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Día 1: ¡Feliz cumpleaños, Katsuki!

Advertencias: Falso fluff + Angst. No quirk AU. Muerte de un personaje.

El día, honestamente, había comenzado como cualquier otro para Katsuki. Su alarma le había despertado a las 5:30 AM y en cinco minutos estuvo listo para su ejercicio mañanero, que consistía en trotar por el vecindario en el que vivía. A esa hora el sol apenas comenzaba a asomarse y casi ningún carro o persona pasaba, así que para él era el momento perfecto para salir a correr, sin nada o nadie que pudiera molestarle.

Estando en la entrada de su casa, se colocó sus tenis y revisó por primera vez su teléfono.

Bakusquad 🤪💥 (5 mensajes nuevos)
[Hoy 12:03 AM]
Cara de idiota ⚡️: ¡Feliz cumple, amargado!
[Hoy 12:57 AM]
Cara plana 🍊: Felices 17, Bakugō, nos vemos en la escuela ;D
[Hoy 1:06 AM]
Ojos de mapache 🦝: ¡HBD, precioso!
[Hoy 5:25 AM]
Labios grandes 🥧: Feliz cumpleaños, Bakugō. Te llevaré chocolates. Te veo en un rato.
[Hoy 5:34 AM]
Tolerable 🎶: Yo, Bakugō, hbd x2

Sonrió inconscientemente, pero al darse cuenta borró su sonrisa. Contestó con un seco "Como sea", puso música después de conectar sus audífonos y guardó su teléfono en el brazalete para celular que tenía ajustado en su brazo derecho.

Mientras estiraba, pensó que tal vez, y solo tal vez, debería cambiar ya los nombres de sus amigos en su teléfono, pues ya llevaban casi un año siendo un grupo de amigos muy unido y al único que tenía en sus contactos por su nombre era a Kirishima, su mejor amigo... y probablemente el chico que le gustaba, pero eso iba aparte. Y pensando en él, en cuclillas con una pierna estirada, se dio cuenta que no le había escrito nada para felicitarlo. No era como que le importara, pues su cumpleaños no era la gran cosa, pero le parecía extraño, ya que el pelirrojo era el más emocionado y el primero en felicitar a alguien en sus cumpleaños. Prefirió no tomarle importancia. Ya lo vería más tarde en la escuela, después de todo era martes.

Después de calentar, salió de su casa y respiró hondo el frío aire mañanero, encogiéndose un momento mientras inconscientemente buscaba la calidez de su delgada chamarra deportiva. No le llevó más de 5 segundos comenzar a correr y se tomó una media hora en recorrer su barrio, disfrutando de la vista que le regalaba el cielo, lentamente iluminándose mientras él corría su camino con unas cuantas flores de cerezo regadas, pues a fin de cuentas estaban en plena primavera.

Eran cerca de las 6:10 cuando regresó a la casa y todo seguía en silencio. Subió a su cuarto y dejó en este su teléfono con todo y brazalete, para después tomar ropa interior y una toalla para dirigirse al baño a darse una merecida ducha que no tardó más de 10 minutos. Cuando salió solo llevaba una musculosa y sus bóxers, con su toalla colgando en su cuello y su cabello húmedo goteando sobre ella. Checó su teléfono de nuevo y solo había otro par de mensajes en el grupo de las personas que ya le habían felicitado, quejándose de su responsiva, al igual que un par de Todoroki y Deku, a quienes ignoró, pero secretamente se sentía apreciado por todos. Kirishima seguía sin aparecer...

Se quitó el inquietante sentimiento encogiéndose de hombros y comenzó a vestirse con su uniforme, frotando su cabello contra la toalla otro poco hasta que dejó de gotear, aunque seguía algo húmedo y, como siempre, estaba alborotado. Cuando terminó de abotonar su camisa, escuchó la puerta del cuarto de sus padres abrirse y decidió salir, encontrándose a su mamá en pijama y a su papá siguiéndole con una sonrisa aún adormilada, aunque en el momento en que lo vieron, ambos lo atacaron en un abrazo y él claramente comenzó a batallar hasta que su mamá le dio un buen coscorrón, haciendo que se quedara quieto mientras lo mimaban.

— Feliz cumpleaños, diablillo — felicitó su mamá, apretándole las mejillas, a lo que frunció el ceño y apretó los puños, para después ser soltado por ambos.

