¿Cómo observar el cielo desde la casa?
Ay, chicoooos :c. No sé qué pasó que me revolví muy feo y publiqué el capítulo anterior antes que este TT_TT. El orden correcto de lectura es primero este "¿Cómo observar el cielo desde la casa?" y después "La madera desea cubrirlo de berro". Bueno jeje, gracias a este error al menos hubieron cuatro capítulos esta semana en vez de tres. ¡Una disculpa y un abrazo!
🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸
La niña volvió a acariciar su cabeza y ambos siguieron avanzando por las páginas. Honestamente, Kirioshi no la había pasado nada bien.
En cuanto derramó aquel pensamiento, el tigre volteó a verla con profundidad, como si quisiera decirle que estaba totalmente de acuerdo con ella. La niña sonreía por ello a manera de complicidad, pero mecía la cabeza con miedo y volvía a brindarle una caricia al tigre de vez en cuando.
El ambiente comenzó a cambiar radicalmente. Parecía como si el universo estuviera lleno de pequeñas y delicadas burbujas que dejaban a su paso leves marcas de agua transparente y ligeramente pintada de tinta.
Kirioshi sonrió porque realmente le encantaba ese clima. No era particularmente un clima otoñal, ni mucho menos; sino más bien primaveral. Como un refrescante viento que acompañaba al delicioso aroma a mirra y algo más complicado de identificar pero que remediaba toda incomodidad de Kirioshi en esos viajes. Llenaba de calor su alma y la empapaba de dulce alegría.
🌸
El tigre mantenía la cabeza en alto con tranquilidad al tiempo que el paisaje seguía cambiando. Kirioshi empezó a tapar su rostro con las manos, para cubrirlo de la luz. Aquello no parecía tener demasiado sentido. Quizá podría ser que la hoja se estuviera volviendo poco a poco más blanca o que de alguna forma estuviera amaneciendo.
Cuando el mano brillo se volvió demasiado fuerte, ambos se detuvieron para evitar tropezar o ir por un camino equivocado (¿realmente tenían uno?). Paso a paso, el fuerte brillo disminuyó y las manos de Kirioshi sintieron la presión de ceder y retirarse de su rostro.
El tigre parecía haber utilizado su pata para cubrir sus ojos de igual manera, ya que cuando Kirioshi volteó a verlo; apenas la estaba bajando. A la niña le dio mucha curiosidad así que lo admiró un largo rato antes de voltear hacia el frente.
Parecía que todo aquel brillo había sido producto de una bella pintura blanca que se deslizaba por todas las hojas. La pintura venía como un pacífico lago, escurriéndose hasta cubrir las esquinas.
Pronto, Kirioshi notó que la pintura comenzaba a tomar tonos grisáceo y pronto, aquellos se convirtieron en motitas azules claro que parecían escapar a la vista de a momentos. Kirioshi estaba embelesada con esa bella danza de colores.
Así era, estaba segura de que podría ver los listones color turquesa que se mezclaban con el color verde que recién llegaba al borde. El tigre tampoco se quedaba atrás, fijando sus pupilas con tanta serenidad que finalmente se echó en el pasto con una calma absoluta. La niña levantó los ojos, justamente, cuando se dio cuenta de esto, ahora sus alrededores estaban cubiertos de césped, pero no un césped ordinario, sino uno que parecía sacado de una obra de acuarela. Podían notarse las pinceladas en el centro de cada planta y alrededor de sus propios cuerpos, como si el artista se hubiera ocupado en no interferir con su propia estructura.
Pronto, ambos se detuvieron ante un hermoso lago que se había formado frente de sus ojos.
Todo lo que pertenecía a ese mundo, se movía en otra dirección. Como si tuviera una línea del tiempo única y particular. Las hojas se movían suavemente, como si recordaran que hay algo que no es eterno.
Kirioshi comenzó a caminar hacia la orilla. El tigre siguió sus pasos y llegaron casi a donde comenzaba el agua.
La niña miró sus reflejos, notando que parecía una ilusión reflejada. Era verse por la acuarela, como si todo hubiera sido planeado por el gran artista. El aire gritaba el orgullo de ser parte de una obra maestra sin invitación.
La niña, como cualquier niña hubiera hecho en su momento, se sentó en cuclillas a la orilla de lago. Mantenía la superficie tan cerca como para intentar entender ese mundo que se sentía tan cercano que su nariz tocaba el agua, pero tan lejano como si no tuviera la posibilidad de conocerlo.
"Sin posibilidad de conocerlo", dijo Kirioshi en su mente y de un momento a otro, pudo sentir que la gravedad la empujaba hacia el lago y la sumergía en el agua; tan profundo como sus pensamientos.
🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸🌸
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro