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Capitulo 10

Disclaimer: Los personajes de Haikyuu no me pertenecen; créditos correspondientes a Haruichi Furudate Posible (o mucho) OoC en los personajes. Este fic contiene escenas explícitas, lenguaje fuerte, temas adultos tratados de modo detallado y escenas fuertes; se recomienda discreción.

Pareja principal: OsaYama

Parejas secundarias: AtsuHina, OiSuga, BokuAka, DaiKita, entre otras.


CADENAS

—El vóleibol es un deporte para chicas. Todos saben que el fútbol es para hombre de verdad.

El portero del equipo de fútbol de inarizaki siempre ha demostrado ser una persona machista, soberbia y sobre todo homofóbica. Solo tienes que escuchar sus comentarios para darte cuenta.

El límite del rubio había llegado a su fin. Pueden burlarse de su persona, de sus acciones, pero hay cosas de las cuales no puedes meterte.

El equipo de fútbol masculino siempre ha fastidiado al equipo de vóleibol masculino y talvez lo han tolerado para no meterse en problemas. Pero atsumu ya estaba cansado.

—¡Ya cállate! Alguien que siempre ha estado en la banca no tiene el derecho de hablar estupideces —Atsumu estaba apretando su charola con demasiada fuerza —Porque es lo único que sale de tu boca.

—Te afecta porque sabes que es verdad

—No me afecta para nada, simplemente te estoy diciendo que no tienes derecho a hablar.

Esta no era la primera vez que ese portero provocaba a atsumu y el rubio siempre a tendido todo bajo control para no hacer mayor este problema.

Ninguno del club de fútbol dijo nada más y los tres giraron para irse de ahí.

—¡Miya! —Pero el tipo quería seguir provocando al zorro —Tus Colocaciones son una porquería.

La paciencia de atsumu había dado a su fin.

—Repítelo —Le dijo con una mirada hostil en esos ojos cafés.

—Tsumu —Lo llamó su hermano —Recuerda que kita - San dijo que otro alboroto más y no jugarías en el próximo partido.

Atsumu se tuvo que contener y dejó que esos idiotas continuarán.

—Grande el Setter de inarizaki

—Estaremos en problemas si nos atrapan —Le menciono atsumu a su hermano y a suna

—¿Qué? —Dijeron al mismo tiempo.

—Le daré la señal y ustedes correrán

—Espera idiota, ¿Qué señal?

La charola que tenía atsumu en sus manos ahora se encontraba en el suelo, pero la comida se encontraba en los rostros de los jugadores de fútbol especialmente en el portero del equipo.

En menos de un segundo todos se encontraban batidos de comida que parecía vómito.

—Atrápenlos —Ordenó

—Corran

Los tres fueron saltando sillas y esquivando mesas. Algo de ventaja de sus entrenamientos es que pueden saltar más que los Futbolista, pero ellos son más rápidos. Ya que ellos en todo el juego están corriendo constantemente.

Cuando salieron de la cafetería cada uno se fue por un lado diferente tratando de perderlos.

Kageyama estaba de mal humor.

O eso es lo que Hinata dice. Desde hace tiempo el ceño fruncido de Kageyama es más marcado, hace las cosas más agresivamente como destapar su caja de leche, sus saques son más potentes y su manera de hablar es más...

—Tontoyama —Cómo le dice Hinata.

Sus sempai de ese dúo de raros creían que Shoyo es o muy valiente o muy estúpido al querer enfrentar a Kageyama en ese estado.

—¡Ah! A quien llamas tontoyama —Tobio se acercó amenazadora mente al doncel —Boke

—Te estás comportando como un verdadero idiota —Le admitió a tobio. Shoyo se relajó y les dio una leve caricia a los nudillos del azabache —Aquí estoy. Hablemos.

Hinata observó como el azabache relajaba su rostro, como su sueño fruncido desaparecía y poco a poco daba pasos hacia atrás, alejándose de Shoyo pero este se acercaba.

Kageyama se ha considerado una persona calculadora, arrogante, prepotente, agresiva, impulsiva, muchas cosas más pero siempre eran cosas negativas.

A veces sentía que era una persona mala por ser así.

No quería, trataba de todas las formas posibles para no ser así con las personas cercanas y alejarlas con su pésima personalidad y se preguntaba si alguien amaría todo lo que es Kageyama tobio.

—¿Por qué no sólo te alejas? —Le preguntó hostil.

