No podía dejar de observarlo, al principio tuvo un poco de pena pedirle aquella cita.
Degel siempre había sido su eterno enamorado desde hace mucho tiempo atrás.
Es por ello que después de tantos años tuvo el valor de pedirle a Degel una cita con él.

Mientras los dos seguían observando aquella noche magnifica lejos de la urbanización, lo único que los acompañaba era aquel auto seminuevo que Deuteros había comprado hace poco.
Los dos se encontraban recargados en la barda de piedra donde les daba esa vista panorámica de la ciudad, mientras que en ese sitio abierto eran solamente ellos dos.

- Me gusta este ambiente Deuteros.

- Me alegra tener tu compañía Degel.

En ese momento el gemelo menor se giró levemente para ver a ese joven francés, aquella mirada y esos bellos ojos violeta detrás de sus lentes era lo que amaba de él.

- Degel.

- Dime - Respondió aún con la mirada al horizonte.

El viento soplaba fuerte en ese lugar, las corrientes de aire hacían un perfecto movimiento ondeando su larga cabellera verde.

- Siento ser muy directo por lo que te voy a decir - Deuteros tomó la mano de Degel - Antes de que tomes tu vuelo nuevamente a Francia quiero que sepas que yo siempre viviré enamorado de ti.

Al escuchar esto, Degel se quedó atónito. Actualmente su pareja se trataba del gemelo mayor, Aspros.
El primero en haber llegado a su corazón fue él, después conoció al gemelo menor, vivía en un gran dilema porqué si sentía una atracción por Aspros pero en demasía por ese hombre de tez morena.
Era más cálido y amable que Aspros; años atrás cuando se casaron, su esposo y él decidieron irse a vivir a las tierras de Degel, aunque esta vez se tomó el tiempo para venir a visitar a Deuteros solo porqué se lo pidió.

- Deuteros yo...

- Sé que no puedes verme de la manera en la que yo lo hago porque lamentablemente jamás te confesé mi sentir. Sólo quería decírtelo antes de que regreses a tu país.

En ese momento Deuteros se alejó un poco del francés, pero fue Degel quien lo detuvo justo a tiempo.

- Si tan solo esta plática la hubieramos tenido  tiempo atrás, las cosas serían diferentes... Yo también te amo Deuteros y lo que más me cuesta es tratar de fingir algo cuando no es así.

- Degel...

Ese preciso momento se tornó un tanto silencioso, podía escucharse el sonido del viento pasar tras los árboles.
El sonido de la fauna de ese lugar mientras ellos dos seguían mirándose fijamente el uno al otro.

El gemelo menor tomó el rostro del contrario, le retiró los lentes que llevaba puestos, acortó la distancia entre ambos y suavemente se unieron en un puro y casto beso.

Degel llevó sus manos a la espalda del contrario mientras aquel beso se intensificaba a tal grado que Deuteros lo recargó sobre el cofre del auto.

El ritmo de sus corazones latía cada vez más fuerte, sus lenguas se entrelazaban intentando ir más allá que solamente un beso inocente.

- ¡Degel te necesito!

Exclamó Deuteros bajando esos besos hasta su cuello, la cordura la estaban perdiendo los dos y es que a pesar de que a ellos dos los esperaban en sus hogares, no sería impedimento para que esta noche se dejen llevar por sus más profundos deseos reprimidos desde hace mucho tiempo.

- Yo también - Respondió con la voz entrecortada al sentir esos besos húmedos en su piel.

- No dejaremos evidencia alguna.

Sugirió Deuteros abriendo poco a poco la camisa del francés.
Los dos no podían regresar con marcas en su piel por más que sus instintos lo pidieran a gritos.
Degel cerraba sus párpados mientras sus manos se aferraban en esa cabellera azulada enterrando sus dedos entre las hebras.

- Hazlo, tómame... Quiero que me hagas todo lo que desees.

Deuteros con estas palabras perdió la cordura, sabían que estaban haciendo mal, los dos ya tenían sus vidas realizadas.

Rápidamente tomó del broche el pantalón del galo para bajarlo junto con su ropa interior, al ver aquella piel blanca como relucía con la luz tenue de la luna no pudo evitar pasar la punta de su lengua en cada espacio y cada rincón de su cuerpo.

Degel levemente alzaba su cintura, su largo cabello estaba descansando sobre el parabrisas del auto mientras el gemelo menor disfrutaba de su cuerpo a cada momento como su quisiera recordar cada centímetro de su piel.

- Deuteros tómame por favor.

El contrario se bajó su pantalón, tomó su miembro y lo llevó hasta el interior de su amante quien al sentir como invadía entre sus paredes rasguñó la espalda del gemelo menor.

- ¡Oh Degel... No sabes cuanto he soñado con este momento!

El galo estallaba en un mar de sensaciones, gritaba el nombre del gemelo menor a cada momento.

El auto se movía de manera frenética, las embestidas subían cada vez más volviéndose totalmente una danza erótica donde esos cuerpos reflejaban una ligera capa de sudor por la acción del momento.

Deuteros liberó todas sus ganas en el interior de su amado, mientras que Degel terminó manchando su vientre y el del moreno.
Nuevamente se unieron un beso más tranquilo, el francés podía sentir como aquel semen salía lentamente de su interior dejando un camino viscoso sobre el cofre del auto.

- Degel...

- Degel...

Lo llamaba una y otra vez.

- ¡Deuteros despierta!

La voz de Asmita lo hizo despertar repentinamente, dio un sobre salto en su colchón llevando una mano a su frente calmando su agitada respiración.

- ¿Qué pasa?

El rubio acercó su mano al rostro de su esposo - Hablabas entre sueños llamando a tu cuñado.

Al oír esto Deuteros no pudo evitar quedarse sorprendido... ¿Acaso habló de más?

- Yo... ¿Pero que dije?

- Repetías el nombre de Degel... - Asmita tocó el cabello de su esposo para calmarlo - Quizá te afecto la noticia.

- ¿Cual noticia? - Deuteros se hizo el desentendido.

- Pasado mañana vienen a visitarnos Aspros y Degel, quizá te quedaste con esa idea y por eso lo soñabas.

Deuteros comprendió que todo había sido un sueño, pero fue rico para él.
Acostó al rubio  en sus brazos mientras se dejaban caer en el mundo de los sueños nuevamente.

Espero que tengas el mismo pensamiento que yo Degel de mi corazón...

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