Capitulo 8
—Vaya, vaya… Parece que hoy la niña decidió traer a un amigo vivo esta vez. Tú papá estará furioso.
—No me importa, él es mi novio y es la única persona que tiene derecho de estar conmigo.
Siento como me aprieta un poco la mano, a pesar de que este hablando normal algo en ella la mantiene molesta.
—Como quieras, ya esas cosas no me importan —la mujer voltea para continuar con su cigarro y la telenovela vieja que trasmite el televisor—. Si tienes hambre ve y cocina tú que no soy tu esclava.
—¿Tienes hambre? —me pregunta Kira mirándome.
Con todo lo que vi en la tarde con Kira la carnicera, no sé si volveré a comer algún día. Claro, estoy débil por no almorzar bien, más el vómito que me quito las fuerzas. Igual no confío en el tipo de alimentos que parecen apenas tener, y el dolor de cabeza no me hará cambiar de opinión.
—Paso.
Sin soltar su mano, me dejo guiar por su casa, la cual se encuentra igual que el exterior. Trapos, objetos rotos y demás cosas están tiradas por todas partes. Parece que no conocen las bombillas, porque solo hay velas enormes de colores por todos lados, que la verdad, dejan un olor pesado en el aire difícil de respirar. Kira, abre una puerta, al ver la habitación mi piel se puso de gallina y los nervios, pero uno diferente a los que he tenido en todo el día, se hacen presentes al ver un altar satánico con demasiadas velas, imágenes de criaturas y animales extraños, sin excluir restos de cuerpos podridos que golpean mi nariz peor que en el sótano de la escuela.
—¿Qué es todo esto? No quiero entrar ahí, aquí te espero —aviso asqueado tapándome la nariz.
—No tengas miedo, no va a pasarte nada —Intenta jalar me, pero decidido, me opongo y me suelto de ella.
—No es por eso, al menos abre una ventana, este lugar apesta demasiado.
—Está bien, haré esto rápido.
Se quita la mochila, y sacando la bolsa negra, deja caer todas las partes de los cuerpos en el suelo, apilados en un pentagrama negro trazado en el suelo. Nunca creí que esto se pondría más raro, le estaría rezando a Dios si no hubiera dejado de tenerle fe después de todo lo que pasé. No sé cómo puede seguir creencias así de oscuras, y más por las obligaciones que debe realizar para mantenerlas. Creo que no debí levantarme de mi cama esta mañana.
—Listo, subamos a mi cuarto —indica saliendo de la habitación.
—¿Solo dejas eso ahí tirado y ya, acumulando partes de cuerpos hasta que se pudran?
—Lo único que quiero es que mi papá no me moleste más. Ven.
Vuelve a tomar mi mano y me dirige a unas escaleras rumbo al segundo piso. Una vez arriba, en oscuridad me dirige a una habitación que luego ilumina al encender unas velas. Es algo mediano, su cama, su guarda ropa, una pequeña mesa de escritorio y ciertas repisas de madera en la pared donde tiene ubicada las velas.
—Puedes dejar el bolso en mi cama y si quieres te sientas aquí —Me ofrece la silla de su escritorio.
El desorden, es el mismo, noto que también tiene un espejo, uno grande que tiene algo escrito con rojo o sangre, “Vas a ser mía mi niña”. <<Ya basta, ahora sí quiero salir corriendo>>.
—Ki-Kira… ¿Qué es eso en el espejo? —indico sin despegar la mirada de eso.
Por el reflejo, noto como Kira toma un trapo al azar y limpia las palabras que están en el espejo fácilmente.
—A mi papá le gusta hacer ese tipo de cosas, no deja de molestarme y ya quiero que se detenga —explica con un tono de voz molesta tirando el trapo a otro montón.
—¿Y eso es todos los días? —pregunto sentando me en su silla colocando el bolso en mis piernas.
—Mejor dicho, todas las noches —Toma asiento en su cama subiendo sus piernas para abrazarlas contra su pecho—. Desde que murió no deja de atormentarme en las noches impidiendo me dormir.
—Momento… ¿Acabas de decir que tu padre está muerto y te molesta su…?
