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Día 9 Deeptrhoat (Manigoldo x Kardia)

Con una sonrisa burlona Manigoldo aventó las cartas sobre la mesa demostrando que nuevamente había ganado en ese juego.
Kardia aventó las suyas molesto porqué efectivamente aquel sujeto lo hizo perder otra vez.

- Ahora me tienes que pagar.

Respondió Manigoldo tomando las cartas de la mesa para acomodarlas nuevamente.
Kardia se levantó de su silla y sacó lo último de dinero que llevaba en su cartera, después lo aventó con molestia sobre la mesa.

- Esto no es ni la mitad de lo que me debes Kardia - Contestó Manigoldo molesto tomando el papel moneda arrugado.

Kardia tomó el último cigarro que guardaba en su bolsa de su camisa junto con una caja de fósforos y encendió su cigarro.
Le gustaba esa sensación de sacar el humo entre sus labios, después dirigió su mirada a Manigoldo.

- Ya te dije que no traigo más.

- Entonces cómo pagarás lo que me debes.

Manigoldo tomó el vaso donde aún tenía un poco de alcohol y le dio un trago.
Aquella pequeña reunión en su casa no salió tan divertida como esperaba, aunque la noche era joven, así que aún quedaba tiempo para hacer algo más.

- Entonces... Tendré que usar otros métodos.

Después de decir esto, Manigoldo sonrió ladino, era algo que Kardia quizá al principio se negaría pero le gustará.

- Si es para hacerte los mandados olvídalo.

En ese momento Kardia dejó su cigarro en el cenicero, lo apagó y tomó asiento en el sillón.

- Saben bien lo que quiero.

- ¡Eso si que no! Si no has tenido intimidad con alguien más no es mi problema y no pienso ceder.

En ese momento Manigoldo tomó las manos de su amigo, de un movimiento brusco lo acostó en el sillón y lo acorraló con el peso de su cuerpo.
Ambos se encontraban frente a frente, Kardia podía sentir el cálido aliento de su amigo.

- Tienes unos bonitos ojos - Se burló Manigoldo perdiéndose en la mirada de su amigo.

Jamás se había dado la oportunidad de analizarlo bien, admirar sus rasgos físicos, ahora entendía porqué tenía muchas admiradoras y pretendientes.

- No me vengas con tus cursilerías Manigoldo.

Kardia desvió la mirada, extrañamente podía experimentar una distinta sensación al tener ese contacto físico con su amigo.

- ¡Hay por favor Kardia! Tu tienes rato que no tienes un encuentro con alguien, yo menos.
Hay que darle al cuerpo lo que pide.

Sentía como rozaba su rodilla derecha en su entrepierna.
Aquel bulto rozaba con el suyo, su piel comenzaba a sudar, las manos de ambos temblorosas por aquel agarre entre los dos.

- Solo no quiero que después te burles.

- Me conoces, puedo ser muy divertido en mi vida pero también sé tomar las cosas con seriedad.

- Claro, sin dejar a un lado tus burlas.

- Tu eres igual.

En ese momento Manigoldo se fue acercando a los labios del joven de cabellos azules, un pequeño roce que los dejaba disfrutar de otro panorama muy distinto.

Poco a poco fue soltando las manos de Kardia, sus dedos pasaban sobre el cuerpo del contrario viajando desde su cabeza hasta acomodar sus manos en su cintura.

Aquel beso se fue intensificando, Kardia dejó escapar un gemido cuando las manos de Manigoldo se colaron dentro de su pantalón para poder tocar aquel bulto.

- Hasta lo disfrutas - Respondió Manigoldo sonriendo ladino.

- Tu... Tu tienes la culpa - Susurró Kardia cerrando sus párpados dejándose llevar por el momento.

- Que tenemos aquí.

Manigoldo se acercó más a su cintura, con un poco de rudeza desabrochó su pantalón y junto con su ropa interior liberó su miembro totalmente erecto.

- Te voy hacer doblegarte ante mi - Manigoldo se llevó ese falo al interior de su boca.

Kardia no es el tipo de personas que le gusta ser dominado, mucho menos Manigoldo, lo que hizo a continuación le demostraría a su amigo que también tiene derecho a tomar las riendas del asunto.

Se incorporó un poco del sillón, con su mano diestra aprovechó la labor de su amigo haría que aquel oral fuera más profundo.

Tomó a Manigoldo distraído, ese era un punto a su favor, ni siquiera tuvo el tiempo de reprocharle algo sentía como su miembro le llegaba hasta la garganta.
Una sensación repentina de querer regurgitar comenzaba a tener, rápidamente dejó aquella labor y se levantó un poco para tomar aire mientras se le pasaba.

- Ahora va a venir la mía Kardia.

Se despojó de sus prendas, terminaron justamente a lado del sillón. Kardia no tuvo tiempo de poder levantarse completamente; Manigoldo  colocó sus manos en la cabeza de su amigo y sin previo aviso llevo su miembro a la boca de Kardia.

- Buen chico - Susurró Manigoldo acariciando sus cabellos alborotados azules.

- Pero no es suficiente ¡También te la dejaré ir! - De la misma manera que Kardia lo hizo, Manigoldo empujó más su falo erecto dentro de la boca de Kardia, con la punta de su pene podía sentir el interior de su garganta.

- ¡Esto es el cielo Kardia!

Siguió con ese oral, el movimiento era cada vez más intenso.
Mientras Kardia seguía felandolo, Manigoldo acercó su mano al miembro de su amigo para poder darle una ayuda con su mano.

Bastó unos cuantos minutos en ese momento, los gritos de Manigoldo  y el sonido de la boca de Kardia junto con el calor del momento fue el momento perfecto para que Manigoldo liberara toda su esencia en la garganta del contrario.

Kardia terminó manchando la mano de Manigoldo cuando llegó al máximo punto del placer.
Lentamente Manigoldo salía de esa cavidad bucal, aunque aún varios hilos finos de saliva se unían con los labios de Kardia.

- ¿Me vas a decir que no te gustó? - Cuestionó Manigoldo al ver a su amigo pasar su mano sobre sus labios para limpiarse los rastros de semen que aún tenía.

- A nadie de esto idiota.

Aunque Kardia era muy orgulloso para admitir que aquel momento para satisfacerse un rato lo había disfrutado.

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