Capítulo 1: Bienvenida

-No estoy lista- murmure mirando a mi hermano, este sonreía con ternura a mis palabras, acaricio mi cabeza y se agacho levemente como era costumbre.

-Si lo estas, Tn- dijo con tranquilidad- además, ya te había mencionado el que no serias la única menor de quince años aquí- volvió a repetir como los últimos dos días.

- ¿Y sin grimorios? - pregunte, otra vez.

-Exacto, aun no tienen grimorio, porque no tienen la edad aun- asentí un poco más convencida- ¿Lista? - pregunto enderezándose. Suspire soltando el aire de mis pulmones que había retenido y mire la puerta frente a mí. La base del escuadrón de caballeros mágicos.

-Lista- dije firme.

-Bien, bienvenida a los Ciervos Grises- abrió la puerta y la vista del interior no era como lo esperaba.

Dentro de la sede era un desastre, más específicamente dos individuos en concreto, parecían de mi edad, uno de cabello azabache el cual se notaba que, hacia ejercicio, por la complextura del cuerpo y el otro, tenía cabello blanco largo, del cual dudaba que sea natural.

Luchaban entre ellos y discutían, mientras otros dos chicos de mi edad aproximadamente, hacían algo diferente. El que poseía una máscara leía tranquilamente en un sillón, mientras que otro azabache de cabellos largos lavaba los platos.

-Bienvenido capitán- saludo el de mascara, enseguida ambos que luchaban, dejaron de hacerlo y miraron en nuestra dirección.

-Vaya forma de comportarse- murmure, mire a mi hermano quien sonreía con una pequeña gota de sudor bajando por su frente- No sé qué tanto esperaba- me queje.

Todos me miraron con algo de curiosidad e impresión por la forma en la que me dirigí a su capitán. El azabache de cabellos cortos hizo una mueca y de forma rápida se acercó a mi colocando una katana en mi cuello.

Sentí la leve cortada y como la sangre comenzaba a baja en mi cuello, pero no aparte su mirada de la mía. Me miraba fijamente para intimidar, pero no me daba miedo, y menos con el olor a cigarrillo que salía de su boca.

-No sé quién seas, mocosa- hablo fríamente- pero no dejare que te dirijas al capitán de esa forma.

Sonreí con suficiencia al ver que no sabían de mí, por lo que disfrutaría mucho ver su rostro y el del resto cuando sepan quién era. Aun así, no me daría crédito en nada, pero bajaría algo de su ego.

-Yami, chicos- hablo el mayor presente- ella será la nueva miembro de los Ciervos Grises- dijo hacia el resto- preséntate- ordeno. Yo en cambio sonreí y miré a todos los presentes.

- Soy Tn Novachrono, es un gusto- hice una reverencia ignorando la puntada de mi cuello. Al enderezarme, los rostros de impresión de la mayoría no se hicieron esperar.

- No sabíamos de su hermana, capitán- dijo el de mascara- un gusto, William Vangeance.

-Un gusto, Morgen Faust- me sonrió amigablemente el azabache de cabellera larga. Ahora mire al albino quien solo me miraba desinteresado, ahora que me daba cuenta, era muy parecido al azabache, tal vez gemelos.

-Nacht- solo dijo. Asentí y ahora miré a quien me había amenazado.

-Tsk, Yami Sukehiro- de esa forma peculiar, conocí a quienes serían mis compañeros en los siguientes años y amigos.

Dos años después.

- ¿No estas nervioso o emocionado? - pregunte al albino mientras daba saltitos como una niña a medida que avanzábamos.

-Pareces una niña- dijo negando con la cabeza y divertido- y ya te dije que no.

-No te emocionas con nada- me queje, soltó una leve risita, pero no dijo nada más.

Nos sumimos en un silencio tranquilo mientras caminábamos a la torre de grimorio. Por más que Nacht era mayor a mí por un año, venían ahora con su hermano para buscar sus grimorios. En fin, ser de familia noble tenia algunos beneficios.

-Nunca hablamos sobre si conociste a alguien en el reino de Pica- rompió el silencio.

