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Día 7 Breeding (Degel x Camus)

De manera desesperada, Degel mordía esos labios entre cada beso húmedo
Era su mayor fascinación, por fin sería dueño de aquel joven que tanto deseaba detrás de la ventana.

- Degel - Dejó escapar su nombre cuando se dio cuenta que las manos del mayor se colaban bajo su camisa tocando su vientre con un toque sutil.

- Te deseo tanto Camus...

El joven de cabellos rojizos colocaba sus manos en la espalda del contrario, aunque tuviera una corbata cubriendo su vista podía sucumbir ante el deseo de estar con Degel.

- Quiero... Que me tomes de una vez - Susurró Camus ante aquel cálido aliento de su amante que seguía fascinado tocando su piel debajo de sus prendas.

- Si seguimos no hay marcha atrás.

- Yo quiero ser tuyo ahora y siempre.

Ante esa confesión, Degel tomó al joven de cabellos escarlata de su cintura y lo acostó sobre la alfombra que se encontraba en medio de la sala.

Poco a poco fue desabotonando la camisa de Camus, era una total locura lo que estaba por ocurrir.
Ante el calor que emanaban sus cuerpos, el mayor perdió la cordura. Se les olvidó totalmente sus edades, él teniendo treinta y siete años mientras que Camus estaba por cumplir los diecinueve.

- ¿Sabes como tentarme verdad Camus? - Degel fue repartiendo besos en todo su pecho totalmente desnudo.

El sonido del contacto de sus labios con la piel del contrario empezaba a inundar ese lugar, acompañado solamente de la luz tenue de las velas y el sonido de la lluvia cayendo afuera era el complemento perfecto para esa entrega de esos amantes donde nada les importaba.

- Deseo tanto que me tomes por primera vez.

En ese momento Degel se levantó un poco y se acercó para retirarle aquella corbata con la que lo había privado del sentido de la vista.

- Es tu primera vez ¿No es así? - El mayor lo comenzó a cuestionar con seriedad.

- Sí - Rápidamente Camus se incorporó un poco para perderse en esos enigmáticos ojos violeta.

Degel dejó escapar una sonrisa y lo tomó entre sus brazos para llevarlo a su habitación. Si la situación era así, sería muy cuidadoso con aquella belleza escarlata.

- Mon petit, haré esto de la manera más sutil e inolvidable sólo para ti.

Al llegar a la recámara de Degel, solo contaba con una simple vela que iluminaba la habitación.
Camus desvió ligeramente su mirada y notó que Degel contaba con un telescopio, quizá no precisamente para ver las estrellas, sino... a él.
La ventana de Degel y la suya estaban frente a frente, solo los dividía la calle.

Cuando sintió el suave edredón, Camus tomó  Degel de la camisa, fue el quien tuvo la iniciativa de seguir en aquella ronda de besos y caricias que exigían ir más allá que solo un roce.

- Debes saber que después de esto, no te dejaré tan fácil Camus... Eres una adicción para mi.

Degel le dedicó una mirada traviesa, sin previo aviso le retiró su pantalón junto con su bóxer, lo único que le quedaba era aquella camisa que le desabotonó con anterioridad.

Colocó sus manos sobre una de las piernas del joven de cabellos escarlata, sin quitarle aquella mirada intimidante, fue repartiendo besos que subían cada vez más hasta llegar a su falo totalmente despierto.

Camus lo observaba fascinado, era lo que deseaba cada noche. Era mucho mayor que él y quizá hasta con mucha experiencia.
Por ello Camus se desvestía frente a la ventana para provocar aún más a Degel.

Arqueó su espalda cuando sintió la calidez de la boca del contrario envolver su miembro, tomó con fuerza el edredón de color azul y lo apretó intentando calmar esas ganas de querer subirse de una vez por todas.

- ¡Degel!

- No sabes como amo verte con tus pantalones que resaltan tus hermosas piernas cada vez que te veo caminar - Susurró el mayor colocando sus piernas en sus hombros para poder preparar aquella entrada.

Camus sonrió, ese hombre lo estaba volviendo loco, cerró con fuerza sus párpados y dejó escapar un gemido al sentir la punta de la lengua del mayo delinear su entrada.
Un torrente de emociones lo hacía perder la razón cuando su húmeda lengua entraba en esa cavidad estrecha.

- ¡Oh Degel!

- No hay vuelta atrás Camus... Ahora eres mío.

- Si, haz de mi el peor desastre.

Degel sonrió ladino, bajó el cierre de su pantalón junto con su ropa interior, después comenzó a masajear su miembro despierto que exigía atención.
Guió la punta de su falo hasta esa estrecha entrada y lentamente fue introduciendo dejándose envolver con esas estrechas paredes.

Aquella intromisión era calmada por   los pequeños besos que repartía Degel en el cuerpo del contrario.

- Tu me dices cuando moverme mon amour.

Camus mordió su labio esperando que el dolor se calmara, después asintió con su cabeza y Degel empezó a moverse lentamente. En aquel movimiento se dio cuenta que efectivamente su falo estaba cubierto con un poco de sangre.

- Mon petit me has dado tu primera entrega.

- Yo... Quiero que me ames por siempre Degel.

En ese momento Degel salió repentinamente, tomó a Camus de la cintura, los dos rodaron sobre la cama quedando el mayor abajo de Camus.
Su miembro se acomodó perfectamente al interior del joven de cabellos escarlata y ahora podía moverse a su antojo.

- Soy mayor que tu Camus... Mucho. Si estás dispuesto a llevar una vida a mi lado ten por seguro que te cuidaré como un fiel guardián.

- ¿Entonces me amas?

- Desde que te miré la primera vez - Degel tomó el rostro de Camus y lo acercó al suyo para envolverse en otro beso más.

El mayor movía su cintura mientras tomaba la cintura de Camus para profundizar ese vaivén.
Camus se estremecía ante el movimiento de Degel, de su cálido aliento, de todo.

Unas estocadas más y el mayor no pudo evitar liberar toda aquella espesa esencia blanquecina dentro del interior del joven.
Camus también terminó manchando el vientre de Degel.

Nuevamente se unieron en un beso más calmado y tranquilo, Degel tomó a Camus de su rostro y lo acercó a su pecho invitándolo a compartir ese lecho con él.

- Solo tendrás ojos para mi ¿Verdad?

- Claro... Porqué la pregunta mon petit.

Cuestionó Degel sin entender a donde iba todas las palabras de Camus.

- Porqué soy un doncel.

Degel se quedó perplejo ante lo que escuchaba.

- Entonces...

- Así es.

El mayor deposito un beso en la frente de Camus con suma ternura.
Quizá era hora de dejar la soledad a un lado y velar por Camus y quizá por su pequeño futuro...

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