Día 23 Escupir (Sísifo x Kardia)
Aún le faltaban muchos pendientes por terminar en la oficina, su jefe les dio la orden de poder retirarse a sus casas siempre y cuando terminaran de entregar esos proyectos y balances que aún les faltaba.
Sísifo intentaba no perder la paciencia mientras que pasaba el tiempo, Kardia aventaba las hojas al aire por la desesperación.
— Mendigo anciano, por su culpa no llegué a casa.
El de cabellos azules se quejó irritado, se levantó de su silla y se acercó al bote de basura para poder escupir.
El castaño levemente lo miró, era repugnante para él lo que Kardia hacía.
— No seas asqueroso Kardia — Se quejó molesto Sísifo.
— Que tu no lo hagas no es mi problema.
Nuevamente Sísifo bajó la mirada para seguir en su trabajo.
Pero las quejas y reclamos de Kardia lo estaban haciendo perder la paciencia, así era su trabajo; no podían irse a sus hogares hasta que terminaran sus labores.
— ¡Ya me quiero ir! — Gritó nuevamente Kardia como niño pequeño en la escuela cuando se quieren ir a sus casas.
Fue entonces cuando la paciencia del castaño quedó en el olvido, desesperado tomó sus cabellos para intentar tranquilizarse pero parecía que Kardia no se tranquilizaría.
Rápidamente se levantó de su silla y buscó la manera callarlo, pero de una forma muy peculiar; lo tomó de las manos y las llevó a la altura de su cabeza acorralando totalmente a su compañero de trabajo.
Con los ojos abiertos Kardia no podía creer lo que veía, su compañero el de cabellos castaños lo estaba besando.
No podía ejercer algún movimiento, sus manos estaban inmóviles y entre sus piernas se colaba la rodilla de Sísifo, esto hacía que sin problema aquel bulto comenzara a reaccionar ante esos suaves roces.
— Pero qué... — Cuestionó Kardia atónito ante esa situación que acaba de pasar.
— Creo que fue la única manera que te callaras.
Susurró Sísifo esbozando ligeramente una sonrisa con tal de molestar a su compañero.
— ¡Estás loco! — Gritó Kardia desesperado por querer librarse del agarre del castaño.
— Más bien ya me estabas hartando con tus quejas.
— Mira más vale que te vayas apurar a tu trabajo o si no...
Sísifo lo miraba con un toque de malicia, era muy tranquilo y sereno eso si lo sabía pero cuando trataba de obtener lo que deseaba, no descansaba hasta que obtenía lo que quería.
— O si no qué...
En ese momento el castaño se acercó al cuello del contrario, podía percibir el aroma de su perfume, no era muy dulce aunque si tenía toques frescos y esos mismos lo invitaban a dejar pequeños besos en su piel.
— Sísifo espera.
Sin embargo el castaño no le dio importancia, sin previo aviso se acercó a su boca uniendo sus labios con las del joven de cabellos azules quien a pesar de negarse, cedía poco a poco ante sus encantos.
Caía en su juego porqué siempre le había gustado la sonrisa de Sísifo, tan cálida y sincera y al contrario de Kardia le gustaba ser más directo y la paciencia no era lo suyo.
— Esto será un excelente desestrés... Ambos estamos ansiosos — Susurró Sísifo con malicia llevando su mano al bulto crecido de Kardia quien lo miraba atónito.
— Ni creas que cederé ante ti.
El castaño reaccionó de inmediato, de un movimiento repentino le dio la media vuelta dejando toda su parte delantera recargado en la pared, de esta forma Kardia no se le escaparía
— Siempre intentas hacerte el difícil, pero solo tu y yo sabemos que cedes ante mis encantos sin problema — Susurró Sísifo acercándose al cuello de Kardia mientras pasaba sus manos de manera descarada por toda su espalda.
— Por esto no acabamos los trabajos a tiempo...
El castaño no le dio tiempo de que respondiera, tomó su mentón y lo atrajo un poco más a él para depositar otro beso más demandante donde ambas lenguas se entrelazaban.
Con la otra mano, Sísifo comenzó a desabrochar el pantalón del contrario y en pocos segundos junto con su ropa interior terminó en los tobillos de Kardia.
Sísifo hizo lo mismo, se bajó su pantalón; la ventaja que él tenía era que su miembro estaba lubricado con su líquido seminal, de esta manera sería fácil dejarlo entrar en el interior del contrario.
— ¡Maldición Sísifo! Porqué siempre hacemos esto a tu manera.
Kardia se quejó por que justo en ese momento, ese curioso intruso se colaba entre su entrada, podía sentir como su interior se amoldaba al miembro del castaño.
Simplemente cerró sus párpados y llevó sus manos a la pared gastándose sus uñas sobre la misma.
— Porqué te fascina lo que te hago.
Y ahí estaba nuevamente esa sonrisa que le gustaba del castaño, esa risa que parecía que no hacía nada malo pero en realidad sus intenciones eran otras.
Aquel lugar comenzaba a llenarse de ruidos y gemidos por parte de Kardia, Sísifo entre cada estocada dejaba una marca sobre el hombro del contrario quien dejaba caer su cabeza para atrás.
— ¡Sísifo esto es una locura muy buena...!
Tomó a Kardia de la cintura y de un movimiento ágil lo llevó sobre el escritorio valiéndole tirar los papeles, toda la noche se la pasarían en la oficina como siempre lo habían hecho.
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