—Espíritu demonio —completa interrumpiendo me.
Iba a decir fantasma, pero parece una definición convincente para ella. Este no era los problemas familiares que creí que tendría, bueno, su mamá sí parece acorde a la mía, despreocupada sin interés en mí, solo metida en su mundo; pero lo de su papá si me deja en expectativa a lo que podría pasar en cualquier momento. He escuchado muchas historias de terror, nunca las creí reales comenzando por esta mañana, pero sigo teniendo le más miedo a Kira que a un supuesto fantasma. Es como dicen, al que hay que tenerle miedo es a los vivos, no a los muertos.
—¿Entonces crees que, con un cuchillo, vas a poder defenderte del fantasma de tu papá?
—No lo tengo siempre por eso, es que no quiero alejarme de mi hermano.
—Oye Kira, comprendo por el estado de locura que estás viviendo, pero yo no entiendo nada.
—¿Te dan miedo las historias paranormales?
—Creo que ya lo he vivido todo el día contigo, una historia no me hará daño —respondo irónico haciéndola reír un poco.
Aun en su cama, se rueda un poco por la orilla hasta quedar más cerca de mí y yo solo la observo esperando que comience a contar su famosa historia paranormal.
—Okey, esto no se lo he contado a nadie porque no tenía con quien hablarlo más que con mi hermano, pero te voy a contar todo lo que me llevó a ser una asesina…
Desde muy pequeña tuve una mala imagen de lo que son mis padres. Mi mamá siempre ha andado en las drogas, nada cambia en ella, solo como se pone más desgastada con el tiempo. Mi papá siempre se dedicaba a su altar y rituales satánicos que siempre me mantenían asustada. Ninguno de los dos me agradaba como padres, y menos por las cosas que me intentaban enseñar.
Mi hermano mayor por otro lado, era el único que me cuidaba y me protegía de sus actitudes… a su manera. Tenía sus defectos también y pues él si no podía escapar fácil de las mañas de mis padres y por eso era atento conmigo, para que no tuviera que hacer lo mismo que le tocaba cumplir e imitar.
Hace no muchos años, la aptitud de papá empeoró de una manera obsesiva y agresiva, hacia cosas demasiado indecentes hacia mí, cosa que mi hermano siempre intervenía ya que mamá no lo hacía. Sus deseos de tratarme como a mamá cada vez era más notables y me refiero a la manera que disfrutaban sin disimular por toda la casa.
Mamá se desquitaba conmigo por cómo me traba papá, se arrepentía de haberme dado a luz porque papá ahora tenía una obsesión por las chicas jóvenes por mí culpa, y prefería salir a buscarlas que atenderla a ella. Así se mantuvieron los problemas hasta que llegaron al extremo.
Llegó el día en que papá me llevo a la fuerza a su cuarto, mientras mi mamá me insultaba y me despreciaba, mi hermano intentó ayudarme en vano. Papá estaba agresivo y me trataba como lo hacía con mamá, comenzó a besarme y a intentar quitarme la ropa cuando mi hermano apareció con el cuchillo que cargo para ayudarme.
La pelea de ambos fue brutal, papá estaba fuera de control y yo no sabía cómo ayudarle a mi hermano. Sin dudarlo, papá enterró el cuchillo en el costado a mi hermano y con su último aliento, se lanzó con papá por las escaleras haciéndole una herida en la cabeza logrando que muriera desangrado al pie de éstas donde ambos perdieron la vida.
Mi mamá al darse cuenta de ambos cuerpos en el piso de abajo, seguía insultando me y a echarme la culpa por lo que pasó, si no fuera por su estado de droga, me hubiera hecho daño ese día, aunque después igual se desquitó conmigo.
>>Yo conservé el cuchillo con la sangre de mí hermano, lo extrañaba mucho, y si papá me había enseñado algo, eran las brujerías de su libro. Así que encontré uno en la que pude adherir el alma de mi hermano al cuchillo, y desde entonces puedo hablar con él y siempre está conmigo, cuidándome —Su vista se pierde entretenida en su cuchillo.