— Feliz cumpleaños, Katsuki — dijo su padre, únicamente dándole un par de palmadas en la cabeza.

— Sí, sí, como sea — respondió él, bufando ligeramente irritado. Dejó que sus padres se adelantaran a la cocina y él se quedó aplanando unas cuantas arrugas en la camisa de su uniforme. No era como que le importara tanto su apariencia, pero tampoco iba a andar por ahí con el uniforme demasiado desarreglado.

Una vez bajó a la cocina, ayudó a sus padres a preparar el desayuno, haciendo omurice para los tres y se sentaron en la mesa a comer juntos, como algunas veces hacían. El tiempo se pasó entre pequeñas pláticas y cuando Bakugō se dio cuenta, ya eran las 7:05, así que necesitaba ir por sus cosas y caminar a la estación del metro para llegar a la UA.

Una vez en Musufatu, caminó por unos 7 minutos hasta que estuvo en la entrada de su escuela. Caminó hasta su salón en el edificio del segundo año y justo cuando entró, escuchó un potente "¡Feliz cumpleaños!" de varias voces. Su mirada se clavó en el líder de ese coro y no pudo esconder su sonrisa.

— Idiota — susurró, haciendo a su pelirrojo amigo reír encantado por esa reacción y a sus demás compañeros suspirar rendidos. Claro que no iban a lograr sacarle algo mejor que eso.

— ¡Bakugō, tenemos planeado un pícnic! — exclamó Kirishima, siguiendo al rubio hasta su asiento. El cumpleañero arqueó una ceja, no muy convencido —. Solo será el bakusquad en la terraza del edificio, tenemos el permiso de Aizawa-sensei. Satō hizo chocolates picantes, Mina y yo preparamos tu ramen favorito, Jirou hizo una playlist con tus canciones favoritas y Kaminari y Sero se encargaron de decorar — explicó emocionado el pelirrojo, agachándose para recargar su mentón en el escritorio del rubio, dispuesto a hacer todo lo posible para que Katsuki accediera. Estaba por abrir la boca otra vez, cuando el otro habló.

— De acuerdo.

Y, tras eso, el pelirrojo tuvo un festejar en el camino a su propio escritorio, pues Hizashi había llegado para sus clases de inglés. Cada maestro que entró en los primeros periodos le felicitaron y las clases se pasaron rápido, como siempre. Siendo un alumno del cuadro de honor, ninguna clase le costaba y podía hacer todo fácilmente al punto de que el paso del tiempo era insignificante. Cuando se dio cuenta, ya estaba siendo arrastrado por Kirishima hacia la terraza, con sus otros 5 amigos detrás de ellos, platicando y riéndose de mil y un cosas estúpidas (más que nada Sero y Kaminari), como siempre.

Una vez en la terraza, que estaba agradablemente decorada con una pequeña carpa, mantas, cojines y una pequeña mesa armable en la que reposaban 7 tazones y los respectivos palillos y cubiertos, el grupo se sentó alrededor de la mesa y Mina dejó los chocolates que Rikido había hecho en una de las orillas de la mesa, mientras que el castaño dejaba la olla de ramen que Mina y Kirishima habían hecho en medio de la mesa. El chef de la cafetería había sido lo suficientemente amable como para guardarla durante las clases y recalentarla para el almuerzo.

Sero se encargó de servir para los 7 y comenzaron a comer, dejándose llevar por la música que salía de una pequeña pero potente bocina que Jirou había llevado. Comenzaron a platicar, como siempre, hasta que Kirishima habló emocionado.

— ¡Chicos! — chilló feliz —. Ah, y chicas, heh. Logré conseguir la versión con escenas inéditas de "All Might vs All For One: La batalla final" y lo mejor es... ¡Que hay escenas de Crimson Riot!

— ¡Bro! ¿Que no es la película que se apega más a la cronología de los mangas de Horikoshi? — preguntó Sero, sorbiendo después de su ramen con una sonrisa.

— ¡Sí, sí! Los críticos de cine dicen que es la mejor película de superhéroes de todos los tiempos. ¿Cómo la conseguiste, Kirishima? — cuestionó Kaminari, dejando su tazón en la mesa pues ya había acabado.

— Tengo mis contactos — presumió el pelirrojo, haciendo reír a Mina.

— Por Dios, ayer no dejabas de lloriquear porque no la ibas a conseguir en la subasta en línea — comentó la pelirrosa, haciendo que el chico se sonrojara de la vergüenza y le reclamara con un "Minaaaaaaaaaa" en una voz infantil, provocando que los demás rieran, incluso Bakugō.

