estando aun en su habitación se despidió con un beso en su frente, quitando por un momento aquel recién paño húmedo.
Pudo jurar qué en ese momento se desmayo.
Por suerte, no fue así.
El último beso - hasta el momento- qué él más disfrutaba, era el de sus labios creando una bella danza, demostrando todo aquel amor qué sé preofesaban, que tenían por el otro.
Suave y al ritmo de los dos, lo derretia tan deliciosamente y al mismo tiempo le hacía sentirse seguro, firme.
Y los momentos en que paraban para tomar aire eran gloriosos, así podía ver el sonrojo qué adornaba perfectamente las mejillas de a quien ama.
Ambos sabían que no podian llamarse más “amigos” no sentían amistad cuando sus labios se tocaban, no veían amistad en los ojos contrarios cada que se veían.
Sus corazones no latian desenfrenados, ni se calmaban solo por eso.
Buscaban con la mirada al otro cada que no estaba cerca con tanto fervor y todos podían darse cuenta en el brillo de sus irises qué aquello no era amistad.
Ambos sabían, que muchos de sus compañeros ya los han descubierto en una de sus muchas sesiones de besos.
Pero no hacia falta ponerle nombre a lo que ellos tenían, ellos sabían que era con solo mirarse a los ojos, con un simple roce de manos, con un beso.
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