Esta información no la esperaba. Conocer ese contexto de las razones de su situación y su extrañeza no es algo muy fácil de creer, pero puede que esté muy acorde con ella.
—¿Qué me dices sobre la escuela?
—¿Ah? —reacciona confundida.
—¿Por qué matas personas en la escuela? ¿Qué te hicieron allá?
—Nadie me ha hecho nada malo, bueno, tampoco lo permití. El cuento sigue y está totalmente vinculado y mi problema sigue siendo el mismo…
Después de la muerte de mi papá, su presencia se seguía manteniendo fuerte en la casa, al igual de como siento la presencia de mi hermano gracias al cuchillo. Escucho más ruidos de lo normal, siento que aun intenta tocarme, se monta en mi cama y siento un peso en mi pecho y mi garganta cuando duermo, así que tomé la opción de no dormirme o estaría más vulnerable para él.
Mi hermano aún sigue protegiéndome mientras lleve el cuchillo conmigo, al llevarlo a la escuela no era muy bien visto por nadie. En varias ocasiones intentaron quitármelo, pero al hacer eso lo único que he hecho es defenderme. Sin querer cause mi primer asesinato hacia un profesor, después de eso estaba dispuesta a matar a quien sea si se atrevían a quitarme a mi hermano de las manos.
>>Yo se los advertía, que si me dejaban quieta no les haría daño, hasta que todo se salió de control por intentar “ayudarme”, pero solo empeoraban mis preocupaciones, hasta imponer el terror a la fuerza como única condición de que nadie me molesté, ni a mí, ni a mí hermano.
Me suena familiar, solo que de una manera más psicópata. No puedo dejar de sentir comprensión en su relato, al fin y al cabo, al igual que yo, solo reacciona a la defensiva. <<¿Será que yo también soy igual que ella y no me he dado cuenta?>>.
—Entiendo, pero ¿Por qué también matas a otras personas que no te han hecho nada malo?
—No tengo opción, me di cuenta de la necesidad de mi papá por las chicas vírgenes, así que me tomé la tarea de mutilar el útero de las chicas para traérselas al altar de mi papá como condición a que me dejé en paz. Desde entonces, parece que su olor lo ha calmado un poco, pero aún, no me puedo tranquilizar y bajar la guardia. Aunque mi hermano me cuide, no puede con él.
—¿No exploraste la opción de irte de tu casa? No puedes seguir viviendo en su jaula.
—No serviría, aun en la escuela logra atormentarme de vez en cuando. De igual forma no tengo a donde ir, y ya todo el mundo me tiene miedo para pedir ayuda por lo menos… A excepción de ti, pero no te veo muy convencido de lo que te cuento, creo que no debí molestarte con esto.
Lleva sus manos a su cara, no sé si es gesto de desesperada o quiere llorar, es tan neutral y tranquila que es imposible identificar sus sentimientos, menos con su cabello atravesado. Quito mi bolso de las piernas colocándola en su cama y moviendo me con la silla, me acerco a ella y tomo una de sus manos entre las mías.
—Quizás me es difícil creer y entender todo, pero estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites. Ya no estás sola en esto.
<<La verdad no sé ni cómo hacerlo. ¿Cómo se solucionan los problemas de ultratumba?>>.
—Gracias Justin, eres el mejor amigo que he tenido —menciona y luego viene a abrazarme a lo que yo correspondo.
Mi barriga retumba por el hambre, no es para menos, estoy vacío. Kira se aparta asustada de mí.
—Tranquila, solo fue mi estómago.
—Y dices no tener hambre, vamos a la cocina a comer algo.
—Pero no es necesario.
—Yo digo que sí. Eres mi invitado, no voy a dejar que mueras de hambre y de ninguna otra forma.
Kira se levanta y va hacia su escritorio a buscar algo en sus cajones, comienza a recoger su pelo en una coleta sencilla atrás. Al voltear puedo ver su rostro completo finalmente, así si puedo ver más de su esencia y su rostro me refleja lo mal que le ha ido últimamente, tan vacía y tan adolorida. Me toma del brazo y me dirige por la casa hasta la cocina.
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