La conversación siguió en el tema de los superhéroes cuando ya habían acabado de comer, aprovechando que su descanso era de una hora, pues de las clases matutinas siempre seguía el periodo de entrenamiento de dos horas y necesitaban reposar un rato después de comer.

— Si tuvieran un poder, ¿cuál tendrían? — preguntó Jirou, mientras cortaba un pedacito de chocolate que había en la mesa, de los que Satō había hecho que no eran picosos, pues al único al que le gustaban esos era a Katsuki, que felizmente estaba masticando una barra de chocolate picante.

— Tú tendrías algo que ver con la música — contestó Kaminari rápidamente —. Tal vez tendrías cables auxiliares en tus orejas y podrías... yo qué sé, captar sonidos.

— Oh, eso tiene sentido para Jirou de hecho — concordó Mina, que tenía su dedo índice golpeando sus labios, pensativa —. Creo que Satō tendría un poder que tuviera que ver con el azúcar...

— ¡Sí, que cuando comiera azúcar se hiciera más fuerte! —. Sero complementó, señalando a la morena, que le señaló de vuelta, convencida.

— ¿Eh? Pues tal vez Sero tendría algo así como el superhéroe americano... Uh, ¿Spiderman? — sugirió El Fuerte chico de labios prominentes —. Pero no con telarañas, tal vez cinta adhesiva. Todo lo quiere resolver siempre con cinta adhesiva.

— ¡Es verdad! — rió Kirishima, recargándose en la espalda del rubio, que, callado, disfrutaba de la plática —. Y Mina tendría una apariencia alienígena, incluso tal vez podría secretar ácido a voluntad.

— ¡Eso suena épico! — exclamó la morena, bailando en su lugar.

— Pues yo creo que yo tendría un poder súper genial, como descargar electricidad de mi cuerpo. ¿Acaso no suena increíble? — se halagó Denki, lanzando su cabello hacia atrás.

— Eso explicaría por qué tu cerebro está frito siempre — atacó Jirou en son de broma, haciendo reír a todos incluyendo a Bakugō, lo que llamó la atención de los otros 5.

— Faltan ustedes dos — señaló Sero, recargándose en sus brazos. Los cinco amigos se quedaron pensando, hasta que el pelirrojo decidió hablar.

— Blasty tendría algo muy poderoso y sabría perfectamente cómo usar todo lo que tiene a su favor. Sería un poder muy llamativo... como explosiones — aseguró el pelirrojo, antes de abrir la boca grande y recibir un pedazo del chocolate de Bakugō. Los demás ni siquiera se inmutaron. No era nada raro que esos dos hicieran cosas de pareja aún sin serlo y Mina, bueno, Mina era la única que se estaba cansando de que solo fueran amigos cuando la situación claramente iba para más.

— Bueno, yo creo que tú tendrías algo estúpidamente fuerte, algo como poder endurecer todo tu cuerpo como una roca. Nada podría atravesarte ni tumbarte — respondió el rubio, alzando los hombros. Dejó caer su cabeza en el hombro de Kirishima y se quedó pensando —. Serías inquebrantable.

— Apuesto que ustedes dos serían un dúo dinámico si fueran superhéroes. Incluso los poderes que dijeron se complementan — se quejó Denki, sacándoles del ambiente romántico que se habían creado sin querer, cuando de pronto el timbre que les advertía que las clases estaban por comenzar les hizo pararse rápido, alegando que tendrían que regresar al final de la jornada escolar a recoger todo porque se les olvidó que tenían que hacerlo antes de ir a sus clases de Educación física.

Bajaron hasta los vestidores y se cambiaron para continuar con sus clases. Aprovechando que tenían dos horas al aire libre, Kirishima aprovechó cada oportunidad para estar cerca de Bakugō, como siempre. Y, gracias a eso, el tiempo se pasó rápidamente hasta que todos ya estaban yéndose a sus casas. Kaminari, Sero y Rikido subieron a la terraza para guardar todo lo que habían llevado y, mientras, Jirou y Mina hablaban con Kirishima y Bakugō.

— Bakugō me acompañará a la zona comercial por un par de cosas para el proyecto de Nemuri-sensei, así que nos vemos, ¿vale? — fue la manera de despedirse del pelirrojo, moviendo su mano en un gesto para decir adiós enérgicamente, mientras que el rubio se limitó a asentir a aquello y dedicarles un simple movimiento de mano que no duró más de dos segundos.