—Porque no quiero

—Te trato agresivamente, mis palabras son crueles

—Eso ya lo sé

—Y entonces por qué te quedas

—Porque quiero hacerlo.

No lo entendía, toda la gente se alejaba de él por cómo es y aun no lograba entender por qué el no lo hace como todos los demás.

—Kageyama yo te quiero ayudar, por favor deja que te ayude.

Quería, de verdad que quería la ayuda de Hinata, pero ni siquiera el sabia el que tenía o porque se comporta de esa manera tan agresiva.

Ambos caminaron por las calles de Tokio hasta encontrarse con un pequeño parque algo solitario, se sentaron en una banca y solo permanecieron en silencio.

Mirando el cielo y encontrando formas en las nubes.

Hinata volteó a mirar el perfil de Kageyama y pudo notarlo.

Los brazos de shoyo se estiraron al cuello de Kageyama y guio la cabeza del azabache a su pecho. Esperando a que pasara.

Unos sollozos se escucharon.

Un alma Rota trataba de descansar.

Una persona trataba de entender.

Los sollozos de Kageyama se volvieron en un llanto y sus brazos se aferraron al cuerpo más pequeño.

—Todo estará bien

—Me abandonaron, me dejaron solo

—Ya no estás solo. Yo estoy aquí.

Shouyo lo entendía, entendía ese sentimiento de abandono porque al igual que Kageyama el también pasó por el abandono de tus padres.

Siendo alguien tan pequeño, tan indefenso y frágil. Alguien que necesitaba que lo protegieran, que le creyeran, alguien que necesitaba ayuda.

Los padres de Kageyama lo abandonaron, lo dejaron a cargo de su abuelito y no se quejaba porque su abuelito le dio todo, pero cuando el murió algo cambió.

Su hermana quedó a cargo de él, pero es como si el solo se valiera por el solo porque nunca la veía. Su hermana tenía que trabajar y estudiar, no la culpaba de echo él pensaba que su hermana se esforzaba demasiado por él y agradecía mucho eso. Y su única manera de agradecérselo era callarse sus molestias y no causarle problemas.

Algo que aprendió a haces a los trece años.

El llanto de Kageyama fueron disminuyendo siendo unos simples sollozos, pero le ardían los ojos así que con sus dedos se tallo sus párpados. Las manos de Hinata nunca dejaron de acariciar el cabello azabache de tobio.

Kageyama retiro su cabeza del pecho de Hinata y siguió tallándose sus párpados hasta sentir que ya no saldrían más lágrimas.
Dio un respiro profundo para estar mejor y así fue, después de soltar esas lágrimas se sintió mejor, sus hombros estaban más livianos.

El de ojos zafiros no le dijo nada a Hinata, solo le dio una mirada simple y para Hinata fue suficiente.

A lo largo del tiempo que lleva tratando a su mejor amigo a aprendido a leerlo, a saber, que quiere decir con un gesto, una mirada, un suspiro, una actitud. Así fue como se dio cuenta que algo le pasaba a su mejor amigo.

Kageyama se sentía calmado y listo para irse a casa, aun cuando siempre se encontraba sola. Pero esta vez no fue así.

Cuando se despido de shouyo y camino a casa en su pecho sentía un mal presentimiento, como si algo malo fuera a pasar y sentía la ansiedad de saber que era eso.

—Tobio —Si mirada fue directo a los intrusos que tiene enfrente

—¿Qué hacen ustedes aquí? —Preguntó con voy gélida sin moverse de su lugar.

—Tenemos que hablar

—No —Afirmó tobio

Kageyama no quería hablar con ellos, en este instante sentía un gran odio hacia ellos y estaba seguro de que si se quedaba para conversar todo terminaría mal.

—Tobio...

—¡Dije que no!

—Aun que quieras o no vas a escucharme

—Así como ustedes lo hacen con nosotros —Tobio paso directo a la sala, dándole la espalda a sus mayores —Es mejor que se vayan. Miwa pronto llegará y al igual que a ella, su presencia nos repudia.

Su pie derecho subió el primer escalón, pero antes que siquiera llegara al segundo escalón su brazo fue sujetado con demasiada fuerza hasta ser arrastrado a la sala y empujado con brusquedad al sillón.

—Maldito mocoso malcriado —Mencionó —Kazuyo te mimo demasiado.

—Bueno después de todo el hizo tu trabajo, padre.

—Tu —Alzó su mano, dispuesto a darle una cachetada al menor.