-Sí, bueno...- tragué saliva- tampoco tú me dijiste nada al respecto con el reino de Corazón- devolví su pregunta indirecta junto a afirmación.

-Ya pasaron un poco más de dos años- agrego. Suspire.

-Conocí a tres hermanos- dije rendida- y entablé una buena amistad con todos- dije con orgullo.

-Estas preocupada- afirmo.

-Sí, no se para que lo dices si ya lo sospechas- dije- por más que haya pasado este tiempo, dentro de mi necesito la afirmación de que están bien- luego de lo que sucedió- agregue.

Hace un poco más de un año, nos enteramos de que en el reino de Picas habían tomado el trono, asesinando a los reyes y tomando el poder. Todo después de que nos fuéramos. LO último que supimos, fue que no tenían intenciones de mantener la paz.

Estuvimos en el reino Pica como un intercambio entre los cuatro reinos. Fue un viaje y especie de aventura que nunca me olvidare. Entablar aquella amistad fue una de las mejores cosas que me pudieron suceder, y con uno de los tres más que nada.

Cuando volvimos a Trébol, nos enviábamos cartas cada semana sin falta, pero de un momento a otro todo acabo. No supe el por qué hasta que la noticia se esparció. Las fronteras se cerraron para el Reino de Pica y luego para el resto de reinos cuando algo similar sucedió en Diamante.

-Lo más probable es que estén muertos- hablo tranquilo el albino, como siempre. Él no lo sintió, pero para mí se sintió como un balde de agua fría cayéndome.

-Linda forma de consuelo, Nacht- dije con sarcasmo muy notorio.

En cambio, amplio su sonrisa y tomo mi mano para caminar más rápido, las puertas de la torre se abrieron y todos entramos. Parecía una biblioteca gigante, que ocupaba toda la pared de la torre hasta el techo, sin duda de mis lugares favoritos.

Nacht no se apartaba de mi lado, tampoco soltaba mi mano, lo cual comenzó a ponerme nerviosa. No era desconocido para mí el que poseía sentimientos por el albino, pero no era tiempo de entablar una relación.

Entro un hombre mayor el cual no tardo en dirigirnos algunas palabras para luego sacar su grimorio y hacer un hechizo. Los libros a nuestro alrededor comenzaron a brillar y flotar en el aire para ir con sus respectivos dueños.

-Al parecer ese te pertenece- el susurro del albino me hizo levantar la mirada, en definitiva, un grimorio de color escarlata venia en mi dirección y no tardo en parar delante mío.

Lo tome con mis manos e inspecciones más cuidadosamente, la tapa contenida leves tonos rojos con gris, una combinación que me gustaba mucho. Lo di vuelta y noté el ya conocido trébol de tres hojas en el.

-De acuerdo, ya tenemos nuestros grimorios- hablo el mayor sacándome de mis pensamientos, giré la vista en su dirección y lo encontré guardando su grimorio en el bolso de su cintura- hora de volver.

- Oye, no es justo- me quejé como una niña pequeña cuando comenzó a alejarse, yo lo seguí por detrás.

- ¿Qué no es justo?

-No pude ver cómo era tu grimorio, en cambio tu si viste el mío- dije desanimada.

-No te quejes por esa estupidez Tn- suspiro.

-Pero...

-Ya lo veras en algún momento, en entrenamientos o te lo enseñare- menciono, miro mis ojos, cruzando los suyos perfectos azules y los míos heterocromaticos.Si, poseía ojos de distinto color cada uno. El izquierdo era amarillo violáceo y el derecho de un vivo color rojo -Volvamos antes de que tu hermano nos busque.

Tomo mi mano y con una sonrisa comenzó a correr mientras trataba de seguirle el paso para que no me arrastrara.

Solo éramos adolescentes de quince y dieciséis años que aún les falta mucho por aprender. Nos lastimaríamos, caeríamos y volveríamos a ponernos de pie para seguir, o simplemente caeríamos en la oscuridad para luego volver de forma diferente, dejando de ser humanos.