Ambas chicas se despidieron y después Mina sonrió maliciosa.

— Ahora a Shizuoka. Tú diriges, Jirou — comentó ella, al tiempo que ambas comenzaban a caminar hacia la estación de tren para dirigirse a la casa de Katsuki, donde Mitsuki las esperaba con la sala de estar casi preparada para una pijamada. ¿Cómo habían convencido todos a sus papás para una pijamada en medio de la semana? Eso era un secreto, pero Mitsuki les había dicho que sí a los chicos y chicas en cuanto se lo pidieron, pues Bakugō por fin tenía amigos y amigas y sabía que no iban a dormirse tarde e iban a ser responsables con los deberes.

Ambas chicas llegaron al cabo de unos treinta minutos y la madre de Bakugō las recibió con una sonrisa y les ofreció bocadillos que sin duda ambas aceptaron, decidiendo que harían primero la tarea de matemáticas, que era la única que debían entregar al día siguiente, y después terminarían de decorar la sala con las lucecitas LED de Jirou y los futones que aún no había puesto Mitsuki en medio de los muebles que había movido con ayuda de Masaru para darles más espacio y una buena vista a la pantalla plasma que tenían.

— Pueden cambiarse en el baño o en la habitación de Katsuki, lindas, estaré en la cocina por si me necesitan — anunció la mujer, dejando a ambas chicas en el comedor con sus cuadernos abiertos.

— ¡Gracias!

Por su parte, Sero, Kaminari y Rikido tardaron otra media hora en llegar, habiendo tenido que guardar todo y esperar al siguiente tren a la prefectura. Los chicos enseguida se sumaron a la sesión de deberes, después de dejar la carpa ya guardada en una caja en una esquina de la sala, junto a la mesa armable y las mantas y cojines que volverían a usar sin dudas para la pijamada.

Cuando se dieron cuenta, ya habían acabado la tarea y se habían cambiado a sus pijamas. Kaminari y Mina usaban kigurumis de Pikachu y de un alien respectivamente, Jirou usaba una camisa sin mangas morada y un pantalón negro holgado, Sero tenía unos shorts cafés muy holgados que solo no se le caían por el elástico a la altura de su cadera y una camisa beige con diseños de mandalas y, por último, Rikido usaba unos pants naranjas y una camisa blanca con dibujos de paletas y dulces.

— ¿Aún no han llegado? — balbuceó Kaminari, mientras extendía uno de los futones al pie de uno de los sillones, viendo cómo Jirou y Sero hacían lo mismo con otro par de futones.

— No... se supone que tenían que llegar hace media hora — respondió Mina, buscando su teléfono. Cuando lo encontró, vio un mensaje que le hizo cubrir su boca, sintiéndose en shock —. Oh por Dios.

— ¿Qué pasó?

— ¿Todo bien?

Jirou y Sero asomaron sus cabezas para ver a la pelirrosa que no dejaba de observar su pantalla, hasta alzó la mirada y soltó un gritito.

— ¡Kirishima lo hizo! ¡Por fin lo hizo! — festejó, saltando hacia los dos que se habían acercado, de paso haciendo que los tres cayeran al suelo y pasaran arrollando a Kaminari que se había parado en medio de la sala. Rikido rió y se agachó para ver la pantalla del teléfono y los cuatro chicos vieron un mensaje de Kirishima que les hizo sonreír aliviados amontonados en el suelo.

Cuando Kirishima y Bakugō caminaron lejos de la escuela, se dirigieron hacia la zona comercial, tal como Kirishima había dicho, pero pasaron de largo la tienda a la que debían entrar para conseguir lo que necesitaban para el proyecto. Bakugō frunció el entrecejo confundido y Kirishima rió rascando su nuca.

— La verdad eso ya lo tengo en casa preparado desde que encargaron el proyecto, vinimos aquí por tu regalo — explicó el chico, tomando del brazo al rubio para jalarlo hacia una tienda de deportes.

— ¿¡Eh!? — se quejó Bakugō, tratando de detener sus pasos, pero la emoción y fuerza de Eijirō le impedía negarse a avanzar.