Pero su palma nunca llegó a la mejilla de tobio —¡No! —Dijo una voz femenina.

Su hermana acaba de llegar a su casa y lo primero que ve al entrar es a su padre ponerle una mano en sima a su hermano menor.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —Preguntó con enfado miwa.

—Llegas en un buen momento miwa—Su madre le dijo con arrogancia en su voz —Ya que los dos están aquí es momento que escuchen.

Su padre se acomodó su traje negro siguiendo con su mirada a su hija mayor, que se colocó a lado de tobio

—Así es, como descendientes del apellido Kageyama ustedes pronto tomarán posesión de la empresa.

Su padre estaba loco si creía que eso en algún momento pasara. Miwa es estilista y yo, yo apenas y puedo pasar mis materias en la escuela.

—Miwa en un año te mudaras conmigo a New York, aprenderás todo lo que tengas que aprender para ser la cabeza de la empresa y Cuándo tobio se gradué de la preparatoria el estudiara administración en Shibuya para tomar tu lugar miwa.

Su padre sí que es un verdadero loco, desaparecía por doce años, nunca se hizo cargo de ellos y se creía con él derecho de manejar sus vidas a su antojo. Como si fueran sus marionetas.

Y por primera vez tobio se sentía un poco agradecido por tener un carácter de la mierda.

—No —Dijo en definitiva tobio —No voy a hacer eso y miwa tampoco. No seremos tus malditas marionetas estúpidas.

Su padre se le frunció su ceño en claro enfado por lo que estaba escuchado de su hijo menor. Dio un paso hacia el, pero al mismo tiempo que el mayor avanzaba, su hermana mayor se paraba enfrente de tobio aun cuando este sea más alto que ella.

—Hazle como quieras con tu maldita empresa, pero yo no estudiaré eso y tampoco tomaré un estúpido puesto —Kageyama se sentía poderoso con sus palabras que le está diciendo a su progenitor —Y golpéame si quieres, pero aún con tus puños yo no accederé.

Tobio dio a conocer todo lo que pensaba a las cosas que su padre les acaba de decir. Un plan dos para esa maldita empresa que le daba mala espina desde que se enteró de ella y se sentía un poco disgustado con su apellido.

El hombre mayor soltó una carcajada, sorprendiendo a todos. Cuando terminó de reír le dio una mirada dura a su hijo.

—Quince —Dijo hostil —Aun tienes quince años por lo que aún eres menor de edad. —Les dio una sonrisa sínica a sus dos hijos —Por lo que tengo poder sobre ti.

A tobio se me hizo un nudo en la garganta por cada palabra que salía de la boca de su padre.

—Y puedo hacer contigo y tu vida lo que yo quiera.

—¡Eso está por verse! —Le grito acercándose.

—Estas verdaderamente loca

—No sabes lo que una persona Rota es capaz de hacer —Le susurro cerca de su oído para después demostrar en sus ojos una mirada llena de odio y rencor.

—¿Rota? Tu no estas Rota. Tu estas podrida

—Exacto —sonrió con arrogancia —Los dos lo estamos y sabes que tengo razón.

—¡Eso lo sé! Pero ¿por qué involucrarlos? —Interrogó molesto.

Ambos adultos estaban descontrolados por el calor de su discusión y ahora se estaban lanzando verdades a la cara. Ambos son conscientes que está relación nunca iba a funcionar, no hay amor en esa relación.

Nunca lo hubo y nunca lo habrá. Ellos sabían el porqué.

—Ya ha pasado mucho tiempo, porque sigues. Por qué no lo sueltas

—Suelen llamarte un hombre muy listo, pero a mí respecta eres alguien muy estúpido —La femenina cargaba sus palabras de puro odio —Recuerda; una mujer con el corazón roto es peligrosa pero una mujer con el corazón roto y rencor en su ser es alguien mucho peor.

La Femenina salió de ahí dejando al contrario con la palabra en la boca.

El mayor simplemente trató de respirar profundo para tranquilizarse, pero no tanto por el cómo las cosas de su escritorio fueron estampadas a la pared y un marco de una foto fue destrozada en pedazos pequeños y grandes.

Al arrepentirse de ello fue por la fotografía para limpiarla, retirarle los pedazos de vidrio que tenía y al fin la guardo en su primer cajón de lado derecho. Se sentí en su silla giratoria y dio un suspiro pesado.

—Volverá a repetirse

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