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Día 25 Negación del orgasmo (Aioros x Camus)

Lo miraba una y otra vez de manera disimulada, aquel joven de cabellos rojizo tenía algo que le gustaba en demasía. Agradecía que ese adorable pelirrojo siempre se sentara cerca del escritorio de los maestros.
Aioros era uno de los profesores de esa escuela y justamente en estos momentos tenía clase con ese grupo.

El sonido del timbre anunció la hora de salida de los estudiantes. Era viernes y eso significaba fin de semana sin escuela de por medio.

- ¡Nos vemos el lunes alumnos, pasen un agradable fin de semana! - Respondió el castaño guardando sus pertenencias dentro de su maleta.

- Usted no joven Camus, necesito que platiquemos por favor.

Aunque el joven de cabellos rojizos no entendía que pasaba, guardó sus pertenencias y tomó asiento mientras esperaba que los demás alumnos salieran del salón.

Fueron escasos cinco minutos los que demoraron en salir el resto de los estudiantes, aunque él no era un estudiante que causara problemas; no entendía porqué Aioros necesitaba hablar con él esta ocasión.

- Coloca el seguro a la puerta.

Camus ahora entendía a lo que se refería, se levantó de su asiento y tomó la perilla de la puerta para colocarle el seguro así como lo pidió el castaño.

Aioros retiró su maleta que tenía sobre el escritorio y esperó que Camus regresara nuevamente con él.

- Ven Camus.

El castaño extendió su mano, el joven de cabellos rojizos acercó la suya y dejó que en ese suave movimiento el castaño lo sentara en el escritorio quedando frente a él.

- Maestro Aioros...

El castaño colocó su dedo índice sobre los finos y delgados labios del contrario callando por unos momentos sus palabras.

- La última vez dejamos algo pendiente joven Camus.

- Tenía que irme pronto a casa aquella ocasión.

Respondió Camus en un susurro, las manos del castaño viajaban lentamente por sus piernas haciendo que el joven de cabellos escarlata soltara un leve gemido.

- Bueno... Ahora tenemos tiempo de sobra, la escuela acaba de cerrar y somos los únicos en este lugar.

Aioros se acercó para besar los labios del contrario, Camus era su total perdición. Ambos procuraban ser muy cuidadosos, porqué efectivamente al joven de cabellos escarlata le gustaba el profesor.
Sin embargo los dos tenían que pasar desapercibidos para no llamar la atención de los demás docentes y los alumnos.
Sobre todo para evitarse comentarios diciendo que de esta manera Camus obtenía las mejores calificaciones cuando no era así.

Cedía porqué quería y amaba todo lo que el castaño le brindaba, haciéndolo estallar en un sin fin de emociones.

- Tan dulce como siempre Camus - Susurró bajando lentamente esos cálidos besos por su cuello.

- Aioros - Dejó escapar el nombre de su profesor al sentir su cálido aliento recorrer su piel suave y tersa.

Las manos del castaño bajaron hasta los botones de aquella camisa blanca que Camus tenía puesta, poco a poco fue desabotonando hasta dejar su pecho totalmente al descubierto.

Aún se le podía notar las marcas en su piel de aquella entrega que tuvieron en el auto del maestro en el estacionamiento de la escuela justamente la semana pasada.
Ahora los dos se encontraban en un salón a la expectativa que alguien pudiera verlos.

El castaño metió sus traviesas manos dentro del pantalón tocando el bulto que comenzaba a crecer en medio de las piernas del joven de cabellos rojizos.

- Con que estamos ansiosos ¿No? - Se burló el maestro al ver como la cabeza de Camus se hacía para atrás.

Liberó su miembro dando unos suaves movimientos con su mano, esto hacía que Camus quisiera gritar y delirar de placer pero Aioros no se lo permitía.
Le ayudó a bajarse su pantalón dejándolo a la altura de las rodillas y lo acostó sobre el escritorio para tener mejor acceso a ese escondido lugar.

- Recuerda que aquí no puedes gritar amor...

Sonrió ladino, después de esto el castaño mojó uno de sus dedos con saliva y lo fue guiando hasta su entrada.

- Aioros...

- Que vista - Susurró mirando como sus dedos entraban y salían de su interior sintiendo como sus paredes se contraían ante ese movimiento.

Camus cerró sus párpados mientras llevaba sus manos por todo su torso tratando de calmar un poco su agitada respiración.

Una ligera punzada comenzó a incomodar en la punta de su falo, estuvo por querer gritar el nombre de su amante pero sintió como los dedos del castaño abandonaban su interior de forma muy repentina.

- Ya está pasando el personal de limpieza, lo mejor será irnos preciosura.

Esa interrupción le bajó totalmente los ánimos, molesto se bajó de escritorio y se acomodó sus prendas para hacer de cuenta que nada había pasado.

- Todos los viernes es lo mismo.

Se quejó el joven de cabellos escarlata dejando escapar un suspiro mientras pasaba sus dedos sobre sus largos cabellos para acomodarlos.

- Me temo que no puedo cumplir tu fantasía Camus... Los de intendencia ya están deambulando por los pasillos.

Camus chasqueó la lengua molesto, tomó su mochila del suelo y esperó que Aioros tomara sus pertenencias para abrir la puerta.

Sin embargo antes de salir del salón, Aioros se acercó a su oído para susurrar algo que le gustaría escuchar.

- Nos vamos al auto, ahí seguiremos con esto... Además, me gusta ver como recorre mi semen por tus hermosas piernas cuando terminamos.

Ante esto Camus se sonrojó al instante, ganándose un apretón de nalgas por parte de su profesor y un beso robado antes de que los demás los vieran.

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