— Sí, bueno... ya lo había comprado, pero debía esperar a que resurtieran la tienda ayer, pero tenía un pendiente con una tarea y no pude venir y, pues eso — admitió el chico frente a las puertas de la tienda a la que iban a entrar —. Sé que no te fascinan los regalos, pero te prometo que te va a gustar, ¿sí?

— Vale — masculló el cumpleañero.

Una vez en la tienda, Kirishima buscó el comprobante de pago del regalo y se lo entregó a una dulce empleada que no tardó en ir a la bodega por el artículo. Cuando regresó, se sorprendió un poco de ver al pelirrojo con las manos cubriendo los ojos del rubio, pero sonrió comprensiva, dejando el regalo en el mostrador, para después irse agradeciendo a Kirishima por la compra, a lo que él le devolvió las gracias.

— ¿Listo, Blasty?

— Sí, sí, ya enséñame — respondió algo irritado el chico, esperando que las manos dejaran de cubrir sus ojos y, cuando pudo volver a ver, su vista se clavó en el objeto sobre el mostrador. Un kit para escalar que incluía un par de cuerdas, ganchos, abrazaderas y dos arneses. Todo era naranja excepto las cuerdas, que tenían estampado militar —. Oh por Dios, Kirishima.

— ¿Te gustan? — preguntó emocionado, parándose a un lado del chico.

— ¡Son lo máximo, pelopincho! ¿Cómo supiste que necesitaba equipo nuevo? — preguntó curioso, tomando en sus manos una de las cuerdas para tensarla.

— Recordé que hace un par de meses me dijiste que no podías ir ya a escalar porque tu equipo estaba muy desgastado y no querías accidentes... y sé que estabas muy ocupado estudiando en los finales como para perder tu tiempo comprando y en vacaciones de primavera fuiste a la Semana de la moda en París por tu papá... así que pensé que podía comprarlo.

Bakugō se quedó callado por un momento y sonrió.

— Gracias, Kirishima.

— No es nada, Bakugō.

Después de eso, aprovechando dónde estaban, Katsuki le invitó un helado a su mejor amigo y se tomaron su tiempo para caminar por ahí, sabiendo que tendrían que ir en algún punto a la estación para ir a la la prefectura de Bakugō. Había algo en el ambiente que, inevitablemente, hacía a Kirishima querer saltar encima de su mejor amigo y llenarle de besos la cara, pero no podía. Al menos no aún. Ambos, muy dentro de ellos, sabían que se gustaban. Solo esperaban a que el otro diera el primer paso y, mientras el poco helado que le quedaba a Kirishima se derretía, sentía que su corazón hacia igual ante la vista de Bakugō lamiendo el dorso de su mano porque una pequeña gota de helado se había resbalado por su piel.

— Uhm, Bakugō... — Kirishima murmuró, sintiendo que se le secaba la garganta. El rubio volteó a verle después de terminarse su cono de helado —. Sabes, eres... eres mi mejor amigo y, y ahorita me estás haciendo súper difícil que eso se me quede grabado, porque me gustas... me gustas y sé que te gusto. Y no quería decir esto en tu cumpleaños, pero ya no aguanto... pero sé que puedo y quiero hacerte feliz todos los días y darte los mejores cumpleaños del mundo, aunque a ti no te fascinen y-

Y cuando Kirishima se dio cuenta, había un sabor nuevo sobre sus labios y no era el resto de su helado de vainilla, no, no. Era menta con chocolate y, por Dios, que ese sabor le daría asco si no fuera porque lo estaba probando en los labios de su mejor amigo, que astutamente le habían callado con un beso.

— Este ya es el mejor cumpleaños solo por eso — admitió el rubio, riendo suavemente mientras su mano alcanzaba una flor de cerezo que había quedado atrapada entre los mechones llenos de gel del pelirrojo. Dejó la flor caer al suelo y volvió a unir sus labios con los del chico solo un segundo —. ¿Esto significa que puedo llamarte Eijirō ahora?

— Mientras me dejes llamarte Katsuki — susurró de vuelta el menor, acariciando la mejilla de Bakugō.

Se quedaron un buen rato sentados en una de las bancas que había en la estación del metro cuando llegaron, atreviéndose a sostener la mano ajena, el rubio algo avergonzado porque sus manos tendían a sudar, pero Kirishima parecía no tener problemas con eso. Al haber perdido tiempo caminando, el metro a la prefectura de Bakugō se les había pasado y ahora debían esperar unos quince minutos más, pero no les importaba, porque estaban juntos. Recordando que ya iban tarde, Kirishima sacó su teléfono y le envió un mensaje a Mina.

Mina 👽
[Hoy 5:41 PM]
Minaaaaaaaa, ya vamos tarde, perdón 😞
Pero en mi defensa, ya tengo novio 👊🏼

Después de ese mensaje, esperaron un poco más y por fin abordaron. Bakugō le había preguntado antes si no debía ir él a su propia prefectura y Kirishima le explicó que tenía permiso de ir a su casa, si es que a él no le molestaba y, obviamente, Katsuki no se opuso.

Les llevó una media hora en metro y otros diez minutos, pero por fin habían llegado a la casa de Bakugō donde, para la sorpresa del rubio, sus molestos amigos estaban regados en la sala con tres cajas de pizza en medio.

— ¡Hola, tórtolos! — molestaron Denki y Mina a coro, cosa que habían ensayado desde que habían visto el mensaje de Kirishima. Katsuki se sonrojó y los mandó a la mierda como hacía siempre y esta vez fue su turno de arrastrar a Eijirō por primera vez en el día hasta su cuarto.

— ¿Y esto? — preguntó, dejando su mochila en el suelo.

— ¿Pijamada sorpresa? — trató de explicar el pelirrojo alzando los hombros.

— Tonto — balbuceó el rubio, riendo con un bufido —. Entonces iré al baño a ponerme mi pijama, tú puedes cambiarte aquí — dijo, para después buscar en su cajón un pants negro y una camisa vieja de All Might, una de sus pijamas más cómodas.

Ambos se cambiaron y cuando Bakugō vio a Kirishima, cubrió su boca para no reírse.

— Eres un fanboy más grande que yo — se burló, observando su pijama de Crimson Riot. Le quedaba bien, la verdad, pero era como ver a un niño pequeño con una pijama de su caricatura favorita, listo para verla antes de dormir.

Cuando bajaron, el pelirrojo llevaba su cuaderno en manos y comieron los 7 en el comedor mientras Katsuki le explicaba a Eijirō la tarea que él había alcanzado a acabar en clase.

El momento en que se libraron de todos los deberes, los siete se acomodaron en la sala y la recién formada pareja tuvo el descaro de ocupar un solo sillón para ambos después de que Eijirō conectó su cuenta a la TV para reproducir la película de la que habían hablado en el almuerzo. Katsuki se acomodó con su novio en el sillón más grande y los otros cinco aprovecharon el espacio extra para poder desparramarse mientras veían la película.

Y así se les pasaron casi dos horas. Entre risas, comentarios inteligentes y pequeños debates sobre superpoderes sin realmente pausar la película. Eran por ahí de las 8:30 cuando empezaron a quejarse sobre que un cumpleaños no podía ser un cumpleaños sin pastel y, entonces, a Kirishima le llegó el recuerdo de la pequeña pastelería que había visto cerca de la estación.

— ¡Oh, chicos! — exclamó, levantándose del sillón de golpe, casi tirando a Bakugō encima de Rikido, pero entre los dos chicos evitaron que pasara.

— Eres como un perro emocionado — se quejó el rubio, sentándose en el mueble con las piernas cruzadas como indio.

— Disculpa, Blasty — balbuceó el pelirrojo riendo levemente —, pero recordé que había una pastelería cerca de la estación. Seguro es buena, tenían varios tipos de pastel en el mostrador — explicó —. Puedo ir y venir en unos 15 minutos.

Al decir eso volteó a ver a los chicos, que le festejaron como si fuera un héroe que había salvado el día. Katsuki hizo un puchero inconscientemente. Los pucheros que usualmente hacía cuando algo no le gustaba. Sin dudarlo, Eijirō borró ese gesto con un beso y Katsuki se escondió detrás de sus manos mientras maldecía.

— Solo no vayas a tardar mucho — pidió el rubio, cuando vio que Eijirō estaba ya en la entrada poniéndose los zapatos —. Puedo ir contigo...

— Ya te ves cansado, ¿sabes? Es pasada tu hora de dormir — se burló el chico, para después abrazarlo y darle otro pequeño beso que Bakugō se permitió disfrutar. Suspiró rendido y asintió.

— Ve con cuidado. Te... uhm, te quiero — balbuceó el mayor, rascando su nuca, a lo que Eijirō se sonrojó, pues era la vista más bella que había tenido la oportunidad de apreciar. Katsuki con las mejillas y orejas rojas mientras mordía el interior de su labio por la mera pena era, sin dudas, la mayor debilidad del pelirrojo, que solo pudo robarle un último beso antes de abrir la puerta.

— Yo también te quiero — contestó, antes de cerrar.

Y en cuanto la puerta se cerró, los otros chicos en la sala gritaron en coro con afán de hacer al rubio enfadar. Claro, ese era algo así como su deporte favorito, ver quién exasperaba más rápido a Katsuki o descubrir cómo avergonzarlo. Sin embargo, no tardaron en ponerse un poco más serios y preguntarle exactamente cómo es que todo había sucedido, a lo que él no tuvo más opción que contarles, queriendo revivir ese momento tantas veces como fuera posible, con la seguridad de que pronto, podrían crear más que él atesoraría siempre.

Por correr para hacerse menos tiempo de ida e ir con calma en el regreso, varias veces Eijirō tropezó sin llegar a caerse, cosa que le resultaba algo graciosa, pues iba en pijama corriendo como niño pequeño por un pastel y no faltaban la personas que se le quedaban viendo algo extraño, pero poco le importaba a él.

Llegó a la pastelería después de unos cinco minutos y tardó otros dos en elegir y comprar un pastel que todos quisieran comer. El postre le fue entregado en una bolsa de papel que se veía resistente y agradeció el servicio, para después salir de la tienda, ahora debía ir con más cuidado, pues llevaba un pastel cargando y no quería arruinarlo, pues era para su mejor amigo... novio... Debía empezar a acostumbrarse a usar ese término para pensar en Katsuki.

La zona más transitada era la de la estación y un par de cuadras más, así que Eijirō un par de veces tuvo que esperar a se le diera el paso con los semáforos para transeúntes aunque, en una de esas, casi se cae por los propios cordones de sus zapatos. Como el semáforo aún le indicaba que no podía avanzar, se agachó y dejó el pastel a un lado de él para amarrarse las agujetas. Entre esos segundos, el semáforo había cambiado, así que no dudó en avanzar, pero tal vez... tal vez hubiera sido mejor que no lo hubiera hecho.

Porque solo bastaron tres pasos para que a Eijirō se le atravesaran mil pensamientos en la mente en el lapso de un par de cortos segundos, mientras observaba los faros de un automóvil y a su conductor inconsciente detrás del volante.

Y pensó. Pensó en Katsuki, en sus amigos y en él cantándole "feliz cumpleaños", pensó en él acomodándose con Bakugō para dormir en un sillón que en cualquier otra circunstancia sería incómodo, pero no en esa. Pensó en sus labios llenando de besos el rostro del rubio, pensó en una primera cita en el cine, o yendo a escalar, pensó en esa noche y en el final que deseaba, despidiendo ese día con un "Feliz cumpleaños, Katsuki", pensó otro poco más en el pastel y en el sabor que probablemente a todos les gustaría y pensó un poco más en Bakugō, en su primer beso y el último que se dieron antes de ir por el pastel y luego... Luego pensó en que tal vez, y solo tal vez, si él tuviera el poder que Bakugō le había dicho, él hubiera podido cumplir las cosas que pensó, y más. Pero después...

Ya no pudo pensar en nada más que "perdón, Katsuki... creo que arruinaré tu cumpleaños". Y en un segundo, un descarado, violento y triste segundo, todo se apagó para él.

Hola, mis amores. ¡Pues así acaba el día 1 de esta hermosa Week! La verdad, desde que vi las prompts del día decidí que mataría a Kirishima, porque no hay mejor forma de empezar algo que no sea con una muerte. Espero les haya gustado, porque al menos a mí sí me gustó.

Tristemente los mensajes se corrieron hacia la izquierda y ya traté de corregirlo mil y un veces, pero ya me rendí. Las horas debían quedar en medio, el nombre grupo/contacto y los mensajes debían quedar del lado izquierdo (lol esos sí quedaron donde debían) y el mensaje de Kirishima debía quedar a la derecha, pero Wattpad me odia y no me dejó guardarlo así, pero bueno. Fuera de eso 🥺 ojalá, ojalá hayan disfrutado este primer día. Ustedes técnicamente ya sabían a lo que se metían cuando vieron la introducción de la historia y las advertencias del capítulo... Me deslindo de la culpa y responsabilidad... así que, uhm...

¡Nos vemos mañana!

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